Sep 04, 2024 Last Updated 8:26 PM, Sep 3, 2024

Brasil se está convirtiendo en “campeón mundial” del coronavirus. Según epidemiólogos, superaría pronto a los Estados Unidos. Este fin de semana pasó los 830.000 contagiados y 43.000 muertos. Este desastre es producto directo de la política del gobierno de Bolsonaro de negar la existencia de la pandemia y oponerse a hacer la cuarentena.

Ante este atentado a la vida, en las últimas semanas las hinchadas de fútbol, la juventud negra y los movimientos antifascistas realizaron protestas callejeras en repudio al gobierno de Bolsonaro y a la violencia policial en las favelas.

A continuación publicamos un extracto del editorial de Combate Socialista del 9 de junio, periódico digital de la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST/PSOL), sección oficial de la UIT-CI.

La juventud negra se levanta para no morir “de virus, de bala o de hambre”, como lo expresan en las favelas de Río de Janeiro. Las protestas son porque en los barrios periféricos no hay saneamiento básico y los niños son asesinados por la Policía Militar. Las hinchadas de fútbol antifascistas decidieron decir basta a los actos de la extrema derecha, que pide una nueva dictadura militar y el fin de las medidas de aislamiento social.

Ampliar la movilización es el camino para salvar vidas del pueblo

Desde marzo los gobernantes saben que es necesario garantizar el aislamiento social. Pero hasta ahora el presidente Bolsonaro niega la existencia de la pandemia y esconde los datos de la contaminación y de los muertos (las cifras oficiales son menores que las reales). Los gobernadores y prefectos (intendentes municipales) comenzaron a suspender las pocas medidas de aislamiento social que había en los estados y ciudades en pleno crecimiento de los contagios de Covid-19 en el país. Los empresarios mantuvieron en funcionamiento locales de trabajo de sectores no esenciales. Y en los esenciales, como salud y limpieza, faltan los elementos de bioseguridad. O sea, las autoridades y los empresarios no hacen nada para salvar las vidas del pueblo trabajador y se niegan a garantizar medidas sanitarias básicas que recomiendan científicos y médicos.

Es necesario ampliar la movilización de protesta incorporando todas las reivindicaciones populares. Solo así seremos escuchados. En medio de la actual pandemia tenemos que respetar el distanciamiento físico de las manifestaciones y dejar en las casas a los que son del grupo de riesgo para que hagan solidaridad virtual.

Un ejemplo que demuestra que las manifestaciones logran resultados es que el Supremo Tribunal Federal tuvo que ordenar el fin de las operaciones policiales en las favelas, lo que es positivo (aunque no podamos confiar en la Justicia).

Unificar con la clase trabajadora

Las manifestaciones, que se van a repetir en las próximas semanas, muestran el camino para la clase trabajadora. Hoy la amplísima mayoría de los trabajadores no pueden realizar la cuarentena porque son obligados por los patrones o por las autoridades públicas a continuar en servicios no esenciales. En muchos casos, la continuidad del servicio ocurre en medio de la imposición de reducción salarial o de suspensión de contratos. Tenemos que organizar reuniones y movilizaciones para conquistar medidas de bioseguridad (…) exigir testeos masivos de Covid-19 y contra toda reducción salarial o violación de contratos.

En la protesta de São Gonçalo (Río de Janeiro), la juventud cantaba “la favela organizó, el estudiante junto con el trabajador”, mostrando esa necesaria unidad. El sindicato del Metro de San Pablo convocó a la protesta antifascista y antirracista del domingo 7 de junio. En Río de Janeiro, el Sintuff (trabajadores de la Universidad Federal Fluminense) ayuda a organizar la unidad de los foros de lucha de Niterói. Son ejemplos que necesitamos ampliar ya mismo para enfrentar la represión lanzada sobre la juventud que está protestando en las calles en este momento.

Las direcciones de la CUT, CTB, UNE y UBES deben convocar a las protestas

Hasta ahora las direcciones de las mayores centrales, principalmente la CUT (Central Única de Trabajadores) y la CTB (Central Brasileña de Trabajadores), no convocaron a sus bases para las manifestaciones y no jugaron su peso en este movimiento. En el sindicato del Metro (subte), los representantes de esas centrales votaron contra la convocatoria a los actos. Y lo peor es que esas direcciones sindicales aceptan que les quiten los derechos laborales a muchos sectores. Lo mismo ocurre con la cúpula de la UNE (Unión Nacional Estudiantil) y UBES (Unión Brasileña de Estudiantes Secundarios), que se han negado a convocar de verdad a las protestas de los domingos (…) Es fundamental exigir en cada sindicato, entidad estudiantil, movimiento social que las mayores centrales y organizaciones convoquen las protestas, con toda su fuerza y por todos los medios posibles. Tenemos que exigir que la CUT y la UNE convoquen a una jornada nacional de lucha, paralizando las actividades no esenciales.

Además de la lucha unificada necesitamos un frente de izquierda y socialista

El PDT (Partido Demócrata Laborista), el PSB (Partido Socialista Brasileño), y la REDE (Red de Sostenibilidad, partido ecologista), orientaron a sus afiliados a no ir a las protestas. Las direcciones del PT (Partido de los Trabajadores) y del PCdoB (Partido Comunista de Brasil) no divulgan los actos y no convocan a sus afiliados, se limitaron a decir burocráticamente que “apoyan”. El gobernador Camilo Santana, del PT del estado de Ceará, ordenó reprimir a los manifestantes. Es evidente que con esas direcciones no podemos vencer los actuales desafíos. Esos partidos de oposición deberían convocar a sus afiliados poniendo a sus parlamentarios al frente de los actos de protesta para evitar la represión a los manifestantes.

Lamentablemente, la dirección mayoritaria del PSOL se colocó en ese mismo campo y no se postula como alternativa de izquierda en la organización de las luchas en la calle. Algunos dirigentes del sector mayoritario del partido participaron en algunas protestas, pero sin una convocatoria colectiva y organizada a la militancia. Aún estamos a tiempo para cambiar ese rumbo. Para eso necesitamos construir una alternativa con sectores de izquierda, como el PCB (Partido Comunista Brasileño), la UP y el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado). Un frente de izquierda que defienda las manifestaciones y muestre que es posible resolver los problemas populares y hacer que la crisis la paguen los millonarios, los banqueros, las multinacionales y el agronegocio.

Continuar en las calles y organizar nuestro movimiento

En el plano inmediato, nuestra tarea es unirnos en las calles contra Bolsonaro y Mourão, en defensa de las vidas negras, por la cuarentena general inmediata. Para garantizar que se suspenda el pago de la deuda a los banqueros y se apliquen impuestos a las grandes fortunas destinando recursos a la salud pública y a la renta básica para los desocupados.

Por eso, cada movimiento y cada organización debe seguir el ejemplo de las hinchadas de fútbol y de los movimientos negros, tomando el impulso de las luchas internacionales. La unidad de las hinchadas, el movimiento negro y el Frente Pueblo Sin Miedo y sectores de izquierda del domingo 7 de junio fue muy positiva.

Es necesario que continúen convocando manifestaciones semanales los domingos y que las organizaciones sindicales, populares y estudiantiles planifiquen una jornada nacional con paralización de las actividades de la clase trabajadora.

Debemos organizarnos en nuestros sindicatos, universidades, oposiciones sindicales y luchar por la construcción de los actos, impulsar plenarios y foros de lucha que ayuden a organizar la unidad de las protestas en curso.

La reunión de la Secretaría Ejecutiva de la CSP-Conlutas (ala minoritaria combativa dirigida por organizaciones de izquierda) del 4 de junio aprobó el apoyo a las movilizaciones, y la corriente sindical Combate propuso la necesidad de que la central convoque a los actos. Seguiremos luchando para que esa sea la política de CSP-Conlutas.




Sumate a la campaña por justicia para George Floyd y firmá el petitorio.

A las organizaciones antirracistas, de derechos humanos, sociales y políticas de los Estados Unidos.

Los abajo firmantes apoyamos al pueblo norteamericano en lucha por justicia para George Floyd, cárcel a sus asesinos y contra el racismo y la represión de Donald Trump.

 

Firmá en:

https://forms.gle/Teg7h7qGRD538ywL8



Estados Unidos. Asesinato de otro afroamericano

Cuando las protestas por la muerte de George Floyd siguen creciendo en el mundo, un nuevo caso de asesinato policial contra un afroamericano estremece otra vez a los Estados Unidos este fin de semana.

Un video de seguridad revelado este sábado muestra a un oficial de la policía de Atlanta que dispara contra un hombre negro, al que despiertan poco antes porque se encontraba durmiendo en un área de autoservicio que utilizan los restaurantes estadounidenses para entregar la comida en el carro. Rayshard Brooks, de 27 años, murió por el disparo.

Tras la difusión, miles de personas se lanzaron otra vez a las calles, principalmente en Atlanta, donde incluso bloquearon algunas carreteras para protestar contra el racismo y la brutalidad policial.


Estados Unidos. Declaran “zona autónoma” a un barrio de Seattle y expulsan a la policía

Tras las multitudinarias protestas por la muerte de George Floyd y luego de días de continuas batallas nocturnas con los manifestantes, los uniformados se retiraron por orden de las autoridades y clausuraron el edificio policial, lo que hizo posible el surgimiento de la “zona autónoma de Capitol Hill” (CHAZ, por sus siglas en inglés), un área de la ciudad libre de control policial. Trump amenazó con retomar el barrio con el ejército. Ver video: https://youtu.be/pMrmfl6qRBc


Estados Unidos. Trump y los demócratas se acusan mutuamente de preparar fraude electoral

El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, afirmó el miércoles pasado que su mayor preocupación es que “este presidente va a tratar de robar esta elección” y consideró la posibilidad de que Trump se niegue a dejar la Casa Blanca si pierde.

Trump dijo por su parte que, por la votación por correo, que sería la forma de hacer elecciones “con distancia social” debido a la pandemia, “será la elección amañada más grande de la historia”.

Estas acusaciones mutuas de fraude y de no querer dejar el poder, que pueden ser comunes en Bolivia o Centroamérica, son totalmente extraordinarias en los Estados Unidos y muestran una enorme crisis política. Los dos partidos imperialistas, el republicano y el demócrata, se alternan en el poder desde el siglo XIX. Una democracia para ricos, tramposa con los trabajadores, pero con reglas electorales que se han respetado históricamente entre ellos.


Estado español. Protesta de trabajadores de la salud

Los trabajadores de sanitarios de Madrid protestan a las puertas de los hospitales para denunciar la “precariedad laboral” que sufren desde hace años y para pedir que se refuerce la plantilla con más personal en todo el sistema de sanidad pública. Como dijo un trabajador indignado: “Los que más han dejado la salud, y algunos hasta la vida, han sido todo el personal sanitario y de atención social, mal pagados, mal considerados, y lo único que ven son los aplausos y solidaridad del ciudadano de a pie”.


Venezuela. ¡Libertad a Rodney Alvarez!

Un 17 de junio, hace nueve años, fue llevado a una de las cárceles del país, en la que no se respetan los derechos humanos, las libertades democráticas y donde no existe justicia para los trabajadores, el compañero obrero de Ferrominera Orinoco, Rodney Álvarez, sin condena y con una acusación absurda.

Desde esa fecha (17/6/2011), los  gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro le impusieron un proceso de negación de justicia y violación del debido proceso. Lo acusan de un asesinato que fue cometido por un burócrata ligado al gobierno, que fue grabado por cámaras de la empresa y respaldado por el testimonio de cien trabajadores. Matones al servicio del gobierno dispararon sobre los trabajadores, hirieron a dos y asesinaron a otro. Lo culparon a Rodney Alvarez sin ninguna prueba, solo para sacárselo de encima y asegurarse el oficialismo el control del sindicato.


Líbano. Desplome económico y nuevas protestas populares

En los mercados y restaurantes de Líbano apenas queda carne. No hay más importaciones por falta de dólares. El precio de los alimentos subió 70 por ciento. En algunas ciudades se suprimió el servicio eléctrico que dejó paralizados aún a los hospitales. Líbano se va ahogando cada vez más en el desastre económico.

En esta situación, y superadas las restricciones por el coronavirus, el sábado 13 miles de personas desfilaron por las principales ciudades exigiendo que se vaya el gobierno. En Trípoli las protestas se tornaron violentas, con enfrentamientos nocturnos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, que dejaron al menos 120 heridos. En Beirut transcurrieron de forma pacífica después de dos noches de tensas manifestaciones.


Documental sobre la vida de Hugo Blanco

En 1962 Hugo Blanco, dirigente campesino, que era parte de la corriente trotskista encabezada por Nahuel Moreno, condujo una rebelión campesina indígena armada contra los hacendados. Los terratenientes, que los trataban como siervos del feudalismo, sometiéndolos incluso a castigos físicos para obligarlos a trabajar la tierra del patrón, ordenaron una feroz represión policial.

La rebelión inició un proceso en todo el país que culminó con la ley de reforma agraria que promulgó el gobierno militar de Velazco Alvarado. 

Hugo Blanco fue encarcelado y condenado a muerte, acusado de “terrorismo y subversión”, aunque finalmente fue indultado y deportado.

La cineasta Malena Martínez Cabrera filmó un documental sobre la vida Hugo Blanco, que se puede ver en https://youtu.be/R7Xmb0345II

Las palabras del título las pronunció el pastor bautista y activista por los derechos civiles Al Sharpton en el homenaje a George Floyd en Minneapolis. "Lo que le pasó a Floyd pasa todos los días en este país", dijo Sharpton. "Es el momento de que nos pongamos de pie y en nombre de George digamos: saca esa rodilla de mi cuello", agregó.

Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

En nombre de George Floyd, millones de personas volvieron a llenar las calles de las principales ciudades norteamericanas en repudio al racismo, a la policía y a Trump. El movimiento, además, tiene una inmensa repercusión mundial.

Pero la movilización fue mucho más allá de cualquier división racial. En los últimos días en las calles se encontraron millones de jóvenes, trabajadores, los sectores blancos más empobrecidos, con la misma indignación en Minneapolis, Nueva York, Washington, Boston, Miami y Michigan, y más de 600 ciudades. Hay quienes afirman que son las manifestaciones más grandes en la historia de Estados Unidos.

La represión y las amenazas no sirvieron para detener el movimiento

En los últimos días las marchas fueron pacíficas, porque ya no hubo represión. Hubo marchas de diferentes sectores, y en diferentes horarios (solo en Nueva York hubo 30 convocatorias distintas este domingo 7).

Mientras los máximos dirigentes sindicales de la AFL-CIO (la central sindical), burócratas vinculados al Partido Demócrata, no dicen nada, la solidaridad de la clase trabajadora surge en todas sus formas. La mayoría de los que protestan son trabajadores y trabajadoras, que sufren 42 millones de despidos, recortes de salarios y el desastre en salud pública. La cuenta trágica del Covid 19 ya llega a 2 millones de infectados confirmados y 115.000 muertos (lo que afecta preponderantemente a latinos, negros y pobres en general, por sus condiciones de vivienda y trabajo).  

También hubo importantes expresiones organizadas de lucha de los trabajadores: sindicatos de choferes de buses urbanos de pasajeros de la ciudad de Nueva York, Minneapolis y otros, se niegan a cooperar trasladando policías a la represión.

Los trabajadores de la salud están saliendo a la calle en masa, exigiendo que los sindicatos y las organizaciones de salud asuman la lucha contra la violencia racista de la policía. Hubo un paro de una hora de los portuarios y empleados de los muelles de ambas costas. Con la presión de las bases, muchos otros sindicatos han salido con declaraciones de solidaridad para George Floyd y las protestas en general. Muchos trabajadores presionan a sus organizaciones para que participen en las manifestaciones.

Trabajadores no sindicalizados, también están mostrando solidaridad con el movimiento nacional contra la violencia policial desde sus lugares de trabajo. En restaurantes de diferentes lugares los trabajadores gastronómicos se negaron a preparar comida para los policías.

En los últimos días, Trump, los gobernadores y alcaldes tuvieron que replegar la represión y anular los toques de queda. Trump amenazó el jueves pasado, después que decenas de miles de manifestantes llegaron a la Casa Blanca y le dieron el gran susto, con movilizar al ejército para reprimir a los manifestantes. Como casi todas las amenazas que dijo, le salió al revés… ¡Al día siguiente había el doble de manifestantes en las calles!

Los demócratas también fueron golpeados

El Partido Demócrata, el otro gran partido patronal imperialista, trata de aprovechar la situación para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, contra los republicanos de Trump. El ex presidente Barack Obama salió públicamente a apoyar la legitimidad de las manifestaciones antirracistas.  Aunque es sabido que bajo su gobierno no hubo ningún cambio sustancial ni con el racismo ni con la represión policial.

Sin embargo, los demócratas también resultaron golpeados por la protesta popular. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio (que en la interna había apoyado a Sanders) fue abucheado por la multitud, reunida en el acto de homenaje a Floyd, que le reprocha la represión policial violenta en Nueva York contra manifestantes pacíficos por violar el toque de queda. Algunos de los miles de manifestantes le gritaban: "¡De Blasio, regresa a casa!" y "¡Voten en su contra!". El alcalde se fue poco después.

Crisis del régimen político

Trump intentó dar una imagen fuerte, se declaró “presidente de la ley y el orden”. Pero los resultados fueron contraproducentes para él.

Ya en los primeros días de las protestas se vio en muchas ciudades a policías uniéndose a los manifestantes, poniendo rodilla en tierra. También hubo rumores del descontento de militares ante la afirmación de Trump de que emplearía a las fuerzas armadas en la represión.

Pero lo más insólito fue que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper (que se supone solo puede obedecer órdenes del presidente), rechazó el despliegue del Ejército: “estas medidas sólo deberían utilizarse como último recurso y en las situaciones más urgentes y extremas. No estamos en una de esas situaciones ahora”.

Por su parte el ex jefe del Pentágono Jim Mattis, que dimitió en diciembre de 2018 a raíz de otra trifulca pública con Trump, afirmó: “Donald Trump es el primer presidente de mi vida que no trata de unir al pueblo americano, ni siquiera lo finge. En su lugar, intenta dividirnos”. Mattis, agregó: “Militarizar la respuesta, como hemos visto en Washington, establece un falso conflicto entre los militares y la sociedad civil”.

Por un movimiento de izquierda independiente

Los manifestantes se identifican en gran parte de los casos con Black Lives Matter (también conocida por las siglas BLM; en inglés, Las Vidas Negras Importan). También Trump acusó a “izquierdistas”, entre ellos a “antifa” (que significa antifascista y que es básicamente anti Trump en el caso de Estados Unidos). Pero ninguno de los dos son movimientos orgánicos, no tienen organización, ni dirigentes públicos, ni programa. En la movilización participan diversos grupos de izquierda, de derechos humanos o antirracistas. Lo que predomina es el surgimiento de una inmensa nueva vanguardia juvenil luchadora. Muchos apoyaron la campaña de Bernie Sanders y fueron defraudados por su renuncia y apoyo a Biden. Se abre una oportunidad para pelear por formar un movimiento de izquierda independiente de los dos partidos tradicionales.

Esta es la gran debilidad del movimiento, que el Partido Demócrata trata de utilizar para las elecciones presidenciales, sin resolver los graves problemas populares, ni el de la represión policial y racista.

Entre las demandas, además de justicia para Floyd y castigo a sus asesinos, surgieron reclamos por disolver cuerpos policiales o bajar sus presupuestos. En Minneapolis el propio Concejo Municipal afirma que va a disolver la policía y en Nueva York la alcaldía aceptó bajar el presupuesto.

Desató una movilización mundial

El asesinato de George Floyd y la rebelión popular en Estados Unidos, ocasionó protestas solidarias en todo el mundo.

Cientos de miles de trabajadores y jóvenes protestaron en Australia, Reino Unido, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, España, Hungría, Finlandia, Suecia, Brasil, Corea del Sur, India, Ghana, Kenia, Liberia, Nigeria y Sudáfrica, y en decenas de otros países. En Canadá hubo miles de manifestantes en Vancouver, Toronto y Ottawa.

En Austria se reunieron 50.000 manifestantes. En Bristol una enorme multitud derribó y arrojó a las aguas del río Avon la estatua de Edward Colston, supuesto “benefactor” inglés, traficante de esclavos africanos del siglo XVII. En Londres, marcharon para insultarlo a la residencia del primer ministro conservador Boris Johnson (aliado de Trump). En Francia, 25.000 desafiaron una prohibición de protestas en París.

Los trabajadores y sectores populares brasileños se están manifestando contra Bolsonaro y la ola de asesinados a manos de la policía en las favelas de Río de Janeiro.

Esta enorme repercusión mundial, indica que millones de trabajadores y jóvenes en todo el mundo se identifican con la lucha en Estados Unidos, porque ven problemas similares, en muchos países también el racismo y represión, y en casi todas las tremendas consecuencias de salud y económicas del Covid 19 y la crisis capitalista, con centenares de millones de despedidos.  

Pese al temor de los rebrotes del coronavirus, se están retomando las grandes luchas del 2019, contra la desigualdad social, la destrucción ambiental y la represión, que se habían detenido por la larga cuarentena, ahora con el importantísimo agregado de la clase trabajadora norteamericana. Indudablemente esto va a fortalecer la lucha internacional de la clase trabajadora y los sectores populares contra los planes de hambre, la crisis de salud y represión en cada país. Se retoma la discusión sobre soluciones de fondo para terminar con el sistema capitalista-imperialista destructor del ser humano y la naturaleza. Y la necesidad de luchar por lograr gobiernos de las y los trabajadores que empiecen a construir una sociedad socialista.

Desde la UIT-CI llamamos a seguir apoyando la lucha masiva en Estados Unidos y en el mundo, contra Trump y la represión, por la libertad de los presos por manifestar, justicia para George Floyd y castigo a sus asesinos.

Sumate a la campaña por Justicia para George Floyd y firmá el petitorio:

A las organizaciones antirracistas, de derechos humanos, sociales y políticas de los Estados Unidos.

Los abajo firmantes apoyamos al pueblo norteamericano en lucha por justicia para George Floyd, cárcel a sus asesinos y contra el racismo y la represión de Donald Trump

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