Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Redacción de Izquierda Socialista y de El Socialista

En la provincia de Buenos Aires más de quinientas escuelas públicas no tienen gas, entre otros problemas de infraestructura, como la falta de luz y agua. A su vez, varios establecimientos no tienen puertas y hasta les faltan vidrios a las ventanas. Esta es la realidad educativa bonaerense que el gobierno de Cambiemos de María Eugenia Vidal y varios intendentes del PJ y el kirchnerismo buscan ocultar en sus videos de campaña electoral.

Escribe Mercedes Trimarchi, Diputada provincial Izquierda Socialista/FIT y candidata a vicegobernadora por Buenos Aires

En medio de la ola polar y las temperaturas bajo cero, las escuelas bonaerenses fueron nuevamente noticia. Esta vez por la falta de calefacción y las cientos de imágenes que se multiplicaron en las redes y en los medios con estudiantes cursando con frazadas. Sí, docentes y estudiantes que, además de gorros, bufandas y guantes, tuvieron que llevar frazadas para poder soportar dentro de las aulas el clima sin siquiera tener la posibilidad de tomar algo caliente por la falta de gas. Tan grave es la situación que varias escuelas tuvieron que suspender las clases con casos de gripe, neumonía y otras enfermedades producto de la exposición durante varias horas a bajas temperaturas.

A casi un año de la trágica explosión que terminó con la muerte de Sandra y Rubén, ambos trabajadores de la educación, setenta de las doscientas escuelas que hay en Moreno siguen con problemas de gas. En Lomas de Zamora hay 49 escuelas sin calefacción. En Tres de Febrero tenemos más de 6.000 estudiantes sin calefacción y alrededor de doce escuelas sin conexiones de gas. Otro tanto ocurre en Malvinas Argentinas, con 24 colegios, en San Miguel 60. En José C. Paz llegan a 80 las escuelas sin calefacción. En total hay más de medio millón de estudiantes bonaerenses que están cursando en pésimas condiciones, sin ninguna respuesta por parte de quienes gobiernan. 

Según el censo provincial de matrícula educativa 2017 realizado por la provincia de Buenos Aires, hay un total de 3.817.295 estudiantes dentro del sistema educativo bonaerense. Es decir que hoy más del 10% del estudiantado está afectado por la falta de gas. Lejos de haber cumplido las promesas de mejora edilicia, el gobierno de María Eugenia Vidal en cuatro años de gestión profundizó aún más la destrucción de la escuela pública que viene de los gobiernos anteriores. La reducción del 30% del presupuesto para educación del año pasado a este se siente y, en particular, con la falta de obras que mejoren la infraestructura escolar. 

La comunidad educativa sostiene que no es el frío el problema sino las condiciones en las que se encuentran las escuelas con una desinversión total. Para resolver este problema es urgente que se declare la emergencia educativa con un aumento del presupuesto sobre la base del no pago de la deuda externa, porque si el dinero se destina al FMI no va ir a educación ,salud ni vivienda.

 

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Escribe Rubén “Pollo” Sobrero, Candidato a primer diputado provincial de Buenos Aires

El gobierno de Macri, las patronales y el FMI se la pasan reclamando “reducir el costo laboral”. Los candidatos peronistas también lo dicen, recurriendo al eufemismo de que hay que “modernizar” las condiciones de trabajo. A eso lo llaman “reforma laboral”.

Los trabajadores no nos confundimos: se trata de quitarnos derechos que conseguimos con décadas de lucha. Tener un puesto de trabajo estable, que no puedan echarte sin justificación, que si te despiden te tengan que pagar indemnización, tener vacaciones, descansos obligatorios, cobrar horas extras, obra social o jubilación. Cobrar lo que corresponde a cada categoría y discutir salarios en convenciones colectivas. También que se respeten las condiciones de seguridad, para que ir a trabajar no signifique tener que estar arriesgando la salud (o a veces incluso la vida). 

Sabemos que esos derechos solo se defienden con lucha y organización. Saliendo a pelear cada vez que una patronal quiere quitarnos alguna reivindicación. Y movilizándonos cuando pretenden violar un convenio o, como sucedió a fines de 2017, directamente se juegan por una ley que flexibiliza todas las relaciones laborales. Pero también organizándonos, eligiendo delegados que realmente representen a los compañeros y los defiendan día a día. Y cuerpos de delegados y dirigentes sindicales que estén siempre pegados a la base, consultándola permanentemente y tomando las decisiones en asamblea. 

Todo esto es justamente lo contrario a lo que hacen los burócratas sindicales de todo signo. ¡En 2017 el triunvirato de la CGT llegó a firmar una solicitada a favor de la ley de reforma laboral! Si no salió fue por la extraordinaria movilización que se gestó en la lucha contra la reforma jubilatoria. 

Hoy todos los candidatos patronales opositores, con Alberto Fernández a la cabeza, dicen que hay que “renegociar el acuerdo con el FMI”. Pero sucede que el Fondo exige para esa renegociación justamente que se haga la reforma laboral. ¡Los trabajadores no se la vamos a dejar pasar! Vamos entonces a una gran pelea. Pero, como sabemos que los burócratas nos van a traicionar, tenemos claro que el camino es fortalecer al sindicalismo combativo, apoyar las luchas y coordinarlas, dando la pelea por una nueva dirección para la clase trabajadora de nuestro país. Pero también no votar a quienes van a ser nuestros verdugos, sino a tus compañeros luchadores, que integramos en gran número las listas del Frente de Izquierda-Unidad.

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Escribe Guido Poletti

Es uno de los requisitos que siempre aparecen como parte del “ajuste estructural”. Lo reclama el FMI y está en su agenda mundial. Ahora lo están tratando de aprobar en Brasil, siendo uno de los caballitos de batalla de Bolsonaro. Es una parte fundamental del ajuste para que los recursos se destinen al pago de la deuda externa y requiere “reventar” a los jubilados presentes y futuros.

¿En qué consiste en concreto esta reforma?


Primero en correr la edad jubilatoria, acercándola a los 70 años. Segundo, en liquidar los llamados “regímenes especiales”, de los cuales el más extendido es el docente. 

Tercero, reducir el monto inicial con el que se jubila un trabajador. Aclarémoslo: una jubilación digna implica cobrar el 82% móvil (ese porcentaje en relación al sueldo que cobra un trabajador activo en el mismo rubro y categoría con que se ha jubilado). La realidad es que, con la excepción de los regímenes especiales, hoy una persona se jubila y “arranca” cobrando aproximadamente el 50% de su salario en actividad (y eso si estaba en blanco y con todos los años de aportes correspondientes). Como la inmensa mayoría no cumple estos requisitos, muchísimos perciben la mínima (apenas arriba de los 11.000 pesos). El objetivo de la reforma es reducir lo más posible la jubilación inicial. En concreto, que el trabajador al jubilarse perciba entre el 20% y el 30% de su salario anterior. 

Cuarto, eliminar lo más posible los reajustes por inflación, de forma que la jubilación sea cada vez menor en términos reales.
A esto se le agrega desfinanciar la Anses (que recibe los aportes de trabajadores y patrones) y liquidar el fondo de garantía de sustentabilidad (que proviene de las AFJP cuando se estatizó el sistema). Así se podrá justificar que “no hay plata” para los jubilados. Y, por supuesto, terminar con cualquier tipo de moratoria, lo que generará que cada vez más personas no puedan acceder a la jubilación o la pensión. 

Todo esto con el objetivo de, a posteriori, privatizar el sistema, reinstalando una estafa similar a la de las AFJP que existieron en los años ´90.

En síntesis, si se implementa la reforma jubilatoria se estará condenando al hambre a nuestros abuelos y a nosotros mismos cuando terminemos nuestra vida activa. Exactamente esto es lo que quieren el gobierno, las patronales y el FMI. Es lo que terminan aceptando los otros candidatos patronales cuando plantean “renegociar con el FMI”, sabiendo que pondrá como primer punto la reforma jubilatoria. Desde el Frente de Izquierda-Unidad denunciamos esto y te pedimos el voto para estar más fuertes y enfrentarlo juntos.

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La máxima autoridad del Fondo Monetario Internacional renunció a su cargo, pero la política del organismo no cambiará. La amiga de Macri se va para presidir el Banco Central Europeo. El FMI seguirá reclamando el mismo ajuste gobierne quien gobierne, por eso la única salida es romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda externa.

Escribe Gastón Godoy, Candidato a comunero en la Ciudad de Buenos Aires

En 2011 Lagarde llegó al FMI para reemplazar a otro francés, Dominique Strauss-Kahn, luego de que este fuera denunciado por violación. Se trató de lavarle la cara a un organismo desprestigiado, nombrando a su frente a “la primera mujer en la historia que encabezó el FMI”, tratando de venderlo como “más humano” y “no tan ajustador”, sobre todo en América latina, donde sufría el máximo repudio. Obviamente nada cambió, fue todo una pantalla de humo que rápidamente mostró su verdadero carácter. 

En nuestro país lo vivimos en carne propia. Mauricio Macri siempre destacó y ensalzó la figura de Lagarde. No podía hacer menos: bajo su mando el FMI le otorgó a la Argentina el préstamo más grande de su historia, 57.000 millones de dólares. Nunca un país había recibido tanto dinero del Fondo. El problema es que ese dinero, destinado a pagar la deuda externa y sus intereses, deberá ser devuelto con el sudor del pueblo trabajador, que no verá un solo peso de los que llegaron, pero pondrá todos los que se van. 

El kirchnerismo también colaboró en la perspectiva de sostener que el FMI “no es algo tan malvado”. Desde Kicillof, reuniéndose con los delegados del Fondo y diciendo que es posible salir de la crisis actual siguiendo atados a sus programas, hasta Alberto Fernández sosteniendo que el problema no es el programa del Fondo sino “la política de Macri”, e inclusive con Emmanuel Álvarez Agis (segundo de Kicillof cuando fue ministro de Economía) llegando a alabar al FMI diciendo que “en cuatro de los cinco países donde intervino en los últimos años el saldo fue positivo”. El kirchnerismo abona a este discurso porque quiere preparar el terreno en el caso de que vuelvan a ser gobierno.

El FMI estará ahora a cargo provisoriamente de David Lipton, segundo de Lagarde. Un personaje que siempre dijo abiertamente que si el dólar debía dispararse en la Argentina no había que evitarlo. Hay matices de perspectiva entre las personas que dirigen el Fondo sobre cómo tener una política más eficaz en los países donde intervienen. Pero en lo que no hay ninguna diferencia es en que todos están por ajustar al máximo, vía reforma laboral, fiscal y previsional.

Fuentes del macrismo y el establishment aseguran que la relación con el FMI no cambiará y celebran que así sea. Porque lo que les exige el Fondo es cada vez más ajuste y achicamiento del gasto público, una tarea que el gobierno viene aplicando a rajatabla. Salvo si se trata de agasajar al Fondo, ahí se tira manteca al techo: cuando vino Lagarde y el ministro Dujovne la recibió en su casa, contrató un servicio de comida por el que se pagaron más de 3.000 pesos por persona. 

Desde Izquierda Socialista no queremos dejar lugar a dudas. Aunque el FMI cambie de nombres su política de ajuste seguirá y será el pueblo trabajador quien sufrirá las peores consecuencias. Por eso debemos romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda externa, posición que solo sostiene el Frente de Izquierda-Unidad, en contraposición a lo que sostienen unánimente todos los candidatos patronales.

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Escribe José Castillo

Hace apenas diez días el presidente Macri festejó la firma del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.

Nada bueno puede salir de ese pacto: varias de las principales potencias imperialistas más importantes del mundo, sus transnacionales y bancos versus cuatro países de una región semicolonial del planeta. La invitación a “competir en pie de igualdad” es un llamado para que las multinacionales se queden con el mercado, la obra pública y la industria local. Ahora Macri y Bolsonaro salen con otra novedad: estaría en discusión un nuevo acuerdo, nada más ni nada menos que con los Estados Unidos. Es un intento de reeditar, en pequeña escala, el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Las luchas populares de los años siguientes terminaron enterrando el ALCA, que ahora Macri y Bolsonaro quieren resucitar. Tanto el acuerdo con la Unión Europea como el eventual con los Estados Unidos solo son plataformas para facilitar el saqueo de nuestros pueblos. Absolutamente nada bueno puede surgir de ellos para el pueblo trabajador, lo repudiamos y llamamos a enfrentarlo en todos los terrenos. José Castillo

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