Jul 19, 2024 Last Updated 9:34 PM, Jul 18, 2024

Izquierda Socialista

Redacción de Izquierda Socialista y de El Socialista

Escribe Martín Fu

Un 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaban en Malvinas. Las islas  estaban ocupada desde 1833 por la corona británica y el gobierno militar encabezado por Leopoldo Fortunato Galtieri buscaba aire para una dictadura casi agónica acorralada por la bronca y las constantes movilizaciones, con paros generales de la CGT incluidos. Desde el PST (Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista), a la vez que denunciábamos el carácter aventurero de esta jugada de Galtieri, nos poníamos claramente en contra del imperialismo británico.  La recuperación de las Malvinas generó en un primero momento, una inmensa simpatía popular, transformándose luego en apoyo y solidaridad de miles de argentinos que se anotaban como voluntarios para ir a la guerra u organizaban colectas de víveres para los soldados. Hasta se generó un fondo “patriótico” para ayudar a financiar la guerra. No faltaron las comisiones de solidaridad con Malvinas en fábricas, universidades y barrios. Los trabajadores, estudiantes y sectores populares tenían el reflejo de cerrar filas contra el imperialismo inglés. En nuestros periódicos y volantes llamábamos a redoblar estos comités y exigirle a la CGT que se ponga a la cabeza de esa organización y de su centralización. A la Junta le exigíamos la expropiación de todos los capitales del imperialismo inglés y que aceptará la ayuda militar de países como Cuba, Venezuela, Perú, Libia, entre tantos que se solidarizaban con la Argentina.

Nada de eso sucedió, la conducción militar solo pretendía negociar con Gran Bretaña, con mediación yanqui, buscando alguna salida al atolladero. Pero los ingleses, apoyados por Estados Unidos y el conjunto de los países europeos, llegaron con su flota y comenzó la guerra. Nuestros jóvenes soldados combatieron heroicamente contra el invasor imperialista, a pesar del abandono que en las últimas semanas hicieron de las tropas los altos mandos militares. Nuestra aviación ocasionó enormes daños a unas de las flotas más modernas y poderosas, poniendo en jaque a toda la campaña británica en las islas.

Pero la junta militar no quería ganar. Nunca se tomó la más mínima represalia contra los intereses económicos en Argentina e incluso se siguió pagando la deuda externa a los propios británicos.  Finalmente, Galtieri terminó rindiéndose ante el imperialismo y la bronca popular incendió las plazas de todo el país: “los pibes murieron, los jefes lo vendieron”, se gritó esa tarde en una multitudinaria movilización en Plaza de Mayo. El destino de la última dictadura estaba sellado.

Nuestro recuerdo para quienes, armas mediante, combatieron cara a cara contra el imperialismo inglés. En un nuevo aniversario, desde Izquierda Socialista brindamos nuestro  más sentido homenaje para los únicos héroes y mártires de esta gesta.

El FMI volvió al país con la visita formal de su presidenta Christine Lagarde. Se reunió con Macri y el equipo económico y los cubrió de elogios: “Los dos primeros años del gobierno de Macri han sido asombrosos […] Han hecho tanto en lo que se ha llamado gradualismo, que no lo encuentro gradualista para nada, porque creo que el gobierno ha ido a fondo con las reformas”. Más claro, echarle agua.

El FMI, campeón de las políticas de ajuste en todo el mundo, está de acuerdo en “el ajuste ideal” del gobierno. Lo mismo afirmó el subsecretario del Tesoro de Estados Unidos, David Malpass, presente en el país para la reunión de ministros de Finanzas del G20: “Estoy muy conforme por ver que a la Argentina le está yendo mejor y vemos que hay una oportunidad para mejorar”.
Se han lanzado elogios también desde el Banco Mundial.“Estoy entusiasmado de visitar Argentina en este momento crucial de transformación económica”, dijo su titular, Jim Yong Kim. Y para coronar estos mensajes pro-ajuste están las declaraciones del jefe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) Ángel Gurría, otro de las organizaciones imperialistas presente en estos días en el país: “En Argentina se están haciendo reformas muy importantes y valerosas […] Felicidades por el esfuerzo de Argentina” (Página12, 20/03), mientras a renglón seguido reclamó que el gobierno ponga en marcha un proceso de flexibilización laboral. No le alcanzan los despidos, el robo salarial y los convenios a la baja que Macri acordó con la burocracia sindical, sino que pide ¡más esclavitud laboral!
Está claro: como reafirman todos los voceros del establishment imperialista, “la vuelta al mundo” que pregona Macri está al servicio de redoblar el ajuste, bajar los salarios y quitar conquistas laborales para las ganancias directas de multinacionales y grandes empresarios.

Algún simpatizante del kirchnerismo podría decir, ante la vuelta del FMI, que “esto no pasaba con Cristina”. Falso. El peronismo K le pagó de contado toda la deuda externa al FMI en 2006, una deuda ilegítima y fraudulenta que venía de la dictadura. Néstor y Cristina Kirchner -lo mismo que hizo Lula en Brasil- le pagaron de contado a ese organismo usurero diciendo que de esa manera nos íbamos a olvidar de él por varias generaciones. Intentaron hacer creer que nos estábamos “liberando” y que de esa manera las multinacionales, los banqueros y el imperialismo no iban a seguir teniendo injerencia en las decisiones económicas del país. La realidad demostró lo contrario porque Argentina no rompió con el FMI y los organismos internacionales saqueadores. Posteriormente, el kirchnerismo también le pagó de contado al Club de París y terminó abonando 200.000 millones de dólares de deuda externa en sus doce años de gobierno. Mientras tanto, el país siguió siendo una semicolonia del imperialismo. Nunca nos “liberamos”. Precisamente porque esa plata debería haber ido a trabajo, salud, educación, a un plan de obras públicas y a financiar la recuperación del patrimonio nacional vía la reestatización de las privatizadas. Es decir, al servicio de enfrentar la dependencia estructural de Argentina que lleva décadas. Ahora con Macri y antes con el kirchnerismo, la Argentina sigue siendo un país dependiente, terreno para el saqueo de la Barrick y Chevron. El país donde se fugan capitales y se sigue contrayendo una deuda que después harán pagar al pueblo trabajador con más planes de ajuste. Eso es lo que pasa en Argentina hoy, pasó en todos estos años y pasa en los países del mundo donde lo que se ve son despidos, desigualdad social suba de la edad jubilatoria, y más flexibilización y precarización laboral, mientras una minoría se hace cada vez más rica.
Cuando el FMI, Macri y los CEOs de Cambiemos hablan de “crecimiento”, “competitividad” o “modernizar las relaciones laborales”, hay que agarrarse los bolsillos. Están queriendo decir que van por más despidos, robo salarial y entrega del país. Estos organismos internacionales califican de decisiones “valientes” el robo de 100.000 millones de pesos a los jubilados. También piden más “valentía” a Macri para que de la mano de los gobernadores y la traidora CGT avance con “la reforma laboral” que fue postergada por la lucha popular de diciembre pasado.
Llamamos a los trabajadores y demás sectores populares a repudiar los mensajes antiobreros del FMI, el Banco Mundial y la OCDE, que están al servicio de más ajuste y saqueo laboral. Mientras ellos se la pasan alabando las bondades de Macri, la inflación acumula 4,2% en el primer bimestre; la burocracia firma paritarias por el 15% y en cuotas cuando la inflación superará el 20%; hubo 5.600 despidos y suspensiones en febrero, y sigue la lista. También continúa el saqueo vía el brutal endeudamiento récord comandado por Macri, que ya suma más de 135.000 millones de dólares.
A 42 años del golpe genocida de 1976 volvemos a enfrentar a los mismos enemigos de la clase trabajadora que entonces. Al imperialismo y sus planes de saqueo y endeudamiento, y a los gobiernos patronales que, sean del color que fueran y más allá de su doble discurso, gobiernan para los de arriba. La izquierda levanta otra salida.
Decimos: ¡Fuera el FMI! ¡Abajo el ajuste de Macri y los gobernadores! Llamamos a la más amplia unidad para enfrentar los despidos y el robo salarial que deja correr la CGT. A los que se dicen opositores, como el moyanismo y las CTA le exigimos paro y plan de lucha, como lo hicimos en la marcha del 21F, sin que desde el palco se propusiera medida alguna. Y luchamos por otro plan económico alternativo, opuesto al que pactan Macri y el FMI. Para que se deje de pagar la deuda externa. Decimos ¡plata para salario y trabajo, no para los usureros internacionales! Por un frente latinoamericano de países deudores para dejar de pagar. Es decir, medidas de fondo para combatir los graves problemas sociales como proponemos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda en el camino de la construcción de una nueva dirección combativa para el movimiento obrero y una nueva alternativa política al servicio del pueblo trabajador.

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Alfredo Astiz, que purga dos penas de prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad, fue incluido en un listado que elabora el gobierno nacional de los presos que están en situación de salir en libertad condicional o cumplir prisión domiciliaria. Aduciendo cuestiones de salud, el “angel de la muerte”, quien en el último juicio declara que estaba dispuesto a volver a matar, se encuentra entre los beneficiarios.

El listado total de genocidas que podrían salir de la cárcel es de 96 condenados por delitos de lesa humanidad. Además de Astiz figuran Christian Von Wernich, Jorge “Tigre” Acosta, Raúl Guglielminetti y el Turco Julián.
Se trata de una nueva provocación del gobierno de Macri, en vísperas del próximo 24 de marzo. Denunciamos los esfuerzos del gobierno de garantizar impunidad para los genocidas y redoblamos nuestro repudio y rechazo a la liberación o moderación de penas a los genocidas. El único lugar para ellos es la cárcel común.

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Escribe Claudio Funes

Las movilizaciones de diciembre hicieron saltar por el aire al triunvirato de la CGT. Ahora los Gordos, los Independientes, junto a otros sectores de lo peor de la burocracia sindical intentan rearmar una conducción a la medida de Macri. Mientras tanto, firman convenios flexibilizadores, paritarias a la baja y dejan pasar los despidos.

Después de casi dos años de tregua con el gobierno y de haber intentado incluso sacar una solicitada a favor de la ley de flexibilización laboral, las movilizaciones de diciembre pasado provocaron una crisis en la conducción de la CGT de tal magnitud que llevaron al estallido del triunvirato que la dirigía.

Tras la salida de Pablo Moyano, los sectores que más fogonearon por mantener la tregua con el gobierno, arrastrando a otros que hasta hace poco aparecían dentro del moyanismo, (como Schmidt) o que habían amagado con participar de acciones opositoras al gobierno (como Barrionuevo y su representante en el triunvirato Acuña), se lanzan a “reorganizar” la conducción cegetista alineándola más aún con las políticas de ajuste del gobierno y los gobernadores.

Sectores como el de los Gordos, con Héctor Daer, su hermano Rodolfo y Armando Cavalieri; los “Independientes” con Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri, así como también Antonio Caló (UOM), Roberto Fernández (UTA), Roberto Pignanelli (Smata), Sergio Sasia y Hugo Barrionuevo, ahora van por más: rearmar una CGT al servicio de Macri. Se reacomodan ante la nueva situación y pasan de la tregua a la capitulación. Son los mismos burócratas que viajan al exterior con el corrupto Jorge Triaca, el ministro de Trabajo. Los mismos que firman aumentos salariales a la baja y dejan pasar los convenios flexibilizadores y despidos. Como Sergio Sasia, de la Unión Ferroviaria, que dejó pasar 1.500 cesantías en Ferrobaires, Andrés Rodríguez (UPCN) que boicotea la lucha contra los despidos en el INTI, o Víctor Santa María (encargados de edificios), investigado por corrupción, acaba de firmar la paritaria por 12 % en cuotas.

Con la camiseta del ajuste puesta, la burocracia ha firmado paritarias entre 12% y 15% de aumento sin cláusula gatillo, en dos y tres cuotas. Todo a pedir del gobierno. Por la cantidad de trabajadores involucrados -más de un millón- la más importante es la de empleados de comercio, cuyo máximo dirigente es el inoxidable burócrata Armando Cavalieri. Obras Sanitarias (José Luis Lingeri) y UTA (Roberto Fernández), entre otros, firmaron por el mismo incremento. El gobierno espera que, en sintonía con su propuesta del 15% en los próximos días, firmen la Uocra (Gerardo Martínez), UPCN (Andrés Rodríguez) y petroleros. Sin ponerse colorados en el Ministerio de Trabajo afirman que “las paritarias han sido libres, negociadas entre las partes, en base a lo que puede pagar la actividad y a lo que se espera de inflación futura”. Una enorme mentira, ya que todos la calculan por encima de 20 por ciento. El objetivo que logra el gobierno es que el salario pierda con la inflación. Los datos oficiales de Trabajo (índice Ripte) indican que los salarios formales están varios puntos por debajo respecto de los niveles de 2015.

La burocracia sindical peronista suma así un nuevo capítulo a su historia de traiciones y profundiza su crisis histórica al aumentar su descrédito ante los trabajadores. Es en este contexto que los Moyano lanzan un nuevo reagrupamiento sindical con un fuerte discurso antimacrista. Pero en la marcha del 21F Hugo Moyano nunca mencionó las palabras “continuidad”, “plan de lucha” ni “paro”. Debemos exigirles que pasen de las frases combativas a la acción, hay que reclamarles que llamen al paro y a un plan de lucha.

Como no podemos confiar en ellos, los trabajadores debemos organizarnos desde abajo, unirnos para pelear contra los despidos y la baja salarial. Coordinando los distintos conflictos para que no queden aislados. Resolviendo todo en asambleas, haciendo que cada medida sea votada por la base, tal como lo hacen las direcciones combativas, por ejemplo el cuerpo de delegados del ferrocarril Sarmiento encabezado por el Pollo Sobrero. El sindicalismo combativo, amplio y democrático es el modelo a seguir. Emerge como la contraposición clara al podrido modelo sindical burocrático que acompaña al ajuste de Macri.

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Escribe José Castillo

Ya lo sabíamos por la sensación del bolsillo. Basta ir al supermercado y ver que cada vez compramos menos con el mismo dinero. O cargar la Sube y descubrir sorprendidos qué rápido que se nos acaba el saldo. Pero la semana pasada tuvimos la comprobación estadística. La inflación de febrero, medida por el Índice de Precios al Consumidor del Indec, alcanzó el 2,4%. Lo explican la suba de las tarifas de electricidad, el transporte en Capital y Gran Buenos Aires, los celulares, la medicina prepaga y los alimentos y bebidas.


Los aumentos de febrero no fueron un simple rayo en cielo sereno. Ya en enero la inflación había sido del 1,8%. Así, sumados los meses, tenemos la inflación del bimestre: 4,2%. Pero eso no es lo peor. Los precios van a seguir subiendo fuertemente en los próximos meses. Así lo refleja el incremento de casi 10% en los precios mayoristas, que las empresas luego trasladan a los minoristas.

Por eso para este mes de marzo vamos a terminar con una suba de precios promedio de entre 1,7 a 2%, producto de estas subas, pero además de la de las tarifas de los taxis, los peajes y todo el rubro educación (canasta escolar, cuotas de escuelas privadas). En abril va a ser peor: ahí viene un nuevo tarifazo del gas y la “segunda vuelta” del aumento del transporte, por lo que se calcula que difícilmente la inflación baje de 2%. Y podemos seguir: en mayo vendrá el tarifazo del agua y en junio la “tercera vuelta” de los aumentos de transporte. Y no es cierto, como dice el gobierno, que los tarifazos se acaban con la primera mitad del año, ya que volverán a subir el gas y la electricidad en octubre y noviembre.

En síntesis, ya nadie cree que la inflación de 2018 va a ser de 15%. Para que esto sucediera la inflación tendría que bajar a 0,8% mensual, algo absolutamente imposible. El mismísimo Banco Central de Sturzenegger publica lo que llama “estimaciones de mercado” (que en realidad no son otra cosa que el promedio de lo que calculan las consultoras privadas) donde señala, que la inflación será de 19,9%. Otros analistas ya la calculan en un 24% o aun más arriba.

¿Para qué sirve entonces la “meta de inflación” de 15% fijada por el gobierno? Para una sola cosa: establecer un techo salarial en las paritarias en ese número, sin ningún tipo de cláusula gatillo. Siendo claros: el gobierno y los empresarios (y también los dirigentes sindicales traidores que conociendo todo esto firman por el 15%) obligan a aceptar acuerdos salariales donde indefectiblemente los trabajadores van a perder. Y esto sucederá sobre ingresos que ya vienen golpeados por haber perdido contra la inflación en 2016 y 2017.

En conclusión: que haya dirigentes como Cavalieri, Lingeri y otros que corrieron a firmar por un 15%, para peor en cuotas y sin cláusula gatillo es la mayor demostración de cómo están entregando a los trabajadores en aras de su acuerdo con el gobierno de Macri. Romper ese techo, peleando por salarios que como mínimo alcancen el valor real de la canasta familiar (hoy cerca de los 30.000 pesos) ajustables automáticamente por la inflación, exige apoyar las luchas en curso y reclamar un paro nacional y un plan de lucha para lograrlo.

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Isadora

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