Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Por Prensa UIT

Rosario Kairuz*, una militante socialista de Argentina, sostiene que Lenin entendió la idea de cambiar el mundo y como revolucionario logró hacerlo. Destaca que su memoria persiste en la actualidad y es un referente para la clase trabajadora. Sin embargo, lamenta que un siglo después de la muerte de Lenin, Argentina siga sometida al imperialismo.

De: actualidad.rt.com
 
*Rosario Kairuz es militante de la Juventud de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad y referente socialista y feminista de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. 
 

Se van a cumplir en estos días dos meses desde la asunción del ultraderechista Javier Milei a la presidencia de la Nación. Los números son contundentes: un auténtico desastre para el pueblo trabajador: 50% de inflación en sólo 60 días, salarios y jubilaciones pulverizadas, comienzo de oleadas de despidos, aumentos de naftas, transporte, prepagas, alquileres y un largo etcétera. Las consultoras que siguen el consumo registran una caída en enero del 20% en relación a igual mes del año pasado (y del 6% con respecto a diciembre). Es un hecho que, cuando se conozcan los nuevos números de pobreza, estos superarán largamente el 50% del total de la población.

Se viene ejecutando una auténtico programa de guerra contra las y los trabajadores, jubilados y todos los que perciben planes sociales, mientras que del otro lado, un puñado de ricos, grandes empresas, bancos y especuladores están amasando super-ganancias.

En estos dos meses tuvimos primero una megadevaluación que, unida a la más absoluta libertad para remarcar y aumentar absolutamente todo, llevó la inflación por las nubes, mientras la carestía la pagaban los salarios, las jubilaciones y los planes sociales. Milei le sumó a ello el DNU con el que intentó quitar de un plumazo todos los derechos laborales conquistados por la clase trabajadora en un siglo y luego la Ley Ómnibus que sigue conteniendo, aún después de su recorte, privatizaciones, permisos para endeudarse y un largo etcétera. A lo que se le suma, el protocolo represivo de la ministra Bullrich y su accionar, con una virtual militarización para impedir ejercer el derecho a la protesta y, en concreto, la resistencia a estas medidas de ajuste.

Sin duda, el desastre del gobierno de Alberto, Cristina y Massa, provocó que un sector del pueblo trabajador, equivocadamente, confiara en Milei y lo votara. Sin embargo, es sorprendente la velocidad con que caen los apoyos al actual presidente. Según un estudio de la consultora Zuban Córdoba el descenso es de un punto por día (hoy la imagen negativa estaría cercana al 55%), con una mayoría que afirma que “el ajuste no está siendo pagado por la casta”. Este mismo estudio relaciona la caída de la imágen positiva de Milei con un rechazo generalizado a las medidas del gobierno, como la megadevaluación, el DNU o la Ley Ómnibus. El trabajo de esta consultora pone en números lo que compañeras y compañeros observan diariamente en sus lugares de trabajo, estudio o en los barrios populares: votantes de Milei que se arrepienten de su decisión.

El ajuste está en curso. En ese marco, hoy estamos en medio de una pulseada: si se termina aprobando o no (y con qué contenido) la Ley Ómnibus. Que, como sabemos, depende en lo que al Congreso se refiere del grado de complicidad de la llamada “oposición dialoguista” de gobernadores pe-ronistas (Córdoba y Tucumán), radicales, Coalición Cívica y de un PRO en los hechos convertido en la pata legislativa del oficialismo. Del mismo modo que el DNU terminará más o menos vigente según lo que termine sucediendo en la justicia. Pero sabemos que lo que de verdad definirá si pasa o no este ajuste, incluyendo estos dos instrumentos, es lo que suceda en las calles, con la resistencia obrera y popular. Con la masividad de las movilizaciones, con la organización que crece día a día en asambleas vecinales, juveniles, de la cultura, ambientales, feministas. En este marco, un punto decisivo fue, sin duda, el paro y movilización de la CGT. Sin embargo, después del 24 de enero, la dirigencia burocrática de la central obrera no ha avanzado en ninguna medida de lucha, ni siquiera anunciado la cercanía a otro paro general. La CTA de los Trabajadores, conducida por Hugo Yaski, anunció que “se va a reunir” para “estudiar” nuevas medidas, pero también sin dar pasos en concreto.

Todo esto hizo que en la semana en que el centro de atención política estuvo en la discusión por la Ley Ómnibus, sólo estuvieron en la calle el sindicalismo combativo y la izquierda, junto con autoconvocados, asambleas vecinales y organizaciones de jubiladas y jubilados. Varios de los que se acercaron a manifestar y expresar su repudio al Congreso en las distintas jornadas, terminaban diciendo: “los únicos que están son los de izquierda”. Por eso es más importante que nunca, al mismo tiempo que seguimos organizándonos, coordinando y movilizándonos contra la Ley Ómnibus, el DNU, el protocolo antirrepresivo y el conjunto del plan de ajuste de Milei y el FMI que exijamos a la CGT y a las CTA que llamen a un nuevo paro general y un plan de lucha.

Al mismo tiempo, tenemos que dar respuesta a una pregunta que inquieta a millones: ¿cuál es la salida? No es, sin duda, el plan hambreador de Milei. Pero tampoco puede ser volver atrás, al desastre del gobierno del Frente de Todos. Por eso decimos que hay que pelear por un plan alternativo, obrero y popular, que arrancando de dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, ponga todos los recursos para que haya salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, vivienda para todos y salud y educación públicas de calidad. Una salida que sólo la podrán llevar adelante un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda, iniciando el camino a una Argentina socialista.

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Escribe José Castillo

El presidente ultraderechista Milei obtuvo, finalmente, la aprobación en general de la Ley Ómnibus, uno de los instrumentos centrales de su plan de ajuste. Lo logró, a pesar de su bancada ultraminoritaria, gracias al apoyo de la llamada “oposición dialoguista”.

El gobierno de Milei consiguió ganar un primer round: aprobar en general su proyecto de Ley Ómnibus. Se trató, sin duda de un triunfo pírrico, ya que debió resignar prácticamente la mitad de los artículos de la ley. Y todavía está pendiente ver que quedará en pie luego de la discusión en particular (artículo por artículo). Sin contar que, después de esto, deberá sortear todo el debate en el Senado.

Lo que se votó es, del principio al final, absolutamente reaccionario y parte importante del plan motosierra de Milei. Quedó la delegación de facultades al presidente de la Nación por un año extensible a dos, período donde Milei puede hacer prácticamente lo que quiere (incluso lo que se sacó de la Ley Ómnibus) para hacer pasar el ajuste. Quedan 27 empresas públicas sujetas a privatización, entre ellas los ferrocarriles y Aerolíneas Argentinas. Queda la libertad para endeudarse sin límites y sin ningún tipo de control. Queda todo el capítulo represivo. Y queda también la mayoría de los recortes al área de la cultura.

La oposición “dialoguista”

El proyecto fue aprobado por 144 votos a favor contra 109 en contra. ¿Cómo Milei consiguió semejante triunfo numérico si sólo cuenta con 37 diputados propios (que exagerando pueden llegar a 40 si sumamos a José Luis Espert y sus ex aliadas Carolina Píparo y Lorena Macyzn)?

La respuesta es simple: con la ayuda de la llamada oposición “dialoguista”. Veamos: en el PRO sus 37 diputadas y diputados votaron alineados con el gobierno ultraderechista de Milei. Fueron, de hecho, el “oficialismo” que defendió el proyecto más que los propios diputados libertarios.

Después tenemos al nuevo y heterogéneo bloque que armó Miguel Ángel Pichetto, Hacemos Coalición Federal, un auténtico rejunte de pedazos de Juntos por el Cambio, que aportó 18 votos. La UCR, por su parte, luego de haber sido virtualmente insultada por el propio Javier Milei e incluso, con militantes reprimidos y encarcelados por oponerse a la ley, votó a favor en su casi totalidad: 32 de 34 diputados. Apenas tuvieron dos votos en contra, de Facundo Manes y Pablo Juliano. La Ley Ómnibus juntó también otros 14 votos de diputadas y diputados referenciados en gobernadores provinciales no peronistas. Y, por último, los tres vergonzosos votos de los diputados tucumanos “tránsfugas” del bloque peronista de Unión por la Patria.

Los artículos que se sacaron

La ley originalmente constaba de 633 artículos.Finalmente quedaron en pie 363. Que el gobierno haya tenido que dar marcha atrás en capítulos enteros, retirando su pretensión de cuatro años de facultades delegadas, el capítulo previsional (más allá de que Milei intentará ajustar a los jubilados por otras vías), la reforma política (que virtualmente eliminaba a las minorías y proscribía a la izquierda), retirando a YPF del listado de empresas a privatizar (que se redujo de 41 a 27), se debió sin duda, a la presión que sobre el propio gobierno o sobre los bloques opositores “dialoguistas” generó el enorme repudio popular a la Ley Ómnibus. Incluyendo, como punto fundamental, el paro general y la multitudinaria movilización del 24 de enero. También influyeron, sin duda, varios lobbies empresarios, el más importante de los cuales fue el que logró que se retiraran los aumentos de las retenciones (impuestos a la exportación).

El gobierno mostró su debilidad. Quedó claro que “sintió” el golpe y se vio obligado a retroceder. Pero logró votar la ley en su versión más reducida, por lo que el resultado final sigue abierto.

¿y ahora?

Al cierre de esta nota, todavía no había comenzado la discusión en particular. Muchos trascendidos anuncian discusiones “empantanadas”. Salga lo que salga, luego falta toda la discusión en la Cámara de Senadores. Pero no debemos confundirnos: no podemos tener la menor confianza en las negociaciones entre los miembros de la oposición patronal “dialoguista” y el gobierno. Por dar un sólo ejemplo: el gobierno de Córdoba pide la coparticipación del impuesto PAIS, luego de reclamar que se reimplante el impuesto a las ganancias sobre los salarios. En el caso de que el gobierno de La Libertad Avanza no ceda la coparticipación del impuesto PAIS, ya están planteando que la liquidación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Anses (la plata de los jubilados) para cubrir los déficits de sus propias cajas provinciales. O sea, en todos los casos las negociaciones entre “nación” y “provincias” es poniendo como patos de la boda a las y los trabajadores y jubilados. Del mismo modo, todos los bloques “dialoguistas” aceptan que un número importante del listado de empresas a privatizar permanezca como tal, entre ellas nada menos que Aerolíneas Argentinas y los ferrocarriles. Con respecto al paquete represivo, la inmensa mayoría de la oposición patronal “dialoguistas” está por mantenerlo, dándole carta blanca a Patricia Bullrich.

Con la Ley Ómnibus pasa lo mismo que con el DNU. Tanto diputados como senadores tienen atribuciones legales para reunirse y rechazarlo, pero no lo hacen porque, independientemente del carácter ultraminoritario de las bancadas de La Libertad Avanza en ambas cámaras, los “dialoguistas” lo dejan correr. En el Poder Judicial salieron varios amparos que suspenden capítulos del DNU (el más importante, toda la reforma laboral). Pero todo está supeditado a lo que diga finalmente la Corte Suprema. ¿Podemos acaso, tener confianza en esos jueces?

En síntesis, el futuro de la Ley Ómnibus, del DNU, del protocolo anti-piquetes y del conjunto del plan de ajuste de Milei y el FMI depende de si el pueblo trabajador es capaz de vencerlo en las calles, con su movilización. Por eso es fundamental que continúe la movilización que se dio en estos días, de trabajadoras y trabajadores, jóvenes, jubilados, ambientalistas, feministas, pero también, y por sobre todo, exigir a la CGT y a las CTA que convoquen a un nuevo paro general y un plan de lucha para enfrentar este plan motosierra.

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Escribe José Castillo

La bancada del Frente de Izquierda Unidad tuvo una actuación destacada en todo el tratamiento de la Ley Ómnibus. Empecemos por lo obvio: fue el único bloque parlamentario que completo, con sus cinco diputados, votó en oposición a la ley. Unión por la Patria sufrió la deserción de tres legisladores tucumanos que terminaron apoyando la ley, y aún así, sólo 97 diputados votaron en contra, ya que otros dos “se encontraban ausentes”. Ni hablemos del resto de los bloques, donde salvo excepciones minoritarias, todos terminaron jugando para Milei y le permitieron la aprobación en general de la ley.
Las y los diputados del FIT Unidad estuvieron presentes denunciando desde el principio, en el plenario de comisiones, tanto el trámite absolutamente irregular con que se aprobó el dictámen, sino también el contenido reaccionario, represivo y ajustador de la ley, así como el hecho de que estaba escrito a la medida de los negocios de los grandes empresarios y el FMI. Ya en el tratamiento de la ley en el recinto, no sólo argumentaron contra el contenido del proyecto, sino que repetidas veces interrumpieron el debate para denunciar la represión que se está llevando adelante en las calles. Varias veces, las y los diputados del Frente de Izquierda se retiraron del recinto para incorporarse a la movilización, y fueron reprimidos junto con el conjunto de los manifestantes.

Lo destacado de la intervención del FIT Unidad llevó a que Myriam Bregman fuera insultada desde la barra por un empresario ultraderechista que había ingresado con autorización de los diputados de La Libertad Avanza. La rápida reacción del resto de las diputadas y diputados, que se negaron a continuar la sesión mientras estuviera presente el provocador, obligaron a que este se retirara.

En síntesis, el Frente de Izquierda Unidad tuvo una destacada participación en estas jornadas. A diferencia del peronismo, prácticamente ausente en las calles, el FIT Unidad movilizó todos los días del debate, fue reprimido y gaseado, incluso varios de sus dirigentes, se opuso sin medias tintas al proyecto de Ley Ómnibus y nunca dejó de señalar las responsabilidades del anterior gobierno peronista del Frente de Todos. Al mismo tiempo, siguió reclamando a la CGT y a las CTA que, para derrotar tanto la Ley Ómnibus, el DNU como las demás medidas del ajuste de Milei y el FMI, más que nunca, se necesita un nuevo paro general y un plan de lucha.


Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
 
La dirigencia peronista está en una crisis total. ¿Es cierto que está enfrentando a Milei? ¿Hay que reorganizar el peronismo como propone Grabois?
 
El peronismo da para todo. Diputados de Tucumán de Unión por la Patria (ahora con bloque propio) le votaron el dictamen a Milei y ahora aprobaron la ley ómnibus. Lo mismo hizo el peronismo cordobés de Schiaretti, poniendo incluso funcionarios propios en el gobierno nacional. Cristina Fernández sigue borrada en el Instituto Patria, sin emitir crítica alguna contra las medidas de Milei, donde trascendió que les dio un mensaje a sus diputados para que no hagan “antimileísmo”. Massa está por sacar su libro autobiográfico y criticó el paro de la CGT. Alberto Fernández se fue a España. Scioli se sumó al gobierno ultraderechista para “ayudar”, con lo que esto significa, tratándose del candidato de Cristina Kirchner en las presidenciales de 2015 (ver nota). Muchos referentes peronistas, massistas y kirchneristas de La Cámpora, mantienen puestos en organismos del actual gobierno. Mientras los nueve gobernadores de Unión por la Patria siguen aplicando el ajuste en las provincias, como Kicillof en Buenos Aires o Quintela en La Rioja, donde sacó un bono provincial devaluado.

El hecho que 97 diputados de Unión por la Patria hayan votado en contra de la ley ómnibus puede llevar a creer que el peronismo está enfrentando a Milei. No es así.
 
Las peripecias de Máximo Kirchner

Máximo Kirchner señaló en estos días: “Si le dije que no a Alberto Fernández, como no le voy a decir que no a Milei”. Vamos por partes. Eso de que le dijo “no” a Alberto es una clara mentira. Alberto Fernández fue el candidato ungido por Cristina Kirchner en 2019 representando a todo el peronismo en el extinto Frente de Todos que llevó a un desastre social bajo su gobierno, generando el caldo de cultivo para que gane Milei. Máximo Kirchner y Cristina criticaban a Alberto Fernández para intentar despegarse de su propio gobierno que se iba a los caños, nada más. Segundo, decirle que “no” a Milei, como dice Máximo, no implica ninguna heroicidad. El 45% votó en contra de Milei y hoy miles repudian el brutal ajuste, el DNU y la Ley Ómnibus. El tema no es decirle solo que “no” en la votación en el Congreso, sino que hay que decirlo también en las calles. Esto lo vivió el propio Máximo Kirchner y los diputados de Unión por la Patria cuando en el segundo día de represión salieron del recinto para observar lo que estaba pasando en la calle, siendo increpados por la militancia movilizada en la Plaza de los dos Congresos reclamándoles “a dónde está La Cámpora”, al grito de “paro, paro, paro, paro general”.

La dirigencia peronista no movilizó en los tres días de la semana pasada donde se repudió la votación de la ley y enfrentó la represión de Patricia Bullrich, dejando en banda a muchos de sus simpatizantes quienes reconocieron que solo la izquierda junto a las y los luchadores lo hicieron. No se los escuchó a Máximo Kirchner o a Kicillof reclamar que la CGT convoque a un plan de lucha. Por lo tanto no es cierto que la cúpula peronista está enfrentando a la ultraderecha, como sí lo está haciendo consecuentemente el sindicalismo combativo y la izquierda.
 
La trampa de Grabois de “reorganizar” el PJ

Juan Grabois viene ganando espacio mediático. Ante la crisis y el vacío que deja el peronismo, con un discurso crítico hacia el gobierno anterior, puede llevar a la creencia de que el PJ podría reformularse favorablemente en beneficio del pueblo trabajador. “De a poquito, lamiendo las heridas y procesando los propios errores, ampliando nuestro campo y escuchando otras voces, nos estamos reorganizando”, dijo Grabois (Diario Panorama, 18/1).

En un largo reportaje de cicuenta minutos en el programa Duro de Domar de C5N del 19 de enero, Grabois dio los lineamientos de su política. Dijo que estaba muy contento por “las señales positivas” que generó la firma de un documento con 1.500 voluntades de referentes peronistas y sociales, entre ellos los del albertista Santiago Cafiero, el ex ministro Guzmán, Máximo Kirchner, Kicillof, dirigentes de la  CGT y gobernadores de Unión por la Patria, entre ellos Quintela, altamente reivindicado por Grabois. Grabois dice que esto favorecía al “resurgimiento del peronismo, con gente nueva, sin tirar a nadie por la ventana, con las viejas y nuevas melodías, sin ninguna ruptura con el pasado, una continuidad con los mejores elementos”, según sus palabras. “Continuidad con caras nuevas”, es decir, más de lo mismo. Lo de caras nuevas, obviamente, se refiere a su figura.

Caras nuevas para una vieja política será para nuevas decepciones. De 40 años de esta “democracia” para los de arriba hubo 28 años bajo gobiernos peronistas. El menemismo fue peronismo explícito, no “neoliberalismo” como dice el kirchnerismo. Alberto, Cristina y Massa nos dejaron en cuatro años un 211% de inflación anual, 45% de pobreza y el pacto con el FMI.

El peronismo ya gobernó defendiendo a este capitalismo de hambre y pobreza, no tocó los intereses de la derecha, de las multinacionales y el imperialismo, no reestatizó las privatizadas y pactó con el Fondo Monetario. Ahora apuesta al desgaste de Milei para intentar aprovecharlo electoralmente en las próximas legislativas para volver a engañar al pueblo trabajador y a la juventud con falsas promesas.

No hay que reorganizar ningún peronismo, sino luchar por una salida de fondo, fortaleciendo al Frente de Izquierda Unidad, como lo estamos haciendo desde Izquierda Socialista.

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