Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

Carta de Izquierda Socialista en respuesta a la propuesta del PTS

Estimados compañeros de la dirección del PTS (con copia a la dirección del PO)

Nos han hecho llegar por carta y en reuniones de la Mesa Nacional del FIT la propuesta de abrir el debate sobre la posibilidad de constituir un “partido unificado de la izquierda revolucionaria y socialista”.
Lo primero a señalar, desde Izquierda Socialista, es que tomamos su propuesta y estamos abiertos a discutir y coordinar todos los pasos que podamos dar hacia lograr un partido unificado revolucionario entre el PTS, el PO e Izquierda Socialista. De nuestra parte siempre van a encontrar esa predisposición. Nuestra corriente tiene una larga trayectoria, convocando permanentemente a la unidad de la izquierda en todos los niveles, político, político-electoral, en listas sindicales antiburocráticas o estudiantiles, como a nivel internacional, en nuestra convocatoria a “unir a los revolucionarios”.

Así lo señalamos en un llamamiento de la organización internacional de la que somos parte: “Los que conformamos la UIT-CI estamos convencidos de que la solución de la crisis de dirección no vendrá de una única organización. Rechazamos toda autoproclamación. Por esta razón buscamos puntos mínimos revolucionarios que puedan aproximarnos y unificarnos con corrientes, grupos y sectores revolucionarios que provengan de otras tradiciones y experiencias. […] En ese sentido estamos abiertos a explorar todo tipo de intercambio político y de acción común hacia un reagrupamiento de fuerzas socialistas revolucionarias sobre la base de un programa mínimo revolucionario” (marzo 2018, en revista Correspondencia Internacional N° 41, ver texto completo en www.uit-ci.org).

Nuevamente nos predisponemos a encarar este desafío. Y para ello, en esta carta ofrecemos algunas propuestas para contribuir al objetivo de explorar la posibilidad de un partido revolucionario común.

Es indudable que existen entre nosotros distintas visiones políticas de cómo construirnos revolucionariamente en el movimiento obrero y de masas. Señalarles algunas de nuestras diferencias con las prácticas del PTS no significa cerrarnos o poner obstáculos para tomar su propuesta. Ojalá que este intercambio ayude a superar esas diferencias o a reducirlas al mínimo.

Constituyamos al FIT como un frente único revolucionario

En la Argentina hemos dado un paso enorme en haber constituido el FIT en 2011 entre el PTS, el PO e Izquierda Socialista. No es un dato menor y debemos saber defenderlo como una herramienta no solo electoral sino de lucha concreta en la perspectiva del gobierno de los trabajadores.

Al proponernos la dirección del PTS explorar la posibilidad de lograr un partido revolucionario común entre los tres partidos del FIT, partimos de un acuerdo importante que es reconocernos mutuamente como partidos revolucionarios y de que existe una base de programa revolucionario que es el del propio FIT.

Partimos también del acuerdo de que hablamos del objetivo de llegar a un partido unificado revolucionario con centralismo democrático. No es un partido “amplio” de izquierda o de “trabajadores”. Esto es un avance del PTS, porque años atrás (en 2008) habían hecho una propuesta de unificarnos como un “partido de los trabajadores”. Es importante tener el acuerdo de impulsar un partido revolucionario, no el modelo estratégico de partidos “amplios”, “anticapitalistas”, que viven con tendencias permanentes, rechazando el centralismo democrático y hasta la consigna de luchar por un gobierno de los trabajadores (la dictadura del proletariado), como vienen impulsando de manera oportunista las corrientes continuadoras del dirigente trotskista Ernest Mandel.

Coincidimos en que sin la existencia de un fuerte partido revolucionario “ninguna lucha decisiva podrá llegar a la victoria”. Por eso estamos a favor de proponer los pasos necesarios para explorar la posibilidad de un partido unificado revolucionario a partir de los tres partidos del FIT.

El primer objetivo concreto que les proponemos es constituir al FIT en un frente único revolucionario, con un comité de coordinación o enlace y tener un boletín de discusión sobre temas a pautar en común hacia una clarificación política. Que juntos definamos un período de funcionamiento como frente único revolucionario y al finalizar ese período evaluar, entre los tres componentes, si se han creado las condiciones para pasar a ser un partido unificado bajo centralismo democrático. Llegar a este paso no será fácil. Ustedes mismos lo señalan en su carta: “Esto no quita que seamos conscientes que esto es un objetivo a conseguir”. En ese sentido tomamos lo que señalan de la necesidad de “acordar formas transitorias hacia el objetivo que nos proponemos”.

La forma transitoria que proponemos es la de constituir al FIT en un frente único revolucionario. Un frente único revolucionario es superior a un frente único obrero o sindical, a un frente político electoral o a cualquier unidad de acción por puntos reivindicativos parciales. Esto significaría que el FIT deje de ser un frente meramente electoral y de acuerdos esporádicos por una declaración o una marcha cada tanto. Sino que el FIT empiece a funcionar cotidianamente para responder políticamente en común ante todos los hechos de la lucha de clases, sean políticos, sindicales, estudiantiles, de las mujeres o populares. Preparando el terreno para responder con una política común revolucionaria de movilización de las masas ante la agudización de la crisis del sistema, del régimen y de los gobiernos. O sea, no puede haber huelga general, por sector, listas sindicales o estudiantiles y electorales, en donde los tres partidos no se sienten a discutir y llevar adelante políticas y tácticas comunes. De esta forma proponemos testear y explorar si vamos avanzando hacia un partido unificado. Ojalá de inmediato esto sirva para fortalecer al FIT y su intervención con una política común cotidiana. Sería comenzar a dejar atrás los períodos frecuentes y más o menos prolongados de parálisis y de ausencia, sin declaraciones comunes o actos unitarios del FIT. Que no se vuelva a repetir que ustedes propongan dirimir candidaturas en el FIT por medio de las tramposas PASO, con los mecanismos de la democracia burguesa que todos hemos condenado por proscriptivos para la izquierda. Y quizá más importante aún, dejar definitivamente atrás hechos lamentables como los de las elecciones de ATEN y del ferrocarril Sarmiento, donde directamente dividieron y atacaron a directivas combativas encabezadas por dirigentes del FIT. O que no podamos contar con ustedes en la importante unidad antiburocrática del Plenario Sindical Combativo de Lanús. Rechazando integrar esta coordinación obrera que es un embrión, un paso hacia formas de coordinación y de organismos superiores de lucha para situaciones más álgidas de la movilización de masas. En el caso de las elecciones de ATEN Capital de Neuquén vuestra ruptura de la Multicolor, con la lista Bermellón, dio lugar a que la burocracia recuperara la seccional. En el caso del Sarmiento, el equivocado intento de cuestionar al Pollo Sobrero y a la lista Bordó tildándolos de “burócratas” fracasó estrepitosamente. Estos hechos divisionistas no podemos ignorarlos, son muy recientes, casi en simultáneo con la propuesta de partido único que se hizo inicialmente en el acto del PTS en el miniestadio de Argentinos Juniors el 8/10. Los criticamos duramente porque reflejan dos posturas opuestas por el vértice para el movimiento obrero. Por eso no nos engañamos, será una experiencia difícil lograr un partido unificado, aunque lo señalamos nuevamente, vale la pena intentarlo.

Dar un paso superador de transición como el de constituir el FIT en un frente único revolucionario puede ser una gran contribución hacia el objetivo del partido unificado.

Los debates necesarios para clarificarnos

La base programática ya la tenemos, ya que coincidimos en reivindicar el programa del FIT. Pero sabemos por experiencia que no basta solo con un programa revolucionario. Es indudable que existen diferencias políticas y de concepciones en la práctica, que debemos intercambiar, profundizar en el debate para clarificarnos con el objetivo de llegar a puntos comunes de fondo. Sabemos que no es una tarea sencilla avanzar rápido hacia un partido unificado. En ese sentido es importante no crear expectativas exageradas o fuera de la realidad. El trabajo cotidiano y unitario, sin sectarismo y con lealtad entre nosotros, ayudaría a ganar una confianza mutua, que hoy está deteriorada por sus políticas divisionistas. Esto también es básico hacia el objetivo de un partido unificado.

Proponemos editar entre los tres partidos un boletín de discusión o debate común, pautando sus formas y temas

Los tres partidos desde ya acumulamos largas trayectorias y experiencia de lucha nacional e internacional. Ustedes lo señalan en su carta citando las experiencias protagonizadas por su partido. A ellas debemos sumar las protagonizadas por el PO como, por ejemplo, el SUTNA en el movimiento obrero industrial. O las que llevamos en común con la Multicolor en los docentes de todo el país. O las que protagoniza Izquierda Socialista en los ferroviarios, en especial en la seccional Haedo y el cuerpo de delegados del Sarmiento, la de Ademys en docentes de CABA, o la huelga de 43 días que encabezó ATEN Capital. O las propias experiencias internacionalistas de cada corriente. En nuestro caso podemos aportar la experiencia de lucha internacionalista de la Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI). No solo programática, sino nuestra práctica en la lucha clasista en Venezuela contra el gobierno capitalista del doble discurso y del falso “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro, con nuestra experiencia en el movimiento obrero petrolero encabezado por los dirigentes Orlando Chirino y José Bodas. En Medio Oriente y Norte de África con nuestra intervención, junto a nuestra sección de Turquía en el proceso revolucionario iniciado en Túnez en 2011. Como también la intervención en diferentes procesos en países de Latinoamérica y Europa.
Pero desde ya hay diferencias y debates a esclarecer sobre cómo se actúa revolucionariamente en el movimiento obrero y de masas. Es indudable que uno de los temas a clarificar es el modelo sindical por el cual peleamos para movilizar a la clase obrera y cómo derrotar a la burocracia traidora. Y cómo se combina esa política con la lucha estratégica por la independencia de clase y una militancia revolucionaria, anticapitalista y socialista.
Ustedes dicen en su carta que “tenemos que proponernos revolucionar” la actuación de los revolucionarios en las “organizaciones de masas”. O sea en los sindicatos, en las comisiones internas, en los centros de estudiantes o en las organizaciones de las mujeres en lucha. Estamos muy de acuerdo con ello. Y para ir avanzando aclaramos qué entendemos nosotros por ello.

Para Izquierda Socialista tener una política revolucionaria para movilizar al movimiento obrero pasa por combatir tanto al oportunismo sindical como al sectarismo y el divisionismo ante nuestros enemigos comunes. Una política revolucionaria no es solo hacer propaganda anticapitalista y socialista sino fundamentalmente tener una política para impulsar la movilización, la autodeterminación democrática de los trabajadores para que las luchas triunfen en la perspectiva de una huelga general y para barrer a la burocracia sindical peronista de los sindicatos. Para ello impulsamos la democracia obrera, las asambleas de base y los cuerpos o plenarios de delegados con mandato de base; no dividir en las luchas y en las peleas electorales sindicales contra la burocracia; ir en listas únicas de oposición antiburocráticas, uniendo en primer lugar a las fuerzas de los tres componentes del FIT en las listas y en los organismos conquistados. Impulsar sin ningún sectarismo el sindicalismo antiburocrático y combativo. Es un tema a intercambiar a fondo.

También hay varios temas políticos programáticos estratégicos a debatir muy importantes. El caso de la utilización de la consigna de asamblea constituyente libre y soberana que ustedes insisten en su carta sería la consigna movilizadora “para dar una salida democrática y de emergencia a la actual crisis en curso e imponer las medidas” de fondo. Mientras también el PO la propone como “con poder”. Desde nuestra visión consideramos un gran error proponer que el llamado a elecciones de diputados constituyentes, que abarcaría a una mayoría de parlamentarios patronales, vaya a imponer nuestras medidas de fondo. La salida obrera a la crisis pasa por levantar consignas movilizadoras que incluyan la necesidad de lograr un gobierno de los trabajadores. Vemos importante agendar este debate, motivo central en la pelea de un partido revolucionario unificado.

Propuesta de funcionamiento y de debates

Si hubiera acuerdo con los tres componentes del FIT en dar estos pasos para un plan de exploración hacia un partido unificado, proponemos constituir un comité de coordinación o de enlace con representantes de las tres fuerzas del FIT. Que puede o no combinarse con la mesa nacional ya constituida para que pase a ser una mesa de coordinación cotidiana y del plan del frente único revolucionario.

Establecer un boletín de discusión que llegue a la militancia de las tres fuerzas y al activismo (vía papel y/o digital), con un reglamento de funcionamiento preciso (espacios de las notas, cantidad de páginas, periodicidad).

En caso de acordar con esta forma de intercambio, desde Izquierda Socialista adelantamos algunas propuestas:

• Partido revolucionario, centralismo democrático
• Asamblea constituyente libre y soberana /gobierno de los trabajadores
• Frente obrero y otras tácticas unitarias; con quiénes marchamos juntos, cuándo y cómo
• La utilización revolucionaria del parlamento y la Tercera Internacional
• El rol de la prensa revolucionaria
• Situación revolucionaria, etapa y época
• Propuesta internacionalista hacia la reconstrucción de la Cuarta Internacional
• Las revoluciones del siglo XX y XXI y la teoría de la revolución permanente
• Balance y conclusiones sobre los gobiernos de conciliación de clases de Chávez (Venezuela), Ortega (Nicaragua) y Lula-Dilma (Brasil)
Con saludos socialistas revolucionarios

Dirección Nacional de Izquierda Socialista, 12 de diciembre de 2018

Escribe Nahuel Fernández Comisión Directiva FUA

El diluvio del 30 de agosto no impidió que la movilización en defensa de la educación pública convocada por los gremios docentes universitarios se transforme en la convocatoria más grande de los últimos tiempos. La masividad de las marchas en Capital y en todo el país demostró que había calado en sectores amplios de la población una preocupación concreta: este gobierno pone en riesgo el acceso de las presentes y futuras generaciones a la educación pública.

La previa a esa marcha había sido el paro docente universitario más largo desde el 83 a la fecha, y sobre todo, la entrada en escena del movimiento estudiantil universitario. Hay que remontarse a la reacción contra la aprobación de la Ley de Educación Superior en 1995 para encontrar un tendal de tomas de facultades como el de este año. Córdoba dio el puntapié inicial, y el ejemplo de la ocupación de las casas de estudios se esparció. Como también se replicó el ejemplo de remover la iconografía religiosa de las facultades. “¡Iglesia y Estado, asunto separado!” fue la consigna que el movimiento estudiantil también tomó como propia, actualizando así el legado anticlerical de la Reforma Universitaria en su centenario.

La ausencia de una coordinación nacional

Sin embargo, a la explosión estudiantil le faltó hacer carne un programa que estructure las propias reivindicaciones más allá de acompañar el reclamo salarial docente. Y cuando la burocracia kirchnerista firmó la paritaria a la baja, el proceso comenzó a desgajarse. La conducción de la Federación Universitaria Argentina, en manos de la UCR-Cambiemos, naturalmente estuvo del lado de enfrente de la lucha. Y la ausencia de una referencia de dirección alternativa se pagó caro.
La propuesta que hicimos desde la Juventud de Izquierda Socialista de un encuentro nacional del movimiento estudiantil en lucha apuntaba a trabajar contra esa debilidad del movimiento. Pero las corrientes a la cabeza de federaciones regionales -a pesar de que se votó en asambleas de todo el país- le dieron la espalda.

La falta de ese programa y esa conducción alternativa dificultó además poder unir los reclamos universitarios con los que crecían en los terciarios y secundarios. Desde la pelea contra la Unicaba, hasta los cierres de profesorados por parte de Vidal en la provincia de Buenos Aires, la pelea contra la Secundaria del Futuro y las pasantías truchas, los reclamos edilicios y presupuestarios, todo traza un hilo común que es el combate al desfinanciamiento y a las reformas educativas que impulsa el gobierno nacional en complicidad con los gobernadores peronistas.

El saldo

A nivel de la pelea por la conducción del movimiento estudiantil, en 2018 se siguió desarrollando el proceso de extensión del peso de la izquierda en la disputa con el peronismo y el kirchnerismo por centros de estudiantes secundarios y terciarios en el conurbano bonaerense. Proceso del que desde la Juventud de Izquierda Socialista hemos sido parte, entre otros ejemplos, recuperando para la lucha centros como el del ex Polivalente de arte de Guillón, el Integral de Munro, refundando el de la Media 20 de La Matanza, y en terciarios el 55 de Escobar, y reteniendo el 45 de Haedo.

Por otro lado, a nivel universitario, las elecciones posconflicto de la UBA y La Plata demostraron un fuerte retroceso de la Franja Morada-UCR. A nivel de la izquierda el balance es contradictorio. Dado que, por un lado, la principal federación regional del país, la FUBA, por política del PO terminó entregando su independencia política (ver nota). Pero por otro lado, se conquistaron importantes triunfos como el de Medicina, y sobre todo, el de Psicología de La Plata, donde un frente entre las fuerzas del FIT y un enorme movimiento autoconvocado lograron ganarle al kirchnerismo el centro de estudiantes.

Pero esencialmente, el saldo de 2018 será que miles de jóvenes que venían participando de otras luchas, como la de justicia por Santiago Maldonado, o por el aborto legal, ahora definieron tomar partido de forma también en defensa de la educación pública. Es necesario aprovechar esta tonificación del movimiento estudiantil para avanzar en la construcción de un gran sujeto político que luche junto a los trabajadores contra el ajuste de Macri y el FMI.

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En el marco de la rebelión estudiantil nacional el 12 de septiembre, estudiantes de la sede en Fiske Menuco, de la Universidad Nacional de Río Negro, decidieron tomar el vicerrectorado.

Las autoridades peronistas, el rector Del Bello y el vicerrector Arzone, no dispusieron ningún tipo de dialogo con lxs estudiantes y docentes de la toma e hicieron una denuncia penal contra dos docentes que la estaban apoyando. La decisión de la asamblea fue seguir con la toma hasta que se retire la denuncia, rechazando esta criminalización de la protesta como la que vienen sufriendo lxs estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba. Del Bello, si bien dijo que no quería fuerzas represivas dentro de la universidad aclaró que era necesaria una “intervención más fuerte”.
Así, finalmente el juez Greca autorizó el desalojo y el 10 de este mes cincuenta efectivos de gendarmería desalojaron con represión y de forma escandalosa a lxs estudiantes.

Desde la Juventud de Izquierda Socialista repudiamos la represión llevada adelante por las fuerzas de Bullrich y rechazamos la criminalización de la protesta.

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Escriben Pilar Barbas, vicepresidenta del CEFyL y Gastón Godoy, de la Juventud de Izquierda Socialista – Sociales

El 10 de diciembre se llevó adelante un congreso de la Federación Universitaria de Buenos Aires de elección de autoridades que quedará en la historia. Durante los últimos 17 años la FUBA tuvo una conducción independiente políticamente de las autoridades de la UBA, del PJ-Frente para la Victoria y de la UCR-Cambiemos. El acuerdo político entre el Partido Obrero y La Mella presidencia, La Cámpora junto a Nuevo Encuentro en la vice, y otras agrupaciones estudiantiles del PJ, liquida esta independencia política. Es el propio PO quien pone fin a la “FUBA piquetera” para avanzar en una conducción común con quienes llevan como candidatos a quienes reprimían los piquetes en los años posteriores al Argentinazo, como Aníbal Fernández. Por lo bochornoso de este acuerdo, las nuevas autoridades definieron aprobarlo en un congreso fuera del período de clases, escondido del debate en la base estudiantil, sin asambleas, ni discusión en los cursos.   

El avance del kirchnerismo en la UBA no fue casual, hace años venimos denunciando la falta de una política para la lucha del PO desde la presidencia de la federación, que abona al avance de las corrientes patronales. La prueba más clara de esto es la política de la conducción del centro de estudiantes de Veterinaria (que es donde más años lleva reeligiéndose el PO) al que no se le conoce una iniciativa de lucha ni siquiera en el marco del estudiantazo de este año.

Ante este pacto entre la Juventud del Partido Obrero y las organizaciones juveniles del PJ, desde la juventud de Izquierda Socialista nos presentamos junto a la Juventud del PTS en la lista del Frente de Izquierda.  Desde allí planteamos que rechazamos poner la federación estudiantil al servicio de militar la campaña de Cristina en 2019 que quiere ganarle a Macri para seguir pagando la deuda externa con la plata de la educación pública, como reconoció el mismo Kicillof. Queremos una federación que salga a luchar sin contradicciones junto al movimiento de mujeres por el aborto legal, que pelee por el no pago de la deuda, contra la LES, la Coneau y la privatización de la educación pública.

Contra las maniobras del PO que quiere hacer pasar como organizaciones de lucha a La Cámpora y el resto de las organizaciones juveniles del PJ kirchnerista, desde la Juventud de Izquierda Socialista somos claros en algo que debería ser una obviedad: no estamos de acuerdo en unirnos con el peronismo en un frente político. Por el contrario, militamos por organizaciones estudiantiles que se planteen la unidad con los trabajadores que enfrentan el ajuste, no con los partidos patronales que cuando ocupan el gobierno garantizan el avance de la privatización de la educación pública.

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Escribe Mariana Morena

A fines de la Primera Guerra Mundial un motín de marineros fue el inicio de una revuelta obrera que se extendió por toda Alemania, logró el fin de la monarquía y avanzó por un “gobierno de consejos”, similar al de los soviets en Rusia. El Partido Socialdemócrata alemán traicionó la revolución, concilió con sectores burgueses y aristocráticos y, en alianza con el comando militar, encabezó la contrarrevolución que liquidó el levantamiento espartaquista y a sus principales referentes, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.

Tras cuatro años de guerra interimperialista, el hartazgo de soldados, trabajadores y campesinos alemanes por las penurias padecidas, junto con el impacto que provocó la derrota del imperio alemán, se expresaron en un amotinamiento en la flota militar apostada en Kiel. A fines de octubre de 1918, los marineros se negaron a intervenir en la última batalla contra los británicos. Respondiendo a la represión del motín, desarmaron a oficiales, ocuparon los barcos y liberaron a los presos. Formaron un “consejo de trabajadores y soldados” que tomó el control del puerto y envió delegaciones a todas las grandes ciudades alemanas. La revolución se extendió rápidamente.

La traición del Partido Socialdemócrata alemán (SPD)

Ya hacía varias décadas que el SPD estaba a la cabeza del movimiento obrero alemán y de los congresos de la II Internacional. Para 1914 tenía un millón de miembros, dos millones de afiliados en los sindicatos, 110 diputados nacionales, 220 provinciales y 2.886 municipales. Publicaba noventa periódicos en todo el país. Su primera gran traición a la clase obrera se produjo en agosto de 1914, cuando sus diputados votaron a favor de los créditos de la guerra, apoyando la participación en la “carnicería” interimperialista por el reparto del mundo. La excepción fue Karl Liebknecht, quien por este motivo fue expulsado del partido y detenido a solicitud del mismo SPD. Junto con Rosa Luxemburgo y otros marxistas revolucionarios, que más tarde fundarían la Liga Espartaquista, fueron perseguidos y encarcelados por el káiser por denunciar la “unión sagrada” y la “paz civil” para intervenir en la guerra contra “el enemigo de afuera”.

De la revolución alemana a “el orden reina en Berlín”

Desde 1916 el poder pasó a manos del Comando Militar Supremo y se impuso el estado de sitio. En abril de 1917 el SPD se dividió en dos fracciones: una mayoría liderada por Friedrich Ebert, y una de “independientes” (Kautsky, Bernstein) que, junto con los espartaquistas, estaban por el fin inmediato de la guerra y la democratización, si bien carecían de programa político. Ese año hubo masivas huelgas organizadas de aproximadamente 300.000 trabajadores de la industria bélica en Berlín, Leipzig y Dusseldorf, y en enero tuvo lugar un verdadero “ensayo de revolución”, con un millón de trabajadores movilizados por los consejos de trabajadores y soldados. Cada vez más manifestantes luchaban por el fin de la guerra, la paz sin anexiones, contra la carestía de la vida y la monarquía. El káiser se vio forzado a prometer elecciones generales y Ebert se sumó a la dirección de los consejos, formados mayoritariamente por huelguistas del SPD, para frenar la movilización.

En agosto de 1918 cayó el frente occidental alemán, y a fines de octubre se inició el motín de los marineros que encendió la llama de la revolución por toda Alemania. “Si el emperador no abdica, la revolución social es inevitable. Pero yo no la quiero, la odio con toda el alma”, declaró Ebert. El káiser Guillermo II abdicó el 9 de noviembre y todos los príncipes de los estados alemanes lo hicieron en los días siguientes. El príncipe Max von Baden asumió como canciller de la república burguesa, con poder subordinado a la mayoría del Parlamento. El SPD celebró “el nacimiento de la democracia alemana” y se dispuso a conciliar con los partidos burgueses para definir la forma del Estado en el marco de la continuidad del régimen capitalista.
Pero ya en la noche del 8 de noviembre un centenar de jefes revolucionarios habían ocupado el Reichstag (parlamento). Conformaron un “consejo de representantes del pueblo” y llamaron a un congreso de los consejos de soldados y trabajadores. Mientras tanto, Ebert asumía como canciller del “nuevo gobierno de obreros”. Era una auténtica farsa: el aparato administrativo y represivo del Estado se mantuvo intacto. Para acabar con la radicalización del proceso, Ebert pactó con el alto mando del ejército y sus fuerzas paramilitares (llamadas Freikorps, afines a la monarquía) terminar con la influencia de los consejos.

La ausencia de partido revolucionario: un factor determinante

Hacia fines de diciembre los espartaquistas se decidieron a separarse de los socialdemócratas y fundar el Partido Comunista de Alemania (KPD). Rosa Luxemburgo redactó su programa. Pero ya era tarde. En enero un levantamiento con Liebknecht a la cabeza exigió el derrocamiento del gobierno y fue sofocado violentamente. Con la anuencia del propio SPD, que así terminó de consumar su segunda traición histórica a la clase obrera, cientos de trabajadores revolucionarios fueron fusilados por los Freikorps solo en Berlín. La noche del 15 de enero de 1919, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron apresados, torturados y asesinados. La falta de una dirección revolucionaria independiente, consolidada y consecuente como la de los bolcheviques de Lenin y Trotsky en Rusia, impidió que el levantamiento de los trabajadores alemanes impulsara la revolución europea que pudo haber cambiado definitivamente el curso de la historia.

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