Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

Después de catalogar al FIT Unidad como “un activo tóxico para la clase obrera” y hacer un llamado, por ende, de “rechazo al voto a los partidos existentes sin excepción”, Política Obrera le dio la espalda a la única alternativa obrera y socialista el pasado 22 de Octubre, que es el Frente de Izquierda Unidad. Nada más funcional al gobierno y a la ultraderecha de Milei.

Eso sí, la Declaración de Política Obrera (26/9) se pronuncia “por la construcción de un verdadero partido de la clase obrera”, que serían ellos, y “por una movilización y organización independiente de masas para impulsar luchas y huelgas en función de una huelga general”. Desopilante.

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Este martes 24 de octubre Leandro Santoro bajó su candidatura a jefe de gobierno para no enfrentar al macrismo en la ciudad de Buenos Aires en segunda vuelta, oficializando el triunfo de Jorge Macri para que el PRO gobierne cuatro años más sin siquiera llegar al 50% de los votos.

El macrismo gobierna CABA de manera ininterrumpida desde hace 16 años con la complicidad permanente del peronismo. Son centenares las leyes que primero Macri y luego Rodríguez Larreta consiguieron aprobar gracias al apoyo de la bancada peronista. Leandro Santoro se llenó la boca en la campaña pidiendo el voto para entrar al balotaje y ahora en otra vergonzosa concesión le regala el triunfo al primo de Mauricio Macri para que el PRO continúe gobernando al servicio de los grandes negocios de la especulación inmobiliaria.

Por supuesto, no se nos escapa la maniobra. La renuncia de Santoro busca ser un guiño a sectores de Juntos por el Cambio para intentar “seducirlos” y acercarlos al voto a Sergio Massa en el balotaje, en aras de un gobierno de “unidad nacional”, como viene sosteniendo el ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria. En este caso en particular, el destinatario del mensaje no sería Jorge Macri sino los otros sectores de Juntos por el Cambio en CABA, principalmente el radicalismo de Emiliano Yacobitti y Martín Lousteau (conducidos por el “Coti” Nosiglia).

Pero independientemente de cómo termine esa negociación entre radicales porteños y Massa, lo que queda claro es el doble discurso de un candidato que se la pasó haciendo campaña “para terminar con el macrismo en la Ciudad” y que ahora se baja, regalándole a Juntos por el Cambio la única victoria que podía obtener en este momento.

Como lo sostuvimos en la campaña electoral, solo el Frente de Izquierda enfrentó y enfrenta consecuentemente las políticas privatizadoras y de ajuste macrista en la Ciudad de Buenos Aires. Queda en evidencia el doble discurso peronista que en lugar de enfrentarlo, una vez más termina pactando.

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El candidato del gobierno, Sergio Massa, se impuso sorpresivamente en las elecciones generales con un verdadero batacazo. Unión por la Patria revirtió la derrota de las PASO, logrando el 36,68%. El ultraderechista Milei se estancó en el 29,9% y la gran derrotada fue la representante de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, quedando afuera de la contienda (23,83%). Con estos resultados habrá balotaje entre Massa y Milei. En este marco, el Frente de Izquierda Unidad hizo una buena elección, mejorando los resultados de las PASO. Conquistó 710.000 votos y nuevas bancas obreras y socialistas que pondrá junto a toda su militancia al servicio de enfrentar el mayor ajuste, pobreza y sometimiento al FMI.

En Argentina no paran las sorpresas electorales. Las encuestadoras fracasan, por eso son convocados sociólogos, psicólogos sociales y hasta astrólogos para opinar de los resultados de las elecciones.
Así como en las PASO el hartazgo popular se canalizó a un político ultraderechista y peligroso como Milei, hoy la pregunta a responder es la siguiente, ¿cómo puede ser que haya ganado el representante de un gobierno que nos llevó a esta brutal inflación y miseria? ¿Cómo puede ser que gane el peronismo que cobijó al corrupto Insaurralde fotografiado en un yate tomando champagne mientras se conocía el mayor índice de pobreza?

Las razones son varias, pero la determinante es que millones votaron a Massa para pararle la mano a Milei. No fue un voto con expectativas en que este gobierno va a resolver algún problema de fondo, por eso no hubo entusiasmo ni fervor popular. Nadie “se olvidó” de la inflación, los salarios de pobreza o la corrupción, sino que a pesar de todo esto se votó contra Milei ante el peligro de sus propuestas reaccionarias, misóginas y delirantes. Se dio un “voto útil” a Massa contra un derechista que mientras habla “contra la casta”, se alió con el repudiable burócrata Barrionuevo, postula más privatizaciones (en las jubilaciones, salud y educación públicas, el Conicet, los ferrocarriles), la venta de órganos, la libre portación de armas y dolarizar la economía, que pulverizaría aún más los salarios y jubilaciones, entre otras propuestas. Se dio un voto contra quien reivindica el genocidio y ataca permanentemente los derechos democráticos conquistados por el pueblo trabajador y el movimiento de mujeres, con lo que eso implica en un país donde se sufrió las consecuencias aberrantes de la última dictadura militar.

Por otra parte, el gobierno peronista puso mucha plata para intentar “mostrar” que no es solo ajuste. Anuló el impuesto a las ganancias del salario, devolvió el IVA en las compras de alimentos de la canasta familiar, otorgó sumas fijas insuficientes y un pago por única vez para los que no tienen nada. Con esto posó diciendo “lo que yo te doy, te lo va a sacar Milei”. Así hizo con las placas en las estaciones ferroviarias, mostrando a cuánto se iría el boleto si ganaban Milei o Bullrich.

Todo esto aceitó el tradicional aparato peronista (que en las PASO había dejado correr el voto a Milei para que le saque votos a Bullrich) y la inestimable colaboración con la que cuenta el gobierno, de la traidora burocracia sindical de la CGT y las CTA, que militaron para alertar sobre los males que vendrían cuando no mueven un dedo para combatir los actuales. Massa también se diferenció de Alberto Fernández y no se mostró con Cristina Kirchner, proponiendo un próximo gobierno de unidad nacional con políticos patronales opositores, mostrándose como un “cambio”. Todo esto en una situación de extrema fragilidad social y política, donde el gobierno posó de ser garante de “construir en vez de destruir”, mostrando a Milei como parte de la “inestabilidad” (cuando reivindicó la suba del dólar), y llegando al triunfo que, volvemos a repetir, no es ningún cheque en blanco.

Milei se estancó y Patricia Bullrich se fue al pasto

Todas las encuestas daban un crecimiento de Milei, incluso algunas hablaban de un triunfo en primera vuelta. Nada de eso ocurrió. Milei se estancó en un 30% y retrocedió en varias provincias.
Desde su irrupción como un nuevo fenómeno electoral de ultraderecha, mostrándose como algo “nuevo” ante el desastre que provocaron los gobiernos capitalistas, fue logrando que millones lo vieran como un posible salvador. Pero ese voto se frenó ante las revelaciones de lo perjudicial que sería su plan antipopular, de llevarse a cabo. En eso aportó enormemente el Frente de Izquierda Unidad, develando el contenido nefasto de su programa, como lo hizo Myriam Bregman en los debates presidenciales y nuestra militancia.

Que Milei se haya estancado no quiere decir que desapareció el peligro. Es el político que entró al balotaje y sacó una bancada de casi cuarenta diputados nacionales y ocho senadores, al cual seguiremos combatiendo.

Por su parte, la otra candidata derechista, Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio, se derrumbó. Fue la única fórmula presidencial que perdió votos. Una tremenda derrota de esta coalición patronal conformada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, que no puede despegarse del imaginario popular por el desastre que provocó cuando gobernó con Macri de 2015 a 2019. Juntos por el Cambio pasó de ser un posible recambio electoral patronal con el triunfo que había logrado en las legislativas de 2021, con Rodríguez Larreta a la cabeza por entonces, el mismo que fue sepultado en las PASO. Ahora le tocó el turno de la debacle a Bullrich, creyendo que los triunfos en diez provincias la catapultaban al estrellato.

Todos señalan por la responsabilidad del zafarrancho a Macri, a quien algunos internamente le piden “que se exilie”. Macri vino haciendo lobby por Milei, luego se reacomodó, pero ya era tarde. Juntos está al borde del estallido, entre quienes apoyan a Milei o a Massa.

El Frente de Izquierda se consolidó haciendo una buena elección

El FIT Unidad hizo una buena elección, superando los registros de las PASO. Ante el sorpresivo triunfo de Massa esto puede haber quedado desapercibido. Pero hay que valorarlo y mucho. Es muy valioso que, en el marco de una difícil elección para la izquierda, teniendo en cuenta que entre las tres principales candidaturas patronales obtuvieron el 90,46% de los votos (97% si se suma Schiaretti), el Frente de Izquierda logró 709.932 sufragios, conquistando altos porcentajes en distritos obreros y populares, en especial en el conurbano bonaerense, o en CABA, Jujuy y en la mayoría de las provincias patagónicas (ver "Resultados del escrutinio provisorio").

El Frente de Izquierda logró otra banca al Congreso Nacional por la Provincia de Buenos Aires, con 396.221 sufragios a diputados nacionales. De esta manera el FIT Unidad llegó a la quinta banca nacional, que se sumará a las cuatro que ya tiene hasta 2025, la cual será compartida entre Christian Castillo (PTS), Néstor Pitrola (PO), nuestro compañero Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista) y Fernando Sacarelo del MST. También logramos una banca a legisladora en CABA, compartida entre Celeste Fierro (MST) y nuestra compañera Mercedes Trimarchi (Izquierda Socialista), junto a compañeras y compañeros del PTS y del PO. Bancas obreras y socialistas que se suman a las que ya conquistó el Frente de Izquierda en varias legislaturas provinciales.

Esta elección volvió a ratificar que hay una importante franja del pueblo trabajador, de mujeres y de la juventud consolidada en el apoyo a la única alternativa obrera y socialista que es el FIT Unidad para pelear por los cambios de fondo. El Frente de Izquierda es la expresión electoral de la fuerza que viene desde abajo con el sindicalismo combativo, como el de las y los ferroviarios del Sarmiento que lograron un triunfo contundente a tres días de las elecciones, conservando el cuerpo de delegados combativo contra la burocracia sindical; del movimiento de mujeres que dio pelea contra el gobierno y la ultraderecha en el 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres en Bariloche, a una semana de las elecciones; del espacio que se ha ganado la izquierda en las marchas en defensa de los derechos humanos junto al Encuentro Memoria Verdad y Justicia; en el peso que tiene en la pelea ambiental contra el saqueo extractivista capitalista; ganando centros de estudiantes; o entre quienes apoyan las causas justas como la del pueblo palestino, entre otros sectores donde existe, se fortalece y seguramente irá creciendo.

Nuestro compromiso es seguir la lucha contra el mayor ajuste y el FMI

El balotaje se dirimirá entre Massa y Milei. Es una elección completamente excepcional, donde solo juegan dos alternativas patronales para dirimir quién será el nuevo presidente. Ante ello surge el interrogante: ¿Cómo hay que votar? ¿Massa y Milei son lo mismo?

Desde Izquierda Socialista venimos denunciando que los dos son políticos patronales y defensores del ajuste, de las multinacionales, los bancos y el FMI. La diferencia es que Milei es un fascista-ultraderechista, antiobrero, antiderechos, que reivindica el genocidio de la dictadura y propone privatizar la educación y la salud públicas, entre otros ataques antipopulares. Por eso hubo una reacción electoral de amplios sectores de trabajadores y populares votando a Massa contra Milei, viendo el peligro que representaría un posible gobierno de esas características.

Massa, por su parte, representa a este gobierno peronista hambreador y de entrega al FMI de Alberto y Cristina Fernández, con el apoyo incondicional de la repudiable burocracia sindical. Por eso no le damos ni le daremos apoyo político a este gobierno, ni a un posible gobierno peronista o de unidad nacional, como pregona. Y decimos que seguiremos luchando en las calles contra el mayor ajuste que se prepara. En resumen, repudiamos al ultraderechista Milei y no damos ningún apoyo o aval político a un posible gobierno de Massa.

En estos días daremos a conocer la táctica específica que adoptaremos alrededor del voto en el balotaje, postura que se terminará de debatir y de decidir en la Mesa Nacional del Frente de Izquierda Unidad entre los cuatro partidos nacionales que lo conformamos. Con el compromiso, como lo señalaron Myriam Bregman, el “Pollo” Sobrero y el resto de las figuras del Frente de Izquierda en el búnker del pasado domingo, de que el sindicalismo combativo que fue en nuestras listas y con la militancia del Frente de Izquierda vamos a estar al servicio de seguir enfrentando el mayor ajuste que se prepara de la mano del FMI, en las calles y en el Congreso, como parte de la pelea por un gobierno de las y de los trabajadores, fortaleciendo para ello con políticas unitarias, como postulamos desde Izquierda Socialista, al Frente de Izquierda Unidad, la única alternativa para lograrlo.

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Escribe Guido Poletti

Unión por la Patria salió primera en este turno electoral, canalizando el miedo a los planteos ultraderechistas de Milei. Pero fueron decenas de miles los que lo votaron “con la nariz tapada”, ante el ajuste en curso. Massa propone ahora “la unidad nacional” y un gobierno distinto. ¿De qué se trata?

El ministro de Economía y actual candidato presidencial viene insinuando que este no es “su gobierno”, a pesar de que participa de él desde el primer día y que hace más de un año prácticamente ejerce la suma del poder.

Sergio Massa ha participado de todas y cada una de las principales decisiones del gobierno de Alberto Fernández (lo mismo que la vicepresidenta Cristina, que ahora también busca despegarse). Massa, desde su lugar como presidente de la Cámara de Diputados, fue quien garantizó el primer ajuste, en el ya lejano diciembre de 2019, que creó la actual fórmula de actualización previsional que permitió desde entonces la pulverización de las jubilaciones. De ahí en adelante trabajó para garantizar todas las votaciones que permitieron que se llevara adelante el ajuste del actual gobierno. Tal vez la más importante fue la votación del acuerdo con el FMI (en marzo del año pasado). Ahora Massa busca despegarse, diciendo que no estuvo de acuerdo con cómo se negoció dicho acuerdo (ni tampoco con el firmado con los bonistas privados en agosto de 2020). Pero lo cierto es que tanto él como los diputados del ex Frente Renovador, que le respondían directamente, lo apoyaron, hicieron discursos por su aprobación y garantizaron que saliera.

El “super-ministro” de Economía

Desde hace más de un año que Sergio Massa es el ministro de Economía de la Nación, con un Alberto Fernández casi desaparecido, lo que lo coloca como el principal responsable de las políticas del actual gobierno. En este período fue, justamente, cuando más se agudizaron las políticas de ajuste contra el pueblo trabajador, fundamentalmente a través de una inflación creciente que generaba una constante de salarios a la baja. Esto alcanzó su máxima expresión después de las PASO, cuando, como reconoció el propio Massa, por pedido explícito del FMI se devaluó la moneda un 22%, generando una corrida inflacionaria récord desde entonces.

¿Qué propone el candidato Massa?

El candidato presidencial de Unión por la Patria dice en sus discursos que lo que viene será un gobierno “suyo”, distinto al actual. ¿Es posible? La realidad es que, al mismo tiempo, anuncia que continuará con el programa del FMI y garantizará los pagos de deuda. Sólo promete “renegociar”. Recordemos, es lo mismo que decía en su momento Alberto Fernández, hace cuatro años, cuando proponía una renegociación con el Fondo “progresista”, “garantizando la redistribución de la riqueza” y planteos similares. Tal como entonces, ahora tampoco sucederá esto, el FMI exigirá un ajuste más duro aún que el actual.

Massa propone, si gana, un “gobierno de unidad nacional”. En los debates presidenciales lo explicó, convocando a dirigentes de Juntos por el Cambio e inclusive, sostuvo, de La Libertad Avanza. Luego del primer turno electoral profundizó esta propuesta, ya dirigida directamente al radicalismo, donde es conocida su afinidad con el gobernador jujeño Gerardo Morales, el mismo que viene de reprimir a su propio pueblo al servicio de los negocios de las multinacionales que quieren saquear nuestro litio.

El peronismo fue el depositario principal del voto de repudio al ultraderechista Milei. Muchísimos lo votaron a pesar de la política de este gobierno, llenos de bronca y repudiando al ajuste. Independientemente de cómo se termine resolviendo el balotaje del 19 de noviembre, el próximo gobierno seguirá, una vez más, los lineamientos del FMI, y priorizará los pagos de deuda externa por sobre las necesidades del pueblo trabajador. Que Massa no diga las barbaridades ultraderechistas de Milei no lo libera de sus responsabilidades en la gestión del actual ajuste, y en el hecho de que, si llega a ganar, lo primero que hará será negociar un nuevo programa, más duro al actual, con el FMI. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad llamamos a no tener la más mínima confianza en los planteos de Unión por la Patria y anticipamos que nuestro lugar será el de siempre, en la pelea contra el ajuste, incondicionalmente con los que salen a luchar y planteando que es necesario otro programa, obrero y popular, que arranque por de de pagar la deuda externa y rompa con el FMI, para volcar esos recursos a resolver las más urgentes necesidades populares.

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Escribe José Castillo

Javier Milei, contra lo que decían las encuestas, retrocedió con respecto a las PASO. Quedó a siete puntos del primero, con 29,98% de los votos. Sus posturas ultraderechistas, negacionistas del genocidio y del cambio climático, anti-derechos de las mujeres, y de quitar conquistas a la clase trabajadora, le generaron un fuerte repudio.

La Libertad Avanza se preparaba para un triunfo rotundo en este turno electoral. Se imaginaban primeros, cómodos, e incluso insinuaban la posibilidad de ganar directamente en primera vuelta. El búnker del día de las elecciones estaba preparado para eso, incluso con visitas rutilantes del mundo de la ultraderecha, como Eduardo Bolsonaro, el hijo del ex presidente de Brasil. Sin embargo, se les aguó la fiesta. Las patéticas escenas de Ramiro Marra y una Victoria Villarruel arengando como barrabravas a una escuálida cantidad de militantes en la calle, o de Milei leyendo un discurso donde le pedía “apoyo” a Patricia Bullrich, lejos de las escenas desaforadas de euforia de las PASO, son toda una postal.

Digámoslo con claridad, es positivo y nos pone contentos que haya retrocedido un candidato ultraderechista, que proponía un programa de guerra contra el pueblo trabajador, que se jactaba de que iba a hacer “un ajuste más grande que el que exigía el FMI”, con planteos misóginos, de reacción patriarcal, negacionista del genocidio de la dictadura, que desconoce la crisis ambiental y que llegó al extremo de proponer que las Malvinas queden en manos de los kelpers.

No es gratis decir barbaridades ultrarreaccionarias

En nuestro país, cada vez que se quiso imponer la impunidad a los genocidas, o negar sus crímenes, la movilización popular impuso la vigencia de la exigencia de Memoria, Verdad y Justicia. Por eso fue masivo el repudio a las posiciones negacionistas, corporizadas en la figura de la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel, que hasta llevó adelante la provocación de un acto reivindicando a los genocidas en la legislatura porteña. O del propio Milei, que negó en el primer debate presidencial  a los 30.000 desaparecidos, utilizando idénticas palabras que las que usó el genocida Massera en el juicio a las juntas de 1985.

Del mismo modo, las posturas anti-derechos, de reacción patriarcal, de La Libertad Avanza, amenazando con eliminar el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, planteando sacar la ESI, o cerrar el Ministerio de las Mujeres, tampoco podían quedar impunes en el país de la Marea Verde. Mucho menos cuando, como frutilla del postre, aparecieron las declaraciones de la candidata y hoy diputada electa, la terraplanista Lilia Lemoine, atacando directamente el derecho de las madres de exigir cuotas alimentarias a los padres. Del mismo modo, no podían quedar sin pagar costos políticos las declaraciones de Ramiro Marra proponiendo reemplazar la ESI por pornografía.

Tampoco fueron gratuitas las barbaridades negacionistas del cambio climático, que llegaron al extremo de un Benegas Lynch proponiendo “privatizar” las ballenas. Mucho menos que la nominada por Milei como futura ministra de Relaciones Exteriores y hoy diputada electa, Diana Mondino, propusiera entregar las Malvinas según los “deseos” de los kelpers, en un país que apenas hace un año atrás cantaba en medio del triunfo del mundial que no iba a olvidar a “los pibes de Malvinas”.

Ni que hablar de tantas otras barbaridades reaccionarias planteadas por La Libertad Avanza, como legalizar la venta de órganos (que le valió el repudio del propio Incucai) o cerrar el Conicet.

Una sana reacción de la clase trabajadora

Milei llegó a confundir a un sector del pueblo trabajador con su planteo de “dolarización”. Era comprensible en un país donde el ajuste del actual gobierno y el FMI está pulverizando salarios y jubilaciones. Pero fueron muchos los trabajadores que empezaron a prestar atención y ver que ellos estaban “del otro lado de la motosierra” y que venían por sus derechos. Que lo que plantea Milei es terminar con la educación y la salud públicas. Que propone exactamente el mismo programa de Menem en los ´90, postulando privatizar los ferrocarriles, que en su momento generó centenares de miles de despidos y pueblos enteros incomunicados por el levantamiento de ramales. Que se iría a un país donde el salario y las jubilaciones van a terminar siendo de unas pocas decenas de los famosos “dólares”.

Por todo esto, una enorme porción de la clase trabajadora, de la juventud, de las mujeres y disidencias, le dijo “no” al ultraderechista Milei. Que no está derrotado, sin duda, pero que sufrió un enorme cachetazo.

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