Jul 18, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Federico Novo Foti dirigente de Izquierda Socialista/FIT Unidad

El 11 de septiembre de 1973 un golpe de estado derrocó al gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende e impuso la dictadura del nefasto General Augusto Pinochet. Fracasaba así el intento de lograr el socialismo por “la vía pacífica”, en acuerdo con la burguesía.
 
Desde finales de los sesenta un fuerte ascenso revolucionario de las masas sacudió Latinoamérica. En Chile, en 1967, comenzó un período de luchas protagonizado por los trabajadores, al cual se sumaron campesinos, barrios populares y estudiantes.1 En este contexto nacía la Unidad Popular (UP), integrada por los dos partidos mayoritarios de la clase trabajadora, el Partido Socialista de Salvador Allende y el Partido Comunista, y el pequeño Partido Radical (burgués), para canalizar el ascenso por la vía electoral.

En las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970, la UP alcanzó el 36,6% de los votos, superando el 34,9% del derechista Jorge Alessandri y el 27,8% de la Democracia Cristiana (DC). Gracias a un pacto con la DC, la UP logró que el parlamento diera la presidencia a Allende, quien asumió el 4 de noviembre de 1970 en medio de la euforia popular. En su primer discurso como presidente, Allende criticó al capitalismo y anunció que “Chile inicia su marcha hacia el socialismo” en una “evolución pacífica”.2 Por su parte, el Partido Comunista anunció el inicio de la experiencia de la “vía chilena al socialismo”, un camino de reformas que desembocaría en el socialismo por medio de la conciliación con la burguesía. Fidel Castro, el Partido Comunista de la URSS y sus satélites, y hasta el Vaticano apoyaron al nuevo gobierno chileno.
 
Bajo el gobierno de la UP se fortaleció el golpismo

El primer año, al calor de las movilizaciones, la UP nacionalizó parte de la industria, expropió el 30% de los grandes latifundios y las grandes empresas del cobre sin indemnización. Aumentó el poder adquisitivo de los trabajadores (entre 12% y 38%) y cayó el desempleo (de 7,2% a 3,9%). Se acordó con la Central Única de Trabajadores (CUT), con dirección mayoritaria de comunistas y socialistas, una creciente participación de los trabajadores en distintos aspectos de la vida social y política.3 Todas estas medidas se fueron realizando bajo las leyes y mecanismos constitucionales burgueses, con discursos presidenciales prometiendo “paz y democracia”. La “vía pacífica” ilusionaba a los trabajadores con encontrar una salida en acuerdo con los patrones “progresistas” e irritaba a los explotadores locales y extranjeros.

 Pero en el segundo año de gobierno, comenzó a verse que las medidas eran insuficientes. La baja del precio internacional del cobre, sumada a la necesidad de comprar productos alimenticios del exterior, provocaron una espiral inflacionaria y la falta de productos indispensables para la vida cotidiana. La burguesía opositora y el imperialismo yanqui, que hasta el momento habían tolerado al gobierno, aprovecharon la situación para agitar a sectores de clase media descontenta. En octubre de 1972 se produjo el primer gran enfrentamiento abierto, con un “lock out” patronal, una huelga de propietarios de camiones, y las empresas yanquis del cobre impulsaron un embargo a los cargamentos en el exterior. Las masas obreras y populares respondieron a la huelga patronal con su lucha y organización, formando los “cordones industriales”, un inicio de doble poder.

 La revolución chilena se enfrentaba a una encrucijada: avanzar por la vía de la movilización en la ruptura con la burguesía, el poder obrero y el socialismo o frenar la movilización y ceder ante las presiones del imperialismo y la burguesía opositora. El gobierno de Allende y la burocracia de la CUT, las direcciones mayoritarias de las masas, se decidieron por el segundo camino. Llamaron a la “calma” para intentar sostener la “unidad” entre las distintas clases, haciendo cada vez más concesiones a la envalentonada burguesía opositora. Se detuvieron las nacionalizaciones e incorporaron a las fuerzas armadas (“patrióticas”) en el gabinete nacional.

Durante 1973 se profundizó la polarización social. Los obreros y las poblaciones reclamaban y se organizaban. La burguesía y la cúpula de las fuerzas armadas aceleraron sus planes golpistas. En la base del ejército y la marina soldados y suboficiales denunciaron a sus jefes. Pero el gobierno no los escuchó ni los defendió cuando muchos de ellos fueron apresados y torturados en Valparaíso. El 11 de septiembre, pese a la heroica resistencia de los obreros de los cordones industriales de Santiago y otras ciudades, sucedió el golpe de estado comandado por el nefasto General Augusto Pinochet, quien había sido nombrado Comandante en Jefe del Ejército pocas semanas antes y presentado por el presidente un “general sanmartiniano”. Allende murió resistiendo el bombardeo de la Casa de la Moneda. Hubo miles de muertos, desaparecidos, torturados y presos. Así terminaba la “vía chilena al socialismo”. Diecisiete años duró la dictadura pinochetista que sirvió para entregar al país a las garras del imperialismo y la burguesía, aumentando el saqueo, la superexplotación, la pobreza y la miseria.
 
El fracaso del falso socialismo

 Ya ha pasado medio siglo del fracaso de la “vía pacífica al socialismo” chilena. Sin embargo, hoy en día se repiten los cantos de sirena, anunciando falsamente que es posible alcanzar un mejoramiento duradero en la vida de los pueblos o incluso lograr el socialismo en acuerdo con las multinacionales o las burguesías “progresistas”. Esta utopía reaccionaria se reedita con nombres diversos, como “socialismo del siglo XXI” o “socialismo de mercado”. En todas ellas, lejos de avanzar al socialismo han aumentado la miseria y las penurias de los pueblos, ensuciando las banderas del verdadero socialismo.

El capitalismo vive su peor crisis económica de la historia. Un enorme ascenso de las luchas recorre nuevamente el mundo, protagonizado por pueblos que rechazan que los gobiernos capitalistas de todo pelaje descarguen la crisis sobre sus espaldas. Los socialistas revolucionarios tenemos la obligación de intervenir en las luchas combatiendo a los gobiernos patronales y también enfrentando a los falsos socialistas que pregonan la conciliación de clases que lleva a nuevas decepciones. Para lograr progresos permanentes y el verdadero socialismo no hay otro camino que construir partidos revolucionarios que alienten la movilización independiente de las masas, la ruptura con la burguesía y el imperialismo para avanzar hacia gobiernos de trabajadores y trabajadoras que expropien a las grandes empresas y reorganicen toda la economía bajo la dirección democrática de los propios trabajadores. A esa tarea nos abocamos las y los militantes de Izquierda Socialista y la UIT-CI.

1. Ver AA.VV. “Chile: la derrota de la ‘vía pacífica al socialismo’”. Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2013.
2. Salvador Allende. “Primer discurso del presidente S. Allende pronunciado el 5 de noviembre de 1970”. Ministerio de Asuntos Exteriores, Departamento de Impresos, Santiago, 1970.
3. AA.VV. Op. Cit.



Nahuel Moreno: la línea de colaboración de clases fue un desastre

En diciembre de 1973 se realizó el Primer Congreso Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). En su intervención final, reproducida en Avanzada Socialista, Nahuel Moreno dijo: “La tremenda derrota del proletariado chileno estuvo presente [en este Congreso] […] en tres sentidos. Primero, porque nos planteó -y nuestro Congreso supo responder- que frente a una derrota de clase contra clase, se plantea el frente único. Acá tenemos que estar todos unidos para defender a los mártires de la siniestra dictadura gorila chilena […] Pero hay dos aspectos más: con Chile tenemos la prueba de cuál línea es la correcta. El estalinismo, desde 1935, viene insistiendo en que la solución de todos los problemas del mundo se van a dar a través de ‘frentes populares’. [...] Es decir, la unidad con las burguesías ‘progresistas’ y los militares ‘progresistas’. […] Y después de tantos años de hablar, el reformismo y el estalinismo mundial dijeron: […] ‘Chile es el ejemplo, ésta es la vía pacífica. Este es el ejemplo más categórico de que se puede unir un partido obrero con la burguesía ‘progresista’ y llegar al socialismo poquito a poquito, con mucha paciencia, sin destruir al estado burgués ni al aparato militar del régimen.’ […] Los trotskistas vaticinamos que la ‘vía pacífica’ del ‘frente popular’ que se estaba aplicando en Chile iba a llevar a la vía violenta del fascismo y de la reacción pro imperialista. [...] Despreciemos de una vez a los traidores que se unen al explotador […] ese era el principio fundamental del trotskismo, que el estalinismo, todos los reformistas o el nacionalismo burgués niegan completamente. [...] Es decir, compañeros que, en su tercer aspecto, la experiencia chilena que presidió este Congreso, confirmó total y absolutamente las premisas, la política, el programa, la teoría de la revolución permanente y de nuestro movimiento mundial; confirmó la necesidad del partido y la Internacional.” [...][4]

4. Ver AA.VV. Op. Cit.

 


Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

La candidata correísta Luisa González obtuvo la mayoría de votos en la primera vuelta de las elecciones anticipadas alcanzando el 33,25% de los votos totales. La sorpresa la dio el empresario Daniel Noboa, candidato del Movimiento ADN, de centroderecha, que obtuvo el segundo lugar con el 23,73%. Esto le da grandes chances a Noboa que en segunda vuelta, que se realizará el 15 de octubre, podría sumar los votos anticorreístas.

En una votación bastante dispersa, fue tercero con 16,51% Christian Zurita, reemplazante del candidato recientemente asesinado y cuarto el derechista Jan Topic, con 14,68%. La centroizquierda ecologista y representando a organizaciones indígenas y campesinas, de Yaku Pérez sacó el 3,9% (había sacado 19% en elecciones de hace dos años en febrero 2021).

Además de las elecciones presidenciales y legislativas anticipadas, también se llevaron a cabo consultas populares. Una sobre la explotación de petróleo en el Parque Nacional Yasuní, que salió triunfante el SI con el 60% de votos  para dejar de explotar petróleo. Y otro sobre el Chocó Andino donde ganó la opción de prohibir la minería metálica. Paradójicamente, estas votaciones por preservar la naturaleza van totalmente en contra de las propuestas de los candidatos más votados y de los últimos gobiernos, incluyendo el de Correa que acordó la explotación petrolera con empresa china en Yasuni.

Yaku Pérez es el único candidato que sí defendió esas propuestas que triunfaron, aunque la mayoría de los que votó por eso, no votaron por Yaku Pérez, mostrando la gran confusión política. Yaku Pérez con su movimiento Somos Agua tuvo el apoyo electoral de Pachakuti la mayor organización política indígena del Ecuador. Pero lamentablemente tampoco el movimiento Somos Agua de Yaku Pérez tuvo una clara propuesta ante el conjunto de las necesidades populares, contra las multinacionales, banqueros y oligarcas que saquean al país. Eso ayudó a la confusión y a que muchos de los que lo votaron, de las bases del mismo movimiento campesino indígena en el 2021, ahora votaron por Noboa o por los otros candidatos de derecha.  

La crisis continuada de Ecuador

Las recientes elecciones “anticipadas”, fueron producto de la crisis política que dejó al borde de la caída al gobierno derechista del banquero Lasso electo en febrero del 2021, capitalizando el voto anticorreista. Pero su gobierno al servicio de las transnacionales y la banca, profundizó enormemente la crisis económica y social.

En el 2022 hubo una rebelión popular conta Lasso y aunque no cayó profundizó su crisis. Finalmente fue destituido por el Parlamento, donde estaba en minoría, y él disolvió el Parlamento. Lo que dio lugar a estas elecciones anticipadas. Los candidatos electos sólo durarán un año y medio, en el 2025 habrá nuevas elecciones.

En estos años surgió un fenómeno nuevo en Ecuador que son las mafias del narcotráfico (con transporte de cocaína producida en Colombia y Perú), que emplea a miles de jóvenes que no tienen ninguna salida laboral. Esto llevó a una escalada de violencia, con centenares de muertos, incluidos un alcalde de una ciudad portuaria (de tránsito del narco) y un candidato presidencial.

Desde 1997 que Ecuador vive en crisis económica y con sucesivas rebeliones del pueblo trabajador e indígena que derrocaron a varios gobiernos. En el 2000 se dolarizó la economía eliminando el sucre, la moneda nacional (la “solución” que propone hoy Milei en Argentina). Esto profundizó la pobreza y la crisis y dio lugar al gobierno de Rafael Correa, con mucho apoyo popular al principio, que duró del 2007 al 2017, pero como otros gobiernos de centroizquierda en Latinoamérica, traicionó las demandas populares y no hubo soluciones. Siguió con la dolarización e hizo negocio con transnacionales, entre ellas las petroleras chinas, que no trajeron progreso al país.  

El sucesor de Correa, Lenin Moreno, de su mismo partido, rompió con Correa, pero hizo otro gobierno desastroso. Y también enfrentó una rebelión popular en el 2019.

¿Y ahora?

El resultado electoral confuso, indica que la crisis podría profundizarse. La campaña electoral no tomó en cuenta las necesidades populares más urgentes. Sólo el tema de la inseguridad por las mafias del narcotráfico sí se discutió con propuestas de la derecha de fortalecer a la policía y al ejército, e incluso imitar a Bukele de El Salvador, pero sin las soluciones económicas de fondo.  

Ecuador profundizó su crisis económica bajo el gobierno de Lasso que acató los mandatos del FMI, con aumento de los productos de primera necesidad, el impacto de la minería saqueadora y contaminante del ambiente, en manos de las transnacionales, que está destruyendo bosques y fuentes de agua. Además, aumento de la pobreza, abandono de la salud y la educación, desocupación, flexibilización e informalidad laboral, salarios míseros en un país que dejó de tener moneda propia, y donde los precios y salarios son en dólares.

Cualquiera de los dos que gane las elecciones continuará con esa política. Y podría además intentar una política más represiva hacia el movimiento popular.

En las rebeliones del 2019 y 2021, además de exigir la rebaja de combustibles, se reclamaba reducir los precios de los alimentos, no a la minería saqueadora de las multinacionales que destruyen la naturaleza (es decir cumplir y extender lo que se acaba de votar referente al Yasuní); no a la privatización de empresas estatales; moratoria de un año en el sistema financiero para que las familias paguen sus deudas; precios justos en los productos del campo; empleo y derechos laborales; no a la privatización de los sectores estratégicos; aumento urgente del presupuesto para salud y educación; libre ingreso a universidades públicas; no más endeudamiento; no al pago de la deuda externa. También se reclama contra las leyes represivas. Estas demandas siguen vigentes. Y esto tiene que ir de la mano con expulsar a las multinacionales que están saqueando y envenenando los ríos y al país, nacionalizar la banca, terminar con la dolarización, romper con el FMI y controlar el comercio exterior por donde se fugan los capitales productos del saqueo del país.

Por supuesto esta lucha no puede avanzar votando por ninguno de los dos candidatos, Luisa González o Daniel Noboa, ambos sirvientes de banqueros, grandes empresarios y multinacionales. Ni se puede creer en el nuevo Parlamento derechista y correista electo. Con toda razón, el movimiento Somos Agua, de Yaku Pérez, llama al voto en nulo en segunda vuelta.  

Además del voto nulo para las presidenciales con lo que coincidimos, hay que reconstruir toda la potencia del movimiento del pueblo trabajador ecuatoriano que en cada crisis puso en pie el llamado Parlamento de los Pueblos, con representantes de las organizaciones, campesinas, indígenas, obreras, del magisterio, para unificar su lucha, sus demandas y buscar una salida de fondo al servicio del pueblo trabajador ecuatoriano.


Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

Yevgeny Prigozhin, el dueño del Grupo Wagner, empresa privada de mercenarios, que combatió junto al ejército ruso en la invasión imperialista a Ucrania, murió la semana pasada luego de que un avión en el que viajaba con otros nueve tripulantes, entre ellos varios jefes del grupo, se estrellara en el noroeste de Rusia.

Aunque supuestamente fue un “accidente”, la sospecha es que Putín y/o jefes militares rusos derribaron el avión. Prigozhin tuvo un fuerte enfrentamiento con jefes militares y con Putín que lo había contratado. Hace dos meses salió de Ucrania con su grupo Wagner e invadió Rusia, ocupando la ciudad de Rostov, reclamando un papel decisivo en Ucrania. Eso terminó en un acuerdo para que se retirara a la vecina Bielorrusia. Pero evidentemente se ganó el odio de Putín y de los generales rusos. Por supuesto que además Prigozhin también era odiado por el pueblo ucraniano. El grupo Wagner también interviene en países africanos e incluso se adueña de minas de oro. Es decir, hay pocos que hoy se lamenten de la muerte de este empresario mercenario.

Este nuevo hecho, así como el choque con el grupo mercenario Wagner, muestra la crisis del Estado ruso, producto del fracaso de la invasión, ante la heroica resistencia del pueblo ucraniano.

En la campaña electoral del Frente de Izquierda Unidad, en el sindicalismo combativo, en las luchas de las y los trabajadores, la juventud y las mujeres, nuevos compañeros y compañeras han conocido a Izquierda Socialista por su accionar consecuente y unitario. Hoy les proponemos que ingresen a nuestro partido.

Juntos logramos que el Frente de Izquierda Unidad sea una de las cinco listas presidenciales que en octubre va a disputar en las elecciones y es la única que propone romper con el FMI, terminar con el ajuste, la inflación y con la entrega de recursos naturales. Seguimos participando de todas las luchas, como en Jujuy, con la docencia, los pueblos originarios y con quienes pelean por un salario y trabajo dignos. Somos los que colocamos nuestras bancas parlamentarias al servicio de las luchas y con propuestas de fondo, los que no nos beneficiamos de ellas y los que volvemos a nuestro puesto de trabajo una vez terminado el mandato. Por eso, para fortalecer al Frente de Izquierda Unidad y al sindicalismo combativo, para enfrentar el ajuste de Massa y las políticas del ultraderechista Milei y Bullrich, para defender la educación y la salud públicas, el ambiente y nuestros derechos, te invitamos a sumarte a Izquierda Socialista.

Pero nuestro desafío es aún mayor. Desde 2008, el capitalismo atraviesa la peor crisis económica de su historia. Una crisis que condena a millones en todo el planeta a vivir bajo la línea de la pobreza. Ante esta terrible situación, como sucede en nuestro país, la salida que proponen los gobiernos patronales no es otra que más ajuste contra los trabajadores y sectores populares, más represión, más saqueo de los recursos naturales y más contaminación y destrucción del planeta. Sin embargo, no todo está perdido. Siguen las rebeliones de trabajadores y sectores populares y se lucha heroicamente en todos los rincones del mundo contra las penurias diarias provocadas por la explotación y la opresión capitalistas. Y en cada una de las luchas tenemos el desafío de construir nuestra alternativa política, de independencia de clase y por el socialismo. Hoy es cada vez más claro que la disyuntiva para la humanidad y el planeta es: socialismo o catástrofe capitalista.    

Por eso luchamos con rabia todos los días para vencer y avanzar rumbo al socialismo, confiando con optimismo en nuestro futuro. Te invitamos a ser parte de esta pelea, acercándote a nuestros locales, organizándote con nuestros compañeros y compañeras en cada lugar de trabajo, de estudio o en tu barrio, difundiendo nuestro periódico El Socialista, sumándote a nuestras agrupaciones sindicales, a nuestra Juventud de Izquierda Socialista (JIS) o en el movimiento de mujeres y disidencias a Isadora (Mujeres en Lucha) y Disidencias en Lucha y junto a compañeras y compañeros de otros países, a ser parte de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores Cuarta Internacional (UIT-CI). ¡Vení a Izquierda Socialista!
 
Nuestras candidaturas

Liliana Olivero
Diputada Nacional Córdoba
       

Angélica Lagunas
Diputada Nacional Neuquén

Pollo Sobrero
Gobernador Buenos Aires

Mónica Schlotthauer
Diputada Nacional Buenos Aires

Mercedes De Mendieta
Diputada Nacional CABA

 

 



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