La rebelión de enfermería: “Somos profesionales”

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LA REBELION DE ENFERMERIAEscribe Reynaldo Saccone

La Plaza del Congreso en Buenos Aires, inveterado escenario de reclamos populares, comenzó a llenarse. Una multitud vestida de blanco, de a miles, la fue inundando. Enfermeros y enfermeras del área metropolitana se autoconvocaban para manifestarse con un reclamo unificado: que la enfermería pase a ser considerada una profesión.

Se trata de una ocupación que requiere alta calificación que se alcanza con muchos años de estudio. El gobierno de Rodríguez Larreta quiere degradarla al mismo nivel que un trabajo “administrativo” en los centros de salud. Por eso fueron miles los que salieron a expresar su indignación a las calles.

La columna vertebral del movimiento la constituían los trabajadores de los hospitales municipales. No eran los únicos. Trabajadores de sanatorios privados, de hospitales públicos del conurbano, alumnos de las escuelas de enfermería y de distintas ramas de la salud contribuían a crear esa enorme masa. Pasadas las 12, después de dos horas de espera, la muchedumbre empezó a marchar hacia la Plaza de Mayo encolumnada con sus carteles. ¿Cuántos eran? Nadie puede decir si 20.000 o 30.000. Eran decenas de miles que rebosaban entusiasmo y esa alegría tan propia de los trabajadores que se unen y se reconocen iguales.

“Somos profesionales” era el grito de guerra que más se oía y se leía en los carteles. Algunos confeccionados en tela revelando un grado de tradición organizativa en hospitales como el de Niños, Álvarez o Fernández. Otros, simples cartulinas escritas con marcadores, hablaban del entusiasmo de trabajadores que hacían sus primeras experiencias de lucha. Todos se unían por primera vez en defensa de la dignidad de su trabajo y, por añadidura, de su propia dignidad.

La modificación de la Carrera Profesional de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, aprobada en un trámite exprés por la Legislatura, actualizó dramáticamente una situación de injusticia vivida por la enfermería porteña junto a otras profesiones, como la instrumentación quirúrgica y la licenciatura en bioimágenes: su permanente exclusión como profesionales de salud. Confinados al “escalafón general” de la Ciudad, tienen menos salario, más horas de trabajo, extensión horaria a menor valor que horas extras, imposibilidad de gozar de la licencia por estrés y bloqueo del pase automático a la carrera una vez obtenida la licenciatura universitaria. En paralelo, la reducción de la currícula de la Escuela de Enfermería Cecilia Grierson intenta descalificar la profesión y hacer inalcanzable la licenciatura.Todo con el objetivo de pagar salarios a la baja.

Además, esa ley recorta derechos adquiridos, aumenta la jornada laboral, ataca la organización sindical y establece el control autoritario de los directores que pasan a ser nombrados directamente por el gobierno. Se trata de una ley que no debe ser aplicada. ¡Enfermería y las otras profesiones deben pasar a carrera profesional directamente ya!

Por eso el alzamiento de la enfermería, el reclamo de ser considerados profesionales de salud, va contra el plan de ajuste en salud que el gobierno de Larreta desarrolla en varios ataques simultáneos: la reforma de la carrera, el desguace de los cinco hospitales monovalentes. La sobrecarga de funciones de los centros de salud comunitaria sin aumentar los recursos y la instalación de la Cobertura Universal de Salud son parte del mismo plan cuyo objetivo final es bajar los salarios de todo el personal de salud y que la población pague de su bolsillo la atención médica.

En esta lucha la base ha desbordado a la burocracia de Sutecba, el gremio mayoritario que no puede frenar el movimiento. Está surgiendo una dirección alternativa basada en las asambleas de hospital y se ha creado una coordinadora de delegados en la que a cada hospital le corresponde un voto. A esta incipiente conducción le corresponderá establecer la continuidad del plan de lucha, ganando para este movimiento al resto de los profesionales hospitalarios y a la comunidad.


El sector más explotado del sistema de salud

La Argentina tiene un déficit enorme de enfermería. Hay solo 192.000 enfermeros mientras los médicos ascienden a 172.000. Una relación prácticamente uno a uno. En cambio, en los países más desarrollados hay 4 enfermeros por médicos. En esos países hay 110 enfermeros cada 100.000 habitantes mientras que en la Argentina hay solo 42. Menos de la mitad. Este déficit está en la base de la sobreexplotación que sufre la enfermería en nuestro país. A esto tenemos que agregar los bajos sueldos que obligan a una enorme mayoría de trabajadores a tener doble empleo para completar un ingreso más o menos digno.

El desarrollo de las distintas disciplinas del cuidado de la salud sucedido en las últimas décadas también alcanzó a la enfermería y ha jerarquizado su lugar en el moderno concepto de “equipo de salud”. La enfermería no es más un oficio auxiliar. Es una disciplina en sí misma de nivel universitario. La contradicción entre el nuevo estatus de la profesión y el viejo trato de “auxiliar del médico”, incluyendo lo salarial, está presente en este levantamiento de la enfermería, explicando además por qué corrió como un reguero de pólvora por el país. Tucumán, Jujuy, Resistencia, Córdoba, Bahía Blanca, San Nicolás y otras ciudades fueron escenarios de marchas multitudinarias. Todas ellas plantean la reivindicación de la profesión que es también salarial, pero no solo salarial.