Dec 26, 2024 Last Updated 8:50 PM, Dec 24, 2024

Nuestro partido, como parte de la Unidad Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI) hace campaña permanentemente en apoyo al pueblo palestino, y es parte de todas las instancias unitarias de movilización cada vez que hay un ataque del Estado sionista de Israel en Gaza o Cisjordania.

Hemos denunciado la firma del tratado de libre comercio del Mercosur con Israel, en el caso argentino, por parte del gobierno kirchnerista, y siempre hemos exigido la ruptura de relaciones políticas y de todo tipo con Israel.

El año pasado, cuando visitó el país el primer ministro Benjamin Netanyahu, nuestro diputado en ejercicio Juan Carlos Giordano fue el único que presentó un proyecto de ley en el Congreso para repudiarlo. Posteriormente, nuestra diputada Laura Marrone viajó a Palestina para llevar la solidaridad de nuestro partido a ese pueblo heroico. Y el diputado Babá, del partido hermano brasilero, la CST, sufrió una campaña de calumnias del sionismo en ese país por solidarizarse con el pueblo palestino.
Consideramos que no habrá paz para el pueblo palestino si no se termina con el Estado terrorista y genocida de Israel y se le devuelven las tierras originarias que le fueron usurpadas con la creación artificial de ese Estado en 1948. Solo con un Estado único, laico, democrático y no racista, como parte de la lucha por una Palestina libre, reconociéndoles todos los derechos a ese pueblo para que puedan convivir pacíficamente, se podrá terminar con tantas muertes y opresión. Por eso valoramos a personalidades como Waters que, más allá de una visión distinta del mundo a la que tenemos los socialistas revolucionarios, tiene el enorme mérito de ser consecuente con su apoyo a las luchas justas, las “que iluminan al mundo”, como la causa palestina.

Escribe Miguel Sorans

Brasil es, luego de Venezuela, el punto más alto de la crisis política y social en América latina. El impactante resultado electoral del ultraderechista Bolsonaro es la expresión de esa crisis y del fracaso de la izquierda reformista latinoamericana. En particular de Lula, Dilma y el PT, que tuvieron más de 15 años de gobierno con ajuste y corrupción. El triunfo de Bolsonaro abre todo tipo de incógnitas y debates sobre el porqué del avance de la ultraderecha. ¿Por qué millones, incluidos trabajadores y sectores populares, le dieron el voto? ¿Brasil va hacia una dictadura o hacia un nuevo fascismo?

El debate está centrado en por qué triunfa alguien como Bolsonaro, una figura de ultraderecha, neofascista, con un equipo rodeado de ex militares que reivindican la dictadura de 1964. Bolsonaro triunfa no solo porque tiene un voto tradicional de derecha de clase alta y media alta, sino que gana con un amplio apoyo de sectores de la clase trabajadora y de pobres de las favelas urbanas. Bolsonaro sacó 57.800.000 votos y Haddad, del PT, 47.000.000. Fueron 10 millones de votos de diferencia.

El voto a Bolsonaro expresó, aunque en forma totalmente equivocada, el odio y la ruptura de millones de trabajadores con Lula y el PT. Fue un rechazo a decenas de años de gobierno del PT contra el pueblo trabajador y en beneficio de las multinacionales, el capital financiero y los grandes propietarios de tierras. A su vez, también expresó el descreimiento y la ruptura con todos los partidos tradicionales burgueses. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido histórico de la burguesía, posdictadura, y aliado del PT (Temer fue vicepresidente de Dilma) sacó el 2% de los votos en la primera vuelta. El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, sacó el 4,5%. O sea, quedaron pulverizados. A su vez, en primera vuelta, el PT, si bien llegó a la segunda, tuvo golpes claros. Dilma intentó salir senadora pero quedó en cuarto lugar y no entró en el Senado.

Bolsonaro ganó en la mayoría de los estados, en especial en los grandes, industriales y más politizados. Ganó en San Pablo, Mina Gerais, Rio Grande do Sul y Rio de Janeiro con un promedio del 65% de los votos. Ganó en el cordón industrial del ABC de San Pablo, base obrera histórica de Lula y el PT. El PT ganó en los estados más pobres y menos habitados del nordeste.

Este retroceso político en las masas es responsabilidad de la política de conciliación de clases del PT

El voto de millones de trabajadores a Bolsonaro expresa un claro retroceso político e ideológico. Esto ha abierto un debate en la vanguardia mundial sobre cuál es la causa de este giro electoral.

Los dirigentes del PT y la izquierda latinoamericana, que en estos años dieron el apoyo a los gobiernos seudoprogresistas de Chávez-Maduro, de los Kirchner, de Evo Morales y de Daniel Ortega, atribuyen esta derrota a una supuesta “onda conservadora” de las masas que, en el caso de Brasil, se habría iniciado con las jornadas de junio de 2013 cuando millones salieron a reclamar contra un tarifazo en el transporte y el aumento del costo de vida. Esto ocurrió bajo el gobierno de Dilma-Temer-PT. Entonces el PT calificó a esta protesta como “incentivada” por la “derecha” y que abrió el camino al supuesto “golpe de 2016”, cuando en realidad la rebelión popular de 2013 fue una genuina protesta de masas contra el gobierno ajustador de Dilma.

El PT hambreaba al pueblo y lanzaba tarifazos mientras hacía faraónicos estadios de fútbol para el mundial en pactos corruptos con Odebrecht. Por el odio popular a Dilma, el parlamento burgués hizo la maniobra de sacarla. No hubo ningún “golpe”. Y la crisis política y social no se detuvo. Temer llegó a tener el 2% de popularidad y hubo una huelga general en 2017. De este repudio de las masas surge el fenómeno Bolsonaro.

Con estos argumentos el PT y la izquierda reformista latinoamericana quieren eludir su responsabilidad en el surgimiento de Bolsonaro pretendiendo echarle la culpa a la gente “que se hace conservadora”. Pero ha sido el fracaso de los falsos modelos “nacionales y populares” o del llamado “socialismo del siglo XXI” de Chávez-Maduro los que llevan a esta confusión en el voto de millones de trabajadores y sectores populares. Gobiernos que no rompen con las multinacionales y el capital financiero y que ajustan al pueblo. Bolsonaro solo se explica por el odio y el rechazo popular que provocaron los gobiernos del PT. Las masas no se hacen “conservadoras” o de “derecha” sino que por su rechazo a los partidos del sistema capitalista, sean liberales o de la falsa izquierda, equivocadamente buscan castigar con su voto y caen en trampas electorales de la ultraderecha populista. Algo similar está pasando con el voto a Salvini en Italia, o a Le Pen en Francia.

Desde ya, no podemos minimizar este voto equivocado y peligroso. Pero en el caso de Brasil no creemos que sea un voto consolidado y estable a la ultraderecha. Las cosas son más contradictorias. Los trabajadores que votaron a Bolsonaro tienen la expectativa de que se termine con la corrupción, con la inseguridad y que mejore su nivel de vida. Nada de eso va a ocurrir. ¿Qué va a pasar cuando se acaben esas expectativas? Lo primero a tomar en cuenta es que en Brasil la clase obrera no está derrotada. El pueblo, así como castigó al PT, puede terminar castigando en las calles a Bolsonaro.

¿Se va hacia un régimen dictatorial o neofascista?

Bolsonaro es un político de ultraderecha o neofascista. Pero otra cosa es definir que desde el 1° de enero de 2019, cuando asuma, habrá un régimen nuevo, dictatorial o neofascista. Bolsonaro quiere acabar con la crisis política y social imponiendo un plan de explotación superior al actual, con represión y desconociendo las libertades democráticas. ¿Podrá hacerlo? Habrá que ver si el movimiento de masas lo permite. La clase trabajadora y los sectores populares no han sido derrotados en las calles. Bolsonaro solo ganó una elección. En 2017 la clase obrera brasileña hizo una huelga general histórica, además hubo centenares de huelgas en el país. El movimiento de mujeres y de la juventud con su movilización por Ele Não mostró su decisión de resistencia. Para que exista un cambio de régimen dictatorial tienen que imponer una importante derrota al pueblo trabajador. Y eso está por verse en las luchas por venir. Apostamos a favor de la movilización obrera y popular para derrotar los planes de Bolsonaro.

Escribe Miguel Lamas

Desde hace meses los trabajadores venezolanos vienen protagonizando importantes luchas sectoriales en el contexto de una hiperinflación que duplica los precios. Los salarios están reducidos en su poder de compra a un mínimo histórico en Venezuela equivalente a 10 dólares mensuales. El gobierno anuló los contratos colectivos y escalas salariales e impuso unas “tablas salariales” que consolidan sueldos de hambre.

En un contexto en el que no existen centrales sindicales independientes, se formó una intersectorial de trabajadores que unifica a importantes sectores que hoy se encuentran en lucha: salud, universitario, eléctrico, petroleros, Cantv, Metro de Caracas, trabajadores de diversos ministerios y de la Asamblea Nacional, CNE, entre otros, que vienen impulsando movilizaciones unitarias, especialmente en Caracas. Están representadas varias federaciones sindicales nacionales, Futpv (petroleros), Fapuv (profesores universitarios), Fetraelec (eléctricos), Federación de Trabajadores de Telecomunicaciones, Fetrasalud, Fetraesuv (empleados universitarios), así como sindicatos de base y organizaciones como la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-Cura) encabezada por Orlando Chirino y José Bodas, secretario general de la Futpv.

El martes 6 de octubre se llevó a cabo una jornada nacional de protesta con acciones en cada región, piquetes en los centros de trabajo, cortes de calles, concentración, marchas y otras actividades.

Los principales reclamos son el rechazo a las tablas salariales impuestas por Maduro, aumento de salario igual a la canasta básica indexado mensualmente, defensa de las contrataciones colectivas, contra los despidos, como el de la compañera Deillily Rodríguez, del Metro de Caracas; contra la represión a los trabajadores de Ferrominera del Orinoco, entre otras muchas violaciones al derecho a la protesta y a las libertades democráticas.

Este miércoles 7 se realizará un encuentro nacional sindical en Caracas con varios centenares de dirigentes y trabajadores de todo el país y distintos sectores laborales que están debatiendo un programa de lucha y un plan de movilización nacional, así como una declaración a los trabajadores de Venezuela. Y el jueves 8, en un acto en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, se harán públicos tanto el programa de lucha como las acciones de movilización a implementar.

En el empobrecido Haití, bajo ocupación de fuerzas militares de la ONU, con una mayoría en la extrema miseria, se destapó un escándalo de corrupción. Desde 2006 Venezuela entregaba petróleo subsidiado a través de la empresa Petrocaribe, del cual se beneficiaron grandes empresas y la corrupción oficial, pero no el pueblo. Una masiva protesta el 17 de octubre fue reprimida con un costo de dos asesinados y decenas de heridos. El presidente, Jovenel Moïse, tuvo que huir apedreado por los manifestantes mientras intentaba dar un discurso ante un monumento de Dessalines. Están previstas nuevas protestas en próximos días.

La UIT (CI) junto a dirigentes obreros, populares y de izquierda inició una campaña de solidaridad y difusión de la lucha del pueblo haitiano.

Sorpresivamente, tanto Nicolás Maduro como Evo Morales “felicitaron” al pueblo de Brasil por su “participación democrática” (dijo Morales en un twiter). Maduro le pidió a Bolsonaro “retomar como países vecinos el camino de las relaciones diplomáticas de respeto, armonía, progreso e integración regional, por el bienestar de nuestros pueblos”.

Alguno de sus simpatizantes podrá decir que son “meros saludos protocolares”. Pero no se conocen otras declaraciones donde Maduro y Morales lamenten el triunfo de este ultraderechista que ha apoyado las posturas de Trump, en especial sobre las sanciones a Venezuela.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

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