Dec 26, 2024 Last Updated 8:50 PM, Dec 24, 2024

Escribe José Castillo

El G20 es una organización creada para realizar reuniones “de consulta” entre jefes de Estado de los países miembros. Este tipo de encuentros nacieron cuando el capitalismo imperialista empezó a sufrir las consecuencias de la crisis económica global hace ya cuarenta años. Así fue que en 1973 se realizó la primera reunión entre las seis más importantes economías imperialistas de entonces: Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido. En 1976, con la incorporación de Canadá, se popularizó como Grupo de los 7 (G7). Buscaban mecanismos de coordinación para tratar de evitar las consecuencias más agudas de la crisis y, a la vez, descargar sus consecuencias sobre los países dependientes y semicoloniales. El G7 mantuvo sus reuniones desde entonces, con la incorporación formal de la Unión Europea a partir de 1992. Desde 1997 se comenzó a invitar a esas reuniones a Rusia, pasando definitivamente a denominarse G8 desde 2002.

En el marco de las fuertes crisis económicas de los años ´90 (el efecto Tequila mexicano en 1994, el Sudeste Asiático en 1997 o la rusa en 1998) y del nacimiento del movimiento antiglobalización en las movilizaciones de Seattle de 1999 contra la OMC, se decidió crear un nuevo organismo: el G20. Formalmente, los ministros de Finanzas de las potencias del G8 “invitaron” a sus pares de otros países (llamados “emergentes”, en la práctica los países semicoloniales y dependientes más grandes) a discutir políticas económicas comunes. En concreto, se trataba de una suerte de apriete sobre esos países para que aceptaran las políticas de ajuste, privatización, libre comercio y saqueo que definían las potencias imperialistas.

En 2008, en medio de la nueva crisis mundial, esta vez con epicentro en los Estados Unidos, el gobierno yanqui, con acuerdo de europeos y japoneses, decidió comprometer con más fuerza a los demás gobiernos en sus políticas de salvataje a los bancos (billones de dólares fueron direccionados para evitar sus quiebras, a costa de feroces ajustes sobre los trabajadores de todos los países). Así nació formalmente el G20 con reuniones anuales, llamadas cumbres de presidentes. A los países del antiguo G8 más la Unión Europea se les sumaron once: Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía. La primera reunión del G20 se realizó en 2008 y desde ahí las cumbres se celebraron sucesivamente todos los años, siendo esta la 13°.
En los hechos, las reuniones sólo aprueban los consensos que surgen desde las potencias imperialistas. Los demás países no deciden nada, jugando un rol para que los eventos parezcan “más representativos”. Aun así, las verdaderas decisiones internacionales sean políticas o económicas nunca se tomaron en un G20. Como muestra digamos que en solo dos de las últimas cinco reuniones se alcanzaron consensos mínimos.

Y las declaraciones que surgen, muchas veces unilateralmente de parte de algún país imperialista, nunca son a favor de las clases trabajadoras y los pueblos. Así, en la última reunión de 2017 en Hamburgo, el gobierno de Trump informó que los Estados Unidos se retiraban del acuerdo de París sobre reducción de gases para evitar el calentamiento del planeta. Por todo esto, lo más probable es que no se den grandes definiciones en la Cumbre de Buenos Aires, más allá de alguna declaración final formal de compromiso. Claro que, como tanto la economía como el propio dominio imperialista del planeta por parte de los Estados Unidos está en crisis, es posible que observemos nuevos capítulos de la llamada “guerra comercial” con China (se habla de una reunión bilateral Trump-Xi Jinping), de las disputas con Rusia en relación con el debate sobre el desarme nuclear, el reparto de influencias en Irán y Siria.
Como vemos, esta cumbre, como todas las anteriores, será un foro más donde los poderes imperialistas discutirán y alcanzarán acuerdos (o no) acerca del reparto en el saqueo de los pueblos y las riquezas del planeta.


Escribe Mariana Morena

El 27 de noviembre de 2008 un sicario asesinó a balazos a Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena, dirigentes obreros del sindicalismo combativo y el socialismo revolucionario opositores de la dirigencia sindical chavista. Diez años después el crimen no fue resuelto y los culpables siguen amparados por el gobierno.

El asesinato de Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena fue un golpe durísimo para el movimiento de trabajadores y el clasismo en Venezuela. Los tres eran dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) de Aragua, de la Corriente Clasista Unitaria Revolucionaria y Autónoma (C-cura) y de la Unidad Socialista de Izquierda (USI), corriente política que hoy constituye el Partido Socialismo y Libertad (PSL, sección venezolana de la UIT-CI). Gallardo era el presidente de la UNT-Aragua; Hernández, secretario general del sindicato de Pepsi Cola y reconocido líder comunitario, y Requena era un joven delegado de la empresa Produvisa. Su perfil como sindicalistas combativos, democráticos y revolucionarios les fue ganando el odio de empresarios y mafias sindicales y policiales vinculadas al PSUV y a la elite boliburguesa regional.

En la mira de la patronal
El 27 de noviembre de 2008 los tres dirigentes obreros sumaron su solidaridad a la lucha de los 400 trabajadores de Alpina, una multinacional colombiana productora de lácteos. Los obreros habían ocupado las instalaciones de la fábrica en Villa de Cura, en el estado de Aragua, amenazando con ir por la expropiación y el control obrero de la fábrica. Pasado el mediodía, la policía estatal irrumpió en la planta y arremetió brutalmente contra los trabajadores, hiriendo a cuatro de ellos. Pese al intento de desalojo, los obreros la recuperaron con apoyo de la población convocada por Hernández. Esa misma noche, los tres dirigentes fueron asesinados por un sicario en el restaurante de La Encrucijada, de la localidad de Cagua.
Al día siguiente una inmensa protesta social paralizó Aragua con una huelga regional, asambleas generales en todas las empresas y barrios populares, cierre de comercios, cortes de rutas y numerosas concentraciones con grandes retratos de los compañeros asesinados. Se impuso un reclamo unánime por una investigación transparente y rápida y por el castigo ejemplar de los responsables del crimen. El sábado 29, centenares de trabajadores y pobladores humildes se congregaron en tres entierros casi simultáneos para expresar su indignación y dolor, rendir homenaje y dar el último saludo a los dirigentes obreros asesinados.
En Villa de Cura hubo dos cuadras de gente esperando para ingresar en la sala donde se veló a Hernández. El cortejo fúnebre se transformó en una marcha hacia el cementerio municipal. Requena y Gallardo fueron enterrados en Maracay. Los trabajadores llevaron a hombros el ataúd de Richard y marcharon por las calles con música de Ali Primera, el cantante popular de Venezuela, coreando: “¡Richard vive! ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Unete! ¡Unete!”. Frente a la Casa de Gobierno se hizo un acto homenaje en el que hablaron, entre otros, dirigentes de la UNT-Aragua, Orlando Chirino y José Bodas por los petroleros de Anzoátegui, y Miguel Sorans por la Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) e Izquierda Socialista de Argentina. La solidaridad internacionalista se expresó en el saludo de numerosos dirigentes y organizaciones sindicales y políticas de Latinoamérica, Asia y Europa.

La intervención política y sindical antiobrera del chavismo
Inmediatamente, el gobernador electo de Aragua, Rafael Isea, advirtió que no permitiría más protestas por la presencia de “infiltrados” que intentaban “generar caos”. En esos días el presidente Hugo Chávez, que viajó a Maracay intentando debilitar la huelga regional convocada para el 2 de diciembre por la UNT-Aragua, aseguró en un discurso que el crimen sería investigado hasta las últimas consecuencias y que la policía local sería depurada. Promesas que no cumplió. Después, el mismo día de la exitosa huelga que impuso la conformación de una comisión investigadora con familiares de las víctimas y organizaciones sindicales, el ministro del Interior Tareck El Aissami (gobernador de Aragua en 2012 y vicepresidente de Maduro desde 2017) se encargó de instalar la hipótesis oficial de que el móvil del asesinato de los tres dirigentes era un “ajuste de cuentas”. Acusó a un trabajador de Pepsi Cola que se encontraba en la fábrica en la noche del crimen.
En realidad, las principales sospechas recayeron pronto en el mismo gobierno. El 23 de noviembre, por ejemplo, un grupo armado ligado a Aldo Lovera, el alcalde electo de Villa de Cura, efectuó amenazas y disparos frente a la planta de Pepsi Cola donde trabajaba Hernández. Tomás Pérez, líder de una mafia sindical “bolivariana” de la construcción y principal sospechoso de la autoría intelectual del crimen, nunca fue investigado, pero apareció el 23 de mayo de 2010 en el programa de televisión Aló Presidente, donde el mismo Chávez lo llamó “dirigente obrero bolivariano”. Más adelante, el 1° de agosto de 2010, el presidente aseguró en su columna de opinión “Las líneas de Chávez” que “en la Venezuela bolivariana no tenemos sindicalistas asesinados”.

No hay socialismo con “sicariato bolivariano”
Detrás de los discursos “anticapitalistas y antiimperialistas” de Chávez, Maduro y otros líderes del PSUV, su política de pactar con los grandes empresarios, las multinacionales del petróleo y los bancos los llevó a atacar el nivel de vida de los trabajadores y sectores populares, y a la represión de las protestas y la organización autónoma, democrática y combativa. Hay en total ocho dirigentes asesinados de C-cura y otros dirigentes combativos víctimas del sicariato “bolivariano”.
El chavismo lleva en su haber el asesinato selectivo de más de 200 dirigentes obreros, campesinos, indígenas, comunales y de diferentes movimientos sociales. Por todos ellos seguiremos luchando contra la impunidad con que el gobierno protege a los asesinos, y reclamando justicia en el camino de construir una corriente sindical autónoma y combativa y un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo oprimido. ¡Richard, Luis y Carlos, presentes en todas las luchas obreras, hasta el socialismo siempre!

 

Chile: Carabineros asesinaron a un dirigente mapuche

El Peñi Camilo Catrillanca fue ejecutado por los carabineros, con un balazo en la cabeza y por la espalda. Sucedió mientras manejaba su tractor junto a un menor de edad. El ministro del Interior sostuvo que fue baleado “accidentalmente”.
El MST (sección chilena de la UIT-CI) acusó al gobierno de matarlo para mantener la usurpación de sus tierras, beneficiando a las empresas forestales y latifundistas de la zona.


 Francia: La rebelión de los “chalecos amarillos”

El sábado hubo cerca de 3.000 manifestaciones, bloqueos y cortes de carreteras y autopistas. Los rebeldes, sin dirección ni organización sindical o política reconocida, se identifican con chalecos amarillos y son de zonas campesinas y ciudades chicas. Reclaman contra el gobierno conservador de Macron por la suba del precio de la nafta y el gasoil, el costo de vida y los impuestos. El próximo sábado anuncian la “paralización de París.


 Colombia: Fuerte represión a los estudiantes

Una gran movilización de estudiantes, indígenas y sindicatos de trabajadores protestaban el jueves pasado rechazando la política económica del gobierno de Duke, la rebaja de la financiación estatal a la universidad pública, el aumento del IVA y de la canasta familiar. Los estudiantes, a pesar de que se trataba de una marcha pacífica, fueron brutalmente reprimidos por la policía antidisturbios que detuvo a 119 de ellos, llevándoselos incluso en autos sin placas y con agentes de civil, dejando un número indeterminado de heridos y registrándose torturas de los detenidos.

Escribe Mercedes Beauvoir

Las elecciones de medio término en los Estados Unidos le dieron un golpe político al gobierno reaccionario de Trump. Los republicanos perdieron la mayoría en la Cámara de Representantes, donde los demócratas canalizaron la bronca contra Trump. Se produjo un voto castigo de diversos sectores sociales contra su discurso de odio, machista, misógino y racista en medio de la crisis que atraviesa la región por la caravana migrante. El gobierno queda debilitado y se profundiza la crisis de dominación imperialista norteamericana en un contexto internacional de roces interburgueses con China y la Unión Europea, mientras el capitalismo no logra superar la crisis económica mundial.

El pasado martes los resultados de las elecciones de medio término de Estados Unidos fueron un verdadero plebiscito de los dos años de gobierno de Trump. Los demócratas se quedaron con la mayoría de la Cámara de Representantes y los republicanos mantuvieron la de Senadores. Al final de la votación, Trump dijo en las redes sociales que fue “un éxito tremendo esta noche ¡gracias a todos!”, y recibió el saludo del neofascista Salvini de la Liga del Norte de Italia. Pero los republicanos no tienen nada para festejar. Perdieron las gobernaciones de Kansas, Wisconsin y Michigan, que fueron tres estados claves en su victoria de 2016.

Si bien el voto no es obligatorio en los Estados Unidos y la elección se realiza un día hábil, la votación fue la más grande en el país de los últimos años y terminó con un traspié para Trump que perdió un sector del electorado que votó por él en 2016, sobre todo entre los trabajadores de las industrias y los suburbios. Esto se explica por una combinación entre las amenazas de atacar el endeble sistema de salud Medicare y una economía que no logra repuntar. Asimismo, la exacerbación de su discurso de ultraderecha y racista hacia los migrantes junto con el envío de tropas hacia la frontera se expresó en que 69% de los latinos votó por los demócratas, número que llega a 90% entre las comunidades afroamericanas. 

En el plano internacional, el impacto de este resultado será equivalente al nivel de referéndum de su gestión. En otras palabras, aparece una debilidad relativa pero concreta como jefe del imperialismo mundial. Todo esto podría tener repercusiones en el marco de la “guerra económica” con China y en cómo se resolverá la caravana migrante. Pero, sobre todo, es un llamado de atención al reaccionario y neofascista brasileño Bolsonaro, quien asumirá el gobierno de Brasil e intentará imponer un plan de mayor explotación a las masas y recortes de las libertades democráticas, pero que deberá enfrentar la resistencia del movimiento #EleNão y de los trabajadores y sectores populares.

El proyecto reaccionario de Trump queda debilitado  

Desde que Trump asumió el gobierno de los Estados Unidos se abrieron importantes debates en la izquierda a nivel mundial sobre si su triunfo electoral era parte de una “ola conservadora” y acerca de si hay en el mundo un giro a la derecha de las masas. Interrogantes que surgieron de la victoria electoral de un ultraderechista en el gobierno, nada más y nada menos que en los Estados Unidos. Evidentemente, en un país con una baja movilización social, los republicanos tienen una base social de derecha, el voto del hombre blanco, tradicional y reaccionario. Pero muchos de los que votaron a Trump lo hicieron con fuertes contradicciones y por el fracaso de los ocho años de gobierno de Obama. No olvidemos que Obama frente a la crisis de 2008 realizó un claro salvataje a los bancos y grandes empresas, en detrimento de las necesidades de las masas.  

Trump asumió siendo el presidente más impopular de Norteamérica y en medio de las históricas movilizaciones del movimiento de mujeres. En la primera convocatoria de 2017, conocida como la Women´s March, miles de personas salieron en las principales ciudades del país contra la política machista, misógina y racista de Trump. Al año siguiente, la convocatoria se repitió e incorporó la denuncia de los intentos de recortes en la salud pública y las amenazas de avanzar contra el derecho al aborto. Y hace meses el movimiento de mujeres volvió a salir a las calles contra la política migratoria de Trump de separación de las familias.

En estas elecciones legislativas. Trump perdió el voto popular por un amplio margen de más del 8% a nivel nacional. Perdió en los sectores industriales, en los suburbios y en las grandes ciudades. Perdió entre los jóvenes y las mujeres. La división del voto entre republicanos y demócratas muestra la polarización social: mientras el voto conservador del sur, del hombre blanco y los sectores rurales fue al partido de Trump, la exaltación de su discurso reaccionario hizo reorientar el voto tradicional republicano de las clases medias de los suburbios y las mujeres blancas. El voto demócrata canalizó una mirada progresiva sobre las perspectivas en el país, fue un voto contra los recortes en la salud pública, contra los ataques a las mujeres y las identidades disidentes, los migrantes y la diversidad cultural. 

Hay un espacio para una izquierda independiente

Lo más llamativo de estas elecciones fue el lugar de las mujeres, las identidades disidentes y los migrantes. Las elecciones de medio término no solo tuvieron récord en la cantidad de mujeres candidatas, sino que por primera vez se eligieron representantes musulmanas y de pueblos originarios. Jared Polis será el primer gobernador abiertamente gay del país por el estado de Colorado; Rashida Tlaib, en Michigan, será la primera musulmana diputada. Y se destaca la elección de Alexandria Ocasio-Cortez en Nueva York, de origen portorriqueño, que con 29 años será la mujer más joven en entrar al Congreso y que se reivindica “socialista”. Este voto reflejó un ala más a la izquierda del Partido Demócrata, que en la elección presidencial se reflejaba con la candidatura de Bernie Sanders. Este voto a “izquierda” muestra que sigue existiendo un espacio para construir una alternativa de izquierda independiente de los dos partidos imperialistas (Republicano y Demócrata) que se alternan en el poder. Ante la negativa de Sanders de dar ese paso, deben ser la nueva vanguardia y los grupos de izquierdas y socialistas los que deberían tomar esa tarea.

En conclusión, este resultado plantea un límite al discurso racista, xenófobo y antiinmigración de Trump. La disputa entre los republicanos y demócratas tendrá nuevos capítulos en el Congreso. Pero lo más importante es que la elección marcó un golpe político para Trump. No significa la debacle del gobierno, pero sí es un voto crítico que se canaliza a través de los demócratas y expresa un movimiento de oposición a su proyecto ultrarreaccionario. Se agudiza así la crisis del gobierno de Trump y del imperialismo norteamericano.

Al menos siete palestinos murieron y más de quince resultaron heridos este lunes 12 en el área de Beit Lahia, en el norte de Gaza, tras los sistemáticos bombardeos del Estado sionista de Israel. Se trata de una nueva escala de violencia criminal por parte de Israel contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza que se inició el domingo.

Todo comenzó cuando una “fuerza especial” de Israel penetró en territorio de Gaza para realizar una “operación especial” y fue interceptada por una brigada de Ezedin al Qasam, brazo armado de Hamas. El propio Israel y sus fuerzas armadas tuvieron que reconocer que realizó una operación encubierta en territorio palestino: “Las fuerzas armadas confirmaron la muerte de uno de sus comandos infiltrados, un teniente coronel de operaciones especiales de 41 años, identificado solo con la letra M, cuyo cuerpo pudo ser evacuado” (El País, 13/11). En realidad, se trata de una nueva acción militar en territorio palestino para avanzar en su ocupación, que lleva 70 años, avalada por el imperialismo norteamericano.

Los bombardeos israelíes, con aviones caza F-16 y helicópteros artillados, comenzaron antes que Hamas ordenara lanzar cohetes sobre el territorio de Israel. Tuvieron el objetivo de permitir la retirada de las fuerzas especiales sionistas. Y ahora continúan en nuevas represalias contra el pueblo palestino. Los medios de comunicación buscan confundir y argumentar que hay un “enfrentamiento” como si el Estado sionista de Israel no estuviera realizando un genocidio sistemático para ocupar el territorio de la Franja de Gaza y Cisjordania. Sólo en lo que va del año más de 200 palestinos murieron por la violencia ejercida por el Estado de Israel.

Desde la UIT-CI repudiamos los bombardeos israelíes y estos nuevos crímenes del Estado sionista y racista de Israel. No hay salida para el pueblo palestino con la utopía de una posible “convivencia pacífica” entre los dos Estados. Llamamos a los pueblos del mundo a realizar acciones de solidaridad con el pueblo palestino y a levantar la exigencia de que sus gobiernos rompan relaciones con Israel.

¡Alto a la masacre en Gaza! ¡Basta de represión criminal al pueblo palestino!¡Libertad a todos los presos palestinos! ¡Basta del estado de apartheid de Israel! Solo con un Estado único, laico, democrático y no racista en Palestina podrá haber paz en la región. ¡Fuera el imperialismo de Palestina y todo Medio Oriente!

¡Apoyo incondicional a la resistencia del pueblo palestino!

Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
13/11/2018
 

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