Escribe Miguel Sorans
El jueves 31 de enero Guaidó anunció su plan económico que denominó Plan País. E insistió con la “ayuda humanitaria” que tanto preocupa a millones de venezolanos que siguen en el país como a los casi 3.500.000 de refugiados en el exterior. En realidad, el anuncio de la “ayuda humanitaria” es un instrumento del imperialismo para intentar presionar a los militares para que se pasen a las órdenes de Guaidó-Trump.No tiene una real finalidad de solidaridad humanitaria.
El anuncio del Plan País pone en claro cuáles son los planes de Guaidó y la derecha proyanqui. Se trata de generalidades que no llevan a cambios de fondo de los pactos del chavismo y Maduro, por ejemplo, con las multinacionales del petróleo. Ni en la cuestión de los pagos de la deuda externa. Por el contrario, Guaidó llamó a Rusia y a China, principales acreedores de Maduro, a pactar con él, que les va a garantizar cobrar todas sus deudas. “A China y Rusia también les conviene un cambio de gobierno en este país. Maduro no protege sus inversiones”, citó Guaidó (Clarín, 1º/2/2019). Y agregó: “La determinación del gobierno de transición que estamos conformando es la de honrar todos los compromisos que haya adquirido la República, […] Las autoridades chinas saben que mientras Maduro usurpa el poder, nunca podrán cobrar esa deuda” (Clarín, 2/2/2019).
Guaidó nunca habló de qué va a hacer con el salario, la salud, la educación, la desocupación o la inflación. Pero sí les garantizó que seguirá pagando la deuda. Nada dijo de cambios en el área petrolera. Todo esto confirma, como propone el PSL, que se trata de un nuevo plan antiobrero y que no puede encarar la crisis humanitaria pues los fondos para la emergencia deben provenir de parar los pagos de la deuda, con grandes y excepcionales impuestos a los de arriba, estatizando el petróleo al 100%, sin las multinacionales y nacionalizando la banca y el comercio exterior para parar la fuga de capitales y las maniobras con el dólar. Con esa masa de miles de millones de dólares se podría poner en marcha un verdadero plan obrero y popular de emergencia y empezar a cubrir las necesidades más urgentes. El Plan País es más de lo mismo contra el pueblo trabajador.
Escribe Miguel Sorans, Dirigente de la UIT-CI y de Izquierda Socialista
La crisis política y social de Venezuela abre todo tipo de dudas y debates sobre su realidad y qué va a pasar. Como socialistas revolucionarios queremos ser claros ante esos debates. Rechazamos categóricamente toda injerencia imperialista como cualquier intento de golpe por parte de Trump, Guaidó y la derecha proyanqui. De la misma manera decimos: no a Maduro y a su gobierno cívico-militar hambreador y represivo. Estamos por la movilización autónoma del pueblo trabajador para imponer una salida obrera y popular a la crisis.
Donald Trump volvió a amenazar con una intervención militar en Venezuela. Es una “opción”, dijo en una entrevista a CBS, una cadena de noticias norteamericana. La semana anterior su gobierno decretó el bloqueo a las cuentas en Estados Unidos de la venta diaria de 500.000 barriles de petróleo venezolano. Rechazamos el intervencionismo del imperialismo en Venezuela. En nombre de las “libertades” el reaccionario Trump busca imponer a su hombre, Juan Guaidó, con un golpe militar y hasta amenazando con una intervención militar. De la misma manera rechazamos el mismo reconocimiento de los gobiernos capitalistas de la Unión Europea (España, Reino Unido o Alemania), o de los Bolsonaro o Macri en Latinoamérica.
No son ellos los indicados para hablar de “libertades” y de derechos sociales”. Los gobiernos de los Estados Unidos y del imperialismo europeo desde siempre han avalado todo tipo de intervención militar y genocidio contra los pueblos del mundo. Menos puede hablar de derechos “sociales” el gobierno de Macri, que ajusta de la mano del FMI. Como corriente internacionalista impulsamos acciones unitarias contra la injerencia imperialista y la intentona golpista proyanqui, pero esto no significa que demos apoyo al régimen dictatorial y hambreador de Nicolás Maduro. Nadie que se diga de izquierda puede seguir sosteniendo a Maduro. Su gobierno no es de izquierda ni socialista. Es una dictadura apoyada por los militares “bolivarianos”, la “boliburguesía” y las multinacionales petroleras (Chevron, Total, Shell, Repsol, entre otras). Su falso “socialismo del siglo XXI” es el responsable del hambre que vive el pueblo venezolano con salarios de 6 dólares. La debacle social provocada por Maduro es la que ha llevado a agrandar a la derecha proyanqui y a que miles y miles de venezolanos caigan en la confusión de creer que políticos de derecha los pueden sacar de esa grave crisis social y humanitaria.
Una contraofensiva de la derecha proyanqui
Está en curso una contraofensiva de la derecha venezolana proimperialista (ex MUD) que busca utilizar el odio generalizado contra Maduro y la movilización popular para intentar que se produzca un golpe militar. Quiere así recuperarse del fracaso de 2017 que llevó al estallido de la MUD y a su creciente desprestigio popular. La vieja derecha busca volver al poder para ser ellos los que primen en los negocios capitalistas y no la “boliburguesía”.
Aún no lograron dividir a las fuerzas armadas, ya que gran parte de su alta oficialidad participa de los negociados del régimen.
El llamado de Guaidó a los militares, luego de autodesignarse presidente, apunta al golpe con el “proyecto de la amnistía” a los que se rebelen. Esta es la postura también de Trump y de sus aliados del Grupo de Lima. La mayor parte de la Unión Europea, salvo Italia, reconoció a Guaidó pero con el matiz de buscar una salida negociada de Maduro. Esto se va debatir en el encuentro de Montevideo del 7 de febrero convocado por el gobierno del Frente Amplio de Uruguay.
La contraofensiva de la derecha venezolana intenta evitar que estalle una movilización popular revolucionaria espontánea o semiespontánea que, sin su dirección, termine derribando a Maduro. Quieren evitar una revolución como las que se dieron en el norte de Africa y Medio Oriente en 2011.
Ni Trump, ni Guaidó, ni un golpe. A Maduro lo tiene que sacar el pueblo movilizado en forma autónoma
Mientras no se produzca una invasión imperialista ni un golpe seguimos apoyando a los que luchan por terminar con el régimen dictatorial y hambreador de Maduro a través de una movilización obrera y popular independiente de Maduro y de Guaidó. Esta es la propuesta de nuestra organización hermana, el PSL, que encabezan dirigentes obreros como Orlando Chirino y José Bodas, secretario general de la federación de obreros petroleros Futpv. El PSL llama a impulsar una movilización independiente en la perspectiva de lograr un gobierno de los trabajadores que imponga medidas sociales de emergencia que partan de lograr que el petróleo sea 100% estatal, sin empresas mixtas, y el no pago de la deuda (ver declaración del PSL 28/1).
El punto crítico del proceso sigue siendo la falta de una dirección política y sindical independiente del chavismo-Maduro y de la ex MUD-Guaidó. Por ahora el odio popular a Maduro lo canaliza masivamente la derecha proyanqui. A sus movilizaciones van trabajadores y sectores populares que fueron base social del chavismo junto a sectores de clase media alta conservadora. Maduro solo hace actos, como los del 20° aniversario del chavismo del 1º de febrero, más raleados, apoyados por el aparato del PSUV y los uniformados. Durante 2018 surgió un organismo muy positivo que reflejó las huelgas y protestas sindicales contra el ajuste de Maduro, que es la Intersectorial Sindical de Venezuela (ISV). Pero en la coyuntura no se pronunció por diferencias internas. Desde el PSL y su corriente sindical C-Cura, junto con otras corrientes y dirigentes sindicales, llaman a la ISV a que se pronuncie contra la injerencia imperialista y con autonomía frente a Maduro y Guaidó, como a seguir movilizando y en el sentido de convocar a un plenario o encuentro sindical independiente, autónomo, para generar una alternativa política y sindical de los trabajadores y del pueblo venezolano, distinta de Maduro, Guaidó, los militares o el imperialismo*.
*Ver video en www.laclaseinfo
Escribe Miguel Sorans
En las polémicas que tenemos con compañeros que se reivindican peronistas kirchneristas o sectores de izquierda que siguen defendiendo a Maduro y al chavismo nos acusan de “aliados del golpe” o de la “derecha yanqui” porque nos negamos a apoyar al gobierno de Maduro. “Ustedes los trotskistas siempre a contramano”. “También ayudaron a que ganara Macri con su no apoyo a Scioli” en la segunda vuelta. Son todos argumentos falsos. Scioli perdió porque millones de trabajadores peronistas por bronca y con la nariz tapada votaron a Macri, no fue responsabilidad del FIT. Perdieron por culpa de la política desastrosa antiobrera y corrupta de Cristina, Scioli, De Vido, Guillermo Moreno y Aníbal Fernández. Ni sumando los votos del FIT le ganaban a Macri. El gobierno de Cristina le hizo el juego a la derecha liberal macrista.
Ahora pasa algo parecido. Lo que le hace el juego a la derecha y a Trump en Venezuela es el desastre hambreador y represivo del gobierno de Maduro junto a los militares y las multinacionales del petróleo. Hace veinte años la vieja derecha venezolana había casi desaparecido. Por eso Chávez le decía los “escuálidos”. ¿Pero quien los “engordó”? ¿Nosotros los trotskistas? ¡No! Los “engordó” el chavismo, que mientras decía que estaban “construyendo el socialismo del siglo XXI” pactaba con las multinacionales hacer empresas mixtas en petróleo, o con los banqueros nacionales y extranjeros, mientras mantenían salarios de hambre, la inflación, el desabastecimiento y no se respetaban los contratos colectivos de trabajo. O no se hacía ninguna reforma agraria para incentivar la producción nacional alimentaria. O sea: se siguió con el capitalismo aplicando ajustes al pueblo. Así, incentivando la bronca popular, favorecieron que la derecha creciera. Maduro y el chavismo le hicieron “el juego a la derecha” favorenciendo su vuelta.
La falsa consigna “Si no estás con Maduro, estás con la derecha y el golpe” es una maniobra lanzada por Maduro y que acá repiten los sectores chavistas y kirchneristas para buscar confundir a los luchadores. Buscan confundir para que se apoye al gobierno hambreador de Maduro de cualquier forma. De esta manera incluso dividen a todos los que queremos repudiar la injerencia imperialista en Venezuela, aunque no apoyemos políticamente a Maduro. Tampoco van a lograr ensuciar con estos ataques a nuestra corriente que, cuando hubo realmente un golpe en Venezuela, en abril de 2001, contra Hugo Chávez, se movilizó en las calles contra el golpe de Carmona y los militares. Lo hicimos pese a no coincidir con la política de Chávez. Lo mismo hicimos luego en el paro sabotaje (lockout patronal) petrolero de fines de 2002. Hasta nuestro dirigente petrolero Bodas fue condecorado por Chávez por su actuación en el movimiento petrolero.
Nosotros siempre fuimos claros. Siempre repudiamos cualquier golpe o intento de golpe imperialista. Ese repudio no puede significar callar nuestras denuncias contra Maduro.
A los que todavía apoyan a Maduro les queremos llamar la atención sobre las tibias medidas que ha tomado frente a la injerencia imperialista. Maduro anunció la ruptura de relaciones con los Estados Unidos e hizo nuevos discursos “antiimperialistas”. Pero no ha tomado ni toma ninguna medida con las multinacionales del petróleo asociadas con Pdvsa, que corresponden a los países que reconocen a Guaidó. Hasta ahora Maduro no ha expropiado y expulsado a la norteamericana Chevron o la Total francesa, a la Shell británica-holandesa, o a Repsol de España. Tampoco deja de pagar la deuda externa ni rompe con la banca extranjera y con otras multinacionales mineras. La medida más “fuerte” que ha anunciado es “salir a juntar miles de firmas” para presentarlas en la Casa Blanca, o sea a Trump, en los Estados Unidos.
La rotura de un dique minero en Brumadinho, Minas Gerais, causó una de las mayores catástrofes ambientales del mundo. Un río de desechos químicos venenosos arrasó un pueblo, mató a más de 300 personas (aún no se conoce el total exacto porque hay 200 desaparecidos) y destruyó totalmente 270 hectáreas de bosques, donde no quedó vida animal ni vegetal, además de daños ambientales incalculables en toda la cuenca del río Paraopeba.
El periódico de nuestra organización hermana la CST/PSOL titula “No fue accidente, fue un crimen”. Y efectivamente la rotura del dique se podría haber evitado con mejores materiales. Pero la multinacional minera Vale prefirió ahorrar en materiales y corromper a las autoridades tanto del gobierno del PT, como de su sucesor Temer. Para peor Jair Bolsonaro, el nuevo presidente, prometió a empresarios eliminar los controles ambientales.
Bajo la presión de seis semanas de movilizaciones de los chalecos amarillos y de sectores de base sindicales que participan, la burocracia sindical de la CGT se vio obligada a llamar a una huelga general nacional el 5 de febrero. Dirigentes de los chalecos amarillos llamaron a unirse al paro y a la huelga general por tiempo indefinido por “Macron dimisión” (presidente de Francia). Adhieren otras centrales sindicales. La UIT-CI comunicó su apoyo a la huelga y el llamado a la solidaridad internacional y actos ante embajadas y consulados en apoyo a la lucha obrera y popular en Francia (ver comunicado completo en www.uit-ci.org).