Miguel Sorans (*)
Este tercer tomo cierra el excelente estudio e investigación de Ricardo de Titto sobre el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Argentina. Que fuera uno de los principales partidos trotskistas del mundo de la década del 70 del siglo XX, y que llegó a tener varios miles de militantes.
Impulsado por Nahuel Moreno y otros dirigentes, el PST se fundó en 1972 (ver tomo 1) e hizo escuela en las filas de la izquierda revolucionaria sobre la pelea por la independencia de clase y cómo construir un partido revolucionario internacionalista en las luchas y las elecciones.
Su experiencia y su crecimiento se desarrollaron al calor del acierto político y la audacia de enfrentar, ante los pactos políticos, las convocatorias electorales y las permanentes luchas de aquellos años, nada más y nada menos que a Juan Domingo Perón, líder indiscutido de los trabajadores argentinos y que volvió en 1973, luego de 18 años de exilio.
Los militares, el radical Balbín y el aún exiliado Juan Domingo Perón fueron pactando un gran acuerdo nacional con el objetivo de canalizar el ascenso de la clase obrera iniciado por el Cordobazo de mayo de 1969 (ver tomo I). Sus pilares fueron la legalización del todavía proscripto peronismo, el retorno de Perón al país y la convocatoria a elecciones generales. El sector de “izquierda” del peronismo, la Juventud Peronista y la guerrilla de los Montoneros acompañaron el acuerdo desde un supuesto “socialismo nacional” que sería alentado por el propio Perón. Ante las elecciones, el PST fue la única alternativa política electoral de clase, enfrentando al radicalismo y particularmente al peronismo (con sus fórmulas Cámpora-Solano Lima y luego directamente Perón-Perón) llamando a votar a candidatos obreros y socialistas.
Los militares entregaron el poder en 1973. El peronismo ganó ambas elecciones. Perón volvió y asumió la presidencia en octubre de ese año. Pero las luchas de la clase obrera (mayoritariamente peronista) no pararon.
El Pacto Social (ahora lo llamaríamos ajuste antiobrero y proimperialista) de la patronal, la burocracia sindical y el gobierno de Perón y luego su esposa Isabel, fue resistido por oleadas de huelgas en todo el país. A su calor se fortalecían nuevos dirigentes combativos.
Desde el gobierno, todavía en vida de Perón, se alentó la actuación de bandas fascistas, grupos paramilitares alimentados por sectores de la burocracia sindical y de ultraderecha del PJ, que se hicieron conocer como las Tres A.
El PST no se sorprendió por la política cada vez más reaccionaria del gobierno peronista. El nuevo fenómeno dio lugar a una polémica sobre el camino para combatir a las bandas fascistas y evitar el peligro de que se fuera agrandando y finalmente derivara en un golpe, como lamentable ocurrió. La polémica se instaló con la guerrilla y otras fuerzas de izquierda y sindicales.
Nahuel Moreno en el acto de despedida a los tres compañeros asesinados en General Pacheco (mayo 1974-Tomo II) señaló claramente que al fascismo no se lo discute, sino que se lo combate en su mismo terreno y con la movilización. En nombre de la dirección del PST, Moreno hizo la propuesta de constituir brigadas o piquetes antifascistas unitarios obreros y populares. Lamentablemente solo Rodolfo Ortega Peña, dirigente del Peronismo de Base, respondió positivamente. El resto de las fuerzas lo rechazaron. Ortega Peña fue asesinado dos meses después.
Este tercer tomo toma el período más agudo de la lucha de clases, desde la muerte de Perón y con la creciente crisis del gobierno de Isabel y de inestabilidad para la burguesía y el imperialismo. El PST estuvo en primera fila impulsando los conflictos antipatronales y contra el gobierno peronista. Al mismo tiempo, denunciaba el peligro golpista, que iba tomando cuerpo a medida que Isabel mostraba su impotencia para derrotar a los trabajadores. Por otro lado, las acciones cada vez más aisladas e irresponsables de la guerrilla de Montoneros y el PRT-ERP solo servían para exacerbar la represión.
EL PST dio la batalla por formar una nueva dirección del movimiento obrero. En la lucha de los metalúrgicos de Villa Constitución (capítulo 2) los dirigentes sindicales del PST propusieron una coordinadora nacional de los sindicatos combativos opositores a la burocracia sindical peronista, (capítulo 4 del Tomo 2) pero fue rechazada por las direcciones de Tosco (amigo del PC y de los sectores pro ERP), Salamanca (del maoísta PCR, hoy CCC), Piccinini y, especialmente, con los dirigentes sindicales ligados a la JTP (Montoneros). Así se fue desaprovechando la posibilidad de ir formando una nueva dirección alternativa. Esta sería una constante de estos dirigentes y organizaciones, tanto ante las huelgas de junio-julio de 1975 que enfrentaron y derrotaron al Plan Rodrigo, como luego con las huelgas y el resurgimiento de las coordinadoras zonales previo al golpe de marzo de 1976. El capítulo VII muestra como el PST se fue quedando solo en esa pelea.
A diferencia de la guerrilla, el partido se mantuvo firmemente aferrado a su política de pegarse a las luchas del movimiento obrero para enfrentar a la reacción. Contra el pronóstico de la guerrilla y de los escépticos, en junio de 1975 la clase obrera argentina hizo la primera huelga general contra un gobierno peronista. Así fue que se echó a López Rega, el jefe de la Triple A y cayó el Plan Rodrigo. Lamentablemente no alcanzó; no pudo surgir una nueva dirección que superara a la burocracia y al peronismo y encabezara una movilización multitudinaria que pudiese frenar el golpe de marzo del 76.
El PST siempre pagó con sangre su valentía. Bajo los gobiernos de Perón y de Isabel tuvo trece asesinados y numerosos presos. Esta obra muestra aquellos intensos años de lucha en que se forjó el “glorioso” PST. Cuando en 1982 cayó la dictadura genocida, el PST había sufrido la pérdida de más de cien compañeras y compañeros asesinados y desaparecidos.
(*) Dirigente de Izquierda Socialista, de Argentina, y de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI). Nació el 17 de marzo de 1947, en Buenos Aires. Inició en 1966 su militancia en el PRT, en la corriente trotskista fundada por Nahuel Moreno. Fue integrante de la Comisión Interna (Smata) de la empresa Chrysler y dirigente de la huelga de 1971. Luego fue dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en la clandestinidad. En 1979, viajó a Nicaragua para integrar la Brigada Simón Bolívar, que combatió junto a los sandinistas contra la dictadura de Somoza. Encabezó la toma de la ciudad-puerto de Bluefields en la Costa Atlántica. En 1980 militó en Brasil. En 1981 militó en el Perú, cuando Hugo Blanco era legislador junto a una bancada de luchadores trotskistas integrada por Enrique Fernández Chacón y Ricardo Napurí. Escribe en El Socialista (www.izquierdasocialista.org.ar) y en Correspondencia Internacional (www.uit-ci.org)
Ricardo de Titto es historiador, investigador y ensayista. Ha publicado más de veinte libros de historia argentina y americana. Dirigió la colección "Claves del Bicentenario". Sus últimas obras son Historia argentina en 25 episodios; Yo, Sarmiento; Las dos independencias argentinas y Coral, el último socialista. Es autor de Historia del PST. Tomos I y II (CEHuS, 2016 y 2019) y de los prólogos a El pensamiento del socialismo y la izquierda y Método de interpretación de la historia argentina, de Nahuel Moreno (El Socialista, 2012). |
Para consultas y compras
whatsapp: +54 9 11 6258-8523
“Hay en Moreno una originalidad para ‘leer’ la realidad desde el punto de vista del marxismo que merece ser destacada. Sin salir de lo que podríamos denominar la ‘ortodoxia’ (el mismo Moreno se autodefinía como ‘del trotskismo ortodoxo’), la fidelidad de clase y de principios al ‘hilo rojo’ de los maestros, insistía en que el marxismo es lo opuesto al dogma de la burocracia stalinista, no tiene ninguna ‘biblia’, es una totalidad abierta. Promovía las lecturas críticas, y no temía decir que alguno de nuestros grandes maestros se había equivocado en tal o cual definición puntual, o que cambios en la realidad llevaban a modificar alguna de sus afirmaciones. Para sí mismo también usaba ese criterio, señalando errores o rectificaciones en su propia obra".
“En este juego simultáneo de apertura y fidelidad a la ‘ortodoxia’ y los principios, Moreno produjo su original elaboración marxista siempre vinculada al seguimiento estricto de la realidad y sus cambios, al desarrollo de la lucha de clases y a la construcción de los partidos revolucionarios e internacionalistas. Buscó responder a los nuevos fenómenos de la realidad desde la segunda guerra mundial y del asesinato de Trotsky, interviniendo audazmente y con mucha seriedad en los debates y las luchas políticas desde la posguerra”.
Reconstrucción e investigación por Mercedes Petit y Reynaldo Saccone
Anexo textos de Carlos Marx, "Tesis sobre Feuerbach", "El trabajo enajenado".
Comenzó su militancia en el trotskismo y en el movimiento obrero a comienzos de la década del 40. Desde 1948 se sumó a las actividades de la Cuarta Internacional. En su dilatada experiencia con el objetivo de desarrollar un partido revolucionario obrero e internacionalista incluyó una permanente elaboración política y teórica.
Para consultas y compras
whatsapp: +54 9 11 6258-8523
https://listado.mercadolibre.com.ar/_CustId_364700634
¿Por qué a nombre del "Estado de Israel" se produce el genocidio palestino?
A fines del siglo XIX surgió en Europa un movimiento, el sionismo, impulsado por la burguesía imperialista y destacados multimillonarios judíos, como Rothschild. En aquel entonces, los judíos pobres eran víctimas de ataques (pogroms) en los imperios austro-húngaro y zarista, como parte de la represión contra los trabajadores, campesinos y distintas minorías oprimidas.
El sionismo se propuso impulsar la formación de un “estado” teocrático, basado en la religión, apartando así a las masas judías -mayoritariamente pobres campesinos, artesanos, pequeños comerciantes y trabajadores-, de la lucha de clases de sus respectivos países, y en particular, de la influencia de los partidos marxistas revolucionarios que se nutrían de muchísimos luchadores judíos.
El 14 de mayo de 1948 sionismo consolidó la invasión y, desde entonces, la resistencia palestina cuenta miles de muertes. Pero el repudio internacional al Estado enclave de Israel crece, existe el movimiento por el boicot económico que agrupa a organizaciones de izquierda y de derechos humanos en todo el mundo, como también a músicos y personalidades.
Este texto desarrolla una investigación sobre esa historia, sus profundos intereses políticos y económicos y cuál es la política revolucionaria que proponemos al respecto.
Para consultas y compras
whatsapp: +54 9 11 6258-8523
Libro PDF
DESCARGA
Libro impreso
https://listado.mercadolibre.com.ar/_CustId_364700634
Presentación
Hace 60 años, el 14 de mayo de 1948, el movimiento sionista institucionalizó en el territorio palestino el Estado de Israel. Se consumaba un operativo de expulsión de casi un millón de habitantes nativos, la mayor parte sencillos campesinos. Los cientos de miles que quedaban se transformaban en "ciudadanos de segunda", en parias en su propia tierra. En el mundo, todavía era muy fresco el recuerdo el recuerdo de la masacre sufrida por los millones de judíos en manos de Hitler y los nazis. La propaganda del sionismo, con la complicidad de prácticamente todos los gobiernos imperialistas y de la URSS sojuzgada por Stalin, permitió la instalación de un mito: "una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra". Las voces de condena fueron casi inaudibles.
Los palestinos nunca bajaron los brazos, nunca dejaron la resistencia. Y en la década del sesenta comenzaron a hacerse oír. Surgió la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), liderada por el legendario Yasser Arafat (1929-2004). La Guerra de los Seis Días, en 1967, cuando Israel arrancó nuevos territorios a los vecinos Egipto, Jordania y Siria, confirmó el carácter agresivo y expansionista del sionismo. Los palestinos no se acobardaron. En 1969, mientras se los denunciaba como terroristas en una feroz campaña mundial, hicieron su llamado al mundo: "Por una Palestina laica, democrática y no racista".
En diciembre de 1973, el PST ( Partido Socialista de los Trabajadores) publicó este trabajo que hoy reeditamos: Palestina: Historia de una colonización, en su Revista de América Nº 12. Era parte de su campaña por el apoyo a la lucha de este pueblo oprimido. Fue una investigación muy documentada, que, con los elementos disponibles entonces, demostraba exhaustivamente el carácter invasor y proimperialista del sionismo y su engendro, ese “país” enclave instalado a sangre y fuego en Palestina.
Los gobiernos y los distintos sectores de la burguesía árabe oscilaban entre sus capitulaciones al imperialismo, y al propio Israel, y sus medidas esporádicas de rechazo, como la guerra de 1973. El oprimido pueblo palestino padecía todo tipo de sufrimientos, dentro de las fronteras del invasor y en los distintos países árabes que le daban refugio. No existían ni una conducción ni aliados consecuentes que permitieran una sólida respuesta y eso daba respiro a Israel.
En 1978, el gobierno egipcio dio un paso decisivo hacia la traición, cuando en negociaciones con Estados Unidos e Israel, en Camp David, firmó con el presidente James Carter el reconocimiento de la existencia de Israel, a través de la utopía prosionista y proimperialista de los “dos estados”. Antes de culminar el siglo XX, en 1993, lo siguió en ese camino Yasser Arafat, el líder de la OLP. Vano intento de darle al invasor un reconocimiento imposible. El pueblo oprimido nunca dejó de luchar.
En el siglo XXI, la movilización permanente y los sufrimientos de la población de Gaza y Cisjordania han ido ocupando cada vez más el centro de la escena. En Medio Oriente y todo el mundo es cada vez mayor la crisis, el debilitamiento y el desprestigio de Israel. La causa palestina gana creciente apoyo.
Existe actualmente un movimiento que impulsa el boicot económico, la desinversión y sanciones contra Israel. La guerra que hizo contra el Líbano en 2006, cuando bombardeó Beirut hasta su casi destrucción, fue una tremenda derrota y un nuevo golpe a su falsa legitimidad. Y las imágenes cotidianas de los ciudadanos de Gaza y Cisjordania, bombardeados, reprimidos, sin comida, sin agua ni luz, son la demostración más evidente de que en Palestina hay un invasor genocida. Ese es “el problema” del Oriente Medio. Por eso no hay paz en esa región desde hace 60 años (y en realidad bastante más).
Estos hechos hacen que las voces que denuncian al sionismo y a Israel son cada vez más numerosas y fuertes. Veamos dos ejemplos. Desde 2004 se viene difundiendo, luego de décadas de ser prácticamente ignorado, el fuerte movimiento contra Israel y el sionismo por parte de sectores religiosos judíos, que lo denuncian como totalmente opuesto a su tradición (véase Yakov Rabkin, Contra el Estado de Israel: historia de la oposición judía el sionismo, Planeta, 2008). En un ángulo opuesto, podemos mencionar el último libro de ese histórico amigo de Israel, el expresidente Jimmy Carter. En 2006 publicó Palestine: Peace not Apartheid (Palestina: Paz, no Apartheid), donde dice: “La situación de Palestina ahora, la confiscación de sus tierras, la imposibilidad de sus gentes para protestar por lo que ocurre, la construcción del ‘muro’ dentro de su territorio, y la total separación de israelíes de los palestinos son, en muchas formas, condiciones bastante peores que el apartheid en Sudáfrica”.
En este contexto que empieza a recuperarse y viene tomando cada vez más fuerza la idea de que para “solucionar” el problema del Oriente Medio hay que lograr “un estado palestino laico y democrático”.
Para actualizar la investigación de 1973 y dar información sobre muchos de estos elementos que mencionamos, publicamos otros textos, y al final una cronología sobre el surgimiento del sionismo y la lucha palestina, desde 1897 a 2008.
Buenos Aires, junio 2008.
Presentación
Por Reynaldo Saccone*
* Reynaldo Saccone es integrante de Izquierda Socialista. Estudiaba medicina cuando ingresó en 1965 al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que encabezaba Nahuel Moreno. Colaboró en los periódicos partidarios La Verdad y Avanzada Socialista. Durante la dictadura, proscripto el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), participó en organismos de oposición pública al régimen. En los ’80, fue miembro de la redacción de Correo Internacional, que dirigía Moreno. Es parte de la conducción del Sindicato de Profesionales de Salud de la Provincia de Buenos Aires, de cuya fundación participó y del que fue presidente.
El 1º de octubre de 1949 triunfaba la revolución en China, el país más poblado del planeta. Ese día, cayó la dictadura de Chiang Kai-shek, sanguinario gobierno del Frente Nacionalista (Kuomintang) y los terratenientes y tomó el poder el Partido Comunista chino. Lo encabezaba Mao Tse-tung, conductor del Ejército Popular de Liberación, y máximo dirigente de una multitudinaria revolución campesina que durante años enfrentó a la dominación japonesa y luego al Kuomintang en una prolongada guerra de guerrillas.
El libro que hoy presentamos trata de este colosal proceso revolucionario, el más importante del siglo XX después de la revolución rusa. No se trata de una historia de la revolución. Es una colección de textos políticos producidos al calor de los acontecimientos con el objetivo de analizar los distintos momentos de aquel proceso y su ensamble con la realidad internacional, destinados a armar programáticamente y a orientar la lucha de los revolucionarios. Una sucinta cronología, permite orientar al lector en la sucesión de hechos fundamentales de la historia del coloso asiático.
El corazón de esta publicación lo constituye La Revolución China e Indochina, el trabajo escrito por Nahuel Moreno en 1967, en pleno desarrollo de la “revolución cultural”, a pedido de Ernest Mandel, quien dirigió la edición del libro 50 Years of World Revolution 1917-1967, An International Symposium, Merit Publishers, New York, 1968.
Moreno no tenía la ventaja del historiador que analiza los acontecimientos post factum, una vez sedimentados. Por el contrario, como dirigente revolucionario debió dar respuesta a los problemas políticos, y aún teóricos, a medida que el desarrollo tumultuoso de esta gran revolución los iba planteando. Entre los nuevos desafíos teóricos que generó el proceso chino no es menor la originalidad del carácter de clase de la revolución. A diferencia de la revolución rusa de 1917, claramente hegemonizada por la clase obrera urbana, la china fue sostenida, y llevada al triunfo por el campesinado. No fue una insurrección urbana con un partido revolucionario a la cabeza y basada en soviets, (organismos democráticos de delegados de obreros, soldados y campesinos), como sucedió en Petrogrado, Moscú y otras ciudades rusas. En China se vivió una prolongada guerra civil, de guerrillas, en el campo, sostenida por un partido-ejército campesino, que concluyó liberando los centros urbanos.
Define también a la dirección maoísta y al Partido Comunista chino como stalinistas por el programa y el régimen político al interior del partido y del país. Por el programa, porque tenían la concepción de la revolución por etapas. Una primera, de unidad con la burguesía “nacional”. Otra, segunda y futura, socialista. Por el régimen político, porque trasladaban la disciplina militar al régimen interno del partido y, por añadidura, al resto de la sociedad. No hubo organismos de democracia obrera. No obstante este doble carácter stalinista, no fueron satélites de la conducción de Stalin y el Partido Comunista de la URSS. La revolución china fue diferente desde su origen con los países del este europeo. Éstos sí fueron satélites de la URSS porque al ser expulsadas las fuerzas del Reich nazi por el Ejército Rojo, la imposición de los nuevos gobiernos y la expropiación de la burguesía se realizaron bajo su directa tutela burocrática.
El triunfo de Mao y el avance hacia la expropiación de la burguesía al calor de la colosal revolución campesina abrió un debate en la IV Internacional. Por un lado, deslumbrado por el éxito revolucionario, el sector expresado por Ernest Mandel y Livio Maitán sostuvo que “quienes encabezan revoluciones triunfantes son revolucionarios”. Minimizaba el carácter burocrático de la conducción de Mao y su política stalinista de unidad con la burguesía y de “socialismo en un solo país”. Capitulaba así ante el maoísmo.
Moreno, en cambio, reivindicó con fuerza la importancia del triunfo y los avances de la revolución socialista por la ruptura con la burguesía y el imperialismo en China, y la novedosa importancia del método de la guerra de guerrillas, pero señaló críticamente el carácter burocrático del maoísmo y las limitaciones surgidas del hecho de ser un proceso campesino. Enfatizó Moreno la ausencia de democracia obrera y que la expropiación de la burguesía no se produjo porque fuera parte del programa del PC chino sino por la combinación del triunfo de la revolución y la situación internacional.
La posición de Moreno se completaba criticando el enfoque de los sectarios que, basados en el carácter campesino de la revolución y las limitaciones políticas del programa maoísta, negaban el colosal triunfo que significaba el inicio de la revolución socialista en China.
Moreno, también, estudió otro hecho importante de la lucha de clases en China que fue la llamada “gran revolución cultural”. Se inició unos años después del estallido del conflicto China-URSS y abarcó grandes masas juveniles. Fue alentada por el sector burocrático de Mao, quien la dirigió contra los otros sectores de la burocracia gobernante en una lucha despiadada. Comenzó en 1966 y ya en enero de 1967 se había convertido en una movilización de masas en todo el país de tal magnitud que también comenzaba a involucrar sectores obreros urbanos. Fue entonces que el mismo Mao debió ordenar al ejército que interviniera para terminar con el movimiento. Sin embargo, recién en abril de 1969 éste pudo ser clausurado oficialmente, en ocasión del IX Congreso del Partido Comunista chino.
Moreno polemizó, entonces, con el dirigente trotskista italiano Livio Maitán. Señaló las insuficiencias de la declaración de la IV Internacional (Secretariado Unificado) sobre la “revolución cultural”. Llamó la atención sobre la necesidad de hacer una caracterización de clase exhaustiva del régimen chino. Insistía en que esa grave lucha inter burocrática reflejaba profundas presiones de clase que permitían a la tendencia burocrática de Mao-Lin Piao recostarse en el movimiento de masas para sobrevivir ante el embate de otros segmentos burocráticos.
En el último trabajo escrito por Moreno sobre China en Correo Internacional N° 13, en 1985, reseña la derechización del régimen chino y el giro hacia la conciliación con el imperialismo yanqui iniciado por Mao en los años ’70. Con su sucesor Deng Xiaoping ese giro a la derecha se hará impetuoso y se producirá sin retorno la apertura al capitalismo.
Ese mismo número de Correo Internacional, trae una contribución de Oswaldo Garmendia, Raphael Coat (seudónimo que usé en esa oportunidad) y Eugenio Greco en que se describe el proceso de apertura a las inversiones capitalistas extranjeras y los pasos dados en el restablecimiento de la propiedad privada en el campo y la ciudad. Ese trabajo tuvo el valor de alertar tempranamente sobre el peligro de la restauración capitalista en China. Sostuvimos en ese momento que ésta no era posible sin mediar un aplastamiento político y militar de las masas por sectores burgueses. La realidad contradijo ese aspecto del pronóstico y fue la propia burocracia del PC la que gradualmente restauró el capitalismo.
El trabajo de Miguel Sorans retoma en 2008 la evolución del proceso chino. Ubica los hechos que pavimentan el camino hacia la restauración capitalista, primero y a convertir a China en una gran economía capitalista, después. Dentro de ellos, quizá el decisivo, fue el aplastamiento de las movilizaciones de millones de jóvenes estudiantes y obreros en toda China, con epicentro en la masacre de los miles y miles que ocuparon por más de un mes la plaza Tiananmen, en Pekín en junio de 1989.
Sienta la caracterización del estado chino como capitalista y su régimen como una dictadura asentada en el Partido Comunista. Cuestionando la ideología en boga sobre el progreso de la China capitalista, el trabajo abunda en datos sobre la superexplotación y miseria de las masas chinas, como, asimismo, el control dictatorial de la vida social. Señala también las innumerables luchas obreras y populares que se desenvuelven espontáneamente en todos los rincones. Finalmente, plantea que el futuro de China depende de la repercusión de la crisis económica mundial en el país, y, fundamentalmente del desarrollo de la lucha de clases.
Polemiza con el castro-chavismo, quien ve en China un camino a seguir y un soporte económico a aprovechar. Son quienes denominan “actualización del socialismo” a las medidas de restauración capitalista en Cuba, del “socialismo del siglo XXI” en Venezuela, del “socialismo comunitario” en Bolivia. Hay otro sector que –sin llegar al extremo de decir que es el “socialismo del futuro”– sostiene que China puede actuar como socio comercial, inversor productivo directo y financista en beneficio de los sectores obreros y populares. Sostienen que la alianza con la potencia asiática serviría para contra balancear el peso del imperialismo. Se olvidan del carácter de clase, capitalista, de la dictadura china y, en ese sentido, parte del capitalismo mundial.
En las Tesis Políticas Mundiales de la UIT-CI del 2013, en su capítulo VI, se avanzan en el estudio y definición de China. La restauración ha llevado a China a ser una gran potencia capitalista. Pero, como dicen las Tesis, “(...) la definición de China como país capitalista tiene sus peculiaridades”. Se trata de un fenómeno nuevo y complejo. Empezando por el hecho de que siendo capitalista, está conducido por una dictadura del PC que sigue diciendo que están “desarrollando el socialismo”. Las definiciones que el lector encontrará en los textos más actuales siempre estarán abiertos a nuevas elaboraciones, ya que toda definición puede ser superada por la realidad.
Una de las grandes contradicciones son los datos que muestran que China es la segunda potencia mundial y que, por otro lado, es uno de los más pobres. Tomando en cuenta los datos del PBI suministrados por el Banco Mundial para 2018, vemos que China alcanza los 13.608 billones de dólares, solo superada por los 20.494 billones de los EE.UU. Muy lejos, siguen Japón con 4.971 billones y Alemania con 3.996 billones. Muy distinta es la ubicación de la novel potencia asiática si tomamos en cuenta su PBI per cápita, también correspondiente a 2018. En este último caso, China queda bien atrás. Los EE.UU. alcanzan 62.850 dólares per cápita; Alemania, 47.450 y Japón, 41.340. China apenas llega a los 9470, siendo superada, entre muchos países, incluso por la Argentina que tiene 12.370 dólares per cápita.
Con este libro ofrecemos al lector nuestro enfoque sobre la importancia que tuvo a mediados del siglo pasado el triunfo de la revolución socialista en China, sus enormes logros y su posterior retorno al capitalismo de la mano de la burocracia totalitaria del Partido Comunista.
Para consultas y compras
whatsapp: +54 9 11 6258-8523
https://listado.mercadolibre.com.ar/_CustId_364700634
Entre mayo de 1973 y junio de 1974 el peronismo tuvo tres presidentes. Con Cámpora se vivió una “primavera” democrática animada,
sobre todo, por la Juventud Peronista, gobierno que, tras 49 días, fue derrocado por un golpe palaciego. Entre julio y octubre hubo un
gobierno interino que abrió el paso a la presidencia de Perón quien la ejerció hasta su muerte.
Fueron trece meses de movilizaciones obreras y populares que denotaban el vigor del ascenso abierto con el Cordobazo. En contraparte, las fuerzas del Gran Acuerdo
Nacional ―los partidos patronales y la burocracia sindical― intentaban enchalecar las luchas con el “Pacto Social”, apoyándose en las esperanzas populares y, también, en la
represión: en Ezeiza se masacra a los que reciben a Perón, el propio Líder insulta y echa a la JP de la Plaza de Mayo y comienzan a actuar las Tres A, que amenazan y
asesinan militantes sindicales y de izquierda.
Este segundo tomo de la Historia del PST describe esos acontecimientos y explica la política de la única organización que supo oponerse al peronismo y, a la vez, enfrentar la política de las corrientes guerrilleras desde una posición de independencia de clase. La política y la importancia del PST suelen ocultarse. Este libro ayuda a esclarecerlas y resulta un aporte fundamental tanto para quienes buscan la verdad como para las nuevas generaciones de luchadores socialistas.
Para consultas y compras
whatsapp: +54 9 11 6258-8523
https://listado.mercadolibre.com.ar/_CustId_364700634