Centenares de miles de personas se movilizaron en todo el país para conmemorar los 41 años del golpe de Estado, honrar la memoria de los 30 mil detenidos-desaparecidos y repudiar la impunidad, las políticas represivas y de ajuste que han caracterizado a los gobiernos posteriores, sean radicales, peronistas, aliancistas y ahora del macrismo. Izquierda Socialista se movilizó junto a miles en la marcha del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como en las principales ciudades del país, recordando a los desaparecidos y especialmente a los compañeros del PST caídos durante la represión de los militares y de la Triple A.
Varios hechos le dieron a estas movilizaciones una especial connotación antigubernamental. Por un lado, el repunte de las posiciones negacionistas de figuras del macrismo que intentan negar el terrorismo de Estado y sus consecuencias. En julio del año pasado, el entonces ministro de cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y director del Teatro Colón, Darío Lopérfido, aseguró que las desapariciones forzadas no pasaron de 8 mil. El director de Aduana Juan José Gómez Centurión repitió la misma tesis recientemente, asegurando además que consideraba que en la represión no hubo “un plan para desaparecer personas” sino un golpe “torpe” y desordenado. A todo esto se sumó el escándalo nacional por el intento del gobierno de avanzar contra el feriado del 24 de marzo. De tal manera que la masividad de las marchas fue un duro revés para estos intentos del macrismo de desconocer el genocidio. Fueron 30.000.
También fue una respuesta importante al kirchnerismo, al haber sido encarcelado en febrero César Milani, quien fuera designado jefe del Ejército por Cristina Fernández Kirchner. Milani está procesado por la desaparición forzada de un conscripto a su cargo en 1976, así como por violaciones a los derechos humanos en La Rioja. También se volvieron a levantar las consignas denunciando la desaparición de Julio López y todos los asesinados posteriores a la dictadura. Por eso el diputado de Izquierda Socialista en el FIT, Juan Carlos Giordano, recordó durante su intervención en la marcha de Buenos Aires que “el kirchnerismo bajó el cuadro de Videla pero elevó a Milani a la jefatura del Ejército”. Y el kirchnerismo sigue siendo su cómplice: el 26 de marzo el diputado Axel Kicillof aseguró que considera a Milani “inocente hasta que se demuestre lo contrario” (reportaje en Radio Con Vos). La crisis que mantiene empantanado al kirchnerismo quedó al desnudo el propio 24 de marzo con los ataques de Hebe de Bonafini contra Estela de Carlotto, a quien acusó de “traiciones y entregas” desde el palco de la Plaza de Mayo.
Las masivas marchas del 24 se dieron también en el contexto del paro y las movilizaciones docentes del 6 y 22 de marzo, la marcha del 7 de marzo que desbordó a la burocracia de la CGT y la del 8 de marzo que demostró el poderío del movimiento de mujeres. Con lo cual la jornada se insertó en una ola de luchas contra el ajuste de Macri y los gobernadores, como una demostración de la disposición a enfrentar al gobierno.
Hebe de Bonafini y su sinceramiento
Hebe fue una figura emblemática de la defensa de los derechos humanos. Hablamos de tiempo pasado, porque la reivindicamos como luchadora, pero desde hace varios años ha perdido la brújula que durante tanto tiempo la hizo caminar junto a otros honestos luchadores. Cuando se acercó al kirchnerismo, recibiendo a cambio dinero para su emprendimiento “Sueños Compartidos”, alertamos que era un camino peligroso. Cuando le intentó lavar la cara al genocida Milani, no dudamos en repudiarla. El pasado 24 de marzo admitió públicamente desde el palco: “Madres de Plaza de Mayo nunca va a dejar de ser leal al proyecto popular y nacional que Cristina y Néstor dejaron en nuestras manos… Somos una organización política, ahora sí con un partido, porque nuestro partido es el kirchnerismo”. Como sostenemos desde Izquierda Socialista, los organismos de derechos humanos deben ser independientes de los partidos políticos patronales y de los gobiernos, no pueden estar condicionados por prebendas o simpatías. Sino terminan- lamentablemente- como Hebe, abrazando un represor y guardando en el fondo de su conciencia, un pañuelo que es todo un emblema de la lucha de nuestro pueblo.