El planteo de que “ya no son necesarios” los partidos como el bolchevique es una moda que recorre también a diversos sectores del llamado progresismo y la centroizquierda. Se apoyan, en muchos casos, en la caricatura en que el stalinismo terminó convirtiendo a los partidos comunistas: verticales, sin ningún tipo de democracia y, lo peor, aportando con sus políticas a la conciliación de clases y no al desarrollo de las revoluciones.
Nosotros, con Lenin y Trotsky, nos reafirmamos en las enseñanzas de la Revolución de Octubre. Si no hubiera existido un partido como el bolchevique, esa enorme energía revolucionaria se habría disipado y los soviets no hubieran tomado el poder.
La clase trabajadora (en Argentina, en Latinoamérica y en el mundo) ha dado y da constantemente ejemplos de luchas heroicas. Pero no alcanza si no logramos que los trabajadores y los sectores populares se organicen no solo sindicalmente sino también, y fundamentalmente, en un partido político de su clase, opuesto a los partidos patronales. Un partido que sea democrático, que permita la libre discusión de ideas, a la vez de ser capaz de actuar como un solo puño ante los patrones, los gobiernos y el imperialismo. Un partido que constantemente eduque a los trabajadores en la necesidad de que tomen el poder y se postulen para gobernar ellos mismos. Luchando contra las nefastas concepciones de que hay que tener confianza en los patrones buenos (o en sus partidos, o alas “progresistas”). Un partido que diga que su objetivo es el socialismo, y que para lograrlo es necesario romper con los patrones y el imperialismo, expropiar sus empresas, dejar de pagar la deuda y pasar a planificar todos esos recursos al servicio de resolver las necesidades populares. Un partido, por último, que plantee que, así como el capitalismo imperialista es un sistema mundial, el socialismo solo es alcanzable a escala internacional y que luche por extender la revolución a todos los países del mundo.
Ese partido, el que fue necesario para el triunfo de la Revolución de Octubre, es el que seguimos creyendo que hay que construir. A esa tarea estamos abocados, humildemente, desde Izquierda Socialista. J.C.