El 25 de enero de 1987, a los 62 años, murió en Buenos Aires el mayor dirigente del trotskismo latinoamericano, defensor inclaudicable de las banderas de Trotsky y fundador de la corriente política en la que militamos.
Hugo Miguel Bressano Capacete nació en 1924 en Alberdi, un pueblo agroganadero de la provincia de Buenos Aires. Desde muy joven abrazó los principios del socialismo revolucionario y, cuando se instaló en Buenos Aires para cursar sus estudios secundarios, fue Liborio Justo, hijo del presidente Agustín P. Justo y pionero del trotskismo en la Argentina, quien lo renombró Nahuel (que significa tigre en lengua mapuche) Moreno, por el color de su cabello.
En 1944 abandonó las discusiones de salón del trotskismo nativo para fundar el GOM (Grupo Obrero Marxista) con un pequeño grupo de obreros de Villa Crespo. Con ellos se trasladó a Villa Pobladora, en el partido de Avellaneda, que era en ese tiempo el polo industrial del país. Allí desarrolló su primera experiencia de inserción en la clase trabajadora, compartiendo la vida del populoso barrio y vinculándose en las fábricas con su vanguardia combativa y sus métodos de lucha. Fueron emblemáticas las huelgas del frigorífico Anglo-Ciabasa, donde Avellaneda fue convertida en una “comuna” del trotskismo, y la intervención de los trotskistas en distintos sindicatos apoyando las luchas obreras para que triunfaran aplicando un método de organización sindical independiente con la mayor democracia, sin claudicar ante la burocracia peronista. Esta experiencia de ligazón con el movimiento obrero quedó grabada para siempre en Moreno y es la piedra basal del “trotskismo bárbaro” que caracterizó a todos los partidos revolucionarios que contribuyó a fundar en las décadas siguientes en la Argentina (como el PRT, el “glorioso” PST y el MAS, que llegó a ser uno de los partidos trotskistas más importantes) y en otros países como Colombia, donde estuvo exiliado en los años de la dictadura.
Asimismo, convencido de que los problemas de los trabajadores y sectores populares no pueden ser resueltos en el marco nacional, Moreno intervino en los grandes debates teóricos y políticos que desafiaron a las vanguardias a nivel mundial, impactando también en el disperso movimiento trotskista. Su capacidad de elaboración teórica y política le permitió dar respuesta correcta a los nuevos fenómenos de la lucha de clases, como los Estados obreros burocráticos de Europa Oriental, las direcciones guerrilleras que, como el castrismo, expropiaron a la burguesía, las revoluciones políticas, entre otros. A la par, bregó por fortalecer la organización mundial de los revolucionarios, la Cuarta Internacional fundada por León Trotsky en 1938, luchando contra el revisionismo de la corriente mayoritaria y su claudicación a la conciliación de clases, a los movimientos nacionalistas burgueses y a dirigentes pseudorrevolucionarios. Hasta que, por falta de principios y métodos burocráticos, no dudó en fundar una nueva organización internacional de la cual se reivindica sucesora la actual UIT-CI, de la que formamos parte con Izquierda Socialista y otros partidos hermanos en el mundo.
Treinta y dos años después, nuestro mejor homenaje sigue siendo desarrollar con fuerza su legado de absoluta vigencia. Esto es, la lucha por la construcción de una dirección revolucionaria en cada país y en el mundo para avanzar por gobiernos de trabajadores y el socialismo con democracia obrera. En esa tarea seguimos consecuentemente comprometidos, reivindicando los principios y la moral revolucionaria que caracterizaron a Moreno durante toda su vida, así como su confianza en que la clase trabajadora puede derrotar para siempre al sistema imperialista patriarcal inhumano. “No hay ningún dios que haya fijado que no podamos hacerlo”. ¡Maestro Nahuel Moreno, presente, hasta el socialismo siempre! ¡Viva la organización revolucionaria de las trabajadoras y los trabajadores y la Cuarta Internacional!