Macri sigue descargando un brutal ajuste con la complicidad de los gobernadores. El gobierno usa la “calma del dólar” y la supuesta “tranquilidad en diciembre” para mostrar que tiene todo controlado. Pero millones repudian sus políticas de hambre y la popularidad del presidente sigue cayendo. Si el gobierno puede continuar con el ajuste es por la tregua de la CGT y la “gobernabilidad” cómplice que le brinda el peronismo. Este año hubo dos contundentes paros generales e innumerables luchas, presagiando un 2019 convulsionado con nuevos choques sociales. Oficialismo y oposición buscan encarrilar la crisis hacia las elecciones. Los luchadores y la izquierda deben seguir postulando una salida de fondo, en las calles y en el proceso electoral.
El mismo gobierno que no pudo garantizar el River-Boca quiere hacernos creer que tiene todo controlado. Muestra para ello la “efectividad” del mega-operativo de seguridad que le cuidó las espaldas a los jefes imperialistas del G20. Y para seguir encubriendo los efectos del ajuste, ahora el gobierno enarbola la campaña de la ministra Patricia Bullrich otorgando licencia para matar a sus fuerzas represivas. Pero por más que Macri trate de ocultar la cruda realidad y se muestre ante el imperialismo y el FMI como capaz de garantizar el ajuste, tiene serios problemas.
A tres años de gobierno se muestra de cuerpo entero la crisis económica y la de un gobierno ajustador y patronal, títere del FMI. El país sigue en recesión y con una inflación altísima, que terminará el año rondando el 50%. La desocupación y la pobreza continúan creciendo. Hubo 70.000 despidos en el último año (39.000 en la industria). En los tres años de Macri la inflación subió 155%, el dólar 290%, los combustibles 200%, los tarifazos 1.000% de promedio y la deuda externa creció hasta 400.000 millones de dólares. Los próximos vencimientos globales hasta 2023 alcanzarán los 150.000 millones de dólares, mostrando que la deuda es impagable y una bomba de tiempo que en algún momento va a estallar.
Todo esto genera un crecimiento de la pobreza y la marginalidad social (afectando mucho más a los jóvenes) y un constante deterioro en el nivel de vida de millones. El robo salarial y jubilatorio es sideral. A tal punto que para compensar esta pérdida el famoso “bono” que pactó la CGT debería ser de 75.000 pesos en vez de 5.000.
Es ridículo que ante semejante situación el ministro de Producción Dante Sica promueva la “semana de la moda” con promociones en tres cuotas para los comercios de indumentaria, o que Vidal anuncie 3.500 pesos para una parte de los jubilados. Es la imagen que se quiere vender de un FMI que “contemplaba a los más vulnerables”. Son migajas, mientras siguen aplicando un tremendo ajuste que saquea al pueblo trabajador y a los sectores populares con el único fin de garantizar los pagos de la deuda externa y asegurar las ganancias de banqueros, multinacionales y petroleras.
Casi ocho de cada diez repudian al gobierno
Macri solo cumplió dos de veinte promesas de campaña, y de las dos, una fue mantener la asignación por hijo (aunque su poder adquisitivo se vio casi pulverizado por la inflación) y la otra es la “ley del arrepentido” que da más impunidad en las causas judiciales. Por eso es que al mote de “gobierno para los ricos” se le sumó, con razón, el de “gobierno mentiroso”.
A tal punto es la profundización del ajuste y los intentos represivos del gobierno que hasta la reaccionaria Elisa Carrió dijo “no vamos a ir al fascismo”, ante la resolución de la ministra Bullrich que habilita el gatillo fácil. También Carrió criticó en estos días la nueva ley electoral posibilitando que las empresas aporten a las campañas de los partidos patronales. Todo esto sería irrelevante si no fuera porque está mostrando las tremendas peleas por arriba -al igual que otras tantas entre Macri y la UCR- en una coalición de gobierno en permanente crisis política al calor de la aplicación del ajuste y ante la constante pérdida de su base social y de la propia clase media que los votó. Ocho de cada diez no votarían al gobierno. El chacarero Alfredo De Angeli en una cumbre de PRO reconoció que “cuando tocamos timbre no sabemos si va a salir un vecino o un bulldog”, mostrando la indignación popular con el gobierno.
Ahora saltó que el padre y el hermano de Macri, igual que su primo Calcaterra, están seriamente involucrados con las coimas que le pagaron al kirchnerismo para quedarse con el negocio de las autopistas.
Pero si hay un fenómeno donde se ve más claramente la ruptura de millones con el gobierno, es en las luchas. Los paros generales, verdaderos plebiscitos contra el ajuste, fueron masivos. Lo mismo que la rebelión educativa de este año y las innumerables huelgas y movilizaciones obreras y populares por el salario, contra los despidos, la defensa de la salud y la educación pública. Millones de mujeres también se sumaron a la movilización en las calles, expresándose contra el gobierno, la Iglesia y los partidos patronales que les negaron el derecho al aborto legal.
La complicidad de la CGT y del peronismo
La relativa “calma” que Macri intenta mostrar hay que buscarla en el rol cómplice de la CGT y del peronismo. Los burócratas sindicales no marcharon contra la aprobación del presupuesto 2019 y cambiaron un posible paro por un bono miserable. Moyano fue a una misa a Luján. Ahora la CGT junto a la CTA Yasky y los movimientos sociales (CTEP, CCC, Barrios de Pie), consensuaron un documento que le presentaron a la Iglesia vía el Episcopado para “intercambiar ideas” con el gobierno ante la crítica situación social (Clarín, 11/12).
Del lado del PJ tampoco hay ningún disimulo en el apoyo al gobierno. Pichetto defendió la necesidad de votar el presupuesto del FMI y avaló la represión en las marchas en su contra del 24 de octubre y el 14 de noviembre al mejor estilo Bullrich. Massa enarboló la consigna electoralista “Macri fracasó” después de que el Frente Renovador le votara todas las leyes. El peronismo nucleado en Argentina Federal (Pichetto, Urtubey, Schiaretti, Massa), que en todos estos años coqueteó con el gobierno, ahora busca canalizar el espacio que dejan Macri y Cristina con una variante patronal absolutamente ajena al movimiento obrero y popular.
Pero quien movió el tablero político en estas semanas fue Cristina Kirchner. La ex presidenta y actual senadora, que viene siendo imputada ante probados casos de corrupción bajo su gobierno confesados incluso por los propios empresarios de la obra pública y hasta por su ex jefe de Gabinete Abal Medina, acaba de generar un gran impacto en la base kirchnerista al hacer público su llamado a la “unidad del peronismo” con quienes le vienen avalando el ajuste a Macri, vía la aplicación en sus provincias o votándoselo en el Parlamento. También es la propia Cristina Fernández quien se encargó de decir que en caso de ganar las elecciones no va a romper con el FMI, sino a renegociar el acuerdo, además de provocar el repudio entre las mujeres de sus propias filas cuando llamó a la unidad de los pañuelos verdes y celestes.
El kirchnerismo critica a Macri solo en pos de lograr un recambio electoral en 2019, pero no para cambiar el modelo económico. Lo reconoció el propio Axel Kicillof al brindar un reportaje en la revista Forbes, una de las leídas por el establishment económico mundial, diciendo que en caso de ser gobierno no van a aplicar una política “antiempresa”. A medida que avanza el ajuste y la crisis, el kirchnerismo se va aggiornando para hacer buena letra y prepararse el año que viene, si le da, para un recambio no traumático para los intereses de las patronales y el imperialismo.
Que Cristina se haya refugiado en el Sur llamando a no participar de la marcha contra el G20 demuestra que su próximo gobierno no “va a sacar los pies del plato” del ajuste capitalista. Esto deja claro que no hay lugar para las medias tintas. O se está por derrotar el ajuste y aplicar medidas de fondo como propone la izquierda, o se está por convivir con el ajuste capitalista y en contra del pueblo trabajador. Esa es la disyuntiva.
Apoyar las luchas y fortalecer al Frente de Izquierda
Un reciente estudio revela un amplio repudio de masas a los partidos tradicionales y a las instituciones de esta democracia para los de arriba. “El promedio regional de satisfacción con la democracia es de 24%, el resultado más bajo para este indicador desde 1995” (Informe 2018, Latinobarómetro). La misma fuente aclara el perfil promedio de quienes más están desencantados: “joven, pobre, con bajo nivel de educación y mujer, es decir, los grupos afectados por las desigualdades”. Esto muestra que las nuevas generaciones repudian a los políticos tradicionales y a esta democracia para los ricos, abriendo nuevas oportunidades para la verdadera izquierda. El repudio a los gobiernos se expresa no solamente en Latinoamérica, sino también en Francia (ver páginas 14 y 15). Lo muestran los chalecos amarillos contra Macron, el presidente que ganó las elecciones con falsas promesas y rápidamente fue repudiado en las calles por aplicar el ajuste y gobernar para los empresarios y los ricos.
En diciembre del año pasado en la Argentina hubo un antes y un después con la rebelión popular contra el robo jubilatorio. Un repudio que fue creciendo y debilitando al gobierno. Esto se agravó con el pacto colonial con el FMI, mostrándo ante las masas el desbarranque económico de un gobierno que prometía que los capitales extranjeros nos iban a salvar.
Al calor de la aplicación del ajuste hay que prepararse para nuevas luchas y confrontaciones sociales. Las elecciones de 2019 se van a dar en medio de nuevos intentos de aplicar el presupuesto de ajuste del FMI, los despidos y robo salarial. La izquierda debe seguir dando respuestas claras. Primero, seguir apoyando las luchas para derrotar el ajuste y el pacto con el FMI ahora, no esperar las elecciones de 2019 como dice la CGT y el peronismo, repudiando la tregua y exigiendo el paro general. Al mismo tiempo, tenemos que enfrentar las medidas represivas del gobierno. Segundo, postular un plan económico alternativo sobre la base del no pago de la deuda externa, como lo viene planteando el FIT, junto con otras medidas de fondo. Tercero, postular al Frente de Izquierda contra Macri y la falsa oposición del peronismo, mostrando que la salida viene por izquierda en la pelea por un gobierno de los trabajadores. El gran acto que nuestro partido llevó a cabo el pasado 8 de diciembre en Ferro está puesto al servicio de estas urgentes tareas. Para todo ello llamamos a fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.