Escribe: Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista + independientes)
Milei retira a Argentina de la COP29
El gobierno argentino se postula como el más terraplanista de todos: contra todo consenso científico alega que no existe un calentamiento global generado por accionar humano, y por tanto, entiende que no tiene sentido que Argentina participe de las cumbres de las Naciones Unidas de Cambio Climático.
Para ser claros, ni las petroleras -industria de máxima responsabilidad en la generación de gases de efecto invernadero (GEI) que generan el calentamiento planetario- ni los países que más contaminaron a lo largo del último siglo a esta altura sostienen lo que sostiene Milei.
Llevamos de hecho, desde principio de los 90’ hasta acá, décadas de consolidación del conocimiento científico respecto del grado de afectación planetaria alcanzado, que junto al avance de la movilización, terminaron por imponer una agenda de preocupaciones que empujaron a la generalización del “green washing” (el lavado de cara verde) de la industria fósil y los gobiernos.
Las COP (Conferencia de Partes entre los países que adhieren a una serie de compromisos de reducción de emisiones de GEI) son de hecho el punto máximo de esa política de “gobernanza climática” donde el presidente de la ONU pronostica nuevas catástrofes, los presidentes ponen cara de preocupados, se firman nuevos acuerdos que luego nadie cumplirá ni nadie se encargará de que se cumplan, y así año a año mientras las catástrofes como la de Valencia siguen apilándose una tras otras.
A tal punto es así, que la activista sueca, Greta Thunberg ha tenido un posicionamiento claro de denuncia a esta nueva COP que tiene sede en Azerbaiyán, donde un régimen represor y pro-protelero está recibiendo una legitimación por parte de la ONU.
“Es hipocresía y doble vara. Azerbaiyán no sólo se las arregla para cometer todos estos crímenes y no asumir responsabilidad por ello, sino que también se le proporciona una plataforma para legitimarlos”
¿Entonces a qué responde lo de Milei?
Hasta el momento, desde su asunción Milei había dejado correr que la diplomacia argentina afirme que iban a sostenerse los compromisos climáticos asumidos por los gobiernos anteriores. Esto se debe, centralmente, a que los organismos de créditos como el FMI y el Banco Mundial vienen teniendo como requisito para sus préstamos el sostenimiento de esos lineamientos (full greenwashing).
Ahora el triunfo de otro negacionista en los Estados Unidos lo envalentona en la idea de que basta con su nexo directo ultraderechista para que Argentina obtenga los dólares que requieren la bicicleta financiera de Caputo y Milei y los pagos de la deuda externa. Recordemos, que Donald Trump había retirado en su primer mandato a los Estados Unidos de los compromisos del “Acuerdo de París”, y la semana pasada prometió volver a hacerlo tras su nueva asunción.
El negacionismo climático mata
A la COP29 se llegaba con las 220 muertes tras la catástrofe de las inundaciones en Valencia, y con montañas de papers científicos explicando las consecuencias de la actual elevación de la temperatura global y lo que vendría en las próximas décadas. Uno de esos informes, realizado por The Lancet, señala que en el caso argentino, la expansión del dengue y la creciente falta de agua potable que afecta a vastas regiones del país pueden atribuirse al calentamiento global. En 2024, los casos de dengue aumentaron un 214% respecto del año anterior, y este año se espera incluso un agravamiento.
Y eso es sólo el comienzo. La generalización de las sequías y tormentas como la que sacudió Bahía Blanca el último diciembre, van a seguir en aumento. El financiamiento para la mitigación y adaptación ante esa realidad resulta una necesidad imperiosa, y una salida bloqueada para un país cuyo gobierno señala que la única prioridad es pagar la deuda externa.
El gobierno de Milei se ha convertido en el campeón mundial del negacionismo climático. Y ante eso es necesario que el movimiento socioambiental argentino vuelva a ponerse de pie para ponerle un freno, y defender las conquistas obtenidas en las últimas décadas y que son reivindicadas en el mundo entero.