Escribe Pedro Rodríguez, referente de la oposición de la UTA
La situación de los choferes es cada vez peor. Día tras día vemos cómo las patronales del transporte demoran con el pago de los sueldos y el aguinaldo y suspenden choferes mientras no garantizan las condiciones de seguridad necesarias para trabajar en medio de la pandemia. A los de larga distancia los tienen cobrando solo dos sueldos mínimos, obligándolos a salir a buscar changas donde sea, y en muchos casos ni siquiera se está pagando el último aumento salarial del pasado diciembre, de 18 por ciento. Mientras, piden más subsidios y aumento del boleto.
Luego de años de corrupción alrededor de los subsidios, el sistema de transporte sigue siendo una gran estafa. Las patronales se llenan los bolsillos y los choferes terminamos siendo rehenes de un tremendo negociado. No hay todavía ninguna señal por parte del gobierno nacional de solucionar un problema que se extiende por todo el país. No vamos a ser los choferes los que salgamos a pedir que se abonen los subsidios, como sí hacen los dirigentes de la UTA. Nosotros queremos que nos paguen lo nuestro. Ya trabajamos, ahora que nos paguen. Y si lo recaudado con los boletos no alcanza para que los dueños se sigan enriqueciendo, que las líneas pasen a manos del Estado, respetando el salario y nuestro convenio.
Nuestro secretario general, Roberto Fernández, fiel representante de la patronal, solo aparece para pedir más subsidios para sus empresarios amigos. O ataca a los compañeros que salen al paro en reclamo de sus salarios, como se dio en la línea 25 de Mayo, de Mar del Plata, donde cuatro choferes fueron heridos de bala por una patota de la UTA. El odio a este personaje se extiende como reguero de pólvora en todo el país, como lo reflejaron los choferes autoconvocados de Córdoba, quienes en medio de un paro total cantaban “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” en la tremenda movilización del pasado martes. Por eso cada vez son más los choferes que ven la necesidad de una nueva dirección sindical y sacarse de encima a Fernández y sus secuaces.
Tal es así que su viejo aliado Miguel Bustinduy y la “Juan Manuel Palacios” vienen exigiendo en todos los conflictos la renuncia de Fernández. Intentan, de esta manera, lograr el apoyo de los choferes que ven en Fernández la madre de los problemas. Pero no hay que engañarse, Bustinduy no es ninguna salida. Entendemos que quizá entre los compañeros del interior del país exista confusión sobre las intenciones de este personaje, pero en Buenos Aires sí que lo conocemos bien. En las líneas donde dirige, y especialmente en DOTA, actúa igual que Roberto Fernández, al servicio de la patronal y no va a fondo en ninguno de los reclamos. Como fue el caso del conflicto de la línea 542, de Lomas de Zamora, donde fueron a romper el paro cuando los compañeros reclamaban la reincorporación de un chofer. El ambiente en el gremio está muy caldeado y crecen las luchas en todo el país. Ya vimos cómo terminó renunciando el secretario general de Entre Ríos en medio de una asamblea presionado por la base. Es por eso que la situación es favorable para arrancarle medidas a la conducción del gremio. Debemos unir los reclamos y exigir un verdadero plan de lucha para lograr definitivamente el pago de todo lo adeudado. Y, en ese camino, avanzar en la construcción de una verdadera alternativa a estos dos viejos aliados. Una dirección que no tenga nada que ver con las patronales ni sea títere de los gobiernos de turno. Que ponga en pie a la UTA y defienda nuestro convenio y condiciones de trabajo. Que funcione mediante asambleas, consultando a los compañeros. No como una banda de delincuentes millonarios que solo defienden el corrupto negocio de los subsidios.