Escribe Ariel Nápoli
Recientemente, distintas expresiones de la izquierda realizaron importantes elecciones tanto en Chile como en Perú. En Chile los partidos patronales fueron rotundamente derrotados. Eso le sucedió a la fuerza del presidente Piñera, pero también a la vieja Concertación integrada por el Partido Socialista y la Democracia Cristiana. La alianza entre el Frente Amplio y el PC, en cambio, hicieron una gran elección, ganando la alcaldía de Santiago. Las distintas listas en las que se presentaron los “independientes”, captaron una parte enorme de la votación de los que se movilizaron desde la insurrección de 2019, capitalizando el voto contra los viejos partidos patronales.
En Perú, terminó ganando la elección presidencial Pedro Castillo, que se identifica explícitamente como de izquierda y hasta “marxista-leninista”. Canalizó la expresión de repudio a todos los partidos patronales que ya gobernaron y, en especial, a Keiko Fujimori, la hija del dictador de los ´90, hoy preso por corrupción.
Estos resultados son el producto de las enormes movilizaciones y repudios que recibieron los distintos gobiernos patronales de la región. Como la que está sucediendo hoy en Colombia, contra el gobierno de Duque.
Sabemos que, tanto en Chile como en Perú, las fuerzas ganadoras están compuestas por direcciones que no garantizan llevar a fondo el programa alternativo que necesitan y aspiran quienes los votaron. En Chile, ni el Frente Amplio ni el PC plantearon echar a Piñera cuando se dio lo más agudo de la movilización. Son expresiones reformistas que no están planteando ir a fondo en el programa que necesita el pueblo trabajador.
En el caso de Perú, el triunfador Pedro Castillo ha reivindicado la posibilidad de pactar con sectores empresarios y se comprometió a no hablar de estatizaciones de las multinacionales.
En nuestro país, vemos que también existe bronca y un proceso de desgaste del gobierno de Alberto Fernández, que no soluciona la crisis sanitaria ni la crisis social. Hay muchos trabajadores que están desencantados con el actual gobierno peronista, pero que también tienen fresco el recuerdo del gobierno ajustador y hambreador de Macri y no votarían a Juntos por el Cambio.
Se abre entonces una gran oportunidad para la izquierda. Con una diferencia: mientras que en Chile y Perú ese voto fue canalizado por expresiones que, aunque se identificaban con la izquierda, tienen programas reformistas, en nuestro país existe el Frente de Izquierda Unidad (FIT-U). Un Frente entre partidos que no apoyan pactos con patrones y que están por la ruptura con el imperialismo, planteando el gobierno de las y los trabajadores.
El FIT-U se postula como una verdadera alternativa frente al peronismo, a Juntos por el Cambio y todas las variantes patronales. Las recientes elecciones en Misiones en la que el PO/FIT-U triplicó la elección anterior y en Jujuy logramos ser tercera fuerza provincial sacando el 7,5% de los votos frente al 4% de 2019, ratifican que hay abierta una enorme oportunidad. Por eso es imprescindible fortalecer al FIT-U, ampliarlo y, por sobre todo, cuidar esa herramienta para así plantear una sólida postura unitaria frente a los candidatos patronales.