Nov 23, 2024 Last Updated 9:30 PM, Nov 23, 2024

2 de abril de 1982 / A cuarenta años de la recuperación de las Islas Malvinas

Escribe Martín Fú

Se cumplen cuarenta años de la recuperación de las Islas Malvinas. En una serie de dos artículos que inauguramos con este periódico y continuará en el próximo, brindaremos desde una visión revolucionaria y marxista lo que significó la guerra como balance histórico, el justo reclamo de soberanía pendiente sobre las islas y como la guerra movilizó a millones de trabajadores en Argentina, Latinoamérica y el mundo como muestra de rechazo contundente al imperialismo. También reivindicamos la posición del PST, nuestro partido antecesor, durante la guerra.
 
El 2 de abril de 1982, un grupo de comandos militares desembarcaron en Puerto Argentino y retomaron el control de las islas luego de 149 años de ocupación británica. Fue un intento desesperado del gobierno del dictador Galtieri, para darle aire a una dictadura rodeada de una movilización popular creciente en su contra. Su plan era apropiarse como bandera de la justa causa de Malvinas. Bajo ningún punto de vista buscaban un enfrentamiento con Gran Bretaña y, mucho menos, con los Estados Unidos. Pero cuando esto se produjo y los británicos enviaron la flota para recuperar las islas, con el apoyo yanqui, se produjo una fenomenal movilización antiimperialista. Galtieri y la dictadura militar se negaron a tomar medidas a fondo contra el imperialismo (durante la guerra no se tocó un solo interés británico en el país e incluso se le siguió pagando la deuda externa que Argentina tenía con ese país). Así, terminaron traicionando la gesta y provocando la derrota del 15 de junio. La indignación popular hizo que esto fuera el comienzo del fin de seis años de dictadura genocida, entrega económica, endeudamiento feroz y hambre para el pueblo trabajador.

Un enclave colonial de ultramar desde 1833

Para situarnos en el contexto histórico, debemos decir que desde 1820 las islas Malvinas habían sido declaradas como parte de la soberanía argentina, acatando el derecho a cercanías y la herencia que la nación tenía de las posesiones del Virreinato del Río de la Plata. Un centenar de mestizos y criollos formaron parte de la primera población estable, hasta que en 1833 las islas fueron usurpadas a la fuerza por una expedición británica, convirtiéndose en un enclave colonial. La primera nación que reconoció la autoridad inglesa sobre las islas fue Estados Unidos, a cambio de derechos de pesca en sus aguas.

Malvinas es un enclave británico, porque representa un territorio constituido dentro de otro, recolonizando por la fuerza, imponiendo otra población bajo otra forma de gobierno, idioma, costumbres. Gibraltar, Israel, Guantánamo en Cuba y Guam son algunos ejemplos de enclaves que se mantienen hasta la actualidad.

Los enclaves están constituidos en zonas de importancia geográfica y económica donde las potencias imperialistas tienen control del territorio y un peso gravitatorio en zonas aledañas, de ahí su relevancia estratégica. En el caso de Malvinas hay que sumarle una ubicación privilegiada de acceso inmediato a la Antártida y al Océano Pacífico desde el Atlántico Sur.

Es por ello que es falso el argumento del “derecho a la autodeterminación” de los kelpers (nombre que se refiere a los nacidos en las islas), ya que es una población impuesta por la fuerza y que ha motivado la expulsión de los colonos y habitantes originales de la isla. No tienen derecho a declarar ninguna autodeterminación cuando representa los intereses del colonialismo inglés.

Luego de la guerra, Gran Bretaña ha instalado una moderna y enorme base militar en las islas, lo que constituye una amenaza potencial para la Argentina y Latinoamérica, supeditada a las aspiraciones territoriales, militares y económicas del Reino Unido y transitivamente de la OTAN.

1983: comienza la desmalvinización

Sellada la suerte de la guerra, todos los gobiernos desde 1983 hasta la fecha han tomado como política la llamada “desmalvinización”.

La desmalvinización intenta, de una u otra forma, deslegitimar el justo reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, sacar de la agenda la centralidad del profundo rechazo al pirata inglés y a su vez seguir alineados a los dictados del imperialismo y las multinacionales, que históricamente han gravitado e influido directamente sobre la política nacional y del continente, que obtienen negocios y ganancias multimillonarias en el país. Hacer, en síntesis, que desaparezca de la memoria histórica esa gesta de lucha contra el imperialismo.

En estos cuarenta años, las mismas empresas existían en 1982 en nuestro país y otras que se instalaron después siguieron llevándose fortunas y saqueando nuestras riquezas. Esta sumisión y entrega de soberanía, también forma parte de las políticas de desmalvinización.

Petroleras, gasíferas, bancos, servicios financieros, agronegocios, distribución de energía eléctrica y gas, entre otras actividades, de capitales ingleses continúan ganando grandes fortunas en la Argentina: British Petroleum, Shell, Unilever, Hellmans, Knorr, Nobleza Picardo, Bridgestone, son algunas de las multinacionales inglesas con presencia nacional.

Capítulo aparte con el litio: en 2022 el “oro blanco” será extraído por Lake Resources (con fondos aportados por el mismo gobierno británico)  y la angloaustraliana Río Tinto, la segunda minera más grande del mundo.

A esto hay que sumarle los distintos acuerdos diplomáticos firmados en estas décadas con Gran Bretaña, buscando “normalizar” las relaciones diplomáticas. Todos se han basado en entrega de soberanía y grandes negocios para las empresas piratas, como el firmado en 1989 durante el gobierno de Menem. El llamado “Acuerdo de Madrid” terminó reconociendo a Gran Bretaña los derechos posesorios sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, donde el Reino Unido se prorroga 1,5 millones de kilómetros cuadrados circundantes a las islas, es decir, una enorme franja del Mar Argentino que representa más del 40% de los recursos pesqueros de nuestro país. En sus artículos el tratado obliga a la Argentina a avisar con antelación cualquier ejercicio militar en el mar o en el mismo territorio continental. Acuerda la “bilateralidad económica”, es decir, compartir los recursos pesqueros entre los paralelos 45 y 60 de Atlántico Sur, que Argentina garantice las inversiones británicas en el país y que los bienes del Reino Unido no paguen tasas aduaneras. Un acuerdo de entrega en toda la línea que luego de más de dos décadas ningún gobierno ha derogado.

La gesta de Malvinas es una causa nacional y una de las luchas antiimperialistas (no planificada, como ya dijimos, por la dictadura militar que ante los hechos optó por traicionar y buscar la derrota) más importantes que se llevaron adelante en el siglo XX. Entre abril y junio de 1982 se vivieron días de enormes movilizaciones que despertaron la simpatía de los pueblos latinoamericanos y del mundo, que vieron en la guerra una misma lucha contra el opresor que somete a los pueblos, enfrentando y cuestionando el poder político y militar de las grandes potencias.

La traición de la dictadura en Malvinas generó, tras la derrota, gigantescas movilizaciones, que terminaron tirando a esa dictadura sangrienta que representó los intereses de las multinacionales y de una clase capitalista nacional decadente que apoyó el genocidio.

A cuarenta años, la justa causa de Malvinas sigue presente, al igual que la gesta antiimperialista de 1982 contra el pirata invasor.  

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