Dec 05, 2025 Last Updated 6:40 PM, Dec 4, 2025

10 de noviembre de 1945 / A 80 años de la fundación del Partido Laborista

Escribe Francisco Moreira

A pocas semana de la histórica movilización del 17 de octubre de 1945, se fundó el Partido Laborista. Los dirigentes Cipriano Reyes (de la carne) y Luis Gay (telefónico) impulsaron el voto obrero que permitió el arrollador triunfo de la fórmula Perón-Quijano en febrero de 1946. Esta importante experiencia de un partido obrero independiente duró apenas un par de años. Perón lo disolvió tras el triunfo electoral. La pelea por la independencia de clase sigue vigente.

El 24 de octubre de 1945 se reunieron en asamblea militantes y dirigentes del movimiento obrero. Entre los más de 150 reunidos se encontraban el dirigente de la carne Cipriano Reyes, el telefónico Luis Gay, los ferroviarios Luis Monzalvo y Ramón Tejada, del espectáculo Manuel García, del vidrio Vicente Garófalo y el periodista Leandro Reynes. Pocos días antes, el 17 de octubre, el paro nacional y la histórica movilización de la clase obrera habían logrado liberar al coronel Juan Domingo Perón, por entonces secretario de Trabajo y Previsión. La asamblea votó tres resoluciones: primero, crear un nuevo partido, que se llamaría Laborista; segundo, crear una comisión organizadora integrada por un militante de cada gremio; y, en tercer lugar, crear comisiones encargadas de redactar su Declaración de Principios, Carta Orgánico y Programa.  

Días más tarde, el 10 de noviembre, los laboristas eligieron su comité provisional, designando como presidente del partido al telefónico Luis Gay y vicepresidente a Cipriano Reyes, aprobaron la Carta Orgánica y difundieron su Plataforma. Nacía así el Partido Laborista, una nueva organización política, sin patrones, basada en los principales gremios y dirigentes obreros -agrupados en la CGT N.º 1 y la Unión Sindical Argentina- que habían seguido a Perón en su acción desde la Secretaría de Trabajo. 

“Por la emancipación de la clase laboriosa” 

Así se titulaba el documento fundacional del nuevo partido. Pese a su corta vida representó un hecho muy progresivo en la experiencia de la clase obrera. Pese a tener un programa difuso, el laborismo puso en marcha un proyecto de independencia política respecto del gobierno y los patrones. Los dirigentes sindicales que lo encabezaron eran conciliadores, pero aspiraban a un reformismo independiente, un partido obrero nacionalista. El Partido Laborista fue protagonista fundamental del triunfo electoral de Perón en febrero de 1946 y, al mismo tiempo, pretendía organizar la independencia de clase. Todas sus autoridades o afiliados eran obreros, salvo su “primer afiliado”, el coronel Perón. Él era el líder de mayor peso y prestigio en el Partido Laborista, pero no era su máxima autoridad. 

En la elección de febrero de 1946 fue derrotada la coalición pro yanqui de la Unión Democrática, la fórmula José Tamborini – Enrique Mosca (1.211.660 votos), organizada por el embajador Spruille Braden, los conservadores y radicales, que fue apoyada por los partidos socialista y comunista. La fórmula Juan Perón - Hortensio Quijano (1.478.372 votos) ganó con la clase obrera votando masivamente al Laborismo, que sacó el 85%. El restante 15% restante lo aportaron los sectores radicales pro-peronistas (la Junta Renovadora de la UCR) y el Partido Independiente, de los sectores conservadores (Cámpora, Visca y otros). Pero el armado de las listas no había estado libre de tensiones y maniobras. La convención del Partido Laborista impuso a Perón la candidatura del coronel Mercante como gobernador en Buenos Aires. Los laboristas eran mayoría en la bancada de diputados, pero con maniobras Perón dejó afuera a Gay de la candidatura al senado y la Fotia tucumana (gremio de los trabajadores azucareros) tuvo que hacer una huelga para exigir el reconocimiento de su candidato electo al senado.

Perón disolvió al Partido Laborista

Las relaciones entre el Partido Laborista y Perón fueron problemáticas desde el comienzo. Es que el laborismo no era el proyecto de Perón. Éste quería un movimiento dirigido en forma vertical, totalmente antidemocrático, en el cual confluyeran patrones, trabajadores y mujeres, conducidos por los patrones y por él mismo en forma personal. Luego del triunfo electoral, el 23 de mayo, Perón ordenó la disolución de las tres fuerzas que habían apoyado a su fórmula. Esto ya estaba acordado con la Junta Renovadora y el Partido Independiente. Pero el Partido Laborista desconoció la orden. Sus días estaban contados.

El 17 de octubre de 1946 hubo dos celebraciones. La CGT convocó al acto con la presencia de Perón. El laborismo convocó a otro, minoritario pero importante. Reyes en su discurso rechazó que se festejase la fecha “con acento oficialista”. El avance de Perón quitaba rápidamente espacio para un partido obrero que, aunque lo apoyase y fuese reformista, pretendía mantener su independencia y no ser un títere del gobierno. La mayor parte de los dirigentes sindicales se iban transformando rápidamente en funcionarios, actuaban disciplinadamente desde el parlamento o encabezaban gremios subsidiados o directamente intervenidos por el gobierno. Cipriano Reyes no lo aceptó. Llegaron a ofrecerle la presidencia de la Cámara de Diputados, y la rechazó, gritando “yo no sirvo para tocar la campanilla”. En enero de 1947 Perón ordenó desplazar a Gay de la conducción de la CGT. Por esos días se le cambió la denominación al partido gobernante: se llamaría Peronista. En las vísperas de las elecciones generales de 1948, en agosto, la justicia desconoció a Reyes como autoridad partidaria. En octubre, Perón “descubrió” una supuesta “conspiración” por la que Cipriano Reyes fue detenido y pasó siete años preso. 

Las pelea por la independencia de clase sigue en pie

La consolidación del aparato totalitario del peronismo frenó el desarrollo inicial que había ganado el Partido Laborista, ya que masivamente los obreros se volcaron al apoyo a Perón. Fue una experiencia breve pero extraordinaria, con la contradicción de ser un partido obrero que apoyó a un líder y un proyecto burgués, aunque fuese nacionalista. Por su parte, Perón fue consecuente con su carácter de clase. Por eso liquidó, en su surgimiento mismo, ese gran intento de organización política independiente de la clase obrera. 

Hoy, a ochenta años de aquella experiencia, bajo el gobierno ultraderechista de Milei surgido de los sucesivos fracasos de los gobiernos patronales, incluidos los gobiernos peronistas, la pelea por la independencia política de la clase obrera sigue vigente. Ni la liberación nacional y social, ni la defensa de las más mínimas conquistas, son posibles de realizar de la mano del peronismo y los patrones.

1. Ver Ernesto González. Ascenso y caída del peronismo. Ediciones Antídoto, Buenos Aires, 1986.
2. Sobre la época ver Ernesto González. El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina. Tomo 1. Editorial Antídoto, Buenos Aires, 1995.  
3. Ver en Op. Cit. 
4. Ídem.

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