Terminó el primer mes del año. Un enero donde se reactivó la inflación y volvió a subir el dólar. La carne también dio un nuevo salto. Los famosos “precios justos” brillan por su ausencia, al igual que los ya más antiguos “precios cuidados”. Los grandes empresarios explícitamente se jactan de no cumplirlos, mientras el gobierno peronista del Frente de Todos anuncia nuevos acuerdos y amaga con inspecciones de movimientos sociales y sindicatos como camioneros. La realidad es que la inflación de enero volverá a ser superior a la de diciembre. Y febrero se viene con nuevos aumentos, liderado por el salto en las tarifas de los servicios públicos. Al mismo tiempo, se confirma en las estadísticas oficiales lo que se sentía en el bolsillo, que salarios y jubilaciones perdieron por goleada en 2022 frente a la inflación. En este marco de deterioro salarial, el gobierno del Frente de Todos plantea que las paritarias de 2023 tengan un techo de 60%, cuando es obvio que la inflación será muy superior.
Lo que hay detrás de todo esto es la exigencia de cumplir el ajuste pautado con el FMI. También sobre eso, se conocieron en estos días los números definitivos del 2022, donde el gobierno peronista de Alberto, Cristina y Massa puede jactarse de haber “sobrecumplido” la meta con el Fondo: achicó el déficit fiscal al 2,4% del PBI, cuando se requería 2,5. Más ajuste que el requerido, pagado con el hambre, la marginación y la pobreza del pueblo trabajador. Los números de la pobreza, cercanos a 50%, no salen de la nada.
Máximo Kirchner volvió en estos días, a criticar el acuerdo con el Fondo, y a exigir una revisión de las metas. Por supuesto sabe que nada de eso sucederá. El propio FMI, aceptando las metas cumplidas de 2022, recordó el mayor ajuste que se debe llevar a cabo en 2023. Para empezar el año, el gobierno ya le pagó 1.000 millones de dólares a los acreedores privados y esta semana abonará 1.400 al FMI. ¡Entre los dos pagos se fueron la mitad de las reservas netas que le quedaban al país!
Inflación, pobreza creciente, más saqueo a nuestros recursos (esta semana la “justicia” avaló comenzar con la contaminante exploración offshore en el Atlántico frente a Mar del Plata). Estos son los problemas concretos que afectan al pueblo trabajador.
Mientras, tanto el gobierno como la oposición patronal ponen toda su energía en posicionarse para las elecciones de este año. En el gobernante Frente de Todos, el presidente Alberto Fernández buscó desesperadamente ganar puntos ante su desprestigio galopante con la cumbre de la Celac. Ni siquiera repudió la represión del gobierno de Boluarte en Perú. El kirchnerismo, por su parte, hizo toda una puesta en escena de despecho por la no invitación al ministro del Interior Wado de Pedro a una reunión entre Lula, Alberto y los organismos de derechos humanos. Como se ve, todo muy lejos del más mínimo interés del pueblo trabajador.
Por el otro lado, Juntos por el Cambio sigue jugando su interna, con todos los candidateables del PRO yendo en peregrinación a Villa La Angostura, buscando la bendición de Macri. Por si fuera poco, dentro del radicalismo también aparecieron ahora figuras, como Martín Tetaz y Gustavo Posse, que piden una alianza con el liberfacho, que por ahora los sigue despreciando. Toda una carrera para ver quien se pone más a la derecha.
Ambas fuerzas patronales, mientras tanto, encontraron un circo que les sirve para alimentar electoralmente la “grieta”, el juicio político a la Corte Suprema. Un debate en comisión que se sabe que terminará en nada, pero les dará seis meses de discursos a unos y otros. Por supuesto, lo que menos les importa a ambos es la existencia de jueces (supremos y de los otros) corruptos y que siempre fallan a favor de los poderosos.
El peronismo del Frente de Todos, la oposición patronal de Juntos por el Cambio, liberfachos de la Libertad Avanza, todos tratan de acomodarse para las elecciones que se vienen. El Frente de Todos trata de ganar espacio diciendo que son la única opción “ante la derecha”. Pero en estos casi cuatro años fueron los ejecutores del ajuste. Quedaron en meras palabras sus promesas de “distribución de la riqueza”, “terminar con el ajuste macrista” o “llenar la heladera de los trabajadores”. Es que, más allá de fuegos de artificio y discursos encendidos, todos esconden un gran acuerdo, seguir cumpliendo con el FMI y los pagos de deuda en 2023 y, peor aún, con los gigantescos pagos que se vienen para 2024 y 2025.
Ninguno de ellos es salida para el pueblo trabajador. Solo el Frente de Izquierda Unidad plantea algo diferente. Y no solo de palabra. Sus diputados y militantes son los únicos que están día a día apoyando todas y cada una de las peleas contra el ajuste en curso. Ahora, ante el año electoral, insistimos en la necesidad de un programa alternativo al de los partidos patronales. Somos quienes decimos que hay que dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI, reestatizar las privatizadas, nacionalizar la banca y el comercio exterior, para poner todos esos recursos al servicio de resolver las necesidades más urgentes del pueblo trabajador, salario y jubilaciones dignas, trabajo genuino, educación, salud y vivienda. Desde el FIT Unidad planteamos que es hora de que gobiernen los únicos que nunca lo han hecho, las y los trabajadores y la izquierda.
Para potenciar todo esto, es urgente que el Frente de Izquierda Unidad salga ya mismo con una fórmula presidencial única, que en nuestra opinión debe ser encabezada por Myriam Bregman, del PTS, llevando como vicepresidente a Gabriel Solano del PO, o a quien dicho partido nomine para el cargo. Sobre esta base, desde Izquierda Socialista ponemos a disposición a nuestros candidatos, como Juan Carlos Giordano y Mónica Schlottahuer, para una distribución equitativa de cargos electivos rotativos, tal como es tradición en el FIT Unidad. Todo con un único objetivo, salir a fortalecer ya mismo la alternativa política que necesita el pueblo trabajador.