Escribe José Castillo
El gobierno de Milei está inmerso en una crisis inédita para una nueva administración. No pudo impedir que el DNU fuera rechazado en el Senado. Así como hace pocas semanas se peleaba con los gobernadores “dialoguistas”, ahora lo hace con la propia vicepresidenta Villarruel. Una muestra de que, aunque sigue atacando al pueblo trabajador, lo hace desde una tremenda debilidad y se lo puede enfrentar y derrotar el plan motosierra.
El gobierno de La Libertad Avanza sigue cosechando derrotas políticas. Cada vez que hubo una marcha masiva, tuvo que retroceder con el protocolo antipiquete de Bullrich (una nueva demostración de eso se dio con el 8M). Ya había tenido que retirar la ley Ómnibus, que iba camino a una derrota catastrófica en Diputados. Ahora se sumó que, finalmente, el DNU se trató en el Senado y fue rechazado. El mero hecho de que finalmente se haya realizado la sesión del Senado que terminó en el rechazo, expuso una nueva pelea en el seno del gobierno: entre el presidente Milei y su vice, Victoria Villarruel.
No es la primera. Ya el gobierno de Milei suma una cantidad inédita de renuncias y despidos de altos funcionarios para un mandato tan corto. A principios de marzo hubo una enorme sangría en el ministerio de Capital Humano, con las salidas de varios funcionarios, entre ellos Rodrigo Aybar, responsable de los recortes en el plan Potenciar Trabajo, el subsecretario de políticas sociales Pablo Rodrigué y el director administrativo Agustín Sánchez Sorondo. En el ministerio de Seguridad, se había ido Sebastián García de Luca, secretario de Articulación Federal, en desacuerdo con el ataque de Milei al gobernador de Chubut. En las últimas días fue despedido Omar Yasin, secretario de Trabajo, a lo que se sumaron las renuncias de Armando Guibert, secretario de Transformación del Estado, Julián Suárez, director de fiscalización pesquera y Geraldine Calvella, titular del Renaper, entre otros.
El acuerdo con los gobernadores: cada vez más crisis
A lo largo de todo enero y febrero se fue desarrollando y acrecentando hasta el estallido las peleas entre el presidente y su círculo íntimo (encabezado por su hermana Karina) con todo el arco de la “oposición patronal dialoguista”, y en particular con los gobernadores. Que llegó a su máxima expresión con la amenaza, luego retirada, del mandatario de Chubut de “cortarle” el gas y el petróleo a la Nación.
El gobierno de Milei pareció dar una señal de tregua con su propuesta de lanzamiento del Pacto de Mayo, pero rápidamente quedó claro que este quedaba subordinado a que las provincias primero avalen la ley Ómnibus y aceptaran la continuidad del ajuste en las provincias, con un gobierno nacional que se sigue negando a enviarle a éstas los fondos que les corresponden. Con lo que el citado pacto hoy está objetivamente en crisis.
Milei, al mismo tiempo, sigue actuando en forma personalista y mesiánica. Prioriza twittear e insultar a diputados y senadores, incluso a quienes debería seducir para construir mayorías y lograr que les aprueben las leyes. Muchas veces destruye lo que algunos de sus ministros (como Guillermo Francos) construyen con trabajosas negociaciones
Divisiones en las patronales
¿Qué expresa todo esto? Que en los hechos hay una fuerte división en la patronal argentina acerca de qué es lo que hay que hacer. Por supuesto que las grandes empresas locales, las transnacionales, el FMI y el imperialismo yanqui apoyan a Milei y su plan de ajuste. Están de acuerdo con la flexibilización laboral, la prioridad para los pagos de deuda externa y que se abran nuevos negocios vía el saqueo de nuestras riquezas. Incluso algunas patronales, como los grupos encabezados por Paolo Rocca y Eduardo Eurnekián, avanzan tomando el control de cargos importantes en el gobierno. Pero la gran mayoría, incluido los funcionarios del propio FMI, tienen dudas sobre la viabilidad política y social del programa de Milei. En concreto, miedo a la reacción obrera y popular. Lo mismo expresa, muy claramente la Iglesia Católica y el propio papa Francisco.
También existe un sector de la patronal que, afectado por las características salvajes del ajuste, directamente está en contra. Ello se expresa en las economías regionales, las pymes y, en general, en muchas empresas que, dependiendo exclusivamente del mercado interno, ven derrumbarse sus ventas. Las críticas a Milei incluso de gobernadores e intendentes que, previamente, aparecían como los más cercanos (como Ignacio Torres de Chubut o el intendente de Mar del Plata Guillermo Montenegro, ambos de PRO) expresan estas contradicciones.
¿Por qué, a pesar de toda esta crisis que se profundiza, Milei sigue a la ofensiva con el ajuste? Sus puntos fuertes son paradójicamente, la existencia de una oposición patronal “dialoguista” que, a pesar de los insultos y desplantes del gobierno, sigue buscando caminos para “ayudarlo” y votar leyes. Y la memoria popular fresca de que el anterior gobierno peronista también llevó adelante un plan de ajuste al servicio del FMI a costa del pueblo trabajador.
Por eso insistimos, al plan motosierra de Milei, tenemos que oponerle un plan distinto, obrero y popular, que arranque de dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI para poner todo ese dinero al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares y una nueva alternativa política, como la que postulamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad: que gobiernen las y los trabajadores y la izquierda, en camino a una Argentina socialista.