Escribe José Castillo
El presidente Javier Milei se comparó con Terminator, afirmando que está orgulloso de ser “el topo dentro del Estado” argentino. Sostuvo que está para destruirlo, porque lo odia. ¿Qué hay detrás de las palabras de Milei? ¿Qué es ese Estado que quiere destruir Milei? ¿Cuál es el que proponemos los socialistas?
“Soy el que destruye el Estado desde adentro. Es como estar infiltrado en las filas enemigas. La reforma del Estado la tiene que hacer alguien que odie el Estado, que viene del futuro para “destruir el socialismo”. Evidentemente que todas estas expresiones del presidente Javier Milei en un reportaje al medio norteamericano The Free Press pueden parecernos un delirio. Claro que no es el primero y el líder ultraderechista de La Libertad Avanza ya nos está acostumbrando a escuchar estas cosas.
Las afirmaciones de Milei ante una periodista que no sabía si le hablaba en serio y que no podía contener la risa no tienen desperdicio: “No hace falta que el mundo tenga que sufrir semejante debacle para escapar de las ideas del socialismo. Yo vengo de un futuro apocalíptico para evitarlo. Algo así como la historia de Terminator. Bueno, de hecho Schwarzenegger es libertario”.
Milei miente: ¿dónde está ese “socialismo que él quiere destruir”?
El presidente ultraderechista ve “socialismo” por todas partes. Así el problema de la Argentina sería que hace décadas está gobernada por “socialistas”. Hay “socialismo” en Europa…y hasta en los Estados Unidos de Biden. Y por supuesto, en una coincidencia notable, dice que el régimen dictatorial de Maduro es “socialismo”, y lo mismo serían las dictaduras chinas y cubana.
Pongamos las cosas en claro. En todos esos lugares hay gobiernos capitalistas. En nuestro país jamás gobernamos los socialistas. No son “socialistas” los peronistas (ni los kirchneristas ni de ningún otro sector), ni tampoco, como delira Milei, los radicales u otras fuerzas (recordemos que cuando era candidato el actual presidente llegó a tildar de “comunista” a Horacio Rodríguez Larreta). No hay socialismo en el Brasil de Lula. Tampoco en el estado español, más allá de la etiqueta del partido de Pedro Sánchez. Y los socialistas revolucionarios, que durante décadas luchamos contra el falso socialismo de Stalin en la URSS, decimos con toda la autoridad que nos da haber dado esa pelea desde la década del 20 del siglo pasado, que tampoco hay socialismo en la China, ni en Cuba, ni en la Venezuela de Maduro. Son países, en cambio, en los que gobiernan dictaduras capitalistas.
Para dejarlo en claro: socialismo no es sinónimo de más presencia del Estado. Puede haber un “enorme” estado represivo y al servicio de los negocios capitalistas. ¿Cuál es el Estado más grande del mismo y con más déficit fiscal del planeta? Sin duda, los Estados Unidos, la principal potencia del capitalismo imperialista del planeta.
¿A quién “odia” Milei?
“La reforma del Estado la tiene que hacer alguien que odie el Estado”, sostuvo el presidente en un pasaje del reportaje. De nuevo, Milei miente. No es cierto que él odia a todo lo que sea estatal por el mero hecho de serlo. Le encanta por ejemplo, el fortalecimiento del aparato represivo del Estado. Le encanta disfrazarse con uniforme, como ya lo ha hecho un par de veces. A dicho una y mil veces que el Estado sí debe entrometerse en las decisiones de los cuerpos de las mujeres, prohibiendo el aborto. O que debe aparecer en las aulas, “prohibiendo” el libre debate de ideas o la libertad de cátedra de los docentes.
Precisemos, si Milei no odia “al estado”, ¿a quién odia? Milei “odia” a las y los trabajadores, a los que perciben una jubilación, a los sectores empobrecidos y marginados. Los odia y desprecia, por “débiles” por “no haber sido ganadores” como los empresarios, que, según el presidente ultraderechista “son auténticos benefactores de la humanidad”, como ha dicho repetidas veces. Milei no parece odiar que el Estado se entrometa cuando los trabajadores de un gremio consiguieron un aumento en un negociación paritaria, y aparece la secretaría de Trabajo (del ministerio de Capital Humano de Pettovello) y “no homologa” ese aumento, violando el “libre acuerdo” alcanzado entre las partes.
Insistimos, Milei no odia al Estado en general. Con su misoginia y homolesbotransfobia odia a las mujeres y disidencias. Milei no odia que el Estado le pague un sueldo supermillonario a su hermana, o dos sueldos a la familia de su amigo Manuel Adorni. O a los fabricantes de trolls que pululan por la Casa Rosada.Tampoco parece “odiar” que, tras el amague demagógico de hacer un par de vuelos en aviones comerciales, se la pase viajando a “visitas privadas” en Europa y Estados Unidos gastando dos millones de dólares promedio por cada uno de esos traslados. Para eso, evidentemente, no hay “motosierra”. No odia a Eurnekian, ni a Paolo Rocca de Techint, ni a Macri, ni a Galperin. Todos empresarios que se hicieron millonarios gracias a las prebendas, subsidios y privilegios que les regaló el Estado argentino.
¿Qué defendemos? ¿Qué tipo de estado queremos?
Los socialistas tenemos absolutamente claro que este Estado es capitalista y al servicio de los grandes empresarios, los banqueros y el FMI. Sabemos que ellos lo utilizan para enriquecerse, y que, a su vez, enriquecen con mil mecanismos a los políticos patronales que los sirven (desde los sueldos millonarios de los diputados, senadores, ministros, gobernadores y secretarios, hasta las coimas y la complicidad con los mismos empresarios en la corrupción). Tenemos absolutamente en claro que es el pueblo trabajador quien financia al Estado, pagando la mayoría de los impuestos (como el IVA, por ejemplo), mientras que los grandes empresarios y los ricos son jugadores y evasores seriales. Sabemos también, que más de una vez el Estado, a través de las órdenes de sus gobiernos en concreto, sólo aparece para reprimir la protesta popular.
No es ese el Estado que defendemos. Lo que apoyamos, luchamos por mantener y acrecentar, son las conquistas del pueblo trabajador: la educación pública, gratuita, laica, científica y de calidad en todos los niveles; el acceso a la salud pública; las jubilaciones y pensiones, en un sistema estatal y solidario; la existencia de empresas públicas como los ferrocarriles o Aerolíneas Argentinas, para tener comunicaciones que no se definan por si da o no ganancias llegar al lugar de destino sino por las reales necesidades de la población; YPF, para que las transnacionales no saqueen nuestras riquezas de gas y petróleo; el Banco Nación, el único que llega hasta el último rincón del país; los medios públicos de comunicación, para que no quedemos condenados a recibir información únicamente de los monopolios privados multimediáticos.
Al mismo tiempo, hay una parte del gasto público que sí, queremos destruir. Es lo que Milei, por el contrario, defiende con uñas y dientes.
Esa “parte del Estado” que nosotros queremos destruir es, aunque se invisibilice y mienta al respecto, en lo que se gasta más. ¡Ahorremos entonces, sí, en los pagos de deuda externa!, la principal partida del gasto público, dejando de pagarla. Terminemos con los subsidios a las empresas privatizadas. Bajemos los sueldos de los funcionarios, haciendo que cobren lo mismo que un trabajador especializado. Terminemos con las exenciones impositivas y privilegios a los grandes empresarios.
Mientras peleamos por todas estas medidas, decimos además que nuestra salida de fondo es construir otro Estado, obrero y socialista. ¿Por dónde empezar? Por lo básico, porque gobiernen las y los trabajadores y la izquierda, y ya no más los políticos patronales que nos vienen hundiendo y hambreando desde hace décadas. Ese gobierno, además de tomar todas las medidas que enunciamos más arriba, nacionalizará la banca y el comercio exterior, expropiará a los monopolios capitalistas, y por sobre todo, planificará democráticamente la economía, para que los recursos se apliquen a las reales necesidades populares y no a lo que dicte el mercado, que siempre elige “donde hay más ganancia”, en vez de dónde realmente hay una urgencia popular que resolver.
Ese gobierno entonces comenzará a construir ese nuevo estado, obrero y socialista, profundamente democrático, donde la salud la discutirán y decidirán las y los trabajadores de clínicas y hospitales, el transporte los ferroviarios y otros trabajadores del sector, la educación las y los docentes, y así sucesivamente, todos coordinando y debatiendo con las necesidades de cada comunidad. Un gobierno y un estado que empoderará a las mujeres y disidencias para que junto con el capitalismo caiga también la sociedad patriarcal. Un gobierno y un estado que romperá con el imperialismo, para unirse al resto de los pueblos sometidos del planeta, en la construcción de una nueva sociedad, donde podamos ser socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. Un socialismo que ningún Terminator será capaz de destruir.