El gobierno ultraderechista de Javier Milei ha declarado como “organización terrorista” a Hamas. Lo hizo coincidiendo con el 30° aniversario del atentado a la AMIA. Atentado que también condenamos, pero nos negamos a que se lo utilice como excusa para atacar la justa lucha del pueblo palestino contra el genocida Estado de Israel.
Obviamente, la declaración del gobierno de Milei fue agradecida por el carnicero Netanyahu: le cae como anillo al dedo para tapar con ello el auténtico genocidio que está llevando adelante contra la población de Gaza. Y que, como contrapartida, viene generando un repudio creciente en todo el planeta. Declarar a Hamas “organización terrorista” está en correspondencia con el alineamiento incondicional de Milei con el Estado sionista, con su planteo de trasladar la embajada argentina a Jerusalén y con la reciente votación en las Naciones Unidas, donde nuestro país vergonzosamente votó en contra del reconocimiento del Estado palestino, sólo acompañado por los Estados Unidos, el propio Israel y algunos más en todo el mundo.
La definición de Hamas como terrorista tiene peligrosas implicancias jurídicas. Abre las puertas a que puedan ser perseguidos y procesados todos aquellos que se solidaricen con la causa palestina, incluso en redes sociales o realizando colectas para cualquier evento de condena al Estado de Israel. Está en línea con lo que hace años viene llevando adelante sistemáticamente el sionismo. Así en varios casos ha atacado a legisladoras y legisladores del Frente de Izquierda por haberse pronunciado en contra de las masacres sionistas. Y si no ha podido avanzar en esa dirección ha sido por el contundente repudio, nacional e internacional, a estos intentos de censura.
Hamas no es una organización terrorista. Es parte de la resistencia del pueblo palestino. Y gobierna la Franja de Gaza luego de ganar las elecciones en ese territorio en el año 2006. Desde Izquierda Socialista no compartimos su programa, en particular su objetivo de una Palestina islámica y teocrática. Pero sí le reconocemos su lugar en la justa lucha popular que, desde hace décadas, se viene llevando adelante por una Palestina laica, democrática y no racista.