Escribe Pablo Tavolaro, trabajador aeronáutico
El pasado viernes 13, un contundente paro aeronáutico paralizó las operaciones de Aerolíneas Argentinas, afectó el funcionamiento de varias empresas extranjeras y obligó a Flybondi a trasladar sus operaciones a Ezeiza. Esto ocurre por una paritaria congelada desde noviembre que provoca un atraso salarial del 73% con respecto de la inflación.
Las y los pilotos ganan poco más de la mitad de lo que cobran en los demás países de Latinoamérica. Y la mayoría de las y los empleados de Aerolíneas Argentinas cobra por debajo de la canasta de pobreza, según el Indec se ubica en 940 mil pesos para agosto. Llegando a casos extremos de empleados que han cobrado menos de 500 mil pesos.
El gobierno de Milei miente al decir que el paro es porque a los pilotos ya no les dan asientos de primera clase. Lo que busca realmente es quebrar la lucha de las y los trabajadores de Aerolíneas, para volver a privatizarla. Por eso reduce las partidas presupuestarias, dificultando las operaciones de la empresa y generando incertidumbre entre los trabajadores. Como parte de este plan, Milei firmó un decreto que declara la esencialidad del transporte aerocomercial, restringiendo sensiblemente el derecho a huelga.
Desde su privatización en los ´90, Aerolíneas Argentinas, (emblema de excelencia en la industria aerocomercial y largamente elogiada por la capacidad de sus empleados) fue reiteradamente amenazada por el desfinanciamiento, el desguace y la reprivatización. Milei, usando la frase ¨todo lo que pueda ser privatizado, será privatizado¨, le da un nuevo impulso al intento de reprivatización de Aerolíneas e Intercargo, y provoca una situación que no beneficia en nada al pueblo trabajador.
Sin Aerolíneas Argentinas estatal, tanto el precio de los pasajes aéreos, como la calidad y seguridad de los servicios prestados por las compañías privada serán controlados por grandes empresarios que tendrán la vista puesta en las ganancias de sus cuentas bancarias, y no en los bolsillos y la seguridad de los pasajeros. A semanas de cumplirse veinticinco años de la tragedia de LAPA, hay que pensar que lo más caro para el estado no es tener una compañía aérea que le brinde seguridad y buen servicio; el costo mayor es el de la pérdida de vidas humanas, y el dolor de sus familias.
Debemos rechazar las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas e Intercargo, hay que apoyar el paro de los trabajadores aeronáuticos para que triunfe y exigir que no se les impida ejercer el legítimo derecho a huelga.