En muchísimos países hay partidos, grupos o personalidades que se reivindican trotskistas [...] es un movimiento muy heterogéneo [...]
Nuestra corriente se fue formando y desarrollando desde los años cuarenta, bajo la conducción de Nahuel Moreno, que era, cuando murió en 1987, el más importante dirigente trotskista latinoamericano. Moreno* insistía siempre en que ser trotskista significaba ser consecuentemente marxista, es decir, buscar científicamente la verdad, entender la realidad, para modificarla en un sentido revolucionario. Y que eso significaba ser crítico, hasta del propio Marx o de Trotsky. Podemos resumir en los siguientes tres puntos nuestra “carta de presentación”:
Mientras exista el capitalismo en el mundo o en un país, no hay solución de fondo para los crecientes problemas de los trabajadores y todos los oprimidos. La gran tarea es eliminar el dominio capitalista, rompiendo con la burguesía y el imperialismo. De ahí la necesidad de impulsar la movilización e imponer los gobiernos obreros, populares y campesinos, para comenzar a implementar los cambios de fondo hacia el socialismo. Es característico de nuestra corriente la crítica a los gobiernos que, diciéndose de izquierda o “socialistas”, mantienen la alianza con los empresarios y el imperialismo. Que proponen no romper con los explotadores, con equivocadas salidas “antineoliberales” o de “economía mixta”, mientras hacen promesas de redistribución del ingreso o incluso de construcción del socialismo, dentro del capitalismo.
La pelea de los trabajadores es inseparable de la más amplia democracia, del combate implacable contra la burocracia y el totalitarismo del “partido único” aunque éste se proclame revolucionario. Sin democracia obrera es imposible avanzar hacia el socialismo. La caída de las dictaduras burocráticas en la URSS y Europa Central en 1989/91 lo demostró. Y en los sindicatos dominados por los dirigentes vendidos hay que echarlos, imponiendo nuevas conducciones que impulsen las asambleas y el respeto a las decisiones de la base [...].
La burguesía y el imperialismo dominan el mundo. Los ayudan los dirigentes políticos y sindicales vendidos y reformistas, que ganan el apoyo de los trabajadores con falsas salidas y permiten así la sobrevida del capitalismo [...]. La liberación de los trabajadores exige una respuesta también mundial. Una dirección revolucionaria e internacionalista, que impulsando el desarrollo de los partidos revolucionarios en cada país, pueda llevar al triunfo la lucha definitiva por acabar con el capitalismo e imponer el socialismo.
En síntesis: ser trotskista significa pelear por construir una Cuarta Internacional y sus partidos, que retome las tradiciones revolucionarias de las anteriores experiencias, para dotar de una dirección consecuente a las luchas que hoy sacuden al mundo e imponer los gobiernos de los trabajadores y el socialismo mundial.
Para avanzar hacia ese objetivo, Izquierda Socialista impulsa la construcción de la Unidad Internacional de los Trabajadores (UIT-CI).
* Elaborado en base al texto: Ser troskista hoy, Nahuel Moreno. Primera edición en Cuadernos de Correo Internacional, 1988. www.nahuelmoreno.org.










