Aug 03, 2024 Last Updated 3:38 PM, Aug 2, 2024

Izquierda Socialista

El jueves 27, a las 19hs, realizaremos una audiencia pública con las personalidades que se pronunciaron por el derecho democrático para defender a Palestina Libre y en defensa del diputado Juan Carlos Giordano.

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Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

El gobierno peronista y los gobernadores de la oposición patronal de Juntos por el Cambio se niegan a tomar las medidas drásticas que la situación exige, la centralización y ampliación de la totalidad del sistema de salud público y privado, sostenimiento económico de la población para garantizar así las medidas de aislamiento y la vacunación masiva de todas y todos. El plan original de vacunación, también, es un fracaso. Tampoco en este aspecto ni el gobierno nacional del Frente de Todos ni los distintos gobiernos provinciales adoptan las medidas que la situación impone.

El ritmo de vacunación es menor que el de Chile y Uruguay, que ya han inoculado con una dosis a 94% y 92% de su población respectivamente, y aún menor que el de Brasil, que vacunó a 37%, mientras que la Argentina sólo alcanza al 28 por ciento. Menos aún que la media sudamericana, que es 31 por ciento. La realidad es que solamente 6% de los 45 millones de habitantes completó la vacunación con la segunda dosis, unos 2,5 millones, y 22%, 8,7 millones, tiene una sola dosis aplicada. A pesar de que el gobierno pagó 54% de los 48 millones de vacunas reservadas, solo recibió un cuarto y en las próximas semanas entrarán (según dicen) y como máximo cerca de 6 millones más. Una insignificancia que no evitará que se sigan produciendo tremendos sufrimientos y, sobre todo, miles de muertes por el Covid-19.

La estafa de Sigman-Slim-AstraZeneca y la rapiña de Pfizer

Cuando en agosto de 2020 el presidente peronista Alberto Fernández dio a conocer el acuerdo tripartito para producir la vacuna Oxford, a cargo del millonario amigo del peronismo kirchnerista Hugo Sigman y el magnate mexicano Carlos Slim, anunció que antes de fin de ese año se empezaría a vacunar y que en febrero de este 2021 serían millones las dosis que se dispondrían. Sin embargo, la primera vacuna producida en la Argentina recién se aplicará en una fecha desconocida de las próximas semanas, seis meses después del primer plazo anunciado. En la planta de Garín sigue en marcha una producción que ya ha alcanzado unos 77 millones de dosis, pero la vacuna no apareció hasta ahora por los irracionales acuerdos empresariales entre México y la Argentina para su elaboración.

La acusación de exigir coimas a Pfizer que hizo Patricia Bullrich, titular de PRO, contra el ex ministro de Salud Ginés González García, obligó a la multinacional a desmentir la especie, pero reveló la verdadera raíz de la disputa de esta empresa con el gobierno. Pfizer quiere cambiar una ley a pesar de que se hizo a pedido de los monopolios y que, con el voto oficialista y opositor de Juntos por el Cambio, determinó que el Estado podía acordar condiciones de indemnidad patrimonial para los laboratorios, salvo “aquellas originadas en maniobras fraudulentas, conductas maliciosas o negligencia”. Esta última salvedad, dicen los voceros de la empresa, es la que impide a Pfizer firmar un contrato con la Argentina. Quieren más garantías que las ya conseguidas junto a las demás multinacionales.

Debe incautarse la producción de mAbxience para terminarla en el país

La irresponsabilidad e irracionalidad del trío Sigman-Slim-AstraZeneca y la rapiña descarada de Pfizer muestran a las claras que la producción de las vacunas que el mundo necesita no puede quedar monopolizada por un puñado de monopolios capitalistas gracias a las patentes. Es necesario suspenderlas para que haya vacunas para todas y todos. El gobierno peronista de Alberto Fernández debe incautar la producción de mAbxience y envasarla en la Argentina, disponiendo de todos los laboratorios con capacidad. Esta capacidad es muy grande porque tenemos una industria farmacéutica muy desarrollada, como lo certifica el contrato firmado por Richmond para envasar la vacuna Sputnik localmente. Hace falta una decisión política para hacerlo, decisión que este gobierno solo tomará si logramos imponerla con la movilización, como lo están reclamando personalidades de distintos sectores, diversas organizaciones de trabajadores, el Plenario del Sindicalismo Combativo y el FIT Unidad.

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Escribe Fabián Torres, médico y delegado provincial de Asspur

Estamos atravesando la segunda ola del Covid-19 y el sistema de salud está colapsado, esta vez en una situación desesperante, con hospitales saturados, con las guardias y los pasillos ocupados con pacientes cada vez más jóvenes que necesitan asistencia mecánica respiratoria y en camas improvisadas en catres, como en el hospital de Cinco Saltos. Situación muy grave con faltante de vacunas, aun para esenciales y personas de riesgo. Panorama que se repite en Bariloche, Viedma, General Roca y demás departamentos, con intendentes de distinto color político que han hecho oídos sordos, al igual que la gobernadora Arabela Carreras, de Juntos Somos Río Negro, a los reclamos por más presupuesto, infraestructura y aumento salarial promovidos por la Asociación Sindical de Salud Pública de Río Negro (Asspur), sindicato antiburocrático de los trabajadores de la salud provinciales.

Hay 800.000 habitantes en toda la provincia y solo 211 camas en terapia intensiva que no alcanzan, como los respiradores, tanto en el sistema público como en el privado. Deja al descubierto también la crisis de las obras sociales y las prepagas que se descarga sobre el hospital público, donde se atiende cada vez más a personas que se quedaron sin obra social ante la crisis económica y social mientras los sanatorios privados siguen siendo subsidiados por el gobierno provincial.

En Neuquén, la histórica lucha de los trabajadores de la salud pública dejó al descubierto el desmantelamiento del sistema por años de abandono y desinversión, responsabilidad del Movimiento Popular Neuquino (MPN) que deriva pacientes hacia las clínicas privadas y paga cifras astronómicas por la atención que no se puede brindar en los hospitales. En cualquier nosocomio de la provincia se ven los pacientes oxigenados en camillas en las guardias esperando que se desocupen camas en terapia intensiva. El Castro Rendón, hospital central de la provincia que cuenta con cuatro quirófanos y una antigua y larga lista de espera de pacientes para cirugías programadas, anunció que dos de esos quirófanos serán reconvertidos en camas de casos de Covid. El hospital Horacio Heller, el último construido en la capital, transformó la guardia en el lugar de internación para pacientes Covid. En el hospital Centenario contaban con veinticinco camas de internación en 2020, ahora hay solo trece, y encima  los enfermeros intensivistas fueron “castigados” por luchar y enviados a centros periféricos. El hospital de Picún Leufú no tiene quirófano ni ecógrafo, siendo una ciudad alejada de los grandes centros urbanos. Y así con el resto. Todo agravado por la persecución del gobierno a los luchadores, que los sanciona con descuentos salariales, sumarios y causas penales. Una verdadera tragedia de la que es responsable el gobernador Omar Gutiérrez en medio del avance de la pandemia.

En las dos provincias se repiten las escenas y las carencias, jornadas interminables de trabajo bajo un permanente estrés y sin descanso, sumadas a la falta de personal y la necesidad de recurrir a “cargarse” con más guardias por los bajos salarios, la falta de insumos y los graves problemas de infraestructura de los hospitales que hacen insostenible la situación para los trabajadores de la salud. 

Encima intentan otorgar recomposiciones salariales por detrás de la inflación en medio de la pandemia. Pero se puede enfrentar tanto desastre como lo demostraron los autoconvocados de la salud de Neuquén, que es el ejemplo a seguir, ya que con unidad y coordinación lograron conquistar un 53% de aumento salarial para todos los estatales. Y también necesitamos cambios de fondo para salir del colapso, mayor presupuesto para salud sobre la base del no pago de la deuda externa y un impuesto a las grandes fortunas. Centralización del sistema de salud, unificando el sector público y el privado bajo un mando y una administración única estatal con criterios sanitarios y no de lucro. Todo bajo control de los trabajadores de la salud y los usuarios.

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Escribe Claudio Funes

Un informe de la revista Forbes publicado este año indica que, desde que comenzó la pandemia, al menos nueve empresarios se transformaron en nuevos multimillonarios como consecuencia del fenomenal aumento de las ganancias en la producción de las vacunas contra el Covid-19, sobre todo las de Moderna, BioNTech y la china CanSino.

Juntos, estos multimillonarios, ya suman 19.300 millones de dólares, un monto equivalente al necesario para vacunar a 780 millones de personas.

Entre ellos se destacan Stéfane Bancel, CEO de Moderna, con 4.300 millones de dólares; Ugur Shin, CEO y fundador de BioNTech, con 4.000 millones de dólares, y Timothy Springer, inmunólogo y unos de los primeros inversores de Moderna, con 2.200 millones de dólares.

 Además de los nueve multimillonarios nuevos, hay otros ocho que ya lo eran y que, de conjunto, incrementaron su riqueza en 32.000 millones de dólares solo por tener acciones en las compañías que fabrican estas vacunas.

El desarrollo de esta trágica pandemia, para los capitalistas, no es más que una oportunidad de negocios. Las acciones de Moderna aumentaron más de 700% desde febrero de 2020, las de BioNTech 600% y las de la china CanSino Biologics 440 por ciento.

Estas enormes ganancias son la explicación de la férrea oposición de los laboratorios y los gobiernos que los representan al clamor mundial por la liberación inmediata de las patentes para que haya vacunas para todas y todos. “Estas vacunas fueron financiadas con fondos públicos y deberían ser, ante todo, un bien público mundial”, dijo Sandra Lhote-Fernandes, de Oxfam Francia.

Esto también explica el porqué de la negativa de Alberto Fernández a incautar los antivirales que produce el sexto empresario más rico de la Argentina, Hugo Sigman, en Garín.

Estas nuevas fortunas contrastan cruelmente con los 150 millones de nuevos pobres extremos que habrá en 2021. El capitalismo es pura irracionalidad y barbarie.

Con más de 167 millones de contagios y 3.5 millones de muertes, los grupos farmacéuticos obtienen ganancias descomunales al mantener el monopolio de la producción de las vacunas contra el Covid-19 especulando con la muerte.

Desde Izquierda Socialista seguimos impulsando la campaña mundial por la inmediata liberación de las patentes, mientras le continuamos exigiendo al gobierno peronista de Alberto Fernández que se incauten las 24 millones de dosis que se producen por mes en Garín.

 

 

 

 

 

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Escribe Mónica Méndez, secretaria de Organización de la Cicop

Nuestro país está hoy entre los primeros del mundo en cantidad de contagios y muertes. El sistema sanitario está saturado y faltan camas en varias provincias. Una verdadera catástrofe que va a continuar mientras no se avance con una campaña de vacunación masiva. Mientras, las trabajadoras y los trabajadores de la salud seguimos en la primera línea de combate al virus y luchando desde el inicio de la pandemia por salario, condiciones de trabajo y presupuesto.

Todos los días, desde el inicio de la pandemia, en los medios se habla del nivel de ocupación de camas y el peligro de colapso del sistema sanitario. Ahora se insiste con el número de vacunados y los plazos para la llegada de nuevas partidas. Datos estadísticos que solo muestran la punta del iceberg de la crisis del sistema porque, de fondo, no reflejan el principal problema que existe en los hospitales y las clínicas privadas, que es el total abandono del recurso más importante, las trabajadoras y los trabajadores. A más de un año de iniciada la pandemia, seguimos cobrando salarios por debajo de la línea de pobreza, recurriendo al pluriempleo para llegar a fin de mes, sobreexigidos por la falta de personal e impedidos de gozar un mínimo descanso. Más los despidos por los cierres de clínicas, la persecución gremial y las presiones para terminar con las licencias de los grupos de riesgo. Así no se puede seguir.

Por eso, en medio de la segunda ola, en dieciocho provincias hay conflictos en el sector de la salud por reclamos salariales y se multiplican las luchas en todo el país. La política sistemática de desinversión y ataque a la salud pública, por un lado, y la voracidad de los dueños de clínicas y sanatorios privados, por el otro, continúan y se profundizan mientras luchamos contra el Covid. Y la única respuesta de Alberto Fernández es un bono de 6.500 pesos que aún no se cobró. Al igual que Larreta, de Cambiemos, y todos los gobernadores de distinto signo político que insisten en amedrentar al personal de la salud cuando sale a reclamar. Así fue el caso de Alicia Kirchner, gobernadora de Santa Cruz, que metió presos a enfermeros que acampaban frente a la casa de gobierno, una barbaridad. En Córdoba, Schiaretti despidió a setenta compañeras y compañeros que trabajaban precarizados. El reclamo por su reincorporación continúa. Mientras, los sueldos de enfermeros y médicos de esa provincia rondan los 35.000 pesos, una locura. En el Larcade siguen de paro y enfrentando la persecución, una lucha heroica. En La Matanza se mantienen las medidas contra el acuerdo salarial de los municipales. En Neuquén, luego del triunfo de la histórica huelga de sesenta días y la conquista del 53% de aumento salarial, rechazan los sumarios del gobernador Omar Gutiérrez, del MPN, y exigen que les paguen los días caídos. ¡Enfrentamos al virus y a los gobiernos!

El acuerdo entre el gobierno nacional y la burocracia de ATE y UPCN, de cerrar una paritaria de 35% en cuotas, es un nuevo capítulo del ataque que venimos sufriendo. Intentan usarlo como caso testigo para imponerlo en todas las provincias, consolidando salarios de pobreza. A pesar de estar transcurriendo la segunda ola de contagios, las trabajadoras y los trabajadores de la salud seguiremos luchando por una verdadera recomposición salarial y en defensa del sistema público de salud. En estos días, en Cicop, estamos convocando asambleas en todos los hospitales y centros de salud de cara a un nuevo congreso de delegados. El acuerdo salarial del año pasado ya se licuó por la tremenda inflación y debemos salir nuevamente a las calles. Así como lo impusieron los elefantes neuquinos, la organización y la lucha son el único camino.

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