Jul 31, 2024 Last Updated 12:12 AM, Jul 31, 2024

Izquierda Socialista

En estas semanas, justo cuando el frío empezó a pegar más fuerte, se empezaron a conocer datos de varios docentes que se contagiaron coronavirus, fundamentalmente en CABA y Buenos Aires. ¿Cómo es posible si las clases están suspendidas y los docentes estamos trabajando, de manera virtual, desde nuestras casas?

Escribe Guillermo Sánchez Porta

La principal razón es que el gobierno nacional, el de Larreta, el de Kicillof y los intendentes municipales no están garantizando el reparto de comida a los sectores populares más necesitados (¡que son millones!), casa por casa, a través de sus organismos de Desarrollo Social destinados a esa tarea. Al declararse la cuarentena y suspenderse las clases, también la necesidad de garantizar la alimentación de los alumnos y sus familias, que en muchos casos no pueden salir a “buscar el mango”, se multiplicó. Pero los gobiernos no multiplicaron proporcionalmente los fondos para Desarrollo Social destinados a cubrir esas necesidades. 

En vez de nombrar a miles de personas, hoy sin trabajo, para que, con todas las medidas de seguridad necesarias, hagan el reparto de comida e insumos casa por casa en los barrios populares, decidieron utilizar a los docentes y auxiliares para ese trabajo en las escuelas. Además, a la mayoría no le garantizan todos los elementos de protección para evitar el contagio. 

Como alertamos desde Docentes en Marcha e Izquierda Socialista, esa metodología pone en riesgo la salud de docentes y de millones de familias pobres que deben hacer largas colas y retirar sus bolsones en las escuelas.

Ahora hay muchos casos de docentes contagiadas justamente en los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires (Soldati, Lugano) y Gran Buenos Aires (La Matanza, Lomas de Zamora). La mayoría son compañeras que fueron voluntariamente a colaborar a sus escuelas. Automáticamente, ellas, sus familias y las demás compañeras que estuvieron en la tarea deben pasar a cuarentena, esperando no ser, también, portadoras del Covid-19. Y las familias que estuvieron en contacto con ellas también están con esa incertidumbre.

Todo esto, insistimos, podría haberse evitado. Pero los gobiernos no sólo no quisieron invertir en lo necesario para evitar estos riesgos, sino que inventan fundamentos para sostener esa política irresponsable. Por un lado dicen que en las escuelas se pueden centralizar los datos de las familias más necesitadas. ¡Pero justamente en las escuelas tenemos esos datos, con dirección de todos, y el gobierno podría organizar la entrega en las casas! 

Por otro lado, desde el gobierno aprietan a docentes para que vayan con nuevos “protocolos” diciendo que sería obligatorio asistir para no ser sancionado, como parte del “vínculo pedagógico con la comunidad”. ¡Una vergüenza! 

En realidad, ningún docente va porque tenga miedo a una sanción. Van voluntariamente porque prima la solidaridad con las familias pobres de sus alumnos y, al ver que el gobierno no lo garantiza, están dispuestos a arriesgar su salud. 

Si bien hay miles de docentes voluntarias, el propio gobierno reconoce que cada día se le hace más difícil conseguir la cantidad necesaria, porque hay razonable miedo a los contagios. Por eso los gobiernos están pensando en hacer un solo reparto por mes, de mayor cantidad de productos, y otras variantes. 

Pero la única solución para garantizar la comida e insumos para millones de familias pobres, o sin ingresos actuales por la cuarentena, sin que se expongan al contagio, es que los gobiernos inviertan el dinero para nombrar el personal de Desarrollo Social necesario para repartir, con todos los elementos de seguridad protocolares, casa por casa y con toda la comida e insumos que cada familia precise. 

Para hacer esto hay que tomar la decisión política de hacer un fondo de emergencia. Desde Izquierda Socialista y Docentes en Marcha seguiremos exigiendo al gobierno que se haga cargo y garantice sus obligaciones sin arriesgar la salud de los docentes y de las familias. 

 

Neuquén. Continúa la lucha de los camioneros

En la capital neuquina sigue el campamento de los doce choferes suspendidos de la empresa Expreso Argentino que bloquean las puertas del depósito para que no entre ni salga nada ni nadie. Exigen que les paguen los dos meses de salarios adeudados y les levanten la suspensión, ya que la empresa continúa trabajando en otros depósitos y contrató a nuevos choferes, que tiene en negro. El sindicalismo combativo, la izquierda y organizaciones sociales acompañamos a los trabajadores en la movilización que realizaron para visualizar su reclamo. La Justicia emitió una orden de desalojo de las puertas de la empresa en lugar de obligarla a pagar lo que adeuda. Mientras, la Secretaría de Trabajo provincial tampoco intima a los empresarios, siendo que por decreto nacional están prohibidos los despidos y las suspensiones, sobre todo en una empresa que nunca dejó de trabajar por la pandemia, ya que su servicio es considerado esencial. Gran solidaridad despertó el conflicto, con aportes de alimentos y fondos para que puedan aguantar. Los militantes de Izquierda Socialista y la concejala Angélica Lagunas concurrimos diariamente a llevar nuestro apoyo a los choferes en el campamento.


San Fernando. Municipales en pie de lucha

Municipales de Servicios y Obras Públicas de San Fernando han denunciado al municipio, al mando de Juan Andreotti, por descuentos arbitrarios en sus salarios, en algunos casos de 50 por ciento. Realizaron un acampe en la puerta de la base donde diariamente toman servicio manifestando que el municipio nunca les facilitó los elementos básicos, como barbijos, mascarillas, antiparras, guantes o algún desinfectante y reclamando el pago total de sus salarios. Los trabajadores resaltaron la política negrera y explotadora de Andreotti, que paga bajos salarios, y tiene a la mayor parte de la planta precarizada.


Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes – CABA

Denuncian contagios de Covid-19 entre trabajadores y jóvenes a los que se debía cuidar

Ya son en total nueve los casos confirmados en los dispositivos de atención directa y alojamiento del CDNNyA. En el CAD (Admisión) las autoridades ordenaron volver al trabajo al personal que estuvo en contacto estrecho con el adolescente que resultó positivo. Lo mismo sucedió en el CRC (Régimen Cerrado) Belgrano. Este proceder irresponsable y contrario a los indicaciones sanitarias expone a los niños, niñas y adolescentes y trabajadorxs a mayores contagios.

Dispositivos fusionados, falta de insumos de protección e higiene personal y la negativa de las autoridades a disponer el aislamiento de catorce días conforman en la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil y la Dirección de Servicios de Atención Permanente un cuadro de negligencia de las autoridades.

Trabajadores agrupados en Unidad de Trabajadorxs en el CDNNyA (UTC) en ATE exigen que se convoque a una asamblea conjunta de los sectores afectados para defender en unidad los derechos de trabajadores, niños, niñas y adolescentes.

 

 

 

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Escribe José Castillo

Reanudamos nuestra serie de artículos sobre el peronismo, que iniciamos en El Socialista 450 [“¿Qué es el peronismo?”], 451 [“El primer peronismo (1943-1955)”] y 452 [“El trotskismo morenista y el primer peronismo”]

En septiembre de 1955 triunfó el golpe gorila proyanqui, clerical y propatronal autodenominado “revolución libertadora”, que para la memoria histórica de la clase obrera quedó como “la fusiladora”. Fue una derrota muy dura para el pueblo trabajador. Perón no armó a los trabajadores, como se le había pedido reiteradamente y, básicamente, se entregó sin pelear. La burocracia sindical peronista y los dirigentes políticos “se borraron” o llamaron a “la tranquilidad” y “volver al trabajo”, mientras buscaban negociar la permanencia en sus cargos con el nuevo gobierno de Lonardi. Los núcleos de trabajadores que resistieron, en Rosario y sectores del conurbano bonaerense, solos y aislados, fueron ferozmente reprimidos.  

Se abrieron así dieciocho años de proscripción para el peronismo. Un largo período donde la clase trabajadora argentina no tuvo el derecho democrático elemental de votar a quien consideraba su líder. Sin embargo, los dirigentes políticos y sindicales peronistas, y el propio Perón, no fueron intransigentemente opositores a los diversos gobiernos, civiles y militares, que los proscribieron. Los historiadores del peronismo han inventado el mito de los dieciocho años de la resistencia peronista, que existió, sin duda, pero estuvo circunscripta a los años 1956-1959 donde, ante la violentísima ofensiva proyanqui por barrer todas las conquistas logradas en la época anterior, la clase obrera argentina resistió con huelgas, movilizaciones y dando lugar al surgimiento de una nueva camada de dirigentes muy combativos.

Pasamos a ser una semicolonia yanqui

Tras una década en la que nuestro país había mantenido una relativa independencia con respecto al ascendente imperialismo norteamericano, con la dictadura de Aramburu-Rojas pasamos inmediatamente a ser una semicolonia de los Estados Unidos, se firmaron los pactos con la OEA e ingresamos en el FMI.

El propósito del gobierno se centró en liquidar las conquistas obtenidas por la clase trabajadora. Para ello sabía que tenía que destruir al conjunto de la organización existente del movimiento obrero. Ese era el objetivo profundo de la “desperonización”, a la que le unía una represión generalizada sobre el conjunto de los sectores populares (se destruyeron bustos de Perón y Evita, se quemaron libros y se prohibió hasta el uso de los símbolos y aun nombrar a Perón y Eva Perón). Pero el gobierno de la “libertadora” fracasó en su intento. La clase trabajadora resistió con uñas y dientes desde la última línea, las comisiones internas y los cuerpos de delegados.

Frente a la “borrada” generalizada de la vieja dirigencia política y  sindical, una nueva camada de activistas obreros tomó la posta. Ya el 17 de octubre de 1955 el 70% de la clase trabajadora había acatado un llamado a la huelga general lanzado por nuestra corriente (en aquel momento aún con el nombre de Federación Bonaerense del PSRN), con el solo acompañamiento de una pequeña agrupación llamada Comando Nacional Peronista.

Durante 1956 y 1957 se sucedieron paros, luchas parciales, reagrupamientos, se crearon listas y se realizaron plenarios sindicales. Los interventores de la dictadura, y sus colaboracionistas del PS y el PC, no lograron hacer pie en la mayoría de los gremios.

Esa fue la línea en concreto que asumió esa nueva y joven dirección que estaba surgiendo en el movimiento obrero y que abrumadoramente se reivindicaba peronista. Sin embargo, los dirigentes políticos del peronismo (autoproclamados en algunos casos, o con el apoyo explícito de Perón desde el exilio) se jugaban a otra cosa. Para ellos la “resistencia” consistía en una sucesión de hechos (algunos vinculados al movimiento obrero, otros no, como la colocación de pequeños explosivos, popularmente llamados “caños”, o la expansión de “rumores” como que Perón descendería en algún lugar del país desde un avión negro), que sirvieran de soporte a un golpe militar nacionalista properonista. Que terminó sucediendo, y fracasando, en junio de 1956, con el levantamiento del general Valle. La respuesta de la dictadura fue profundizar la represión, dando lugar incluso al fusilamiento de civiles en los basurales de José León Suárez.

Las luchas obreras, sin embargo, se siguieron profundizando, siendo la más importante la que se dio en diciembre de 1956 con una gigantesca huelga metalúrgica en la que tuvieron una destacada participación los compañeros de nuestra corriente.

El MAO y Palabra Obrera

En esos años, ya ilegalizado por la dictadura el PSRN, del cual éramos parte a través de la ya mencionada Federación Bonaerense, organizamos el Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO), que fue más conocido por el nombre de su periódico, Palabra Obrera. Nacido como un frente único de agrupaciones en el que participamos los trotskistas junto con otras construidas por la nueva vanguardia peronista, se transformó rápidamente en nuestra forma pública de intervención. A partir de allí, los trotskistas de la tradición de Nahuel Moreno realizamos “entrismo” en el movimiento obrero peronista. Conservando la más absoluta independencia política (de hecho solo se trató de algunas concesiones formales, como declararnos “peronistas”), Palabra Obrera tuvo una destacadísima intervención, fue reconocida por miles de delegados y activistas y su periódico se vendía de a miles.

Ya en 1957 el fallido intento de la dictadura de “reorganizar” la CGT desde la propia intervención militar, dio nacimiento a las 62 Organizaciones (originalmente los 62 sindicatos que, siendo mayoría en el congreso de la CGT, impidieron que los 32 gremios colaboracionistas junto con la intervención militar se quedaran con la dirección formal del movimiento obrero). En medio de conflictos parciales, e incluso varias huelgas generales, las 62 Organizaciones llegaron en esos tiempos a funcionar con plenarios semanales con barra, verdaderas asambleas de activistas donde nuestros compañeros de Palabra Obrera llegaron a tener una presencia importante.

La crisis política y el pacto de Perón con Frondizi

Todas estas luchas del movimiento obrero pusieron en crisis al conjunto del proyecto de “desperonización” de la dictadura y los partidos patronales que la acompañaban. De hecho, esto generó la división del radicalismo en “radicales del pueblo” (UCRP, Ricardo Balbín) y “radicales intransigentes (UCRI, Arturo Frondizi) e incluso del viejo Partido Socialista, entre PSD (socialistas “democráticos”, más gorilas, con Américo Ghioldi que había pedido y aplaudido los fusilamientos de junio de 1956) y PSA (socialistas “argentinos”, con Alfredo Palacios, que también había apoyado a la dictadura y fue su embajador en Uruguay). En 1957 la convocatoria a elecciones para asamblea constituyente con el objetivo explícito de derogar la Constitución de 1949 terminó en un estrepitoso fracaso, ya que ganaron los votos en blanco.

Finalmente, se convocó a elecciones presidenciales para febrero de 1958. La movilización y organización obrera, los millones de votos en blanco obtenidos y la repulsa popular a la “libertadora”, ya llamada “fusiladora”, ponían contra la pared a todo su proyecto. Pero en ese momento Perón, desde el exilio, negoció el voto al candidato de la UCRI, Arturo Frondizi, con la supuesta promesa de la legalización futura del partido peronista y la normalización de la CGT. Nuestros compañeros de Palabra Obrera discutieron en innumerables asambleas obreras lo incorrecto de esa “orden” de Perón, pero primó la confianza en la “capacidad estratégica” del líder. Así se terminó acatando, en muchos casos a regañadientes, el voto a la UCRI. 

Frondizi ganó con los votos peronistas. Pero no cumplió con ninguno de los términos del pacto. Peor aún, profundizó el ajuste contra la clase trabajadora junto con la dependencia y semicolonización de nuestro país. En el mismo año 1958 entregó el petróleo a las multinacionales norteamericanas, creó las universidades privadas (un regalo para la Iglesia Católica) y llegó a nombrar como ministro de Economía a Álvaro Alsogaray, un ícono del gorilismo y una de las figuras más antiobreras de la historia argentina. La conducción política del peronismo y las direcciones sindicales, en las que muy lentamente se iba consolidando una nueva burocracia sindical alrededor de la figura de Augusto Timoteo Vandor, llamaron a “esperar” y, de hecho, se jugaron a la desmovilización durante casi todo el año.

La última lucha: el frigorífico Lisandro de la Torre

Finalmente, la presión de las bases obreras para salir a pelear contra Frondizi, y el propio intento del gobierno de privatizar el frigorífico Lisandro de la Torre, en Mataderos, provocó una enorme huelga en enero de 1959. El barrio fue prácticamente tomado por los trabajadores en lucha en una pelea que duró semanas y que solo pudo ser derrotado con una ferocísima represión, que incluyó la entrada de tanques en el propio establecimiento, tras militarizar la zona.

La “libertadora” impidió que el peronismo se integre al régimen político, pero siempre hubo sectores “integracionistas” que buscaron de una u otra forma pactar con el régimen. De hecho, fue el propio Perón, a partir del acuerdo con Frondizi, quien también lo intentaría en 1958. Sin embargo, en esos años fue el régimen político, en particular a través de la presión militar, el que vetó reiteradamente esta salida.  

Enero de 1959, la derrota del frigorífico Lisandro de la Torre marcó el cierre de esta etapa gloriosa de la clase trabajadora argentina. Vinieron luego diez años de batallas defensivas y derrotas obreras. Hubo, sin duda, importantes conflictos, pero fueron infinitamente menos que en los tres años que hemos relatado. El peronismo profundizó su línea de integración al régimen, llegando al extremo en 1966 de que la dirección burocrática de los dos sectores en que ocasionalmente estaba dividida la CGT se hicieran presentes en la asunción del dictador Onganía, al mismo tiempo que Perón llamaba a “desensillar hasta que aclare”.

Sin embargo, volviendo al mismo enero de 1959, este abrió un nuevo horizonte, fue el momento del triunfo de la revolución cubana. El triunfo de “los barbudos” Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos provocó una auténtica revolución ideológica en las cabezas de miles de jóvenes que se sumaron en los años siguientes a la lucha por la revolución socialista. Todo terminó confluyendo cuando se dio una nueva alza obrera, con el Cordobazo de 1969. Pero esa es otra historia que contaremos en el próximo número. 

 

Si bien los hogares son muy distintos y la cuarentena se vive de formas diversas, hay una constante que se repite: las mujeres trabajadoras estamos a cargo de la mayoría de las tareas de cuidado y limpieza en el hogar. La sensación que tenemos es de desborde y colapso de los hogares. Cuidadoras tiempo completo y sobreexigidas con tareas múltiples, permanentes y simultáneas, las trabajadoras viven así el día a día desde el inicio de la cuarentena.

Escribe Mercedes Trimarchi, diputada bonaerense (m.c.) Izquierda Socialista/FIT Unidad

Las trabajadoras ferroviarias que impulsan la agrupación Mujer Bonita es la que Lucha vienen dando desde hace años una enorme pelea contra la discriminación laboral. Mónica Schlotthauer, delegada del sector de limpieza y diputada nacional electa por Izquierda Socialista/ FIT Unidad, nos cuenta que tuvieron que organizarse para conseguir los elementos básicos de seguridad, como el alcohol en gel, guantes y barbijos para poder trabajar, y también están impulsando talleres de capacitación contra la violencia de género. A su vez, junto a la Casa que Abraza, impulsaron una encuesta coordinada por Malena Lenta, de Isadora y de Izquierda Socialista, en la que les preguntaron a sus compañeras de las líneas San Martín y Mitre, además del Sarmiento, cómo están viviendo la pandemia, ya que el 40% está trabajando con miedo al contagio. Otro dato revelador de la encuesta es que el 60% es el único sostén económico del hogar y el 25% sufre actualmente violencia de género en el ámbito del trabajo. Además de acoso callejero y robos al salir o ir al trabajo, las ferroviarias señalan que las calles vacías son doblemente peligrosas para las mujeres, al igual que los andenes. En el video donde difunden los resultados de la encuesta también denunciaron que les recortaron la asistencia médica y en la casa están sobrecargadas con las tareas de cuidado de sus hijos y adultos mayores.

Por otro lado, una encuesta realizada por la Universidad de Córdoba a unas 550 personas (mayoría mujeres) constató que el exceso de quehaceres domésticos y de cuidados atraviesa a las mujeres durante la cuarentena. Están más cansadas que antes de la crisis sanitaria y duermen menos de lo necesario. El teletrabajo es una verdadera sobrecarga en el que no se respetan los convenios laborales ni las horas de descanso. Literalmente, es una modalidad que no te permite desconectar. La mayoría de las mujeres consultadas son cuidadoras de tiempo completo y trabajan más. A su vez, la mitad duerme entre una y tres horas menos de las ocho necesarias para descansar. Así los cuerpos de las mujeres están siendo sobreexigidos con graves consecuencias para la salud. La situación de aislamiento social obligatorio puso al descubierto la desigual carga de cuidados que, si bien es preexistente a la pandemia, en este contexto se acentúa. Ayudar con la tarea escolar, el cuidado de adultos mayores, el teletrabajo, la limpieza y el orden del hogar es un verdadero desgaste diario. 

Recordemos que las mujeres somos las jefas de los hogares más pobres y cargamos con un alto índice de informalidad en nuestros trabajos, como quienes limpian casas o hacen changas. Otro tanto ocurre con las trabajadoras de la salud, monotributistas y precarizadas que deben hacer guardias extenuantes para poder llegar a fin de mes. Una vez más somos las trabajadoras quienes nos encontramos expuestas y desprotegidas ante esta situación que profundiza la desigualdad de género. Necesitamos una cuarentena sin despidos ni suspensiones, sin rebaja salarial y un subsidio -que cubra la canasta básica- para quienes lo soliciten, sin ningún tipo de restricción. A su vez, exigimos las licencias pagas para las madres y padres que tengan a su cargo hijos, hijas y adultos mayores, como también que las empresas de telecomunicaciones liberen los datos de internet para que se puedan garantizar las tareas escolares, las cursadas y también la posibilidad de ver películas o series de manera gratuita.



Escribe Alejandro Solís

El 30 de mayo fue detenido en Uruguay Sebastián Romero, militante del PSTU y uno de los perseguidos por participar de la masiva movilización al Congreso de diciembre de 2017, cuando el gobierno de Macri votó (con el aval del peronismo) la reforma jubilatoria. Una ley que ajustó a millones de jubilados por orden del FMI. Más de 100 mil personas repudiaron la ley y sufrieron una feroz represión.

Romero fue señalado por la difusión de imágenes donde tira una bomba de estruendo, sin cometer delito alguno. Con ese argumento se extendió un pedido de captura internacional y una recompensa millonaria para atraparlo. Medida que este gobierno sostuvo a través de la ministra Frederic.

De esta forma lo convirtieron en un chivo expiatorio del entonces gobierno de Macri y Patricia Bullrich, en un intento de encubrir el ataque a los ingresos de millones de jubilados. Mismo método que aplicó contra el pueblo mapuche, calificandolo de “terrorista”. Macri-Bullrich tildaban de “violentos” a quienes se manifestaban contra su plan de ajuste, al servicio de los grandes capitalistas. A Romero se le imputan una ristra de delitos como “lesiones en agresión, intimidación pública y atentado contra la autoridad agravado”. 

En paralelo y varios meses después, en septiembre de 2018, se detuvo a Daniel Ruiz, dirigente sindical petrolero y militante también del PSTU. Quien estuvo varios meses preso por ser parte de las mismas jornadas, del 14 y 18 de diciembre. Una forma de extorsión para lograr el encarcelamiento de Romero. Sin embargo, una amplia campaña exigiendo la libertad de Ruiz, encabezada por organismos de derechos humanos, personalidades y la izquierda, entre ellos nuestro partido, tuvo éxito.

Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda repudiamos la campaña contra los que luchan y llamamos a la más amplia unidad para exigir, junto al Encuentro Memoria Verdad y Justicia, el traslado de Sebastián Romero a Argentina, su inmediata libertad y el cierre de la causa que permitió la persecución. Los delincuentes fueron los Ceos de Macri que gobernaron para los bancos y las multinacionales, no los trabajadores y luchadores. Hoy, como ayer, defendemos el derecho a la protesta contra los planes de ajuste y repudiamos su represión.

 

 

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