Sep 01, 2024 Last Updated 12:01 AM, Sep 1, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Clara, Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)

A partir de una propuesta que llevamos junto a compañeres de la Coordinadora Basta de Falsas Soluciones (BFS) y en articulación con numerosas asambleas socioambientales, lanzamos la campaña plurinacional contra la adhesión al RIGI, que rápidamente cosechó el apoyo de comunidades indígenas, organismos de derechos humanos y organizaciones políticas de todo el país. Así de necesario era construir una respuesta unitaria frente a este paquete de condiciones para el saqueo, votada recientemente por el Congreso Nacional.

La pelea contra el RIGI aún no está definida, sino que todavía debe ser votada por cada provincia y municipio. Por ahora sólo la provincia de Río Negro, apresurada por disputar la planta de GNL de YPF, votó la adhesión provincial. Aunque muchas provincias desde entonces debaten hacer lo mismo. En particular Buenos Aires, que rapiña esa misma inversión con Río Negro. La campaña implica una exigencia concreta hacia los representantes de los espacios políticos, en particular del peronismo, que se llenaron la boca hablando contra el RIGI cuando se trató en el Congreso y ahora estarían abriéndole las puertas en sus provincias.

Desde el movimiento socioambiental salimos a denunciar que el RIGI no significa ningún progreso, sino destrucción ambiental, profundización de las desigualdades y de los conflictos en los territorios. Este régimen de beneficios para las empresas contempla la jerarquización de sus actividades extractivistas para el uso del agua, la energía y el suelo, por encima de las necesidades de los pueblos, su gente y sus actividades productivas locales, que también se verán afectadas.  

Este paquete es además inconstitucional, ya que violenta derechos reconocidos en la Constitución Nacional como la “no regresividad en materia de ambiente”, así como tratados internacionales vinculados a derechos ambientales, de acceso al agua y de derechos humanos. Vulnera también el derecho a la consulta libre e informada a las comunidades indígenas que habitan los territorios (convenio OIT), el derecho a la información y participación en la toma de decisiones de los pueblos sobre los territorios donde viven (Acuerdo de Escazú), y pretende pasar por encima de legislaciones locales de protección ambiental conseguidas con décadas de lucha.

La Campaña convoca a realizar acciones en cada territorio del 1 al 7 de agosto para visibilizar esta importante pelea. Reforcémosla en todo el país para exigir a diputados y legisladores que rechacen este paquete armado a medida de las multinacionales y el extractivismo.

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Escribe Mercedes Trimarchi, diputada en CABA por Izquierda Socialista/FIT Unidad

“Acá debería estar Cata” dice el cartel que cuelga sobre una silla vacía dentro de un aula en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (FAUD) de la Universidad Nacional de Córdoba. Lo escribieron las amigas y compañeras de cursada de Catalina Gutierrez, la influencer de veintiún años que fue asesinada el pasado 18 de julio por Néstor Soto en Córdoba, quien confesó que la mató porque era “el amor de su vida”. Hasta el momento, es el único detenido e imputado por el delito de “homicidio agravado por alevosía calificado por haber mediado violencia de género”.

La cifra de femicidios en el primer semestre del año según la Defensoría del Pueblo de la Nación es de 147. Es decir que, entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2024, se registró un femicidio cada veintinueve horas. En el mismo periodo, el gobierno ultraderechista de Milei que niega la brecha salarial prohibió la perspectiva de género en la Administración Pública, cerró el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad reduciéndolo a una subsecretaría primero dentro de Capital Humano y luego, despidió a sus trabajadoras y trabajadores, desmanteló la línea 144 de atención telefónica a las víctimas de violencia de género.

La lucha por Ni Una Menos en la era Milei

El desmantelamiento de las políticas de acompañamiento en situaciones de violencia de género llevadas adelante por el Gobierno nacional, no sólo aumenta el riesgo para mujeres y disidencias sino que tiene un claro objetivo: decir que la violencia de género “no existe”. Así lo expresó el propio vocero presidencial, Manuel Adorni, hace dos meses cuando le consultaron por el triple lesbicidio de Barracas. “Es muy injusto sólo hablar de este episodio cuando la violencia es más abarcativa que simplemente una cuestión contra un determinado colectivo y hay muchas mujeres y hombres que lo sufren y no puede seguir pasando”. Negar las especificidades de los crímenes por razones de género es atacar directamente al movimiento feminista que con la movilizacion logró poner en agenda la problemática social de la violencia de género con grito colectivo: Ni Una Menos.

Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad, no sólo decimos que la violencia de género existe, sino que es constitutiva del propio sistema capitalista y patriarcal. Por eso somos feministas socialistas. Mientras exigimos a los gobiernos políticas públicas con presupuesto para combatir y erradicar la violencia de género, peleamos por una sociedad distinta a la actual, que sea socialista y en la que no haya lugar para la opresión ni para la explotación.

Foto de portada: Así registró el diario Noticias, de importante tirada, el asesinato de Ortega Peña

Escribe Federico Novo Foti

A fines de julio de 1974, el diputado Rodolfo Ortega Peña fue asesinado por la Triple A. Dirigente del Peronismo de Base, acompañó las luchas obreras, a los presos políticos y asumió la tarea de la unidad de acción contra las bandas fascistas amparadas por el gobierno peronista. Su asesinato truncó su proceso de ruptura con Perón y el peronismo. Pero la tarea de superar al peronismo
y construir una alternativa obrera y socialista sigue vigente.
 
 La noche del 31 de julio de 1974, el entonces diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, y su esposa, Elena Villagra, se dirigieron del edificio del Congreso Nacional hacia un restaurante cercano. Terminada la cena abordaron un taxi con destino a su hogar, ubicado en la calle Arenales y Carlos Pellegrini. Pero cuando se disponían a bajar del taxi, fueron abordados por tres hombres que salieron de un vehículo contiguo. Con frialdad, uno de ellos se adelantó y, rodilla en tierra, comenzó a dispararles. Elena recibió una herida en su rostro pero logró salvar su vida, mientras que Rodolfo cayó muerto en la calle acribillado. El operativo había sido orquestado por la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), banda fascista organizada desde el Ministerio de Bienestar Social por su titular, el “brujo” José López Rega. Al día siguiente, la noticia del asesinato ocupó las tapas y páginas centrales de los principales diarios del país.  

Al momento de su asesinato, Ortega Peña se desempeñaba como diputado, abogado de la Federación Gráfica Bonaerense y de presos políticos, y era colaborador de la revista De Frente, que dio continuidad a la clausurada revista Militancia, que había fundado junto a su compañero Eduardo Luis Duhalde, para desarrollar lo que se llamó el “Peronismo de Base”, una organización de izquierda en el amplio espectro del peronismo gobernante. El 7 de agosto, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista, en su periódico Avanzada Socialista realizó, a modo de homenaje, una semblanza de su trayectoria. “Con él desaparece un militante querido y apreciado más allá de las posiciones políticas que lo diferencian de nosotros […] La trayectoria de Ortega Peña se identifica con la tragedia de esta generación que [en la década del ‘60] va al populismo peronista para ‘hacer la revolución’, que lucha y se sacrifica, y que se encuentra, inesperadamente para ella, con que los resultados tienen poco que ver con sus sueños […] Llega a romper con Perón, pero aún no con el populismo. […] Ortega Peña postulaba un ‘peronismo obrero y revolucionario’. [...] Los matones asesinos cortaron una trayectoria militante en plena evolución.”1
 
El Pacto Social a los palazos

 El asesinato de Ortega Peña sucedió en momentos en que primaba la confusión y el desconcierto en el movimiento obrero. Semanas antes, el 1 de julio de 1974, había fallecido el entonces presidente Juan Domingo Perón. En su reemplazo había sido nombrada su esposa y vicepresidenta, “Isabel”, María Estela Martínez. Esta, a duras penas y sin contar con la autoridad de Perón, buscaba mantener el juego de equilibrios que le permitiera sostenerse en el gobierno y dar continuidad al llamado “Pacto Social”.2

Este era el acuerdo de ajuste contra los trabajadores establecido en 1973 por el gobierno peronista de Héctor Cámpora, continuado por Perón e Isabel, junto a la burocracia sindical y las patronales, auspiciados por el imperialismo yanqui. Cuestionado el pacto por la continuidad de las luchas y huelgas en todo el país, Perón se había visto obligado a asumir directamente el gobierno, obligando a Cámpora a renunciar.3 Pero, incapaz de contener las luchas y con el pretexto de enfrentar las acciones de la guerrilla, el mismo Perón había comenzado a acentuar las medidas represivas. Obligó a renunciar al entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain. Convalidó el golpe policial contra el cordobés Ricardo Obregón Cano y las “destituciones” de los mandatarios de Salta, Mendoza y Santa Cruz, acusados de “infiltrados marxistas”.4 Fortaleció la intervención de la burocracia en los sindicatos y el accionar de matones contra activistas sindicales. Habilitó ataques policiales y de bandas fascistas contra dirigentes y locales de partidos políticos opositores, en especial contra la Juventud Peronista/Montoneros y la izquierda.5 Isabel profundizaría la orientación de sostener el pacto a los palazos.

El PST, inserto en las luchas del movimiento obrero y con legalidad electoral, fue blanco de los ataques fascistas. El 7 de mayo fue asesinado Inocencio “Indio” Fernández, militante y activista metalúrgico de Cormasa. El 29 sucedió la “Masacre de Pacheco” en la que fueron asesinados tres militantes: Oscar Dalmacio “Hijitus” Meza, metalúrgico de Astarsa, Mario el “Tano” Zidda de la Juventud Socialista de Avanzada y Antonio “Tony” Moses, metalúrgico de Wobron. En ese entonces, Ortega Peña declaró con valentía: “el responsable directo de esta política, que ha abandonado la pautas programáticas, que ha dejado de ser peronista, es el general Perón”.6 Aquellas declaraciones sellarían su destino.
 
La pelea por superar el peronismo continúa

El sepelio de Ortega Peña fue una postal de la situación del movimiento obrero y el país de aquellos días. A pesar de ser una figura reconocida, su asesinato no tuvo una respuesta unitaria y masiva. La Federación Gráfica, donde se veló su cuerpo, no hizo convocatoria alguna. El cortejo fúnebre, que debía dirigirse al cementerio de la Chacarita, quedó envuelto en la polémica por la actitud de organizaciones guerrilleras que insultaron a transeúntes y exhibieron armas. La situación fue aprovechada por la policía que detuvo a casi 400 personas y disolvió la movilización.

Pero lo cierto es que el Pacto Social antiobrero que impulsaba el gobierno peronista continuó siendo resistido por oleadas de luchas en todo el país, llegando a la huelga general del “Rodrigazo”, que profundizó la crisis del gobierno. Las organizaciones guerrilleras continuaron con sus acciones alejadas de las masas, sirviendo de excusa para la represión. El PST, aferrado a las luchas del movimiento obrero, impulsó el surgimiento de una nueva dirección llamando a la coordinación de las luchas y la unidad de acción antifascista y contra el peligro golpista. Sin embargo, aquellos llamados no fueron escuchados, perdiéndo la oportunidad de lograr una nueva dirección sindical y política.

El asesinato de Ortega Peña truncó su proceso de ruptura con el peronismo. De igual manera, el golpe de Estado de 1976 cortó la experiencia de ruptura que venía haciendo el movimiento obrero y de masas con el peronismo en el gobierno. Sin embargo, tras la caída de la dictadura, las y los trabajadores y sectores populares han continuado esa experiencia con los sucesivos gobiernos elegidos por el voto, incluidos los peronistas, quienes pese a las promesas y el doble discurso han continuado con las políticas de ajuste y entrega al FMI. El fracaso y la ruptura con el peronismo es la que explica, aunque en forma distorsionada y equivocada, el triunfo de la ultraderecha de Javier Milei. Por eso sigue planteada la tarea de superar al peronismo construyendo un partido revolucionario inserto en el movimiento obrero y de masas. Una tarea que asumimos desde Izquierda Socialista en la pelea por conquistar un gobierno de las y los trabajadores y el socialismo.

1. Avanzada Socialista Nº 115 (07/08/1974) Disponible en nahuelmoreno.org
2. Ver Avanzada Socialista Nº 110 (01/07/1974) y Disponible en nahuelmoreno.org El Socialista Nº 585 (03/07/2024) Disponible en www.izquierdasocialista.org.ar y Ricardo de Titto. “Historia del PST. De la muerte de Perón al golpe de estado.” Tomo 3. CEHuS, Buenos Aires, 2024.
3. El Socialista Nº 249 (10/07/2013) Disponible en izquierdasocialista.org.ar
4. El Socialista Nº 576 (06/02/2024) Disponible en izquierdasocialista.org.ar
5. Ricardo de Titto. “Historia del PST. Del gobierno de Cámpora a la muerte de Perón.” Tomo 2. CEHuS, Buenos Aires, 2018.
6. Ídem.

Tras la Masacre de Pacheco, el PST llamó a enfrentar a las bandas fascistas con la unidad de acción antifascista, conformando brigadas o piquetes armados para la autodefensa. En el acto multitudinario realizado a días de la masacre, Nahuel Moreno, dirigente del PST, y maestro y fundador de nuestra corriente, planteó: “¡Al fascismo, compañeros, se lo destruye en la calle, con los mismos métodos que ellos utilizan! […] Nuestro partido […] invita a todas las tendencias aquí presentes y a las que no están, para que el próximo miércoles, a las 19, en nuestro local, empecemos a construir las brigadas o piquetes antifascistas”.1 Ortega Peña participó del acto, apuntando en su intervención a la responsabilidad de Perón y asumiendo tarea de coordinar la lucha antifascista. En diálogo con Avanzada Socialista, declaró: “Este tipo de actividades del terrorismo blanco […] ha sido generado por el Pacto Social; en segundo lugar, creo necesario, por lo menos, formar una coordinadora entre todos los sectores del campo revolucionario.[…] Creo que lo que debería plantearse es la posibilidad de tenencia de armamento de guerra a todos los sectores populares, para poder generar su autodefensa”.2 La actitud de Ortega Peña contrastó con la de organizaciones reformistas y guerrilleras, como el PC o Montoneros, que dieron la espalda a la convocatoria mientras aumentaban los ataque de las bandas fascistas.

1. Avanzada Socialista Nº 106 (04/06/1974) Disponible en www.nahuelmoreno.org y El Socialista Nº 582 (15/05/2024) Disponible en www.izquierdasocialista.org.ar
2. Ídem.

Lo encontrarás en agosto en las librerias

Este libro ofrece un estudio integral, crítico e historiográficamente renovado acerca del trotskismo en la Argentina, una identidad y una cultura política casi centenaria en el campo de las izquierdas. A través de quince capítulos, sostenidos en un relevamiento empírico diverso, se analizan los vasos comunicantes entre experiencias, debates, ideas y trayectorias, tanto colectivas como personales, de una peculiar y persistente tradición marxista. En sus páginas se entrecruzan múltiples tópicos, abordados con las herramientas de la historia pólitica, social, cultural, intelectual y de género, que incluye una perspectiva transnacional, pues se trató de corrientes locales con estrechos vínculos con organizaciones internacionales.

Las polémicas acerca de la estructura capitalista, el problema agrario, la industrialización y la liberación nacional; las luchas de la clase obrera, el estudiantado, el feminismo y las disidencias sexuales; las posturas y relaciones ante y con el peronismo, el comunismo, el socialismo o las guerrillas; la peligrosa sobreviviencia bajo las dictaduras y la represión. Examinar el devenir del trotskismo resulta una posible vía de ingreso para reflexionar sobre la historia de la sociedad, la política y el mundo de las ideas revolucionarias desde uno de sus ángulos, aun escasamente atentidos por la producción académica.

Escrito por Hernán Camarero y Martín Mangiantini
Editorial Prometeo

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