El foco central del levantamiento estudiantil se dio en Córdoba, donde el carácter progresivo de los movimientos del siglo XX entró en profunda contradicción con una universidad que era un resabio medieval dominado por el Arzobispado a través de una logia que imponía docentes y contenidos, la “Corda Frates”.
En diciembre de 1917, los estudiantes de medicina inauguran los reclamos en respuesta al cierre del internado del Hospital de Clínicas y ya para enero de 1918 se suman otras facultades conformando el Comité Pro-Reforma. El 1 de abril lanzan una huelga estudiantil que paraliza las facultades. El conflicto se nacionaliza rápidamente y para el 11 de abril se crea la FUA.
El gobierno de Yrigoyen interviene intentando cooptar a los reformistas e impulsa una serie de reformas, pero el 15 de junio, frente a la elección del Rector clerical Nores, los estudiantes enfrentan a la policía, desalojan la sala y desde el pupitre rectoral declaran la huelga general. El Manifiesto Liminar proclama el “derecho sagrado a la insurrección” y vuelven a ganar las calles. Las protestas exceden ampliamente el ámbito universitario, ganan el apoyo de gran parte de la sociedad y realizan acciones en conjunto con la Federación Obrera de Córdoba. Los Reformistas empiezan a tener un programa propio y lo llevan a la práctica.
El 9 de septiembre se da el gran quiebre, los Reformistas ocupan la UNC, nombran a estudiantes como Decanos y la Universidad comienza a funcionar bajo dirección estudiantil. Yrigoyen responde con el ejército y deteniendo a los ocupantes pero dos días después tiene que retroceder. El triunfo de los Reformistas se materializa en los nuevos estatutos que proclaman los principios levantados en el 1º Congreso Nacional de Estudiantes: participación estudiantil en el gobierno universitario, autonomía y extensión universitaria, docencia libre y periodicidad de cátedras.
Vigencia de la lucha e hipocresía gobernante
Con el pasar de los años, el reformismo tendrá un derrotero diverso, por un lado, con fracciones impulsando una perspectiva socialista en todo America Latina; pero por otro, con otras girando a derecha y luego siendo institucionalizadas a través del radicalismo, en un camino que lleva a que hoy la corrupta Franja Morada se autoperciba como heredera del “reformismo del 18”.
Lo cierto es que han pasado cien años y la mayoría de estas reivindicaciones planteadas han sido eliminadas e imposibilitadas de desarrollarse en el seno de la sociedad capitalista.
Hoy la pelea no es directamente contra una logia clerical, pero sí contra la embestida mercantilizadora pregonada por el Banco Mundial y los gobiernos de turno que falsean la democracia universitaria imponiendo camarillas de gobernantes que actúan como agentes directos de las grandes empresas. Intentarán, por medio de actos, actividades y conferencias “homenajear a los Reformistas” pero en realidad aprovecharan el centenario para lanzar un plan que profundice las políticas mercantilizadoras y anti-educativas en toda América Latina.
A cien años, llamamos al movimiento estudiantil a recuperar las banderas de los Reformistas del 18. Reivindicaciones como democratización, libertad de cátedra, autonomía y extensión universitaria aún siguen vigentes. Seguimos peleando por estas consignas haciéndolas parte de un programa en común con los trabajadores, recuperando el legado de los Reformistas que peleaban por elevar la lucha educativa al plano político en camino a una revolución social que ponga la ciencia y el conocimiento al servicio del pueblo.