Apr 27, 2024 Last Updated 4:33 PM, Apr 27, 2024

Izquierda Socialista

El Frente de Izquierda Unidad realizó un acto frente al laboratorio mAbxience (grupo Insud-Pharma) de Hugo Sigman en Garín (Zabala 1040), provincia de Bs.As, donde se fabrica la vacuna para AstraZeneca. De la misma participaron diputados y dirigentes nacionales junto a su militancia, profesionales de la salud, personalidades, etcétera. Entre ellos estuvo el legislador porteño por Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda, Pablo Almeida.

Almeida destacó: “vinimos a denunciar cómo la ganancia de un empresario como Hugo Sigman esta por encima de la salud del pueblo trabajador. Acá se fabrican 24 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca por mes y absolutamente ninguna queda en Argentina o siquiera Latinoamerica, todas van a Estados Unidos”

“Hemos presentado un proyecto en la legislatura porteña para que en la Ciudad de Buenos Aires se trate este problema, para que insten al gobierno nacional a levantar las patentes de la vacuna contra el covid-19 para de esa manera comenzar un plan de vacunación masivo, aprovechando que somos uno de los países productores de vacunas” agregó el legislador porteño.

CONTACTO
Legislador Pablo Almeida: 11-3377-0008 @palmei
Facebook: Pablo F. Almeida
Prensa: 1161934551

Comunicado de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (FESPORSA)

En la planta del mAbxience en el conurbano bonaerense se producen semanalmente varios millones de dosis de vacunas AstraZeneca que son enviadas a México para envasar. El magnate Slim se comprometió a hacerlo y enviar a Argentina 25 millones de dosis, pero hasta hoy no lo hizo, mientras en el país hay dos plantas públicas con capacidad de envasar productos biológicos.

Un grupo de organizaciones y personalidades del sector sanitario entre las que se encuentra Fesprosa queremos elevar la voz de alerta sobre el tema de la vacunación contra el Covid-19 en Argentina. La segunda ola del Covid19 está golpeando nuestras puertas. Hay 16 millones de adultos mayores de 60 años en riesgo y el porcentaje de vacunados es mínimo.

Esta inquietud ya ha sido elevada mediante notas al Presidente de la Nación y aguardan que sea respondida de una manera que favorezca a la población argentina.

Las remesas de vacunas llegan del exterior a cuentagotas. Frente a la escasez, sectores del poder concentrado hacen lobby para liberalizar la compra, distribución y administración de las vacunas. Quien tenga 100 dólares podrá aplicársela en su prepaga o en la farmacia, pertenezca o no a los grupos de riesgo prioritario.

Sin embargo, pocos argentinos saben que en una planta del conurbano, mAbxience, propiedad del empresario Hugo Sigman, se producen semanalmente varios millones de dosis de vacunas AstraZeneca que son enviadas a México, donde el magnate Slim se comprometió a envasarlas y enviarnos 25 millones de dosis. Pero al día de hoy no ha enviado ni una y no se sabe cuándo lo hará. Arguye problemas de provisión logística.

Argentina cuenta con dos plantas públicas con capacidad de envasar productos biológicos. Son el Laboratorio de Hemoderivados de la UNC y el Instituto Biológico Tomás Perón de La Plata. También hay establecimientos privados con la misma potencialidad.

Los que venimos defendiendo hace décadas la producción pública de medicamentos y vacunas sostenemos que ante la emergencia es imprescindible:

1) Suspender las remesas a México de la vacuna de AstraZeneca hasta que no comience la entrega desde dicho país de manera regular y suficiente de las vacunas envasadas.

2) Se autorice bajo el régimen de emergencia a los laboratorios públicos y privados a envasar la vacuna producida por mAbxience, proveyendo la asistencia técnica y financiera necesaria. Estamos en emergencia.

El Estado debe actuar ya en defensa de la salud de la población.

 

Firman la petición:

-FeSProSa -Colectivo Sanitario Andrés Carrasco -Red Universitaria de Ambiente y Salud -Claudia Baigorria- CTA Autónoma/CONADU HISTÓRICA -Fundación Ayuda a la Niñez y la Juventud Che Pibe -Sergio R. Val - Secretario de Asistencia Social -CTA Autónoma -Silvia León ATE/CTA-A -Mario Drisun, Partido Socialista, Ex ministro de Salud de Santa Fe -Beverlee Keene Jubileo 2000 -Daniel Jorajuria, Nueva Organización Sindical Gastronómica -Donato Spaccavento. Facultad de Medicina. UBA -Medardo Ávila Vázquez -Carlos Arques, ex Director del LIF -Profesor Dr David Dib (UNC) -Profesor Dr. Eduardo Maturano (UNC) -Prof. .Mirta Roata (UNC) -Asspur-Fesprosa Rio Negro -MAR Movimiento Argentina Rebelde -Aptasch-Fesprosa Chaco -Siprus-Fesprosa Santa Fe -Bloque piquetero nacional (Torre, OTL, Armando Conciencias, RUP) -APUI-Cicop-Fesprosa --MTR 12 de Abril -APTS Fesprosa San Luis -Frente de Resistencia -As Prof Htal Dubarri Mercedes-Cicop Fesprosa -Agrupación 17 de Noviembre -Agr 20 de Febrero-Apsades Fesprosa Salta -Frente Desocupados Unidos -MDL -MDT -Asiprotes-Fesprosa Formosa -Aps-Fesprosa La Matanza -SISAP Fesprosa Chubut -SITAS Fesprosa Tucumán -Aprosa Fesprosa Santa Cruz -CUBA Mtr-MIDO -Cicop Erill Escobar Fesprosa -MTR Histórico -CICOP Larcade San Miguel -Vaneas Viletta UNLU -Graciela Biagini FCS UBA -ATUHL-Asoc Tr.Htal Larcade San Miguel -CICOP Zarate -SITOSPLAD -José Seoane Teresa Leguizamón -Asociación Argentina de Inst. QCOS- FILIAL CHACO -Ramona López -Silvia María Hernández -Norma Angulo -Asociación de profesionales del hospital municipal San Andrés de Giles -Asprosa San Juan -Teresa Sarasa -Patricia Prosa -Guemes-cicop-fesprosa -Carlos Zavaro -Ana Gortari- CICOP -SITRASAP LA PAMPA -Colectivo Sanitario de La Pampa -Graciela Corrakes -Héctor Eduardo Gómez -María Cecilia Scaglia -Andrea González -Karina Doval -María José Tavella -Juan Manuel López -Natalia Cachiarelli -Programa radial Sueños Posibles -Silvia Peretti -SiProSa TDF -Santiago Luis NAVONE -Fernando Bargas -Verónica Analia Reyes -Ana De Bonis -Inés Graciela Mogilner -Mónica Silvia Carbone -Susana Arballo -Susana Pariani -Pablo Bergel -Silvia Andrés -Dora Ferreiro -Omar Aníbal Musa -Sonia Graciela Novelino -Mario Woronowski -Sara Gonsebatt -Virginia Miglioratti -Graciela Jacob -Carlos Cruz -Julio César PUGLIESE -Mirta Luna -Graciela Biagini -ATUHL HOSPITAL LARCADE SAN MIGUEL -Marcelo Iaccarino -Sandra Szvalb -María Angélica -Doño mariano -Carlos Miller Hospital Artemides Zatti -Valeria Doño -Cecilia Scieppaquercia -María Eugenia Scieppaquercia -Centro Político y Social El Plumerillo -Mónica Velásquez -Laila Hakim -ANA MARIA ROMERO -Gladys Pressacco -José María Guevara -Jorge Juri -Mariano José Sánchez Toranzo -María Derdoy -Isabel Pera -Diego Fabián Ferrer -Maria Teresa Genini -Mónica Dicon -N. Hugo Varela -Silvia Domínguez -Mario Alberto Parella -Graciela Julia Martegani -Emiliano Parella -Marisa Albano -Alejandro Márquez -Ana M. Rodríguez -Rolando Agüero -UTS -Laura Bordato -Noemi Alemany -Marcos Andrés Giaccotto -Claudia Contreras, APROSLAR -Nicolás Luna Presidente Cicop secc. Cabred Lujan -Reyes Nancy -Roberto Pittaluga -Noemi GIOSA ZUAZUA. ADUNM. -Claudio Biasi -Susana Goldber -Karina Forcinito -Patricia Iujvidin -Marita Sánchez -ADUNM -Patricia Valdez -Elizabeth Pontanilla -Matilde Giosa -Mario Salinas -Corina Rodríguez Enríquez -Carlos Hugo Vicente -Silvia Coriat -Lelia Bamondi -Marcela La Civita -Ricardo Goldberger -OCARANZA RADICH FEDERICO -Adriana Edith Bueno -Federico Trani -Claudia Garrotti -Mariano Faraci -Isabel Servia -Gustavo Enrique Fiora -Andrea Arrigoni -Guillermo Cieza -Omar Recchi -Abel del Mazo

jueves, 25 de marzo de 2021

 

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Nota de https://lmdiario.com.ar/ 23/03/2021

El autor propone incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas en nuestra población.

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 https://lmdiario.com.ar/contenido/280187/las-vacunas-que-faltan-estan-aca

 

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Desde Ambiente en Lucha e Izquierda Socialista participamos de la séptima Huelga Mundial por el clima en Argentina, una jornada internacional para reclamar contra la contaminación ambiental. En nuestro país organizada por la coordinadora Basta de Falsas Soluciones (BSF) en Plaza de Mayo y principales plazas de las provincias.

Gritamos fuerte:
No a la Megamineria en Chubut
Basta de Fracking
Basta de represion
Basta de falsas soluciones

 

 

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Con motivo del fallecimiento del compañero Jorge Mera se realizó un emotivo homenaje al que asistieron camaradas de la vieja guardia que integraron la corriente morenista en distintos momentos de su existencia, antiguos compañeros de lucha del gremio bancario y del Banco Nación junto a su familia y amigos.

Después de la despedida de Julieta Bandirali, su pareja y Paula Mera, su hija, intervinieron varios compañeros de militancia y familiares de Jorge. Por Izquierda Socialista estuvo presente una delegación integrada por la diputada nacional electa Mónica Schlotthauer, la legisladora (mc) Laura Marrone, Carlos Rodríguez, Oscar Sarobe, Reynaldo Saccone y otros compañeros, correspondiéndole a este último nombrado leer el mensaje de Miguel Sorans en nombre de la dirección de nuestro partido. También estuvieron presentes representantes del PTS, PST (u) y del Nuevo MAS. A continuación, reproducimos el mensaje de Miguel Sorans en nombre de la dirección de Izquierda Socialista:

En mi nombre y también de la dirección de Izquierda Socialista, queremos rendir homenaje al querido compañero Jorge Mera. Compartimos el dolor con su compañera Julieta, sus hijas Paula y Mariana, con su familia, amigas, amigos y camaradas de todos los tiempos de nuestra gloriosa corriente morenista.

Jorge fue uno de los grandes puntales de esa dura y difícil construcción desde los tiempos del PRT, luego del PRT-La Verdad, del glorioso PST y luego del MAS. Fue un puntal y un ejemplo de militancia para las nuevas generaciones de revolucionarios que seguirán su legado de luchador clasista, antiburocrático y por el socialismo.

Jorge fue uno de los grandes dirigentes clasistas del movimiento obrero argentino. Desde la combativa Comisión Interna del Banco Nación de los ´70 fue parte del movimiento clasista que enfrentó a las dictaduras de entonces y luego al gobierno peronista de la burocracia sindical y de la Triple A. Jorge fue la cabeza sindical más destacada de nuestra corriente morenista en los ´70. Fue uno de los grandes oradores de los plenarios del Sitrac-Sitram. Por eso hoy reaparecen, por ejemplo, las imágenes de Jorge junto con Agustín Tosco. La tan recordada foto de Jorge parado en las mesas del Banco Nación encabezando asambleas y las huelgas bancarias. Tal fue su influencia y reconocimiento entre los trabajadores que luego de ser despedido por el gobierno de Isabel Perón, tuvo que ser reincorporado luego de la caída de la dictadura genocida. Y volvió a ser delegado elegido por sus compañeros.

Tal fue su trascendencia que, aunque fue siempre un luchador intransigente contra la burocracia sindical, hoy la actual Comisión Interna del Banco Nación, ligada a la Bancaria, tuvo que emitir una declaración de recordación y reivindicación de la trayectoria luchadora de Jorge.

Por eso para nosotros es un gran orgullo que Jorge Mera haya sido integrante de nuestra corriente fundada por Nahuel Moreno. Es un orgullo que Jorge haya sido un constructor, en la clase trabajadora, del partido y de la internacional. Por eso Jorge también fue candidato a gobernador de Buenos Aires por el PST en 1973 para mostrarle a las y los trabajadores bancarios y no bancarios que la tarea no era solo la lucha sindical sino también política. Jorge fue un ejemplo de la lucha por un cambio de fondo, por una Argentina y un mundo Socialistas.

Jorge también fue un gran compañero y amigo.

Las nuevas generaciones de la clase trabajadora y su vanguardia combativa deben saber quien fue Jorge Mera y seguir su ejemplo de lucha inclaudicable.

Jorge, Hasta el Socialismo Siempre.

Miguel Sorans
18 de marzo de 2021.

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