May 17, 2024 Last Updated 3:29 PM, May 17, 2024

Izquierda Socialista

El pueblo de Andalgalá (Catamarca) sostiene una heroica resistencia contra las multinacionales de la megaminería, que ya lleva más de 20 años denunciando el saqueo y la contaminación ambiental. Enfrentan también a los gobiernos, que son cómplices de la entrega y los reprimen.

El gobierno nacional de Alberto Fernández junto al provincial de Raúl Jalil utilizaron la pandemia para garantizar más impunidad y libertad a las empresas, y para intentar poner en marcha los proyectos de Agua Rica y Filo Colorado, detenidos por la movilización popular en los últimos años. En estos meses se llegó al punto de declarar “esencial” a la actividad megaminera.

En marzo, debido a las constantes violaciones de toda ley, ordenanza o disposición judicial conquistada con la lucha, los andalgalenses decidieron volver a los bloqueos selectivos a vehículos mineros. Organizándose en asambleas permanentes en El Algarrobo y camino al distrito Choya. 

Con el transcurso de los días la ciudad fue militarizada por la policía provincial. El 30 de ese mes, un proveedor minero, con complicidad policial, atentó violentamente contra los compañeros apostados en el bloqueo de camino a Potrero. Esta semana se produjeron allanamientos en los domicilios de activistas con pruebas falsas para realizar detenciones arbitrarias y profundizar la persecución contra los luchadores.

Los asambleístas de Andalgalá responsabilizan al gobierno y sostienen que, aunque “quieren que tengamos miedo, el pueblo de Andalgalá está unido y está resistiendo.”

Este martes, 13 de abril, se convocaron a diferentes movilizaciones en la provincia y en todo el país en repudio a las detenciones, la represión y la instalación del proyecto Agua Rica. Desde Ambiente en Lucha participamos en CABA (foto de la nota) y en otras localidades de esas actividades, al mismo tiempo que  responsabilizamos al gobierno de Alberto Fernández y al de Raúl Jalil por avanzar con el proyecto de megaminería contra la resistencia del pueblo, con el fin ampliar las ganancias de las multinacionales megamineras y la recaudación de dólares para pagar la fraudulenta e ilegítima deuda externa. Como también sucede con el proyecto de zonificación de Arcioni en Chubut. ¡Andalgalá resiste! ¡No a la megaminería!

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Escribe Diego Martínez

Se dio a conocer el ranking 2021 de la revista Forbes que registra las fortunas superiores a 1.000 millones de dólares. Tal como dijo el editor de la revista Randall Lane, “los muy muy ricos se volvieron mucho, mucho más ricos”. Mientras cientos de millones entran en la pobreza y en el mundo crecen la desocupación y la indigencia, 2.775 millonarios superan la barrera de los 1.000 millones, el mayor número de megamillonarios de la historia. Hay 660 supermillonarios más que en 2020, cada diecisiete horas hay en el mundo uno nuevo.

Los supermillonarios acumulan una fortuna de 13,1 billones de dólares, 5 billones más que los 8 billones que acumulaban en 2020. Mientras la gran mayoría de la población mundial se empobrece, 86% de los supermillonarios mejoró su estatus financiero en medio de la crisis del coronavirus.

El ranking lo lidera el estadounidense Jeff Bezos, accionista principal de Amazon, con una fortuna personal que alcanza los 177.000 millones de dólares, una cifra que supera más de cuatro veces a las reservas del Banco Central argentino. Bezos incrementó su fortuna en 45.000 millones de dólares en los últimos doce meses.

Si analizamos el ranking por países, lo sigue liderando Estados Unidos, con 724 supermillonarios, ahora seguido de cerca por China, que cuenta con 698, de los cuales 210 se incorporaron el último año contra los 98 nuevos megamillonarios yanquis.

El capitalismo es pobreza, desigualdad y destrucción de la naturaleza

Mientras en el polo más rico los supermillonarios aumentan sus fortunas de forma obscena, en el otro polo hay cada vez más pobres. Ya en 2020 la ONG Oxfam dio a conocer datos que demostraban que la fortuna de ocho multimillonarios equivalía a la misma riqueza que tenían 3.700 millones de personas. En 2021 la ONU anticipa que entre 240 y 490 millones caerán en la pobreza, 150 millones de ellos en la pobreza extrema, sin siquiera satisfacer sus necesidades más básicas.

A esta tremenda desigualdad y a esta miseria nos somete a miles de millones de trabajadores el capitalismo en todo el mundo. Los ideólogos del sistema dicen que las gigantescas fortunas de los empresarios se deben al esfuerzo o la iniciativa e inteligencia de los grandes empresarios. Ahora se habla de los grandes “emprendedores” como Galperín, o los zares de la informática y las redes sociales yanquis, pero lo que no se dice es que la riqueza de todos ellos sale del trabajo de miles de millones de trabajadores en todo el mundo, desde los repartidores callejeros de Amazon o Mercado Libre, los de las informáticas o los obreros del cuero que hacen las carteras Louis Vuitton con las que el francés Bernard Arnault, el tercer millonario del mundo, amasó su gran fortuna. 

Todos los capitalistas ganan sus fortunas vendiendo el producto del trabajo de miles de millones de trabajadores, en muchos casos precarizados y sin derechos. Los capitalistas solo le pagan una pequeña fracción del valor de ese producto a los trabajadores, el resto se lo apropian. A esto Carlos Marx ya en el siglo XIX lo denominó plusvalía, la base sobre la que funciona el capitalismo. Un robo a los trabajadores.

Los capitalistas no solo amasan su enorme riqueza en detrimento del esfuerzo y la vida de miles de millones de trabajadores sino que  también saquean y destruyen la naturaleza para obtener sus beneficios. Destruyen bosques para la agroindustria, contaminan poblaciones y ecosistemas enteros con la minería a cielo abierto y no cambian sus formas de obtención de energía para evitar el calentamiento global porque no resulta “rentable”.

El capitalismo favorece a un ínfimo puñado de millonarios y lleva a la ruina a la inmensa mayoría de la humanidad. Para dar vuelta la tortilla es necesario pelear por un gobierno de los trabajadores que remueva a los capitalistas del poder e imponga medidas que beneficien a la inmensa mayoría de la población, trabajadores y trabajadoras del campo y la ciudad, cuentapropistas, pequeños comerciantes y estudiantes.

Hay que expropiar las fortunas de los multimillonarios, sus trasnacionales y bancos, y planificar la economía para que que la enorme cantidad de riquezas que se producen en el mundo estén al servicio de las mayorías populares de manera tal que nadie tenga sus necesidades básicas insatisfechas y se protejan la salud y el ecosistema. Esto solo se puede imponer con un gobierno de los trabajadores y el socialismo, la única salida que puede impedir una catástrofe humana y natural.

Escribe Diego Martínez

El ranking de los supermillonarios argentinos lo lidera Marcos Galperín, titular de Mercado Libre, que ostenta la friolera de 6.100 millones de dólares como consecuencia de haber sumado a su patrimonio 4.000 millones de dólares en el último año. Mercado Libre es la empresa que más se valorizó en Latinoamérica en los últimos doce meses.

Galperín tiene un vínculo estrecho con Macri y en su gobierno hizo jugosos negocios, pero también fue favorecido por el actual gobierno peronista, que impulsó en el Congreso nacional la aprobación de la Ley de Economía del Conocimiento, sucesora de la ley de software sancionada por el gobierno peronista kirchnerista, que le permitió realizar descuentos de 70% en las contribuciones patronales y el impuesto a las ganancias.

Sectores reaccionarios acusan al gobierno de “subsidiar a los pobres” pero la realidad demuestra que se subsidia mucho más a los ricos. Durante la cuarentena del año pasado se destinó muchísimo más dinero para subsidiar los gastos de las grandes empresas que lo que se destinó en ayuda social a los más necesitados.

El segundo supermillonario argentino es Paolo Rocca, con 3.700 millones de dólares, titular de Techint, grupo empresario que tiene inversiones en más de cien países. A través de su brazo petrolero, Tecpetrol, que opera en Vaca Muerta, recibió en 2019 subsidios por 700 millones de dólares de parte del Estado argentino. El Grupo Techint tiene sede legal en Luxemburgo, paraíso fiscal donde sus ganancias están exentas de cualquier impuesto. Pese a estas enormes ventajas y a las fabulosas ganancias que Rocca y Techint siguieron generando aun en la pandemia, el empresario italoargentino el año pasado fue noticia por despedir a 1.500 trabajadores en el momento de mayor impacto social de la cuarentena. Una actitud miserable digna de su clase.

A Rocca lo sigue Gregorio Perez Companc, con 2.400 millones de dólares. Goyo es dueño de la alimentaria Molinos, rubro en el que se registran los mayores índices de aumentos de precios de la economía pese a tratarse de bienes de primerísima necesidad. Continúa en la lista Alberto Roemmers, representante de la industria farmacéutica que gana cifras astronómicas en la pandemia. Completa el listado Eduardo Eurnekian, de Corporación América, que tiene intereses que van de los aeropuertos a cultivos bajo riego.

No figuran otros megamillonarios argentinos, como el zar del petróleo Alejandro Bulgheroni, que posee una fortuna de 3.300 millones y se radicó en Uruguay, donde paga menos impuestos, y Hugo Sigman, titular del Grupo Insud, que está involucrado en el fabuloso negocio de la producción de vacunas, fabricando 24 millones de dosis que se fugan del país. Seguramente tendrá un lugar destacado en el ranking de 2022 como ya lo tuvo en 2020, año en el que acreditó, junto con su esposa Silvia Gold, un patrimonio personal de 2.000 millones de dólares.

Al igual que en el resto del mundo, en la Argentina unos pocos concentran una fortuna cada vez más escandalosa mientras la mayoría de la población se hunde en la pobreza, el 42% no llega a satisfacer sus necesidades básicas. Los cinco supermillonarios argentinos suman unos 15.700 millones de dólares, una cifra que permitiría otorgar un ingreso familiar de emergencia de 56.000 pesos para los 19 millones de pobres que hay en el país. Vergonzoso.

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Escribe Miguel Lamas

El banquero liberal derechista Guillermo Lasso ganó en segunda vuelta con 4,4 millones de votos contra 4 millones del correísta Andrés Arauz y con 1,8 millones de votos nulos y en blanco a los que llamó la Confederación Nacional Indígena de Ecuador (Conaie). El voto por Lasso no expresa un apoyo popular a sus propuestas sino que predomina un voto castigo a la centroizquierda.

Rafael Correa gobernó entre 2007 y 2017. Fue parte, junto con Lenín Moreno, de los gobiernos de conciliación de clases, del doble discurso de los Lula, Chávez-Maduro, los Kirchner o Evo Morales. De los gobiernos “nacionales y populares” o del “socialismo del siglo XXI”, un falso socialismo que traicionó las expectativas populares. Rafael Correa, con una gran corrupción, hizo acuerdos con multinacionales chinas y otras para explotar la minería metálica y el petróleo provocando depredación ambiental, del agua, los bosques y de la economía agraria campesina indígena. Reprimió y criminalizó al movimiento indígena.

En 2017 Correa, temiendo perder, renunció a su reelección y nombró candidato a Lenín Moreno, su ex vicepresidente. Moreno logró ganarle por poco al mismo Guillermo Lasso. Poco después Moreno rompió con Correa tratando de despegarse de su herencia política.

Pero el intento de Lenín Moreno de descargar la crisis económica sobre el pueblo trabajador, con un acuerdo con el FMI, provocó en octubre de 2019 un gran levantamiento popular liderado por la Conaie. Miles de indígenas ocuparon el centro de Quito una semana, enfrentaron a la policía, hicieron escapar al presidente a Guayaquil y finalmente lo obligaron a anular el acuerdo con el FMI y el aumento de las naftas que formaba parte de esos convenios.  

Las elecciones de 2021

Correa está radicado en Bélgica escapando de juicios por corrupción en Ecuador y nombró como candidato a Andrés Arauz, de 36 años, ex director del Banco Central. 

La importante novedad de la primera vuelta, realizada el 7 de febrero, fue que se presentó el movimiento Pachakuti, creación de la Conaie, con la candidatura de Yaku Pérez y un programa contra la minería metálica, en defensa del agua, los bosques y la agricultura campesina.

La primera vuelta terminó con 32% de votos por Arauz y un virtual empate entre Lasso y Yaku Pérez, con 20% cada uno. Lasso superó a Pérez, según el tribunal electoral, por poquísimos votos. Yaku Pérez denunció fraude y exigió el recuento de votos. Pero el correísmo y Lasso se unieron para impedirlo.

Este fraude permitió que Lasso pase a segunda vuelta en lugar de Yaku Pérez. Arauz temía perder con Yaku Pérez y creía que le iba a ganar a Lasso.

Ante la segunda vuelta, Jaime Vargas, presidente de la Conaie, se vendió y pactó el apoyo a Arauz. Pero la respuesta de las bases de la Conaie fue contundente, se reunió un ampliado con más de mil delegados y destituyó a Vargas, proclamando el voto nulo en las elecciones, al igual que lo habían hecho Yaku Pérez y organizaciones sindicales obreras y estudiantiles. Eso hizo que el voto nulo y blanco llegara a 18 por ciento.

Igualmente, Lasso logró sumar una importante cantidad de votos indígenas y populares que, más que apoyo a sus propuestas, fueron un voto castigo para el correísmo.

El gobierno de Lasso y el pueblo trabajador e indígena

Lasso, banquero multimillonario, que ganó millones durante la pandemia mientras el pueblo pasaba hambre, propone la “apertura a la inversión extranjera”, acordar con el Fondo Monetario Internacional (FMI), priorizar la minería metálica y la extracción de recursos naturales con las multinacionales, flexibilización laboral para obreros y magisterio… Es decir, las medidas que el pueblo trabajador ecuatoriano viene enfrentando desde hace décadas y, en particular, con el levantamiento indígena popular de 2019.

Pero el nuevo gobierno patronal y proyanqui nace muy débil, en crisis económica, pandemia y en minoría parlamentaria. Una mayoría relativa tiene la centroizquierda correísta y la segunda bancada es Pachakuti.

Pero, más allá del Parlamento y de las cantidades de diputados, es el pueblo indígena y trabajador ecuatoriano el que va a enfrentar a Lasso y su programa de ajuste. Y, particularmente, su organización más importante, la Conaie.

Pachakuti con la Conaie y sus organizaciones de base, junto con las organizaciones como el Frente Unitario de los Trabajadores, la Unión Nacional de Educadores y organizaciones estudiantiles son hoy opositoras e independientes tanto del nuevo gobierno, como también del correísmo. Es fundamental que se unan para enfrentar la política del gobierno de Lasso y levantar un programa económico de emergencia al servicio de las mayorías trabajadoras del campo y la ciudad.

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