Jul 27, 2024 Last Updated 5:30 PM, Jul 27, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Miguel Lamas

Continúa el paro nacional con bloqueos y movilizaciones en Colombia. Este 28 se cumple un mes. La dirigencia del Comité Nacional de Paro (CNP, que reúne a las centrales obreras CUT, CTC y CGT y la Federación de Docentes) ha convocado para la semana del 24 al 29 de mayo a un conjunto de movilizaciones. Sin embargo, continúan las negociaciones con el gobierno de Duque a espaldas del pueblo movilizado y se ha negado a paralizar la producción en sectores de trabajadores industriales que dirige.

La rebelión popular, que fue y es reprimida sumando más de cincuenta muertos, centenares de heridos y desaparecidos, no se detiene. El gobierno de Duque ya se vio obligado a retirar su proyecto de reforma tributaria y también el de la reforma (privatización) de  la salud pública.

En Cali, las barras bravas del Deportivo Cali y América de Cali, dos equipos rivales, que se han enfrentado violentamente en muchas oportunidades, salieron a la calle juntas a manifestarse contra el gobierno de Duque. 

Al no poder detener la inmensa movilización juvenil, popular e indígena, el presidente Duque dijo que el culpable era Gustavo Petro, el dirigente de Colombia Humana, de centroizquierda, que, según Duque “no lo quiere dejar gobernar”. Petro, que obviamente no dirige ni convoca a las movilizaciones, respondió reiterando su llamado a un acuerdo entre Duque y el Comité Nacional de Paro, al que viene convocando desde el comienzo de las movilizaciones.

En las barricadas, los bloqueos y las asambleas populares se prepara la gran movilización nacional para este viernes 28 de mayo, fecha en que se cumple un mes del inicio de la rebelión popular con la consigna ¡Fuera Duque!

 

 

La preocupación cotidiana sigue siendo el avance descontrolado de la pandemia. El martes 18 alcanzamos un nuevo récord, 35.543 contagios y 748 fallecimientos, superando al número más alto, de finales de abril, que había sido de 29.472 contagios, o el de 665 muertos a principios de mayo. La Argentina ya es el cuarto país del mundo en contagios diarios.

La realidad es que fracasó toda la política frente al Covid. La de “restringir”, pero a la vez dejar abiertas todas las actividades que exigen las patronales y así dejar que los trabajadores, hacinados, se sigan contagiando en medios de transporte público. La de acusar a la gente de no cuidarse, pero no brindar asistencia al que la necesita y que, de esa forma, no le queda otra que salir a la calle a buscar el peso. La de una campaña de vacunación que sigue avanzando a paso de tortuga. Y la de un sistema sanitario que, en muchos lugares, ya colapsó y en otros está al borde, con trabajadores de la salud superexplotados y con salarios de miseria.

El gobierno nacional peronista de Alberto Fernández, los gobernadores del mismo signo político y los de la oposición patronal de Juntos por el Cambio, todos, sin excepción, tienen un manejo desastroso frente a la pandemia. Y ahora retroceden con las medidas que tomaron hace días. En Santa Fe, después de haber reabierto las escuelas, el gobernador Perotti anunció la vuelta a la Fase 1. Sin duda, se incrementarán también las restricciones en CABA. Ya se suspendió el feriado puente del 24 de mayo. Las idas y venidas se repiten en todas las provincias.

Lo concreto, sin embargo, es que con más o menos restricciones, ninguna de las medidas que se tomen van a resolver algo. Incluso está en duda cuánto serán capaces de bajar la circulación, ni hablemos de reducir la ocupación de camas de terapia intensiva. Es que hay que decirlo con toda claridad, no son viables más restricciones sin plata para el pueblo trabajador, sin IFE para el que lo necesita, sin ayuda al pequeño comerciante. Sin recomposición salarial para el trabajador, que ve su salario pulverizado por la inflación, o para el jubilado que cobra un ingreso de indigencia. Ni tampoco sin la infraestructura sanitaria necesaria, más puestos de trabajo para el personal de la salud y salarios dignos que terminen con el pluriempleo.

La gran pregunta, entonces, es si hay dinero suficiente y de dónde sacarlo para resolver las dos pandemias, la sanitaria y la social. Sin embargo, las actividades y preocupaciones del gobierno  peronista parecen ir en el sentido contrario.
El presidente Alberto Fernández y su ministro de Economía Martín Guzmán estuvieron toda la semana pasada en Europa. Recorrieron Portugal, España, Francia e Italia. Se reunieron con el papa Francisco. La cita cumbre fue la del presidente con la jefa del FMI, Kristalina Georgieva. ¿Para qué? Para correr unos meses el próximo vencimiento de la deuda con el Club de París, de 2.400 millones de dólares. Y, lo más importante, para avanzar en la negociación del pacto con el Fondo Monetario Internacional. Lo que se discute, incluso en el interior del Frente de Todos, es si conviene firmar el acuerdo con el FMI cuanto antes o esperar unos meses hasta después de las elecciones. Pero la realidad es que, en una variante o la otra, se trata de destinar miles de millones de dólares para los pulpos acreedores y el FMI, justamente los que se necesitan para combatir la pandemia. Nos quieren convencer, incluso, de que sería un gran logro que el Fondo nos perdone la sobretasa de interés que ilegalmente nos colocó y de esa forma “nos ahorraríamos” 900 millones de dólares de intereses. ¡Cuando ya llevamos pagados 7.100 millones desde que asumió este gobierno! ¡Es más de un billón de pesos, más que todo lo que se puso el año pasado para la pandemia!  

Lo decimos con todas las letras, acordar ahora o hacerlo más tarde no es una salida para el pueblo trabajador. Porque cualquier acuerdo con el Fondo implicará, además de los pagos propiamente dichos, mayores ajustes y exigencias de privilegios para las grandes transnacionales, los bancos y los pulpos especuladores. Así fue en todos y cada uno de los veintidós acuerdos que el FMI firmó con la Argentina a lo largo de cincuenta años. Pero así es también en cada plan del organismo con cualquier país del planeta, varios de los cuales han generado rebeliones populares en los últimos años.

Solo Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad ofrecen la única salida viable, dejar inmediatamente de pagar la deuda externa y romper los lazos políticos y económicos con el FMI.
Ahí está la plata que se necesita, sumada a la que se puede conseguir con un auténtico impuesto a las grandes riquezas, donde los que paguen sean Techint, Arcor, Mercado Libre, los bancos o los monopolios del agronegocio.
Todos esos recursos hay que aplicarlos a un plan de emergencia que ataque de verdad las dos pandemias, la sanitaria y la social. Que se incauten las dosis que se están produciendo en Garín y se garanticen vacunas para todas y todos. Que se centralice el sistema de salud para atacar coherentemente la segunda ola del Covid.

Pero que a la vez garantice que el pueblo trabajador pueda comer otorgando un aumento de emergencia para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar, calculado en 92.500 pesos por los trabajadores de ATE-Indec. Un IFE de 40.000 pesos para todo el que lo necesite. Una jubilación digna que cubra los 62.000 pesos que requiere la canasta de la tercera edad. Y ayuda para el pequeño comerciante. Así sí tendríamos un auténtico plan alternativo para enfrentar y vencer a la pandemia, haciendo que la crisis la paguen quienes siempre se enriquecen con ella, los patrones, los banqueros y el FMI.
 

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Escribe Adolfo Santos

El Estado sionista de Israel continúa efectuando un brutal e indiscriminado bombardeo sobre la población de la Franja de Gaza. Más de doscientos muertos, muchos de ellos niños, miles de heridos y otros tantos desalojados de sus hogares es el resultado de una política de exterminio ejecutada por el ejército de ocupación en los territorios palestinos.

La política de provocación por parte de grupos israelíes ortodoxos ultraderechistas, para después justificar los ataques contra poblaciones civiles, no se detiene. A finales de abril, y en plena celebración del Ramadán, festividad religiosa de los musulmanes celebrada por la mayoría de los palestinos, estos provocadores marcharon para conmemorar la ocupación y anexión del territorio de Jerusalén al grito de “¡muerte a los árabes!”. En vez de prohibir esta manifestación racista, la policía reprimió a los palestinos que protestaban contra esa marcha.

Lo mismo ocurrió el lunes 10 de mayo cuando centenares de palestinos resultaron heridos al ser impedidos por las fuerzas policiales de practicar sus oraciones en la mezquita Al Aqsa, tercer lugar sagrado del Islam ocupado por el ejército con el pretexto de “cuidado sanitario”. Pero la esencia de esta represión y de los criminales bombardeos no radica en problemas religiosos, sino en la necesidad del Estado sionista de reafirmar la ocupación de los territorios usurpados. Por eso también alientan la expansión de colonias judías en territorios palestinos.

Los ataques criminales no logran disimular la crisis

Los ataques ordenados por Netanyahu, para supuestamente responder a los cohetes lanzados por Hamas, no son más que una excusa. Es una postura terrorista para reafirmar su política de ocupación y la pretensión de seguir anexando los escasos territorios que aún quedan en manos de los palestinos. Es lo que defiende junto a la dirigencia política ultraderechista, la creación de un gran Israel que vaya del Mediterráneo hasta el Jordán negando la existencia de la nacionalidad palestina.

Pero la política de Netanyahu tiene otros objetivos, unificar sectores en su entorno para tratar de superar una profunda crisis. Después de cuatro elecciones consecutivas, la división política es tal que le impide formar gobierno y podría verse obligado a deponer el cargo en favor del segundo más votado. Si esto sucede quedaría expuesto a ser condenado por las innumerables acusaciones de corrupción y terminar en la cárcel. Con los bombardeos, también pretende reformular el tablero político para ganar una sobrevida.

En medio de las bombas surge una huelga general

Nuevos hechos alimentan la crisis. El más significativo es que el martes 18 se dio una huelga general convocada por trabajadores palestinos descendientes de las familias que se quedaron dentro de las fronteras de Israel después de la ocupación, en 1948. Antiguos militantes obreros y activistas palestinos de Jerusalén tuvieron la iniciativa que se extendió a trabajadores y trabajadoras de las llamadas ciudades mixtas de Israel, así como a Gaza y Cisjordania. Según los informes, además de exitosa, la huelga general contó con importantes manifestaciones en Jaffa, un distrito de Tel Aviv. Esta medida se produce en el marco de un día de acción en apoyo a Palestina y se llama a los pueblos del mundo a mostrar su respaldo a esta heroica lucha contra el ocupante sionista.

Lo otro es que se han multiplicado los enfrentamientos entre israelíes y palestinos con ciudadanía israelí, en lo que se conoce como las ciudades mixtas. Estos hechos comenzaron luego de que la población árabe israelí saliera a repudiar la represión a los palestinos que querían llegar a la explanada de las mezquitas. Son cada vez más frecuentes los choques en Lod, Acre, Bat Jam, Ramle, Jaffa, Jisr al-Zarqa o Umm al-Fahm. Desde mediados de abril, los palestinos con ciudadanía israelí se vienen enfrentando a la policía y a los colonos ultraderechistas que pretenden robarle sus casas y sus tierras. No es un problema menor este conflicto interno cuando más del 20% de la población es de origen árabe palestino.

¡Redoblar el apoyo a la lucha del pueblo palestino!

El Estado sionista de Israel y su régimen de apartheid solo se sostiene por el apoyo económico y militar de los Estados Unidos. Esto puede ser insuficiente frente al creciente repudio internacional a estos bombardeos criminales que llegaron a derribar el edificio de la agencia norteamericana de noticias AP, que albergaba a la prensa internacional. Se han producido importantes marchas de repudio en Londres, París, Madrid, Alemania y otros países. Como ocurrió con la guerra de Vietnam, será decisivo que esa movilización se instale en el corazón del imperialismo yanqui, eso puede ser determinante para derrotar el monstruo sionista.

Desde Izquierda Socialista en el FIT-Unidad y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) comprometemos nuestro apoyo y llamamos a la solidaridad internacional con la lucha del pueblo palestino. El gobierno de Alberto Fernández tiene que romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Exigimos el cese de los bombardeos. Basta de represión y ataques racistas del Estado sionista.  Repudiamos esta nueva agresión y apoyamos la lucha por una salida verdaderamente justa, que es el establecimiento de un Estado único, laico, no racista y democrático en todo el territorio histórico de Palestina.

Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT (CI)

El nuevo estallido del conflicto en Medio Oriente entre el pueblo palestino e Israel vuelve a plantear las lógicas preguntas, cuándo podrá terminar esta situación y cuándo habrá paz en esa región. Pasan los años y las masacres al pueblo palestino se reiteran.
En medio de la grave situación actual se escucha o se lee la definición de que sería un conflicto “sin salida”, ya que es provocado por las posiciones “extremistas” de los “terroristas” palestinos, o incluso de ambos lados. No es así. Aunque la solución no es sencilla, los socialistas revolucionarios sí creemos que hay una salida para terminar con esta guerra permanente, lograr la paz y la convivencia entre los pueblos de la región.

Digámoslo de entrada, aunque le resulte chocante al lector. El gran obstáculo para terminar con el conflicto es la existencia del Estado de Israel. El sionismo ocupó militarmente el territorio palestino, hizo un genocidio y obligó a sus pobladores árabes ancestrales sobrevivientes a exiliarse. Se instaló un enclave racista, creado artificialmente hace más de setenta años y apoyado incondicionalmente por el imperialismo yanqui y europeo. Por eso la única solución pasa por la disolución de ese Estado racista y por la creación de un Estado único, laico, no racista y con plenos derechos democráticos para todos sus habitantes en el territorio histórico de Palestina.

¿Qué es Israel?

La solución está ligada al origen del conflicto. Durante cientos de años vivían pacíficamente en Palestina una amplia mayoría árabe musulmana con una minoría judía y cristiana. Pero en el siglo XX se produjo la invasión sionista, legalizada por la ONU, que en 1947 aprobó la creación del Estado de Israel y decretó una “partición” del territorio palestino dando nacimiento a la utopía reaccionaria de los “dos Estados”. La ONU bendijo, y el Vaticano también, la expropiación de 55% de la tierra a sus dueños ancestrales palestinos. Millones de palestinos y palestinas fueron expulsados de sus tierras. Pero ni siquiera eso respetaron los sionistas que, en una guerra fulminante, barrieron el proyectado “Estado palestino” y se apoderaron de casi todo el territorio, salvo Cisjordania, que quedó bajo control de la monarquía de Jordania. Israel nació de un genocidio y una limpieza étnica entre 1948 y 1949.

El sionismo y el imperialismo usaron el repudio y el horror que provocó el holocausto nazi sobre los judíos para instalar la mentira de su eslogan “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, con el cual arrasaron con las aldeas palestinas. Se instaló así un Estado artificial, un enclave imperialista, armado hasta los dientes para controlar y sojuzgar a los pueblos árabes.
La resistencia palestina, en los años ´60 del siglo pasado, creció y se fue canalizando en la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), liderada por Yasser Arafat, que rechazaba la existencia de Israel y reclamaba el retorno de su pueblo a una “Palestina laica, no racista y democrática”. Lamentablemente, en 1993, Arafat y la OLP abandonaron esa bandera histórica traicionando a su pueblo y firmaron los acuerdos de Oslo con Israel, en presencia de Bill Clinton, presidente de los Estados Unidos. Con esos acuerdos se pactaba un “reconocimiento mutuo”. A cambio, Israel prometía aceptar un Estado palestino en cinco años. Así se reflotó la mentira de la creación de “dos Estados”. La OLP pasó a ser la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Pasaron casi treinta años de esos acuerdos y no existe ningún “Estado palestino”. Los propios representantes de la ANP reconocen su fracaso pese a que ni reclamaban volver a los territorios históricos, ya que pactaron en Oslo “un Estado en tan solo el 22% de nuestra Palestina histórica, que son la franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Oriental, ocupados por Israel desde 1967. Esto sería lo ideal para nosotros […] es la que Occidente promovió como la solución de dos Estados. Que es un concepto engañoso porque ahora hay un solo Estado que cumple 73 años” (Husni Abdel Wahed, embajador de la Autoridad Nacional Palestina en Argentina, Clarin.com, 16/5/2021)

La utopía reaccionaria de los “dos Estados”

Muchos creyeron, y siguen creyendo, en esta mentira instalada de los “dos Estados” como una salida. Los hechos volvieron a demostrar que se trata de una farsa y una utopía reaccionaria porque está al servicio de sostener al Estado racista de Israel.
El Estado de Israel nunca cumplió lo que firmó en Oslo y se dedicó a la política de “colonizar” a Cisjordania con más de 400.000 colonos y la construcción de un muro de aproximadamente 700 kilómetros, que divide las ciudades (Hebrón, Belén, entre otras) y anexiona 20% del territorio a Israel. Además, ha tomado recursos básicos como el agua y somete a los palestinos a todo tipo de controles militares, restricciones de movimiento y toques de queda y represión. Hay miles de presos palestinos en cárceles israelíes. Gaza está bajo un bloqueo criminal y totalmente aislada de Cisjordania. Israel solo retiró de allí a los colonos para poder bombardearla, como hace ahora.

Es imposible que pueda convivir un Estado palestino al lado de un Estado invasor racista y expansionista, cuya razón de existir es ser un enclave para aplastar militarmente al pueblo palestino para mantener y extender su dominio territorial. Limpieza étnica basada en la falsa campaña de la “seguridad” de Israel ya que sería “víctima” de supuestos “agresores extremistas” y terroristas. Israel es un Estado de apartheid para los palestinos. Se autodeclaró “Estado judío” y dictó, por ejemplo, una ley que estipula que un judío puede apoderarse de un terreno en Cisjordania, Gaza o Jerusalén y el propietario palestino está obligado a irse, recibiendo una indemnización que fija el Estado de Israel.

Por todo esto, la única salida, la única solución, es continuar la resistencia palestina y la solidaridad internacional hasta lograr disolver este Estado racista y de limpieza étnica, creando en todo el territorio histórico de Palestina un Estado único, laico, no racista y democrático, en donde puedan retornar los exiliados palestinos y sus familias y se pueda convivir en paz y con plenos derechos de igualdad, sea cual fuere la religión o el origen étnico de las personas.
Es una pelea difícil pero se puede lograr. Como ocurrió en Sudáfrica a fines del siglo XX, donde fue derrotado y destruido el estado de apartheid de la llamada “república boer” que segregaba a la mayoría negra. Se logró con la resistencia del movimiento antirracista sudafricano y con la lucha internacional de aislamiento y boicot al régimen racista.

Es una lucha no solo del pueblo palestino, sino de todos los pueblos árabes y del mundo, sosteniendo una movilización internacional para defender al pueblo palestino, denunciar los crímenes de Israel y apoyar la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel, exigiendo a los gobiernos y a toda organización social, cultural o deportiva que rompan toda relación con el Estado racista de Israel.
 
 
 

Escribe Ariel Napoli

El imperialismo yanqui, Israel y la gran mayoría de medios de comunicación justifican los bombardeos sobre el territorio palestino bajo el pretexto de que estarían combatiendo a una organización terrorista, Hamas. Este argumento es absolutamente falso.
Se trata de la típica justificación en la que incurre el imperialismo yanqui para intentar legitimar sus ataques militares sobre toda aquella nación que exprese una política contraria a sus intereses. La misma lógica es la que aplica el estado sionista de Israel. A fines de los ´60 y en los ´70 cuando la OLP/Al Fatah, dirigida por Yasser Arafat, levantaba la consigna de una Palestina laica, libre y no racista y desconocían al estado de Israel también se los tildaba de terroristas, pese a que tenían un apoyo de masas entre los palestinos y en el pueblo árabe en general. Cuando en 1993, en los acuerdos de Oslo, la OLP claudicó la lucha y pasó a reconocer al estado de Israel, mágicamente el mote de “terroristas” desapareció. Actualmente a Hamas se lo tilda de “terrorista” por el mismo motivo que en su momento se calificaba a la OLP. Por no reconocer al estado de Israel y resistir frente contra la colonización sionista.

Hamas surgió al calor de la primera Intifada en 1987 y fue ganando popularidad oponiéndose a los acuerdos de Oslo y reivindicando el fin del estado de Israel. Es por eso que en 2006 ganó las elecciones dejando por primera vez en minoría a Al Fatah. Estados Unidos e Israel no reconocieron ese gobierno y produjeron una invasión. No pudieron triunfar pero dividieron a los palestinos. Hamas quedó aislado en la franja de Gaza y Al Fatah se siguió atribuyendo la presidencia de la ANP con Mahmud Abbas, teniendo más peso político en Cisjordania. Hamas sigue gobernando la Franja de Gaza, donde goza del reconocimiento de los más 2 millones de palestinos que viven allí. No se trata de ninguna organización terrorista sino una organización política palestina de masas.

Al igual que OLP/Al Fatah en su momento, Hamas se fue ligando a distintas direcciones burguesas árabes, particularmente durante un tiempo, a la Hermandad Musulmana. Es opuesto a una Palestina laica y equivocadamente reivindica la instalación de un estado teocrático, religioso islámico.
Se trata de una dirección nacionalista pequeñoburguesa, no socialista. Pero es la legítima dirección del pueblo palestino y sigue gozando de una simpatía de masas por oponerse al estado genocida de Israel.  Los palestinos sufren el constante hostigamiento, la persecución racial, las provocaciones y los ataques militares del sionismo. El pueblo palestino y Hamas no hacen más que defenderse política y militarmente de la violencia genocida. El verdadero terrorista es Israel que se sostiene en base a una limpieza étnica, que ataca militarmente y oprime al pueblo palestino.

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