Jul 26, 2024 Last Updated 9:21 PM, Jul 25, 2024

Izquierda Socialista


Escribe Tata Gayone, candidata a concejala en Bahía Blanca por el FIT Unidad Lista 1A

La Unión Ferroviaria pidió a la Justicia el desalojo de 400 familias. Lo rechazamos, a la vez que exigimos planes de vivienda en forma inmediata por parte del estado.
La privatización del Ferrocarril, el Puerto de Ingeniero White, la Junta Nacional de Granos y las empresas de energía generaron en la ciudad una oleada de despidos que nunca fue revertida. La desocupación, la precarización laboral y el empobrecimiento creciente derivaron en la existencia de 32 villas y asentamientos precarios, donde viven 8.444 familias.

El año pasado, en plena cuarentena, familias sin vivienda se instalaron en los terrenos ubicados en la calle Don Bosco al 4100 y comenzaron a construir. Son amenazadas hoy por el desalojo. Se trata de tierras fiscales, pertenecientes al ferrocarril, que fueron otorgadas con un permiso de uso precario a la Unión Ferroviaria (UF), por parte de la Administración de infraestructura ferroviaria en 2010. La Unión Ferroviaria se comprometió a construir un plan de vivienda.

Pasaron diez años. Las tierras siguen ociosas, la UF no cumplió el acuerdo firmado, por lo que consideramos que no existen razones para reclamar el desalojo. Nadie puede ignorar la situación de emergencia laboral y habitacional que se vive en la ciudad y en el país. Llamamos a los sindicatos y organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos a solidarizarse con los vecinos, a la vez de repudiar el pedido de desalojo, como ya lo hicieron el Pollo Sobrero, los ferroviarios del Sarmiento y la CTA local.

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Las dramáticas escenas del aeropuerto de Kabul que recorrieron el mundo, con miles de afganos y afganas tratando de subirse a un avión militar, es la imagen más evidente de la debacle del imperialismo norteamericano.
Los yanquis y sus aliados de la OTAN se escapan de Afganistán y los talibanes tomaron Kabul, su capital, así como las principales ciudades. La retirada yanqui, a casi veinte años de su invasión, deja al país hundido en un desastre.
Es una de las derrotas más graves de los Estados Unidos después de Vietnam. Y se produce en el momento de la más grave crisis mundial de dominación del imperialismo norteamericano. Una crisis política, económica y militar.
El presidente Biden culpa a Trump porque acordó con los talibanes la retirada el año pasado. El secretario de Defensa de Gran Bretaña, el principal aliado de los Estados Unidos en la invasión, tachó de “podrido” el acuerdo entre los Estados Unidos y los talibanes.

En febrero de 2020, el gobierno de Trump llegó a un acuerdo con los talibanes para retirar a sus soldados en mayo de 2021. Biden dijo que la retirada iba a ser en septiembre, pero se vio obligado a adelantarla. El domingo 15 de agosto los talibanes tomaron Kabul.

En el momento de publicar esta declaración 6.000 soldados yanquis y británicos se limitan, en medio del caos, a custodiar el aeropuerto de la capital para permitir escapar a sus colaboradores directos y a los funcionarios del gobierno títere. Ashraf Ghani, el ex presidente afgano, ya huyó del país.

Afganistán comparte fronteras con China, Pakistán, Irán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Hoy, con 38 millones de habitantes, es uno de los países más pobres del mundo. De economía centralmente agraria, dominada en gran parte por los talibanes, con campesinos sometidos y pequeños comerciantes, su principal exportación es el opio, del que es el mayor productor mundial, con 328.000 hectáreas cultivadas de amapolas (para opio y heroína). Precisamente con estos cultivos se financian los talibanes, quienes siguieron exportando a través del contrabando.
 
La invasión yanqui en el 2001 buscaba poner “orden en el mundo”

La invasión comenzó el 7 de octubre de 2001, a menos de un mes de los ataques terroristas en Nueva York, Pensilvania y Washington, que derribaron las Torres Gemelas y dejaron más de 3.000 muertos y heridos.
El supuesto objetivo de la invasión a Afganistán, ordenada por el presidente George Bush, fue “combatir al terrorismo” y capturar a Osama Bin Laden, líder de la organización Al Qaeda, considerado el autor intelectual de los atentados, quien estaba refugiado en Afganistán y protegido por su gobierno. Nunca quedaron del todo claros los objetivos y orígenes de los atentados que derribaron las Torres Gemelas.

Bin Laden, nacido en Arabia Saudita, había sido financiado por la CIA y los yanquis que le dieron armas y entrenamiento para luchar contra la hoy desaparecida Unión Soviética en la década del ’80, que había invadido a Afganistán para defender a un gobierno aliado, y detener el avance de movimientos islámicos, de los cuales surgirían luego los talibanes.

Con la excusa del atentado, Estados Unidos logró apoyo internacional y en la propia población norteamericana para invadir Afganistán, y luego a Irak en el 2003 (país que no tenía nada que ver con Bin Laden o Al Qaeda). Pero el objetivo real era utilizar el repudiable atentado, para apuntalar su debilitado dominio en Asia y aumentar su control del petróleo de Irak y el Medio Oriente.

Bush y los presidentes que le siguieron, erigiéndose en “gendarme mundial”, quisieron poner “orden”. Veinte años después se puso en evidencia que más bien incentivaron “un desorden mundial”, y que el imperialismo no se ha repuesto de su fracaso militar y político de Vietnam.

Para invadir Afganistán, Washington contó con el apoyo militar del Reino Unido, Canadá, Australia, Austria, Italia, Alemania y de otros países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). También contrató ejércitos privados de mercenarios colombianos y de otros países latinoamericanos. Entre todos, llegó a contar con más de 200.000 efectivos con apoyo de su poderosa aviación.

Pero la invasión yanqui, a pesar de los bombardeos y las masacres que produjeron un verdadero genocidio, que causó 200.000 muertos y millones de heridos y refugiados, nunca pudo consolidar su dominio sobre todo el territorio. Los talibanes siguieron controlando, con cierto apoyo popular, parte del sur de Afganistán.

Los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN dicen haber gastado 1 billón de dólares (1 millón de millones) en mantener un enorme ejército de ocupación. Los invasores tuvieron unos 8.000 muertos, entre tropas norteamericanas, de otros países de la OTAN, y mercenarios contratados por ellos. Se calcula que 88.000 millones de dólares fueron gastados en la instrucción de los 300.000 soldados afganos, que ahora se rindieron sin combatir. De nuevo se demuestra que una fuerza invasora no puede consolidar un ejército a su servicio de manera eficiente. Los hechos mostraron que era artificial. El odio a los ocupantes imperialistas fue la base de ese fracaso. No tenían una causa moral. No querían enfrentar a sus propios compatriotas, por más que fueran los talibanes.

Veinte años después, pasados los gobiernos de Bush, Obama, Trump y ahora Biden, las fuerzas imperialistas se retiran derrotadas.
 
Los talibanes, un monstruo creado por el imperialismo

Los talibanes son un movimiento político religioso islámico (de la rama sunnita) pro capitalista, que encabeza una federación de tribus con centro en la etnia pasthún.
Los talibanes, o “estudiantes” en lengua pasthún, surgieron a principios de la década de los ´90 como una fracción de la resistencia afgana a la invasión de la ex URSS de los años ´80. Eran parte de los “mujaidines”, la guerrilla financiada por el Pentágono norteamericano, la CIA y apoyados por Pakistán. Es decir que los talibanes fueron creados por el mismo imperialismo norteamericano. Pero luego estos se les fueron de las manos. Los talibanes aparecen en 1994 enfrentados en una guerra civil con otras alas de la ex guerrilla. En 1996 tomaron el poder en Afganistán y lo gobernaron hasta la invasión yanqui en el 2001. Formaron el Emirato Islámico de Afganistán (una especie de monarquía islámica, encabezada por la autoridad absoluta político religiosa, que quieren reconstruir ahora).

Los talibanes establecieron una dictadura burguesa islámica, basada en su interpretación de la sharía o ley islámica. Ejecutaban públicamente a asesinos y adúlteros, amputando manos y pies a los culpables de robo. Asimismo, los hombres debían dejarse crecer la barba y las mujeres tenían que llevar un burka que les cubría todo el cuerpo, no podían circular sin compañía de algún hombre, ni estudiar después de los diez años. También prohibieron la televisión, la música y el cine.

¿Adónde va Afganistán?

Por sus antecedentes represivos mientras gobernaron, y también por ser predominantemente de la etnia pasthún (40% de la población), los talibanes son resistidos por gran parte del pueblo afgano, en especial en las ciudades, por las mujeres, y por otras etnias que pueblan el país.

El líder religioso Mawlawi Hibatullah Akhundzada fue nombrado comandante supremo de los talibanes el 25 de mayo de 2016. Es muy posible que, como lo han anunciado, restablezcan el emirato dictatorial islámico. Aunque se enfrentaron con Estados Unidos, no tienen un programa antiimperialista y ya iniciaron negociaciones públicas con el imperialismo chino, que ya prometió inversiones en litio y cobre, y le dieron garantías a Rusia.

Nuestro repudio a los crímenes del imperialismo yanqui no significa algún apoyo al gobierno ultra reaccionario de los talibanes. Por ello, desde la UIT-CI, apostamos a que haya una importante resistencia popular al nuevo gobierno. Anticipamos nuestro repudio a toda acción represiva sobre las mujeres y el pueblo afgano en general.

Es el pueblo trabajador afgano quien merece la solidaridad internacional para luchar por su independencia y reconstruir su país sin invasores y sin dictaduras teocráticas o de cualquier signo.
También es necesaria la solidaridad con los millones de refugiados afganos que son discriminados y explotados en Asia y Europa, para que sean aceptados como migrantes de un país destruido por el imperialismo, con todos sus derechos laborales y sociales.

Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
17 de agosto de 2021
 
 
 

Con una importante participación, el viernes 13 de agosto, con la presencia de Miguel Sorans, dirigente de la UIT-CI y de Izquierda Socialista fue lanzado en Brasil, en forma virtual, la versión portuguesa del libro China de la Revolución a la Restauración Capitalista. La obra, compuesta por textos de Nahuel Moreno y otros autores, fue editada por la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST) sección brasilera de la UIT-CI y Ediciones Combate Socialista.
Después de la presentación del compañero Sorans, se desarrolló un importante debate  sobre los rumbos de la revolución china que demostró el interés de los participantes con la actualidad del gigante asiático.

La legisladora Mercedes de Mendieta junto al diputado Pablo Almeida, del bloque de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda-Unidad, presentaron en el día de hoy un proyecto de declaración repudiando el discurso de odio de Javier Milei .

La diputada, que preside la Comisión Especial de Seguimiento y Prevención de la Violencia Institucional, expresa en este proyecto la preocupación por los dichos cargados de odio e incitación a la violencia por parte de precandidatos a diputados. 

El texto presentado, resalta por parte de la representante del Frente de Izquierda, la preocupacion desde la Legislatura porteña a que se de lugar en medio de la campaña a sectores que niegan abiertamente el genocidio de estado de la ultima dictadura. Mercedes de Mendieta opinó: “Desde todos los espacios que seguimos luchando por Memoria, Verdad y Justicia, creemos que no puede fomentarse en el marco de las elecciones un discurso negacionista sobre el genocidio, es necesario alzar la voz contra estas barbaridades”

El legislador Almeida dijo: “Utilizando como base  la bronca contra los partidos patronales mayoritarios y hablando de “libertad” y contra la casta política, proponen ajustes mucho más salvajes incluso que los actuales con un fuerte discurso de odio”. Se define como “libertario”, pero se trata de una corriente ultraconservadora, defensora de personajes reaccionarios como Ronald Reagan y Margaret Thatcher o el mismísimo Donald Trump.

La diputada Mendieta agregó: Es un espacio cuyos referentes tienen constantes expresiones violentas contra las mujeres y el movimiento feminista, y que niega hechos cientificos, como el calentamiento global y la destruccion del medio ambiente, hechos por los cuales recibe el apoyo del hijo de Jair Bolsonaro, un hombre que ostenta el uso de armas en público, manifiesta sin pelos en la lengua su concepción de supremacía blanca y está dispuesta a exterminar a los pueblos originarios del Amazonas para obtener la ganancia capitalista a costa de destrozar la naturaleza”.

Por último  Almeida declaró “el Frente de Izquierda es el único espacio que enfrenta verdaderamente a estos sectores reaccionarios que representa Milei, que va contra las medidas de ajuste que todos los partidos patronales implementaron y que hoy el partido de los “libertarios” propone como respuesta a la crisis que atravesamos. Para una salida de fondo formamos hace 10 años el Frente de Izquierda y queremos seguir fortaleciendolo en unidad con la lista 1A  que conformamos junto a grandes luchadores encabezada por Myriam Bregman, Gabriel Solano y Mercedes Trimarchi  para enfrentar el ajuste y los discursos de odio”

 

Pueden descargar el proyecto en el siguiente link: https://parlamentaria.legislatura.gov.ar/pages/download.aspx?IdDoc=188079 

 

Legisladora Mercedes de Mendieta: 1165425363 @mechidemen

Legislador Pablo Almeida

Prensa Eugenia  1121664613

 

Ya se largó plenamente la campaña electoral con los spots televisivos que se empezaron a ver esta semana. En breve, veremos en las calles las campañas millonarias de siempre. Sin embargo, en el pueblo trabajador prima la desilusión. Ningún candidato del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio despierta entusiasmo. “Estos -refiriéndose al gobernante Frente de Todos- me decepcionaron. A los otros -Juntos por el Cambio- ya los conocemos y nos acordamos de cómo nos hambrearon”. Una conversación que escuchamos por miles en los lugares de trabajo, de estudio o en los barrios populares.

Las preocupaciones de la clase trabajadora están muy lejos de los cantos de sirena de estos candidatos. No hay trabajo, se perdieron 1,2 millones de puestos el año pasado, que no se recuperaron en absoluto en 2021. Millones que viven de changas o trabajos ocasionales perdieron todas sus fuentes de ingreso y los salarios siguen cayendo frente a la inflación.

El gobierno busca desesperadamente en el fondo de la olla alguna medida “popular” para tapar la realidad del ajuste en curso. La semana pasada salieron con el Ahora 12 (y Ahora 30), con el que tratan de generar una sensación de mayor capacidad de consumo (a costa de endeudarse más y, en pocos meses, ya no poder pagar los vencimientos de las tarjetas de crédito). Esta semana baten el parche con el “aumento” de septiembre de las jubilaciones vendiendo que, esta vez, le ganarán a la inflación. ¡Mentira! A lo largo del año las jubilaciones habrán subido solo 32,58%, frente a un incremento de precios que estará, de mínima, en 35,34 por ciento. Y el haber mínimo (que cobra el 80% del total de los jubilados) llegará con el aumento a apenas 25.922 pesos ¡por debajo de la línea de indigencia! Peor aún, cada vez son más los que no llegan a jubilarse por no reunir los años de aportes y deben conformarse con la pensión universal para el adulto mayor (PUAM) cobrando apenas 20.738 pesos, con el aumento incluido.

Esta es la realidad que no logra tapar ningún doble discurso. Ambos son responsables de que se haya llegado a esta situación. Lo es Macri, que acaba de volver al país, mientras que los actuales dirigentes de Juntos por el Cambio no saben cómo hacer para “esconderlo”. Y Alberto Fernández y Cristina, que desde el inicio de su mandato priorizaron los pagos de deuda y los acuerdos con el Fondo frente a la resolución de las necesidades populares.

A este drama social sumémosle que la pandemia no terminó, aunque la candidata del Frente de Todos Victoria Tolosa Paz haya decretado “su finalización”. Irresponsablemente abren todo, aumentando la circulación de más gente en colectivos, subtes y trenes, dando vía libre al hacinamiento y, en consecuencia, a la posibilidad de contagio cuando acecha un tercer pico con la cepa Delta.
Mientras tanto, la política “en serio” sigue a kilómetros de las preocupaciones del pueblo trabajador. La principal tarea de esta semana del presidente Alberto Fernández fue reunirse con el consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Jake Sullivan, para garantizar la cooperación con la política internacional yanqui a cambio de una promesa de “apoyo” norteamericano en las negociaciones con el FMI, que no significarán otra cosa que más ajuste y sometimiento.

Es que, mientras el gobierno insiste en que el problema es “el desastre que nos dejó Macri” o “la pandemia del Covid”, esconde que ya se pagaron 7.800 millones de dólares en concepto de deuda externa (y van a pagar otros 4.000 millones de acá a fin de año). ¡Ahí está el dinero que se debería haber usado para ayudar a resolver la crisis!

El Frente de Todos y Juntos por el Cambio no son una salida para el pueblo trabajador. Ambos coinciden en seguir pagando esta deuda usurera y priorizan el acuerdo con el FMI. Y, después de las elecciones, van a votar juntos el plan de ajuste que se pacte con este organismo.
Mucho menos pueden ofrecer una salida con sus propuestas “de terror” los libertarios aliados con defensores de genocidas y celestes antiderechos, como Milei o Espert, que buscan subirse al carro de la bronca contra los partidos patronales mayoritarios, pero que en la realidad proponen ajustes mucho más salvajes incluso que los actuales.

Dado este panorama, salimos a plantear que hay que votar al Frente de Izquierda Unidad. “¿Ustedes qué proponen?”, nos dicen en las calles. Decimos que sí hay una salida a este presente. Porque somos los únicos que tenemos un programa que dice tajantemente que la plata no debe ir más para los buitres de la deuda o el FMI, sino que tiene que volcarse a salario, trabajo, jubilaciones, educación, salud y vivienda. Y que hay que poner un impuesto de verdad a las grandes riquezas. Para que la crisis la paguen los usureros especuladores, los banqueros, los monopolios exportadores que saquean nuestros recursos y los grandes empresarios que se aprovechan remarcando los precios. No el pueblo trabajador.

Por eso te planteamos que nos apoyes y te sumes a la campaña. Anotándote como fiscal, viniendo a nuestras reuniones, discutiendo el voto en tu lugar de trabajo o de estudio, o con tus familiares. Ayudando también a que se haga más fuerte esta alternativa para los trabajadores, las mujeres y la juventud. La de la unidad de la izquierda. La que expresa en todo el país la lista 1A de Nicolás del Caño, Myriam Bregman, Juan Carlos Giordano, Mercedes Trimarchi y demás candidatas y candidatos. Y en Córdoba la lista 2B, con Liliana Olivero y Laura Vilches. La de la izquierda que se une a lo largo y ancho del país.

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