Jul 19, 2024 Last Updated 9:34 PM, Jul 18, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Federico Novo Foti

En 1890, la II Internacional convocó al 1° de Mayo como jornada de lucha obrera, internacionalista y socialista, exigiendo la reducción a ocho horas de la jornada laboral. La elección de la fecha buscaba reivindicar la huelga del 1° de mayo de 1886 en la que miles de obreros y obreras estadounidenses habían parado cinco mil fábricas con esa consigna. Era también un homenaje a los “mártires de Chicago”, los obreros anarquistas y socialistas ejecutados en noviembre de 1887 como parte de la violenta reacción de las patronales y el gobierno yanqui contra aquella heroica huelga.

En nuestro país, el 1° de mayo de 1890 se reunieron tres mil trabajadores en el Prado Español (barrio de Recoleta). Los oradores, socialistas y anarquistas, tomaron la palabra y reivindicaron la jornada laboral de ocho horas, la prohibición del trabajo infantil y la suspensión del trabajo a destajo, entre otros reclamos. Gigantescas movilizaciones acompañaron los actos del 1° de Mayo en la primera década del siglo XX. En los años ´20 y ´30 el avance de direcciones reformistas en el movimiento obrero, del Partido Socialista, y del estalinista Partido Comunista, fueron transformando el 1° de mayo de una jornada obrera, internacionalista y socialista en un día “democrático”, de apoyo a los gobiernos o sectores patronales “progresistas”.

En 1947, el peronismo en el gobierno oficializó la “fiesta del trabajo y la lealtad”. Un día de festejo, bailes y desfiles. Intentaron barrer la histórica jornada internacional de lucha de la clase obrera por sus reclamos y por el socialismo.

Hoy, en pleno siglo XXI, en nuestro país y en todo el mundo, la lucha del 1° de Mayo sigue vigente. Los planes de ajuste de los sucesivos gobiernos y el FMI, al servicio de los usureros internacionales, el saqueo y las multinacionales, han provocado retrocesos en las condiciones laborales. Las “ocho horas de trabajo, ocho horas de tiempo libre y ocho de descanso” se han perdido para miles de trabajadores precarizados o en negro. Incluso, para muchos en blanco en nuestro país. Pero el movimiento obrero no ha sido derrotado, y sigue dando heroicas batallas en nuestro país y en todo el mundo. Por eso, este 1° de Mayo volveremos a gritar: ¡Plata para trabajo, salario, jubilaciones y mejores condiciones laborales, no para la deuda y el FMI! ¡Qué la crisis la paguen los capitalistas! ¡Por un gobierno de la izquierda y las y los trabajadores! ¡Por el socialismo mundial!


Escribe José Castillo

Una inflación que superó el 21% en el primer trimestre del año y sigue en ascenso, lleva a la clase trabajadora a preguntarse qué hacer al ver como se pulverizan sus ingresos. En estos días, tuvo mucha repercusión el planteo del liberfacho Javier Milei de que la salida es la dolarización. Una propuesta mentirosa, que esconde un ajuste nunca visto sobre el pueblo trabajador.

¿“Vos querés ganar en dólares”?, es la interpelación que hace Milei, escondiendo explícitamente todas las circunstancias previas a la propia dolarización, que lleva a pulverizar los ingresos de los trabajadores hasta límites pocas veces imaginables.

No es un planteo novedoso. Ya fue propuesto en la crisis de 2001, donde desde diversos sectores, particularmente desde el peronismo menemista, se llegó a proponer ir a un régimen de dolarización. En ese momento ese planteo quedó sepultado, junto con la propia convertibilidad y las figuras del presidente De la Rúa y su ministro Cavallo, en el marco del levantamiento popular de diciembre de ese año. Incluso en las elecciones presidenciales de 2003, el entonces candidato Carlos Menem insistía con dolarizar. Ahora, en el marco de la crisis actual, con otros nombres (Milei) pero representando los mismos intereses, la cuestión reaparece.

La pregunta decisiva es  ¿a qué tipo de cambio?

Es fundamental para saber de qué estamos hablando. Es que hay que canjear todas las monedas y billetes y los depósitos bancarios en pesos por las reservas disponibles. Y a eso sumar todos los otros pasivos del Banco Central, las letras de diversos vencimientos, y los bonos de la tesorería en pesos. Esto ya llevaría la tasa a la cuál se cambiarían los pesos a un valor de 2.000 por dólar.

Claro que todo este razonamiento es desde un punto de vista estático. Como bien han resaltado varios estudios, ante la posibilidad de una dolarización, es muy difícil que los especuladores no busquen anticiparse, generando una corrida contra el peso que llevaría indefectiblemente a un sendero cercano a la hiperinflación. ¿A qué tipo de cambio se produciría en ese caso la hipotética dolarización? Se habla de 8.000, 9.000 y hasta 10.000 pesos por dólar.

Bajemos a tierra entonces la propuesta de Milei: su efectiva implementación llevaría los salarios promedio actuales a valores de 100, 50 y hasta 25 dólares por mes. Súbitamente el salario en la Argentina pasaría a estar entre los más baratos del mundo.

Por supuesto que Milei podría responder a todo esto diciendo que la base de cálculo de reservas existentes no es la que se debe tomar, ya que esto se podría resolver con un ingreso de 40.000 millones de dólares vía un préstamo internacional, o un eventual reingreso de los capitales argentinos fugados al exterior, por la “confianza” que generaría el plan. En el primer caso, es el camino a un nuevo mega-endeudamiento, que en cortísimo plazo nos pondría nuevamente frente a un nuevo y mayor ajuste, en la rueda sin fin de la impagable deuda externa. Lo segundo es altamente hipotético, muy similar a lo que afirmaba Macri en 2015, donde mágicamente su sola presencia sería un imán para el ingreso de capitales. Cosa que, sabemos, nunca sucedió.

¿Qué hay detrás del planteo de Milei?

Aunque el diputado liberfacho lo esconda cuidadosamente, lo que está planteado contiene el intento deliberado de generar una megadevaluación, una situación de caos previo. En concreto, producir una corrida contra el peso, que coloque, de facto, a la clase trabajadora y los sectores populares en un estado de shock tal que haga que la moneda nacional termine desapareciendo de hecho. Una vez producida esa situación caótica, Milei sería “el salvador” que aparecería dolarizando y estabilizando la economía en niveles salariales, de jubilaciones y de partidas sociales cercanas a la pobreza extrema. Nuevamente tampoco se trata de una operación novedosa. Es lo que sucedió con Cavallo, que apareció como el salvador de la economía argentina con la convertibilidad en marzo de 1991 después de dos procesos hiperinflacionarios (el primero en 1989 con Alfonsìn, pero el segundo en 1990 ya durante el gobierno menemista). Esos hechos, y esas pulverizaciones de ingresos y ahorros de los sectores populares, conformaron el “colchón” que dio sustento a la convertibilidad. Es muy importante recordar todos estos hechos, porque esos son los requisitos previos para una propuesta como la que está planteando Milei en estos días. Por supuesto que todo esto estaría acompañado de una feroz represión a todo intento de la clase trabajadora por defender sus ingresos.

¿Cuál es la salida?

Milei se apoya, para ganar popularidad con su propuesta, en un hecho de la realidad: la inflación creciente viene pulverizando desde hace mucho tiempo los ingresos de los sectores populares.
Por eso, al mismo tiempo que desnudamos el verdadero objetivo del planteo de la dolarización y sus consecuencias de terror para las y los trabajadores, tenemos que plantear cuál es la salida. Y esta evidentemente no puede pasar por más ajuste y la continuidad al infinito de los pagos de deuda y el sometimiento a los dictados del FMI. Hace falta algo radicalmente diferente: primero y principal, que se de un aumento de emergencia para que ningún salario o jubilación quede por debajo de la línea de pobreza y que, desde ahí, se reajuste en forma automática mensualmente de acuerdo al incremento inflacionario. Salarios, jubilaciones y planes sociales no pueden ser más la variable de ajuste en este escenario de inflación galopante. Pero esto hay que acompañarlo con otro plan económico, que arranque de suspender los pagos de deuda externa y de romper con el FMI, y de nacionalizar la banca y el comercio exterior para terminar con la fuga de capitales y la especulación con el dólar. Para entonces sí poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

 

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Salario y jubilaciones

Aumento de emergencia

Que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar, calculado por los trabajadores de ATE-Indec en 295.694 pesos. Reapertura de todas las paritarias para que se den los aumentos proporcionales a cada categoría.

Aumento de emergencia de las jubilaciones y que ningún haber quede por debajo de la canasta de la Tercera Edad, calculada en 202.064 pesos. 82% móvil.

Para no perder frente a la inflación, que el valor tanto de salarios como de jubilaciones se actualice mensualmente de acuerdo al aumento real del costo de vida.

¡Basta de impuestos al pueblo trabajador!

Eliminar el IVA a los productos de la canasta familiar y terminar con el impuesto al salario

Despareciendo el IVA de los productos de consumo popular, estos deberían bajar un 21%. Seguimos diciendo que el salario no es ganancia, y que se exima de dicho impuesto a todas las trabajadoras y trabajadores.

Para terminar con el desempleo y la falta de vivienda

Plan de viviendas populares creando trabajo genuino

Construir 500.000 viviendas por año generaría dos millones de puestos de trabajo, ayudando así el déficit habitacional, hoy calculado en 5 millones de familias sin un techo digno. Terminar con el congelamiento de los actuales planes sociales, otorgando los aumentos que hoy están solicitando los movimientos sociales combativos.

Basta de tarifazos, apagones y servicios deficientes

Reestatizar las empresas de servicios públicos privatizados

Poniéndolas a funcionar bajo la gestión de sus trabajadores y usuarios, con servicios de calidad y tarifas sociales para quien la necesite.

Educación y salud pública para todos

Aumentar los presupuestos respectivos, triplicándolos, para así resolver los problemas de infraestructura e insumos y que todos los docentes y trabajadores de la salud cobren salarios dignos.



¿Con qué plata se hace todo esto?

Suspensión inmediata de todos los pagos de deuda externa y ruptura del acuerdo con el FMI

Que los miles de millones de dólares que se van en pagos a los pulpos acreedores queden en el país.

Para terminar con la especulación financiera y la fuga de capitales
Nacionalización de la banca

Para que el ahorro de los trabajadores se use para dar crédito popular. No para que los banqueros se llenen los bolsillos con los intereses de las leliqs o faciliten la fuga de capitales.

¡Basta de negociados y chantajes de los monopolios agroexportadores!
Nacionalización del comercio exterior

Nuestras exportaciones deben generar dólares que ingresen al estado y desde ahí se decida cómo se utilizan para las necesidades del pueblo trabajador, no como sucede ahora que son divisas apropiadas por los grandes monopolios como Bunge, Cargill, Nidera o Cofco.

Terminemos con el saqueo de nuestras riquezas
Estatización del gas, el petróleo, el litio y todos los recursos naturales no renovables

Anular todas las concesiones. Creación de empresas estatales (YPF 100% estatal, recreación de Gas del Estado, etcétera) gestionadas por sus trabajadores y que, de común acuerdo con las comunidades locales en materia ambiental, pongan esos recursos al servicio del desarrollo y las necesidades de las mayorías populares.

Que paguen los ricos y las patronales y no el pueblo trabajador
Impuesto a las grandes fortunas y riquezas

Aplicar un impuesto especial a las grandes fortunas y a las superganancias de las empresas para que, ante la emergencia, la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores.

Para terminar de verdad con la inflación
Control de precios y aplicación de la ley de Abastecimiento

Terminar con la farsa de “precios justos” o “precios cuidados”. Por un auténtico control de precios, que arranque por congelar todos los productos de la canasta familiar. Que se controle estrictamente su cumplimiento y que se aplique la Ley de Abastecimiento, que autoriza a multar, clausurar, encarcelar y hasta expropiar a quiénes lo violan. 

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Escribe José Castillo

En estos últimos días vemos como el valor del dólar se va a las nubes. El blue (el billete que se consigue en la calle o en las cuevas truchas) subió 70 pesos en una semana (de 390 a 460 pesos hasta el martes 25). También crecieron en valores similares las cotizaciones de los dólares CCL (contado con liqui) y MEP, que son los que utilizan las grandes empresas y los ricos para hacerse de billetes legalmente.
La trabajadora o el trabajador de a pie, que difícilmente le sobre un centavo para comprar ningún dólar, sabe cómo le afecta todo esto: será el “pato de la boda”, cuando todos los que puedan dolarizarse lo hayan hecho, lo que sigue es una feroz remarcación de precios (con la excusa justamente de la suba de la divisa) que reventará más aún los salarios, las jubilaciones y los ingresos en general de todas y todos.

Por eso es muy importante precisar por qué sube de esta manera la cotización del billete verde y, lo más importante, quiénes son los responsables.

Comencemos por lo más obvio, prácticamente no hay reservas. El dólar sube porque el país se quedó sin esos billetes. ¿Cómo es posible si el año pasado hubo récord de exportaciones, que sumaron más de 80.000 millones de dólares? ¿A dónde se fueron? Muy simple, restando las importaciones (algunas necesarias, otras puramente especulativas) todo el resto se lo llevaron los pagos de deuda externa (a los acreedores privados y al FMI) y la fuga de capitales. Acá ya aparece entonces el primer responsable, el gobierno del Frente de Todos, que viene sistemáticamente, desde que asumió, antes durante y después de la pandemia, y en el 2022 luego del acuerdo con el Fondo, permitiendo que salgan miles de millones de dólares casi cada mes en concepto de vencimientos de deuda.

Sobre esta primera realidad se monta lo que sigue: ¿por qué, en concreto, el dólar subió la semana pasada y esta? Despejemos, no fue por la pelea interna entre Aracre (el despedido jefe de gabinete) y el ministro Massa. Eso fue utilizado como excusa por los verdaderos especuladores, las multinacionales monopólicas exportadoras y los especuladores financieros.

Las grandes empresas exportadoras, que concentran el negocio de la soja (las yanquis ADM, Bunge y Cargill, la francesa Dreyfuss, la china Cofco -que absorbió a Nidera-, la canadiense Viterra), fueron las grandes privilegiadas con los programas “soja I” y “soja II” cuando en septiembre y noviembre pasado, respectivamente, el ministro Massa les dio una cotización superior de privilegio. Ahora consideran que el soja III a 300 pesos (70 más que la cotización oficial) no es suficiente incentivo, y retacean la liquidación de exportaciones. Buscan más privilegios, apuntan a una mayor devaluación y, como dueños monopólicos de los pocos dólares que existen, desde ahí chantajean. Se niegan incluso a compartir su dólar de privilegio con los productores que, entonces, tampoco les venden la soja nueva para que exporten.

Por supuesto que, además de los monopolios exportadores, en la suba del dólar de estos días hay también otros responsables. Los especuladores financieros y bursátiles, por medio de mil caminos, con la vista gorda del Banco Central, salen a comprar dólares y hacen subir las cotizaciones. A la cabeza de esto están, sin duda, los grandes bancos, nacionales, como Galicia, Macro, Supervielle, o extranjeros como el Santander, BBVA, HSBC, ICBC o Citibank.

¿Cómo se para esta sangría? Simple, no gastando los pocos dólares que quedan con más pagos de deuda externa; terminando con la especulación nacionalizando la banca y el comercio exterior.

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Escribe José Castillo

La lista de países que dolarizaron su economía es la siguiente: Ecuador, El Salvador y Panamá en América Latina, a la que hay que sumarle Montenegro, Palaus, Kosovo, Islas Marshall, Micronesia, Timor Oriental, Bonaire, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas e Isla de Saba.

Como vemos, la inmensa mayoría de los casos se trata de países muy pequeños, casi desconocidos, colonias o semicolonias, o paraísos fiscales de escasa población. En ninguno de ellos la dolarización dio como resultado una mejora para su clase trabajadora.

En los casos latinoamericanos, Panamá fue obligado a adoptar el dólar en 1904, en un principio junto con la moneda local (el balboa) producto de la virtual ocupación de su territorio por el control norteamericano del Canal. Hoy el balboa no se emite como billete (sólo como monedas pequeñas) y en los hechos lo que circula es el dólar en el empobrecido país centroamericano. El Salvador adoptó a partir del 1° de enero de 2001 el dólar para que circulara junto con la moneda local (el colón), pero esta dejó casi inmediatamente de circular, prevaleciendo hasta hoy en este país sumido en la crisis, la violencia y la pobreza extrema. El presidente Bukele hace un año le dio curso legal a las criptomonedas, sólo logrando aumentar el caos económico.

El país más grande del mundo que adoptó la dolarización no deja de ser pequeño: Ecuador. Con 12 millones de habitantes, vive esa situación desde el 9 de enero de 2000, cuando el entonces presidente Jamil Mahuad eliminó el sucre y adoptó la divisa norteamericana como moneda corriente. ¿Qué sucedió desde entonces? Ecuador no ha dejado de ser un país cuyos sectores populares siguen pasando por extremas carencias (la pobreza oscila alrededor del 70%), sus recursos naturales (petroleros y minerales) han seguido siendo saqueados, su deuda externa sigue creciendo, y ha estado sometido a violentas crisis económicas. En junio-julio de 2022, el intento del gobierno de imponer un nuevo plan de super-ajuste exigido por el FMI generó una auténtica insurrección obrera, popular, de los pueblos originarios y la juventud.

En Ecuador se cobra en dólares, pero ingresos miserables, mientras todo cuesta carísimo, a valores internacionales, desde la propia comida que se produce localmente, hasta los bienes importados. Uno de los reclamos del levantamiento del 2022 fue, justamente, condonar las enormes deudas que hipotecan al pueblo y terminan quitándole sus casas y tierras.

Si Ecuador es el espejo en que mirarnos ante el proyecto de dolarización, la imagen que nos devuelve es la de la miseria, la marginación y el saqueo de los recursos del país.

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