Jul 19, 2024 Last Updated 5:27 PM, Jul 19, 2024

Izquierda Socialista

En el marco de la pelea en defensa del salario contra la paritaria a la baja que quiere imponer el gobierno de Alberto Fernández, en la UBA se plantean también otras batallas enormes para la comunidad educativa. La más importante de ellas hoy en día es la lucha por derrotar la política del Rectorado que a través de una resolución del Consejo Superior planteó un nuevo reglamento para la obra social, DOSUBA, que expulsa a jubiladxs (docentes y no docentes) y ad honorem.

Detrás de esta resolución están por un lado el desbarranco de la administración que encabezan las autoridades de la UBA y la burocracia del gremio No Docente, APUBA, que tiene el antecedente de los aumentos, caída de prestadores, y descuentos compulsivos, que se llevaron adelante en los últimos años. Y por otro, el ajuste brutal sobre la educación pública en general que se lleva adelante desde el gobierno nacional en el marco de su pacto con el FMI, y que en la UBA tiene la particularidad de que sus ejecutores centrales son las autoridades vinculadas al radicalismo de Juntos x el Cambio y Emiliano Yacobitti. A tal punto no hay grieta entre ajustadores, que la votación del recorte de DOSUBA la hicieron con consenso absoluto, incluyendo por ejemplo el voto de la decana kirchnerista de la Facultad de Cs. Sociales, Ana Arias (de la agrupación La Cullen).

La nutrida convocatoria que se realizó hoy impulsada por la AGD-UBA, la Comisión Interna No Docentes de Sociales, y espacios autoconvocados de no docentes como el de Exactas, fue un paso delante de la coordinación de esta pelea que hay que continuar hasta derrotar este ajustazo sobre les trabajadores de la UBA. Allí participamos hoy junto a nuestro compañero Darío Leguiza, delegado de la interna no docente de Sociales, y desde docentes universitaries e investigadores de Izquierda Socialista (Lista Fucsia).
¡Sigamos fortaleciendo esta pelea!

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Seguimos en medio de una ola de calor, un horno para ser más claro. Vivimos en medio de apagones, mientras el gobierno mira para otro lado ante la desidia de las empresas privatizadas (Edenor y Edesur) y le autoriza nuevos aumentos. Vemos escuelas sin las más mínimas condiciones para dar clases.

Pero el verano caliente no es sólo por la temperatura. También por los precios. Se acaba de conocer el índice de inflación oficial del mes de febrero: 6,6%. Exactamente lo opuesto de lo que hace pocos meses prometió el ministro de Economía Sergio Massa (“para marzo/abril, vamos a tener un índice de inflación que empiece con 3”). Lo único que empieza con 3 es el aumento de la carne, que subió un 30%. Hace justamente un año que el presidente Alberto Fernández declaró que comenzaba la “guerra contra la inflación”. Nunca la llevó adelante.

Las consecuencias de una inflación que ya está superando anualmente el 100% se ve diariamente en salarios y jubilaciones pulverizadas. Los acuerdos salariales recientemente firmados ya quedaron por detrás de la carestía de este primer trimestre, donde ya se anticipa que la inflación de marzo orillará el 7%. Por eso ya se están dando luchas, como la que vemos en los docentes de muchas provincias a pesar de la burocracia sindical.

El gobierno peronista del Frente de Todos fogonea la inflación con la autorizaciones de aumentos de tarifas, combustibles, prepagas de salud. Es que, por el simple expediente de que las jubilaciones corran por detrás de la inflación, al igual que los salarios de trabajadores del estado, docentes o profesionales de la salud, e idéntica situación con la reducción de los planes sociales y desenganche del valor de estos con el salario mínimo, se garantiza cumplir con el ajuste exigido por el acuerdo con el FMI. Acuerdo que, también recordémoslo, en estos días cumple justamente un año. Contra las consecuencias de este ajuste, justamente, acampan frente al ministerio de Desarrollo social las organizaciones de la Unidad Piquetera.

Mientras esta es la realidad que sufre cotidianamente el pueblo trabajador, desde el gobierno del Frente de Todos y también desde la oposición patronal de Juntos por el Cambio ya están lanzados con todo a la competencia electoral. Ambos sectores están inmersos en una gran crisis por ver quienes van a ser candidatos, y compiten buscando ampliar lo que se viene llamando, desde hace algunos años “la grieta”. “Lo importante es que no vuelva la derecha y su ajuste”, se escucha de un lado. “Vamos contra la corrupción K” dicen del otro. Como si no hubiera tantos corruptos de un lado como del otro. Como si el gobierno del Frente de Todos hubiera terminado con la política de hambre y entrega que antes llevaba adelante el macrismo. Como si ambos no hubieran acordado con el FMI, y, lo peor, como si ambos no supieran que, gobierne quien gobierne a fin de año, van a continuar con los pagos de deuda externa y los acuerdos con el Fondo.
Todo esto sucede mientras crece la bronca. Cada vez son más los que repudian al gobierno, pero también recuerdan que fue el anterior gobierno macrista. Por eso crece un sector importante que no están dispuestos a acompañar ni a uno ni a otro. Algunos analistas han llamado a esto un voto “antisistema”.

Pero ahí se abre una nueva grieta. Es que, peligrosamente, vemos a compañeras y compañeros de trabajo, estudio, jóvenes o vecinos que se preguntan por Milei y sus planteos. Acá tenemos que ser clarísimos: los planteos del liber-facho no tienen nada de “antisistema”, por el contrario, su planteo no es otro que llevar adelante el más feroz ajuste contra las y los trabajadores, y un ataque en toda la línea a todos los derechos de las mujeres y las disidencias. Es el viejo proyecto del ajuste estructural, que ya llevaron adelante en los ´90 Menem y Cavallo, figuras reivindicadas por Milei. Y, de última, es lo mismo, pero más feroz, que viene llevando adelante todos los gobiernos en las últimas décadas: ajustar, para cumplir con los usureros de la deuda y el FMI.

Claro que del otro lado de esta “grieta”, estamos los que queremos de verdad una propuesta “antisistema”, la verdadera grieta. Rompiendo con los partidos patronales, con un peronismo que ya no tiene nada para ofrecer a la clase trabajadora. Y con una oposición patronal que sólo ofrece volver a hambrear al pueblo. Estamos, de este lado, en las antípodas de Milei, las y los que decimos que tienen que gobernar los que nunca lo hicieron, la izquierda y las y los trabajadores. Con un programa alternativo, obrero y popular, que arranque justamente de dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, para así poner todos esos fondos a resolver las más urgentes necesidades populares.

Esa alternativa política existe y tiene nombre y apellido: Frente de Izquierda Unidad. Lamentablemente, tenemos un problema, no hemos podido salir a pegar como un solo puño, con una fórmula unitaria, a disputarle a los partidos patronales. Tanto el PO, como el PTS y el MST han priorizado lanzar sus propias fórmulas presidenciales. Desde Izquierda Socialista venimos diciendo que eso es un error, que nos oponemos a que se diriman candidaturas en las PASO, y que debemos salir ya con una fórmula unitaria, que a nuestro juicio debe ser Myriam Bregman y Gabriel Solano, acompañados en las distintas listas por las y los candidatos de todos los partidos del FIT Unidad. Seguiremos insistiendo en los próximos días y semanas, porque urge salir a pelearle a los candidatos patronales.

Mientras tanto, se viene otro 24 de Marzo. Una fecha importantísima en el calendario. Desde Izquierda Socialista decimos que es una cita de honor, tenemos que estar presente en Plaza de Mayo con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, al igual que en todas las plazas del país. Te invitamos a que nos acompañes, y que hagas extensiva esta invitación a todos tus compañeras y compañeros de trabajo, estudio y vecinos.

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Escribe José Castillo

Otro 24 de marzo. Y salimos nuevamente a marchar. Como el año pasado, y el anterior, y el anterior. Y tantos anteriores, durante décadas. Es una cita de honor. Donde una vez más reafirmamos nuestro compromiso indeclinable contra la impunidad de ayer y de hoy.

Cada año, en el aniversario del golpe genocida, se repiten debates y se dan otros nuevos. Este año tendremos que confrontar con quiénes quieren convertir el 24 de Marzo en una jornada de reivindicación de Cristina Kirchner, en el marco de la interna peronista de este año electoral.

Pero nosotros no nos confundimos. Volvemos a la calle, por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Por el ¡Nunca más! (en el año en que muchas nuevas generaciones se enteraron de qué significó esa consigna a través de la película Argentina 1985). Por el juicio y castigo y cárcel común y efectiva a los genocidas.

Reafirmando la continuidad de la lucha. De los que nunca la abandonamos en más de 40 años. Primero, en la propia dictadura, junto a las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas. Luego, en los 40 años posteriores, contra todos los intentos de impunidad.

Marchamos junto al Encuentro Memoria Verdad y Justicia

Desde el año 2007 se abrió un nuevo debate. Porque, lamentablemente, un conjunto de organismos de Derechos Humanos aceptó ser cooptado por el entonces gobierno kirchnerista. Desde allí abandonaron la denuncia de todas las violaciones de derechos humanos, sean las de ayer de los genocidas, o las del hoy, que ejecutaba el propio gobierno. En ese momento, estaba muy cercano en el tiempo la desaparición de Jorge Julio López, que los organismos (ahora oficialistas) se negaban a levantar como una de las consignas centrales, mientras que el entonces ministro kirchnerista Aníbal Fernández decía que “a lo mejor estaba tomando el té con su tía”.

Vinieron a partir de ahí los años dónde hubo dos actos. Desde las organizaciones de derechos humanos que siguieron manteniendo su independencia, los partidos de izquierda, el sindicalismo combativo y montones de centros de estudiantes, organizaciones de mujeres, de disidencias, peleamos porque el 24 de Marzo no se transformara en un “acto oficialista”. Denunciamos, año a año, cada una de las represiones que llevaron adelante los gobiernos, nacionales o provinciales, sean del signo político que fueran. Fuimos quiénes, por ejemplo, sin medias tintas, levantamos la voz para oponernos a que el genocida Milani fuera nombrado jefe del Ejército.

Contra el ajuste, el saqueo y la miseria

Siempre dijimos que la lucha por la plena vigencia de los derechos humanos estaba indisolublemente unida a la pelea contra los planes de ajuste de los distintos gobiernos, que sistemáticamente vienen pagando la deuda externa a costa del hambre del pueblo trabajador, sometiéndonos a  los planes de ajuste del FMI.

Por eso este año marcharemos habiéndose cumplido un año de que el actual gobierno del Frente de Todos hubiera firmado el vigente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El que está siendo cumplido a costa de los salarios, las jubilaciones y el ajuste de las políticas sociales.

¿Democracia o mafia judicial? o Memoria, Verdad y Justicia

Este año la previa a la marcha del 24 de Marzo quedó teñida del debate de la interna del Frente de Todos. Hace un mes, el peronismo kirchnerista pretendió que el eje de la marcha fuera la reivindicación de Cristina, contra su supuesta proscripción. El escándalo fue tan grande, que terminó saliendo Estela Carlotto (y luego otros referentes de los organismos de derechos humanos) reclamando “no mezclar” y repudiando cualquier utilización del 24 de Marzo en ese sentido.

La Cámpora y otras agrupaciones que habían lanzado ese globo de ensayo parecían haber retrocedido. Sin embargo, el sábado pasado, en su evento del 11 de marzo, salieron planteando que la marcha del 24, luego de ir a plaza de Mayo, tenía que dirigirse a la Corte Suprema, para repudiar a la “mafia judicial”.

Está planteada entonces una fuerte pelea política este 24. Por eso, más que nunca tenemos que fortalecer la convocatoria del Encuentro Memoria Verdad y Justicia, que marchará a Plaza de Mayo a partir de las 12 horas. Tenemos que ser decenas de miles ahí y en todas las plazas del país.

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El 24 de marzo de 1976, las fuerzas armadas tomaron el poder en la Argentina, derrocando al gobierno de María Estela Martínez de Perón. Una junta militar compuesta por Jorge Rafael Videla (Ejército), Emilio Massera (Armada) y Orlando Agosti (Fuerza Aérea) se hizo cargo del gobierno. Contaban con el beneplácito de toda la patronal, nacional y extranjera, del imperialismo y de la Iglesia. Comenzaba una época de terror: una auténtica dictadura cívico-militar, empresario-eclesiástica, que lanzó una política de aniquilamiento contra la clase trabajadora, la juventud y todas sus organizaciones.

Podemos decir que el golpe tuvo, centralmente, dos objetivos. El primero fue producir una derrota contundente al proceso de ascenso de la movilización obrera y popular que había comenzado con el Cordobazo de 1969. Donde toda una nueva generación, una nueva vanguardia, había salido a luchar contra la dictadura de entonces, pero también reclamando un cambio profundo, anticapitalista y socialista. Decenas de miles de jóvenes, obreros y estudiantes, se forjaron al calor de esas luchas, alentadas también por un mundo desde dónde llegaban los ecos de la revolución cubana, el asesinato del Che Guevara, el Mayo Francés y la heroica resistencia del pueblo vietnamita. Un ascenso que no pudo ser frenado ni siquiera cuando la clase capitalista, los militares de entonces y el imperialismo aceptaron la vuelta de Perón, proscripto desde hacía 18 años. Ni el “pacto social” de 1973, ni la feroz represión de la “Triple A” (nefasto antecedente de lo que luego sería el accionar de los grupos de tareas de la dictadura), lograron frenar la movilización obrera y popular. Para eso vino la dictadura: para liquidarla a sangre y fuego.

Pero la dictadura genocida también tuvo otro objetivo: imponer un plan económico de hambre y entrega. A través de José Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía de Videla, el primer presidente de la dictadura) llevó adelante una política económica que ya en el primer año de ejecución, había reducido los salarios en un 40%. Le siguieron la virtual desindustrialización del país, con decenas de miles de fábricas cerradas y, por sobre todo, un endeudamiento que todavía hoy estamos sufriendo. La deuda externa, ilegítima, ilegal, fraudulenta desde todos los puntos de vista, nació con la dictadura y creció en esos años. Grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros, se endeudaron en esos años, en una deuda que, al final de la dictadura, fue “estatizada” por un funcionario que luego volvería a serlo en distintos gobiernos de los años siguientes: Domingo Cavallo (ministro de Menem y De la Rua), el mismo que el liber-facho negacionista de Milei reivindica como “el mejor ministro de Economía de la historia argentina”.

La dictadura finalmente cayó, derrotada por la movilización popular. Los militares genocidas, con sus idas y venidas y sus impunidades, no pudieron esquivar ser juzgados (y aún lo están siendo). Pero el plan económico de la dictadura tuvo su continuidad en los infinitos pagos de deuda externa y los planes del FMI que llevaron adelante absolutamente todos los gobiernos posteriores. Cuando comenzó la dictadura había un 4% de pobres en nuestro país; hoy hay un 40%. Esa es su más triste herencia y una de las peleas que tenemos pendiente.

Escribe Juliana García, militante de Derechos Humanos

En 1982, luego de  la traición de Malvinas, el pueblo trabajador, la juventud y todo el pueblo por medio de gigantescas movilizaciones terminaron con la dictadura militar. Fue una auténtica revolución democrática, un inmenso triunfo popular. Los militares genocidas se fueron en medio del repudio popular, que exigía juicio y castigo para sus crímenes.

Sin embargo, todos los gobiernos que siguieron trataron de “salvar” a los militares genocidas, además de continuar con los planes de hambre y ajuste al servicio de pagar la deuda externa.

Alfonsín primero intentó que los propios militares se juzgaran a sí mismos. Cuando esto fracasó, se vio obligado a llevar adelante el juicio a las juntas, buscando que este tuviera el menor impacto posible, sin siquiera televisarlo con sonido. Luego de las condenas a los comandantes, buscó que los nuevos juicios no se extendieran al resto de los genocidas. Para eso sacó la ley del Punto Final primero, y la Obediencia Debida después.

Más adelante, el menemismo llevó adelante los indultos, liberando a todos los genocidas, hasta los mismos comandantes.

Sin embargo, la movilización nunca se detuvo. ¡Si no hay justicia, hay escrache!, se gritó en los años ‘90. Las movilizaciones de cada 24 de Marzo crecieron en masividad. Y finalmente, en 2003, un proyecto de ley de la izquierda logró la anulación de las leyes de impunidad y los indultos.

Nunca fue fácil. Volvieron los juicios, siempre trabados por gobiernos que nunca permitieron que se abrieran todos los archivos, obligando a enormes investigaciones de abogados y víctimas. Los genocidas llegaron hasta a hacer desaparecer un testigo, como fue el caso de Jorge Julio López en el juicio a Etchecolatz.

Del mismo modo que se avanzaba trabajosamente en cada causa, las Abuelas de Plaza de Mayo también, en un heroico trabajo de hormiga, fueron restituyendo la identidad a nietas y nietos apropiados por los genocidas.

En los últimos años, los genocidas condenados presentaron mil y una chicanas para salir de la cárcel. Llegaron a tener hasta la complicidad de la Corte Suprema, cuando votó el 2 por 1. Pero, nuevamente, la movilización popular impidió que se efectivizara la impunidad.

Así pasaron 40 años. El alfonsinismo primero, y el kirchnerismo después, quisieron apropiarse de la lucha por los derechos humanos. Pero esta pertenece a los que siempre estuvieron, en la resistencia a la dictadura y en los 40 años siguientes. A los que seguiremos estando, ¡ahora y siempre!

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

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