Scioli sigue con el objetivo de ganar en primera vuelta. Pero los números no le dan. Parece que a Aníbal Fernández tampoco le está yendo bien en la provincia, donde se libra la madre de las batallas, perdiendo votos que en las Paso fueron para Julián Domínguez y al Frente para la Victoria. Por eso Scioli redobla su doble discurso, y Cristina, para darle una mano, se suma a la campaña con apariciones públicas y las cadenas nacionales.
La mentira sigue siendo el caballito de batalla K. Un gobierno que sigue negando las cifras de desocupación y pobreza. Y cuando dice algo al respecto, falsea. Recordemos el “estamos mejor que Alemania”, “en el norte hay un 1% de desocupados” o “nos estamos desendeudando”. O cuando dice que “este gobierno no reprime” o “amplía derechos”, desmentido por el fraude y los palos en Tucumán; o cuando habla de derechos humanos mientras aplica el más ilegal espionaje a luchadores anti mineros en Esquel; la procuradora Gils Carbó (Justicia Militante) espía a políticos opositores y organizaciones sociales; o allanan un canal comunitario (Antena Negra TV), en capital, porque no es un medio K.
A esto se le suman los intelectuales de Carta Abierta que en su comunicado número 20 dicen cosas tales, como que las “infundadas” denuncias de fraude en Tucumán “horadan, deslegitiman y debilitan a Cristina y a Scioli” y “descuartizan la voluntad popular”. ¿En qué mundo viven?
Vuelven a la teoría del complot, del “golpismo”, de que quien critica es antidemocrático o de derecha. Repudiable por donde se lo mire.
Cristina y Scioli hablan de que no hay que “dar marcha atrás”. Y en una reunión del PJ bonaerense, Scioli dijo respecto a Macri: “quiere retomar el camino del ajuste, del círculo rojo y los fondos buitre”. Pero ese camino ya lo viene transitando el gobierno nacional. ¿Acaso no es ajuste que un salario o una jubilación pierdan todos los días con respecto a la inflación? Y en muchos casos lo hace de la mano del PRO.
Por ejemplo, la semana pasada, los legisladores de Macri, del FpV, la Coalición Cívica, Lousteau, Ocaña y el Frente Renovador de Massa, votaron en la legislatura porteña 450 millones para la educación privada y un mayor endeudamiento para la ciudad, dinero que ya sabemos nunca va a la salud o para urbanizar las villas.
En la misma sesión hubo un recorte a las partidas para el Hospital Garrahan (que depende de la ciudad y del gobierno nacional). Un ajuste que incluye falta de personal, degradación en los insumos, cierre de la salita de 3 del Jardín Maternal, más de 500 trabajadores con sueldos de $ 6.000 y el despido de una enfermera por persecución sindical. ¿Esto es o no un ajuste? Podríamos agregarle los despidos y suspensiones en las automotrices, Fate, Paraná Metal... ¿Qué dicen Scioli y Macri? Nada. Dejan correr.
Lo mismo vale para los muertos evitables, tanto de las inundaciones en la provincia con Scioli, o los de Macri, con los talleres clandestinos en Capital, o el joven que murió al caer de un edificio culpa de una baranda rota en Soldati (ver páginas centrales).
La corrupción también reina, tanto con Scioli, como con Macri. Comparemos los casos Hotesur y Lázaro Báez con Cristina y el FpV, con el contrato del periodista deportivo y ahora diputado del PRO, Fernando Niembro, que le facturó 20 millones de pesos al gobierno de la ciudad a través de una empresa suya.
No es válido votar por Scioli para que no venga el ajuste, como pide el gobierno nacional, o votar por Macri o Massa para castigar al gobierno. Hay que salir de esa trampa. No hay que dejarse engañar. Son lo mismo para el pueblo trabajador. Cualquiera que gane gana el ajuste. Si ganan ellos se vienen los tarifazos, más rebajas salariales, endeudamiento, saqueo del patrimonio nacional y más pagos de la deuda externa. ¡Con Scioli, Macri y Massa pierden los trabajadores!
El Frente de Izquierda, en cambio, es lo opuesto a todas estas variantes patronales al servicio de los grandes empresarios y banqueros. Un gobierno de los trabajadores y de la izquierda, por el cual lucha el FIT, implementaría un plan de emergencia al servicio del pueblo trabajador y de la juventud, de los jubilados, la clase media y los pequeños productores. Un gobierno de trabajadores impondría un salario igual a la canasta familiar ($14.000) y el 82% móvil. Terminaría con la precarización laboral y el trabajo en negro. Dejaría de cobrar impuesto a las ganancias a los trabajadores, para imponérselo a la renta financiera, y fijaría impuestos progresivos a banqueros, terratenientes, multinacionales y grandes empresarios. Recuperaría el patrimonio nacional privatizado por el menemismo, reestatizando el sistema ferroviario, las telefónicas y una YPF 100% estatal, nacionalizando el petróleo y el gas. Y, fundamentalmente, un nuevo gobierno obrero y popular, suspendería los pagos de la deuda externa para volcar esos fondos en salario, trabajo, salud, educación, vivienda y obras populares.
Ante el debate sobre una mayor devaluación y en qué grado, como lo están planificando Scioli, Macri y Massa, la denunciamos como un nuevo golpe al bolsillo popular. Y señalamos que tanto la devaluación, como la estabilidad del 1 a 1 de los años ́90 (convertibilidad), la hiperinflación de los ́80 o la “devaluación controlada”, como denominan a la actual, no son salidas para el pueblo trabajador.
Hay que terminar con la economía atada al dólar, -donde al dinero que generan millones de trabajadores lo maneja una oligarquía financiera y banqueros usureros al servicio de sus negocios-, nacionalizando la banca y el comercio exterior. Economía que debe ser planificada para que se direccione a combatir los graves problemas sociales y estructurales, donde sean los trabajadores y demás sectores populares quienes la diseñen, controlen y gestionen. Por estas propuestas llamamos a luchar y a votar por el Frente de Izquierda.