Apr 09, 2025 Last Updated 8:07 PM, Apr 8, 2025

Escribe Martín Fú

El 29 de mayo de 1974 la Triple A golpeó a nuestro partido predecesor, el PST. Una patota atacó el local de Talar de Pacheco donde, luego de una balacera infernal, secuestraron a seis compañeros para luego ultimar a los tiros a tres de ellos.

Semanas antes, el 7 de mayo, en las cercanías de Benavídez, Inocencio “Indio” Fernández era asesinado por una patota de la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A. El Indio, obrero de la metalúrgica Cormasa en Tigre y joven militante del PST proveniente del peronismo, organizó su fábrica y presentó una lista de candidatos a delegados contra la burocracia oficialista de la UOM. Nuestro compañero fue torturado, ultimado a tiros y luego envuelto su cuerpo en un colchón y prendido fuego.

Con la vuelta del peronismo al poder en 1973 y el retorno definitivo al país de Perón, se había puesto en marcha el denominado “Pacto Social”, un acuerdo entre el gobierno, la burocracia de la CGT y los empresarios que congelaba los salarios y las paritarias por dos años. Ese pacto era resistido en numerosas fábricas por una activa vanguardia de trabajadores.

El PST tenía una importante participación en esas luchas, con una fuerte influencia entre los activistas antiburocráticos. Así se daba en la zona norte del Gran Buenos Aires, fruto de un sólido trabajo sindical y político. En la UOM, la lista Gris, orientada por nuestro partido, dirigía fábricas como Cormasa, Corni, De Carlo, Wobron y Astarsa Metalúrgica, entre otras. El trabajo sindical atravesaba diversas ramas de la industria. Fate, Texas Instruments, Matarazzo, Sylvania y Terrabusi tenían entre su activismo trabajadores y delegados que el PST estructuró o ganó al peronismo.

El ataque al local de Pacheco buscó quitarse de encima, a través de la violencia parapolicial amparada por el gobierno, a la vanguardia que se organizaba y luchaba en las fábricas, así como en escuelas y barrios. El 29 de mayo de 1974, a la medianoche, el PST perdió a manos de los matones de la Triple A a tres jóvenes militantes cuando una banda armada, luego de ametrallar el frente del local, secuestro a un grupo, para luego liberar a tres compañeras. Antonio “Hijitus” Mesa era miembro de la comisión interna de los Astilleros Astarsa, en Tigre. En 1973 formó parte de la toma y el control de la Comisión de Seguridad e Higiene laboral de la fábrica luego de la muerte de un obrero, consiguiendo reducir la jornada laboral de doce a siete horas. Antonio “Toni” Moses era obrero metalúrgico de la autopartista Wobron, planta que venía de conflicto en conflicto.

Mario “Tano” Zida era dirigente estudiantil de la Escuela Técnica 1 de Tigre y de la Juventud Socialista de Avanzada. Sus cuerpos aparecieron al otro día fusilados en cercanías de Campana.

En un masivo acto frente al local central del PST nuestro máximo dirigente, Nahuel Moreno, dijo: “Ellos eran jóvenes, no tenían una extraordinaria biografía, ni internacional, ni de ningún tipo. Eran tres modestos militantes. Pero por eso eran mucho más grandes todavía. Eran grandes porque era grande la lucha de ellos, eran grandes porque es grande nuestro partido, eran grandes porque es grande su ideología”.

Cuarenta y cuatro años después, desde Izquierda Socialista recordamos a Toni, Hijitus y el Tano continuando la inclaudicable lucha para que los autores materiales e intelectuales paguen por sus crímenes y seguimos levantando bien alto las mismas banderas que llevaron hasta su muerte, por un gobierno socialista y de los trabajadores.

Compañeros Antonio Mesa, Mario Zida y Antonio Moses, ¡presentes!


Yessi, la mano derecha de López Rega

Julio Yessi es uno de los condenados por la Masacre de Pacheco, purgando su condena con prisión domiciliaria. Hace unas semanas dio un reportaje a la revista Noticias. Yessi fue muy cercano a José López Rega y tuvo un alto cargo en el Ministerio de Bienestar Social y desde ahí, ungido por el Brujo, fue dirigente de la recién creada Juventud Peronista de la República Argentina, conocida como JPRA. Ésta fue parte imprescindible del funcionamiento de la Triple A. Sus hombres pasaron a integrar y formar las bandas combinadas de la Triple A y la CNU (Concentración Nacional Universitaria) que perseguían a la oposición dentro y fuera del peronismo. Yessi tuvo un rol preponderante en la conformación y funcionamiento de este mecanismo.

Yessi fue identificado por una sobreviviente como uno de los integrantes de la banda que comandó, asaltó y fusiló a nuestros compañeros en Pacheco. Otros de los asesinos, Jorge Héctor Conti (yerno y secretario de López Rega) y Salvador Siciliano, también partícipes de la Masacre de Pacheco, fueron condenados y luego liberados. Desde Izquierda Socialista repudiamos la prisión domiciliaria para los asesinos y seguiremos movilizados hasta que todos los responsables terminen en prisión.

Escribe Francisco Moreira

A fines de junio de 1918 el gobierno de los soviets resolvió expropiar la gran industria rusa. Se realizó en el marco del descalabro económico desatado por las anexiones imperialistas al territorio ruso y el comienzo de la guerra civil. La medida sentó un precedente histórico: la revolución económico-social. La expropiación de los medios de producción se convirtió en pilar fundamental e ineludible para la resolución de las penurias obreras y populares.

La revolución de febrero de 1917, que sentenció la caída de la monarquía de los zares rusos, se hizo al grito de ¡paz, pan y tierra!. El gobierno provisional burgués, nacido en febrero y aliado a los terratenientes y antiguos nobles, desoyó los reclamos que habían desatado la revolución y fue perdiendo el apoyo de obreros, campesinos y soldados, que aún se encontraban en el frente de batalla combatiendo en la Gran Guerra (primera guerra mundial). La revolución de febrero también marcó el resurgimiento de los soviets. Los consejos de obreros, campesinos y soldados se convirtieron en un verdadero doble poder. El 25 de octubre, tras la toma del Palacio de Invierno en San Petersburgo, el II Congreso de los Soviets aceptó la fórmula del partido bolchevique de Lenin y Trotsky “¡todo el poder a los soviets!”. Así la revolución de octubre dio inicio al gobierno de los trabajadores, apoyado por campesinos y soldados, conducido por el partido bolchevique.

Del control obrero a la expropiación de la gran industria

Inmediatamente, el gobierno de los soviets debió abordar los más urgentes problemas populares. Entre los primeros decretos estuvo el llamado a la paz “sin anexiones ni contribuciones” (la paz no se alcanzaría sino hasta el 3 de marzo de 1918, con los acuerdos de Brest-Litovsk, en donde debieron aceptar extensas anexiones impuestas por los alemanes). El 26 de octubre, Lenin redactó el decreto sobre la tierra aboliendo “la propiedad inmueble sobre la tierra” de terratenientes y la Iglesia. En enero de 1918 se decretó el no pago de las deudas del Estado.1 El Código Civil de 1918 incluyó los reclamos de las mujeres y fue calificado como “la legislación más progresista que el mundo había visto jamás”.2

El programa económico bolchevique preveía el control obrero de la producción a través de comités de fábrica como paso previo a la expropiación completa de la burguesía. El decreto sobre el control obrero, del 14 de noviembre de 1917, legalizó la injerencia de los trabajadores en la gestión de las empresas. Las resoluciones de los órganos de control serían de cumplimiento obligatorio, incluso para los patrones, y el secreto comercial quedó abolido. De esta manera se buscaba que la clase obrera aprendiera a dirigir la industria antes de su expropiación definitiva.

Pero el sabotaje a la economía impulsado por los burgueses obligó a expropiar talleres y fábricas acelerando el proceso. Cuando un patrón suspendía el trabajo, eran los obreros quienes volvían a poner en marcha el taller o la fábrica. Como consecuencia, las autoridades locales comenzaron a quitar la propiedad a aquellos dueños que boicoteaban la producción o acopiaban los productos. La aceleración de este proceso llevó a la creación del Consejo Superior de Economía Nacional el 5 de diciembre de 1917 y unos días más tarde a la nacionalización de la banca, cuyos establecimientos financieros se opusieron al control. Para mayo de 1918 ya habían sido expropiadas 234 empresas.

La resistencia al control obrero y el sabotaje de la producción por parte de los industriales continuó en 1918. En mayo de ese año comenzó la guerra civil con el alzamiento de la Legión Checoslovaca, bajo mandos franceses. La intervención militar contrarrevolucionaria de las potencias imperialistas era inminente. En ese escenario de desmoralización y anarquía económica, la crisis se agravó. La hambruna amenazaba a las principales ciudades. El 28 de junio de 1918 el gobierno soviético promulgó el “decreto sobre la nacionalización de empresas de gran escala de la industria y el transporte ferroviario”.3 Expropió todas las empresas mineras, metalúrgicas, textiles, electrotécnicas, madereras, del caucho, cemento, curtidos, cuyo capital fuese superior a 500.000 rublos. El Consejo Superior conduciría la marcha de la economía por medio de direcciones colegiadas de las empresas, integradas por miembros designados por los consejos regionales y un tercio nombrados por los mismos obreros de las empresas.

Expropiar o no expropiar, esa es la cuestión

La fuerza de los acontecimientos obligó al gobierno de los soviets a acelerar los tiempos y realizar a fines de junio de 1918 la expropiación de la gran industria. Con ella, liquidó a la burguesía rusa. La expropiación permitió, a duras penas y tras incontables sacrificios, afrontar la guerra civil y terminar con el boicot económico. Sin la expropiación de seguro el gobierno obrero habría sucumbido. La propiedad estatal y la planificación de la economía se convirtieron en pilares fundamentales del Estado soviético y de las conquistas alcanzadas por los obreros de la URSS, aun tras el surgimiento del régimen estalinista.

A lo largo del siglo XX la decisión de expropiar o no a la burguesía marcó el destino de los gobiernos surgidos de procesos revolucionarios. Las revoluciones china (1949) y cubana (1959), encabezadas por Mao y Fidel Castro, debido a la presión popular y la intransigencia imperialista, llegaron a expropiar aun contra el programa que sostenían sus direcciones. A pesar de que esas conducciones congelaron en ese punto el proceso revolucionario, la expropiación representó el fin de la burguesía local y una enorme conquista para esos pueblos y su nivel de vida. Por el contrario, las revoluciones abortadas, como la nicaragüense (1979), encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y aconsejada por el propio Castro, que no avanzaron hacia la expropiación, pronto retrocedieron, así como el nivel de vida de las masas. En el siglo XXI las fallidas políticas de los gobiernos pseudoprogresistas de América latina repitieron la experiencia de esas revoluciones abortadas. La experiencia actual de la Venezuela chavista de Maduro evidencia que el rechazo a profundizar la revolución hacia la expropiación y la mantención de compromisos con la burguesía y las multinacionales, termina haciendo retroceder el proceso revolucionario y condena al pueblo venezolano al hambre.

1. Victor Serge. El año I de la revolución rusa. Capítulos IV y VII.
2. Wendy Goldman. La mujer, el estado y la revolución. Capítulo I. En 1920 se introduciría la legalización del aborto gratuito en los hospitales del Estado. 
3. Victor Serge. Idem.


“La revolución económica social”

Nahuel Moreno, dirigente trotskista, maestro y fundador de nuestra corriente, caracterizaba así a la nacionalización de la gran industria en la Rusia soviética de 1918 en su trabajo Las revoluciones del siglo XX: “Un año después de la revolución de octubre aproximadamente se realiza la expropiación de la burguesía. Fue una medida defensiva del régimen soviético frente al sabotaje económico de los propietarios de las empresas industriales. Si bien la expropiación no es producto de ningún cambio en el carácter del Estado y del régimen político, que sigue siendo el poder de la clase obrera y el pueblo (estado) dirigido por soviets acaudillados por el partido bolchevique (régimen), es la gran revolución, porque transforma abruptamente las relaciones sociales de producción. A partir de la expropiación y estatización de las industrias, desaparece la burguesía como clase social y se instaura la economía nacionalizada, planificada y obrera. Esta revolución, la más importante de todas aunque no se da en la esfera política sino en la económica, se denomina revolución económica social. Es el cambio total del carácter de la economía”. *

* Nahuel Moreno. Las revoluciones del siglo XX. “La época de la revolución socialista internacional”, 1984. Ver www.nahuelmoreno.org  

Escribe Mariana Morena

El 25 de julio de 1978 nació Louise Brown, la primera criatura humana concebida por fertilización in vitro, fuera del organismo materno. Desde entonces las técnicas de reproducción asistida no dejaron de avanzar y se calcula que alrededor de ocho millones de personas nacieron gracias a ellas. La reaccionaria Iglesia Católica condenó su implementación con la misma vehemencia con que actualmente se opone a la ley del aborto.

El nacimiento de Louise Brown tuvo tal impacto mundial que muchos lo compararon con la llegada del hombre a la Luna. Ocurrió hace 40 años en el Hospital General de Oldham (en las afueras de Manchester, Inglaterra). Tuvo que ser protegido como una fortaleza tanto que el día programado del parto su padre ingresó custodiado por policías. Pese al hermetismo que rodeó el procedimiento de fertilización y el embarazo, la noticia se filtró y centenares de periodistas y fotógrafos asediaron la maternidad.
Como la cesárea fue filmada, las imágenes de Louise recién nacida se multiplicaron en los medios televisivos y gráficos de todo el mundo. Era la primera “bebé de probeta”, concebida fuera del útero materno por una técnica de fertilización in vitro (FIV). El método consistía en extraer un óvulo (ovocito) del útero materno, fertilizarlo con el esperma del varón en el laboratorio y, una vez formado el embrión, implantarlo en el útero para su desarrollo.

Una revolución tecnológica 
Los padres de Louise, Leslie y John Brown, intentaron el embarazo sin éxito durante nueve años. No lo lograban por una obstrucción en las trompas de Falopio de Leslie, una de las causas más comunes de infertilidad femenina. Por eso aceptaron el tratamiento experimental que le propusieron dos investigadores, Robert Edwards y Patrick Steptoe, quienes venían realizando ensayos desde una década atrás. No les advirtieron que, hasta ese momento, no lograban el resultado esperado. Llevaban una seguidilla de 78 fracasos incluyendo embarazos no evolutivos y comenzaban a ser muy criticados. Desde que en 1959 se documentó el nacimiento de un conejo fecundado in vitro, la tecnología de la reproducción en humanos avanzaba por el “gran milagro”. Esta vez el éxito fue total, Louise nació con 2,600 kg de peso y era perfectamente sana.
Desde entonces, las técnicas de reproducción asistida no dejaron de avanzar alcanzando un elevado grado de complejidad, seguridad y eficacia. Desde métodos de congelación para conservar embriones sobrantes para un posible uso futuro a otros basados en ultrasonido para evitar la incisión abdominal llegando a la inyección intracitoplasmática, por la que se inyecta un espermatozoide seleccionado específicamente en el óvulo, para casos donde el recuento de espermatozoides es muy bajo o cuando se tienen dificultades para acceder al ovocito. Por otra parte, se desarrollaron técnicas de diagnóstico embrionario para prevenir el nacimiento de hijos con enfermedades hereditarias ligadas al sexo, como la hemofilia o la fibrosis quística, entre otras, además de disminuir los riesgos de transmisión en personas portadoras de VIH.

Un beneficio para millones de personas
Cuarenta años después, la Sociedad Europea de Embriología y Reproducción Humana estima que unos ocho millones de bebés nacieron gracias a la reproducción asistida (en la Argentina la cifra ronda los 30.000; los primeros fueron mellizos, en 1986). Aproximadamente nacen 300.000 “bebés probeta” por año. La madre de Louise tuvo una segunda “bebé de probeta”, Natalie (la número 40 en el mundo) quien, a su vez, se convirtió en la primera mujer concebida por fecundación in vitro en ser mamá por vía natural. 
Estos tremendos avances elevaron considerablemente las tasas de éxito haciendo que más personas recurran a la reproducción asistida para lograr un embarazo, tanto en el caso de parejas heterosexuales con problemas de fertilidad (se calcula que entre el 15% y el 20% de la población mundial los experimenta en distinto grado), como en el caso de parejas homosexuales y mujeres solteras. La demanda de la sociedad llevó a que las técnicas fueran incluidas en los sistemas de salud y que su implementación se democratizara. En la Argentina la ley nacional de reproducción asistida de 2013 estableció el acceso integral y gratuito a todos los tratamientos que pasaron a ser de cobertura obligatoria para el sector público, las obras sociales y las prepagas.

La oposición de la Iglesia Católica
La reproducción asistida conllevó la discusión de nuevas problemáticas desde el punto de vista ético y legal (como qué hacer con los embriones no utilizados o sobre la elección de los progenitores en el caso de las donaciones). Algunas van siendo saldadas, otras nuevas aparecen. Actualmente su utilización es algo completamente común y aceptado socialmente. Sin embargo no fue así para sus pioneros que fueron criticados con dureza por la sociedad científica y sectores religiosos. Debieron pasar décadas para que su trabajo fuera reconocido (Edwards recibió el Premio Nobel de Medicina en 2010, cuando Steptoe ya había fallecido). Se cuestionaba la calidad científica y la ética de sus investigaciones y el Consejo de Investigación Médica de Inglaterra se negó a financiarlos. 
La Iglesia Católica jugó a favor de la “demonización” de estas tecnologías. Defendió con uñas y dientes su dogma reaccionario del “plan de Dios” que se veía jaqueado, reafirmando que para generar vida sólo es lícito el acto sexual entre varón y mujer, que hay vida desde la concepción y que todo embrión tiene derecho a la vida, los ejes que sigue defendiendo aún hoy. Hasta Francisco, el papa “progresista”, llama la atención sobre el descarte de embriones en lo que concibe como “cultura global del descarte”. Más de su doble moral permanente.
La institución más reaccionaria de la historia, que condenó los avances más espectaculares de la ciencia (como los casos emblemáticos de Galileo y Darwin), es socia del sistema capitalista imperialista en la explotación de los trabajadores y la violencia machista, volvió a oponerse a que las masas avanzaran en calidad de vida y en derechos. Cuarenta años después, sigue jugando el mismo rol retrógrado contra el aborto legal.

Una técnica para todo el mundo

Louise ha llevado la vida de millones de mujeres. Trabaja en una oficina de correo en Bristol, contrajo matrimonio y tuvo dos hijos que nacieron de manera natural. “Cuando nací me hicieron unas cien pruebas para comprobar que todo estuviera bien. Pero después me realizaron pocos estudios a lo largo de mi vida. No hay nada raro o diferente en mí ni en ningún otro niño nacido por fecundación in vitro”, declaró Louise en una entrevista que le realizaron en estos días (Perfil, 21/07/2018). Se considera una embajadora de la reproducción asistida, por lo que acepta participar de ceremonias, charlas y entrevistas en su apoyo. Una y otra vez repite que la técnica creada por los científicos ingleses está destinada a todas las parejas con problemas para concebir un hijo, independientemente de dónde vivan o de sus recursos económicos. “Mi madre y mi padre eran pobres. De hecho, cuando se fueron a vivir juntos dormían en un viejo vagón de tren”, contó el año pasado. “Bob Edwards tenía especial interés en que (esta técnica) fuera algo de lo que se beneficiara todo el mundo, no sólo los que pueden permitírselo”. (Fuente: El Periódico, edición Catalunya, 21/07/2018)

Escribe Mariana Morena

“Soy partidario del traslado forzoso, no veo nada inmoral en él.” Así se expresaba el líder sionista David Ben Gurion en 1938, insinuando el plan de limpieza étnica que diez años después el movimiento sionista ejecutaría en Palestina para crear un Estado exclusivamente judío, supuestamente sobre “una tierra vacía”.

A partir de marzo de 1948, la política sionista apuntó a la expulsión forzosa y sistemática de vastas áreas rurales y urbanas del país. De este modo, el Plan D (Dalet en hebreo) fue el más contundente proyecto para Palestina. Al término de seis meses, se expulsó a más de la mitad de su población nativa (cerca de 800.000 personas), se destruyeron 531 aldeas y se vaciaron once barrios urbanos.

 

Un plan sistemático de limpieza étnica

Las operaciones de limpieza étnica comenzaron en diciembre de 1947, una vez que la ONU definió la partición de Palestina en dos Estados, con la ciudad de Jerusalén bajo un régimen internacional especial (Resolución 181 de la Asamblea General, 29/11/1947). Lo hizo capitulando a las exigencias nacionalistas del sionismo y buscando compensar a los judíos por los horrores del genocidio nazi en Europa. De esta forma, se les entregó un territorio que abarcaba más de la mitad del país, con la mayor cantidad de tierra fértil y que incluía unas cuatrocientas aldeas palestinas. Los sionistas se lanzaron a la ofensiva y en diciembre comenzaron las primeras acciones contra unas pocas aldeas indefensas, que se intensificaron en los meses siguientes.

El 10 de marzo de 1948 se adoptó el Plan Dalet, que sería desarrollado por un ejército profesional que llegó a contar con 80.000 soldados bien entrenados, la Haganá (hasta entonces cuerpo paramilitar sionista en la zona); fuerza aérea, tanques, vehículos blindados, artillería pesada y lanzallamas. Operaron junto con otras organizaciones terroristas: el Irgún, dirigido por Menachem Begin (futuro primer ministro), la banda de Stern (Lehi) y las unidades de comando especiales del Palmaj. Las fuerzas sionistas recibieron órdenes militares donde se asignaba a cada unidad una lista de aldeas y barrios, detallando los métodos que deberían emplearse para el desalojo por la fuerza de los palestinos. Entre ellos, la intimidación a gran escala, el asedio y bombardeo, el incendio y demolición de propiedades, el saqueo, la expulsión y transferencia, el envenenamiento de fuentes de agua potable y la siembra de minas entre los escombros para impedir el regreso. La expulsión masiva fue acompañada de masacres, violaciones, torturas, encarcelamiento en campos de trabajo forzoso y actos de terrorismo.

Einstein condenó la masacre

La primera avanzada del Plan Dalet ocurrió entre abril y mayo de 1948. Se seleccionaron las aldeas rurales de las laderas occidentales de las montañas de Jerusalén, a lo largo de la carretera hacia Tel Aviv, con la orden de que no se perdonara a ninguna. Una por una fueron rodeadas, atacadas y ocupadas, sus habitantes expulsados y sus edificaciones demolidas, algunas veces acompañadas por masacres como la de Deir Yassin, una aldea pastoril que tenía un acuerdo de no agresión con la Haganá.

Los soldados judíos del Irgún y Lehi irrumpieron en la aldea con fuego de ametralladora, matando a muchos de sus habitantes. Después reunieron al resto y los asesinaron a sangre fría, decapitándolos, destripándolos, violando mujeres y maltratando cadáveres. Finalmente, se dinamitaron las casas que todavía quedaban en pie. Algunos sobrevivientes fueron paseados en camiones por las calles de Jerusalén Occidental, mientras los residentes judíos los insultaban, escupían y lanzaban piedras.

La masacre de Deir Yassin impulsó el éxodo masivo de los palestinos aterrorizados. Albert Einstein y otros judíos reconocidos de Nueva York la condenaron en una carta publicada el 4 de diciembre de 1948 en el New York Times.
El Estado de Israel se constituyó meses después sobre masacres como esta. Y no ha dejado de oprimir, asesinar y expulsar palestinos hasta el día de hoy. Los socialistas revolucionarios seguimos impulsando la solidaridad incondicional con el pueblo palestino, el retorno de los refugiados, el fin del Estado racista y terrorista de Israel y el establecimiento de un único Estado en Palestina, laico, democrático y no racista.

 

Fuentes: Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina, Crítica, Barcelona, 2008. | “La masacre del poblado palestino de Deir Yassin: por qué el mundo nunca debe de olvidar”, Palestinalibre.org, 2008. | “Testimonies from the censored Deir Yassin Massacre: ‘They piled bodies and burned them’”,
Haaretz, 2017.

Escribe Martín Fu

Un 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaban en Malvinas. Las islas  estaban ocupada desde 1833 por la corona británica y el gobierno militar encabezado por Leopoldo Fortunato Galtieri buscaba aire para una dictadura casi agónica acorralada por la bronca y las constantes movilizaciones, con paros generales de la CGT incluidos. Desde el PST (Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista), a la vez que denunciábamos el carácter aventurero de esta jugada de Galtieri, nos poníamos claramente en contra del imperialismo británico.  La recuperación de las Malvinas generó en un primero momento, una inmensa simpatía popular, transformándose luego en apoyo y solidaridad de miles de argentinos que se anotaban como voluntarios para ir a la guerra u organizaban colectas de víveres para los soldados. Hasta se generó un fondo “patriótico” para ayudar a financiar la guerra. No faltaron las comisiones de solidaridad con Malvinas en fábricas, universidades y barrios. Los trabajadores, estudiantes y sectores populares tenían el reflejo de cerrar filas contra el imperialismo inglés. En nuestros periódicos y volantes llamábamos a redoblar estos comités y exigirle a la CGT que se ponga a la cabeza de esa organización y de su centralización. A la Junta le exigíamos la expropiación de todos los capitales del imperialismo inglés y que aceptará la ayuda militar de países como Cuba, Venezuela, Perú, Libia, entre tantos que se solidarizaban con la Argentina.

Nada de eso sucedió, la conducción militar solo pretendía negociar con Gran Bretaña, con mediación yanqui, buscando alguna salida al atolladero. Pero los ingleses, apoyados por Estados Unidos y el conjunto de los países europeos, llegaron con su flota y comenzó la guerra. Nuestros jóvenes soldados combatieron heroicamente contra el invasor imperialista, a pesar del abandono que en las últimas semanas hicieron de las tropas los altos mandos militares. Nuestra aviación ocasionó enormes daños a unas de las flotas más modernas y poderosas, poniendo en jaque a toda la campaña británica en las islas.

Pero la junta militar no quería ganar. Nunca se tomó la más mínima represalia contra los intereses económicos en Argentina e incluso se siguió pagando la deuda externa a los propios británicos.  Finalmente, Galtieri terminó rindiéndose ante el imperialismo y la bronca popular incendió las plazas de todo el país: “los pibes murieron, los jefes lo vendieron”, se gritó esa tarde en una multitudinaria movilización en Plaza de Mayo. El destino de la última dictadura estaba sellado.

Nuestro recuerdo para quienes, armas mediante, combatieron cara a cara contra el imperialismo inglés. En un nuevo aniversario, desde Izquierda Socialista brindamos nuestro  más sentido homenaje para los únicos héroes y mártires de esta gesta.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

Es una herramienta fundamental para fortalecer a Izquierda Socialista y al Frente de Izquierda.

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