Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Escribe Luis Covas

El último presidente de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) falleció en el Hospital Central de Moscú a los 91 años. Gorbachov encabezó la ex URSS como Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-1991). El 25 de diciembre de 1991 renunció a su cargo y disolvió a la URSS. Representó al último jefe de la burocracia traidora que había iniciado Stalin en los años 20.

Gorbachov impulsó el proceso de restauración capitalista, desde los 80. Para ello lanzó la “glásnost” (transparencia) y la “perestroika” (reformas) con las cuales empezó a privatizar la economía.

Entre 1989 y 1991 en la Unión Soviética y Europa del Este las movilizaciones obreras y populares derrotaron a las dictaduras burocráticas de partido único, que se autodenominaban “el socialismo real”. Cuyo símbolo fue la caída del Muro de Berlín en 1989. Fueron grandes triunfos de las masas, que se sacaron de encima los regímenes “comunistas” represivos. En la URSS esta dictadura se había impuesto desde la década del veinte, cuando la burocracia encabezada por Stalin aplastó al sector revolucionario y opositor que encabezaba León Trotsky. Al mismo tiempo, esas victorias por falta de una dirección socialista revolucionaria no impidieron el avance y consolidación de la restauración capitalista, puesta en marcha por la misma burocracia derrotada, con Gorbachov a la cabeza.

León Trotsky desde la década del treinta alertó sobre el inevitable vuelco a la restauración y la entrega al imperialismo de los burócratas, si se mantenían durante un tiempo prolongado en el poder. Llamaba a tirar abajo a esa casta encabezada por Stalin y a retomar el camino revolucionario, como única salida para salvar a la URSS.

“El pronóstico político tiene un carácter alternativo: o la burocracia se transforma cada vez más en órgano de la burguesía mundial dentro del Estado Obrero, derriba las nuevas formas de propiedad y vuelve el país al capitalismo; o la clase obrera aplasta a la burocracia y abre el camino hacia el socialismo” (Programa de Transición, pagina 33, Ediciones El Socialista, 2020).

La restauración capitalista en Rusia y la ex URSS no ha hecho más que agudizar los padecimientos de las masas. Ahora Rusia imperialista, bajo el mando de Putin, invadió Ucrania. La clase obrera rusa, los pueblos de la ex URSS y de todo el mundo tienen planteada la tarea de impulsar la movilización obrera y popular para realizar una revolución social que liquide a los estados capitalistas e imponga gobiernos de las y los trabajadores que construyan un verdadero Socialismo sobre nuevas bases y con democracia obrera y popular.

30/08/2022


Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
 
En medio de la crisis capitalista mundial y sus graves consecuencias para los pueblos trabajadores, a quienes los gobiernos intentan descargarles todo el peso, se multiplican las huelgas en Europa y Estados Unidos. Y la clase trabajadora de Gran Bretaña está realizando las mayores huelgas en muchas décadas.

Gran Bretaña, uno de los países imperialistas más importantes, está en su peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. La inflación podría llegar al 13% este año. Esto, aunque visto desde Argentina parezca poco, es gravísimo en Gran Bretaña con salarios semi congelados. El salario real es el más bajo en muchas décadas. Pero eso no es todo. El Sistema Nacional de Salud está cada vez peor, con bajos salarios y falta de personal. El congelamiento y reducción de la inversión desde 2010 hizo que tenga hoy uno de los más bajos números de camas hospitalarias por persona de un país desarrollado, algo que se sufrió con desatención a pacientes durante la pandemia. Y el aumento de los precios de la electricidad y gas (en manos de empresas privadas) supera el 80%. Y el de la nafta superó el 40%.

A esto se añade la crisis política. El primer ministro conservador Boris Johnson renunció en junio y recién el 5 de septiembre se nombrará a quien lo reemplace, que sería otro conservador nombrado por el Parlamento, con planes de bajar aún más el gasto público. Desde ya, ante esto crece el repudio popular y cualquier nuevo primer ministro no tendrá casi ningún apoyo.

Uno de los medios de prensa más importantes, el derechista “Daily Telegraph” señala en la nota de su columnista Allister Heath: “Nuestro asombrosamente acelerado declive es trágico y, sin embargo, no sorprende. Estamos cerca del desenlace, del punto final, de un cuarto de siglo de fracaso político, intelectual y moral del cual la mayoría de nuestra clase política es cómplice”.

Esto lo dicen medios de prensa conservadores, por tanto partidarios del modelo económico liberal conservador capitalista que consolidó Margareth Thatcher. La profunda crisis de hoy tiene su origen, efectivamente, hace muchos años, aunque hoy esté agravada por la pandemia y la guerra de Ucrania. Por ejemplo, la crisis del agua tiene que ver directamente con la privatización de la empresa del agua y la falta de obras. La crisis de salud pública, por la baja de su presupuesto.

Thatcher atacó los derechos laborales, privatizó gran parte de las empresas públicas y restringió el derecho de huelga. Una huelga general sería hoy ilegal en Gran Bretaña. Y cada huelga parcial solo se puede convocar después de un largo proceso que termina en una votación secreta de los afiliados al sindicato, para aprobar o no la huelga.

El Partido Laborista que gobernó entre 1997 y el 2007 con Tony Blair, totalmente subordinado al gran capital, estuvo muy lejos de la clase obrera que lo fundó desde sus sindicatos hace un siglo, y mantuvo la misma política capitalista.

Estallan las huelgas

Decenas de miles de trabajadores y trabajadoras están en huelga, encabezados por las 40.000 del RMT en el sector ferroviario, que ya hicieron varias en los últimos meses, y los miles de trabajadores y trabajadoras de los autobuses, el metro, Correos, y el sindicato Unite de estibadores en el Puerto de Felixstowe. Antes pararon trabajadores de líneas aéreas cancelando miles de vuelos. También hay huelgas en fábricas, sectores de salud y educación. Todos reclaman aumentos salariales acordes a la inflación.

El secretario general del sindicato ferroviario RMT, Mick Lynch, advirtió que el descontento actual puede terminar en una huelga general de facto (la última fue en 1927). “Es algo que decidirá la central de trabajadores. Pero lo que vamos a ver en educación, salud, transporte y el sector privado es acción sincronizada de huelga”.

Está planteada la posibilidad de una  huelga general, aunque la ley no la permita. Esto puede abrir una nueva perspectiva para el movimiento obrero británico. Como en muchos países del mundo, las y los trabajadores ven que ninguno de los partidos capitalistas les da soluciones. Se plantea la necesidad de conquistar un gobierno del pueblo trabajador.

Desde la UIT-CI llamamos a la solidaridad con la lucha de trabajadoras y trabajadores británicos para que triunfen y seguir su ejemplo en Europa y en el mundo.


Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

Desde Thatcher, además de privatizar, se impuso la idea de bajar los impuestos del gran capital al mínimo con el pretexto de “facilitar la inversión”. Es decir la misma falsedad que quieren hacernos creer en Argentina y casi todos los países.  

Esto se agudizó aún más desde la crisis del 2008. Hoy el Reino Unido tiene una de las tasas impositivas más bajas, pero está en el fondo de la tabla de la inversión privada y pública de los países del G7.
Un ejemplo evidente es el caso del agua. La sequía en este verano dejó con uso restringido de agua a buena parte del país,  porque las empresas de servicio de agua privatizadas en los ´80 no han construido ningún nuevo reservorio, a pesar de que hubo un aumento poblacional de diez millones de personas en las últimas décadas, ni tampoco hubo obras de mantenimiento. Las grandes ganancias de esas empresas, aumentadas por los bajos impuestos y mayores tarifas, se usaron para pagar dividendos a los accionistas: el equivalente a más de setenta mil millones de dólares en los últimos treinta años. Estas super ganancias a costa de bajos impuestos y menos derechos laborales van a inversiones especulativas de “paraísos fiscales” o a países asiáticos con mano de obra baratísima de menos de 100 dólares al mes.

El editor económico del periódico The Guardian denuncia esa falta de inversión productiva en Gran Bretaña: “En el Reino Unido se trabaja mucho más que en Alemania y Francia pero estamos muy por detrás en términos de productividad porque invertimos mucho menos en rubros clave incluidos tecnología, capacitación e investigación”.        

Sudán: siguen las movilizaciones para que se vayan los militares

Sudán ya vivió varias semanas de protestas y huelgas para que se vaya el gobierno militar que tomó el poder en octubre del 2021. Desde el 2021 se formaron comités de resistencia que organizaron manifestaciones periódicas, lo que impidió que los generales establecieran un gobierno estable. Actualmente los militares intentan un acuerdo con partidos burgueses de oposición para un acuerdo de reparto del poder, mientras el país sufre graves inundaciones y miseria.

Además de pedir el retiro de los militares, las demandas de los trabajadoras, trabajadores y estudiantes exigen la reincorporación de despedidos, contra los aumentos en electricidad, gas y en general de los precios, por acceso a medicamentos, contra minería del oro depredadora contaminante y otras.


Bangla Desh: se multiplican las huelgas

Miles de trabajadores del té están en huelga indefinida en Bangladesh para exigir un salario mínimo diario de 300 takas (unos 3 dólares) y han iniciado las protestas con una gran manifestación en la ciudad de Sylhet. El salario actual es de 120 takas (1,20 dólares). El presidente del Sindicato de Trabajadores del Té del Valle de Sylhet, Raju Goala, explicó que “Se ha disparado el precio de todo, también del combustible. Una paga diaria de 120 takas ya no basta para una familia”.


Bolivia: miles de productores de hoja de coca en marcha de protesta a La Paz

Miles de productores de coca de Yungas de La Paz están en marcha desde Chulumani a La Paz, donde llegarán este miércoles 31. Llevan un mes movilizados diariamente, exigiendo que el gobierno del MAS respete su mercado de hoja de coca legal en La Paz. Desde hace cuatro años el gobierno del MAS pretende tomar el control de ese mercado que es la principal organización de  los productores de coca de Yungas. El otro sector importante de productores de coca está en Chapare y es controlado por el MAS. Como trasfondo de este conflicto está también la producción de cocaína de la que se acusa a gente afín al gobierno. Por eso, estarían tratando de tener un control absoluto de los mercados de hoja de coca. 

Escribe Josep Lluis de Alcázar, dirigente de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI)
Nota publicada en la Correspondencia Internacional Nro. 50
*Nota escrita el 16 de julio de 2022

Tras casi cinco meses de ataque imperialista ruso, Ucrania vive una guerra de desgaste que tiene repercusiones mundiales. La resistencia derrotó el plan inicial de Putin para colocar a Ucrania bajo su control con la caída de Zelensky y la ocupación de Kiev. Pero Zelensky no huyó, como le proponían Macron y Biden, se quedó en la capital y llamó a la resistencia. Mientras el ejército resistía en las puertas de la ciudad, el pueblo se organizaba en la defensa territorial. Putin tampoco encontró militares dispuestos a derrocar al presidente. Finalmente, un mes y medio después, la ofensiva rusa sobre Kiev fue derrotada. El plan también incluía ocupar y anexionar la zona rusófona, desde Kharkiv a Odesa, pasando por el Donbass, como ocurrió con Crimea en 2014. Pero para ello era imprescindible cierto apoyo de la población civil rusófona que, lejos de salir a recibir a las tropas del Kremlin con flores, se organizó para resistir la invasión. El asalto sobre Karkiv, la segunda ciudad ucraniana, fue frenado y el ejército ruso expulsado hasta la frontera. Las tropas rusas solo consiguieron controlar Kherson y, más tarde, Mariúpol después de intensos combates. 

El régimen ruso tuvo que reorganizar sus fuerzas para concentrarlas en el Donbass. Putin ahora tiene la imperiosa necesidad de obtener algún triunfo territorial, aunque sea un territorio destruido y vaciado, para justificar ante la población rusa el enorme costo en vidas y económico. Ese cambio de guión significó un giro en la estrategia militar. En nuestra visita a Kiev, en mayo, para entregar material médico a los activistas de izquierda y los sindicatos, Aleksander Skiba, dirigente del sindicato ferroviario, nos contó que inicialmente el ejército ruso prácticamente no atacaba objetivos civiles o infraestructuras, pero que la dinámica había cambiado completamente. El Kremlin aplicó la política de tierra quemada: la destrucción de infraestructuras, ataques sobre la población civil para provocar el pánico y la desmoralización con ciudades convertidas en escombros, como Mariúpol o Sverodonetsk. Una estrategia que Rusia aplicó en la segunda guerra chechena y en Siria que elimina toda duda de que el objetivo de la invasión fuera liberar a alguien. La mayoría de la población huyó y quedan solo los ancianos. 

Putin y el pueblo ruso 

El ascenso y la consolidación de Putin y la recomposición del Estado ruso tras la restauración capitalista se hicieron utilizando la guerra en Chechenia. La columna vertebral del poder de Putin está en el Servicio Federal de Seguridad (FSB wpor su sigla en ruso), antiguo KGB. Una fuerza integrada por 300.000 o 400.000 agentes. El FSB hizo estallar apartamentos en los que murieron civiles para culpar a los chechenos y justificar la brutal ocupación de su país. Putin busca repetir esto en Ucrania, pero veremos con qué consecuencias.

Hasta el momento, el régimen ruso mantiene con mano de hierro el control de toda disidencia. Los principales partidos de oposición, el Partido Comunista de Rusia y el ultranacionalista Partido Liberal-Demócrata, han apoyado la invasión. Miles son los detenidos acusados de propaganda contra el Estado ruso por oponerse a la invasión. Pero la resistencia ucraniana no se detiene. La lista de muertos y heridos crece, y por ello el Kremlin la mantiene en secreto. Se conoce la indignación de las familias de los marineros que murieron en el hundimiento del Moskva, el buque insignia de la flota del Mar Negro. 

Por miedo a la reacción popular, Putin evitó declarar como guerra a la invasión de Ucrania, la llama “operación militar especial”. Sin problemas, como si todo hubiese sido resuelto en tres días. Pero hoy no le permite recurrir al reclutamiento general. En mayo tuvo que cambiar la ley para eliminar el límite de 40 años para los soldados contratados. Hay numerosos anuncios de búsqueda online de las oficinas regionales de reclutamiento del Ministerio de Defensa que prometen 53 dólares diarios, complementados según las especializaciones, muy por encima de los 500 dólares mensuales del salario medio. 

Se recluta mayormente en las repúblicas más pobres y pobladas por minorías étnicas, como el Daguestán, en el Cáucaso, y Buriatia, en el sur de Siberia, que tienen un alto número de bajas respecto de las cifras que afectan a Moscú o San Petersburgo. En los territorios ucranianos ocupados el alistamiento es obligatorio para los hombres de 18 a 65 años. En su canal de Telegram, el defensor del pueblo de la República Popular de Donetsk a principios de junio afirmaba que 2.061 de sus hombres habían muerto y 8.509 habían resultado heridos, de una fuerza de 20.000 al comienzo de la invasión.  

El imperialismo yanqui hace su propia guerra

Ucrania exige armamento para poder recuperar el territorio perdido, pero el imperialismo yanqui y europeo juegan su propia partida, que no es la de la victoria de un pueblo que resiste heroicamente una invasión. Fue la resistencia del pueblo ucraniano la que puso en un brete a los Estados Unidos y las potencias europeas, que tuvieron que reaccionar más allá de los exabruptos y sanciones limitadas de 2014 ante la ocupación de Crimea. La entrega limitada de armamento no ha equilibrado las fuerzas militares, sólo sirve para resistir. 

El gobierno norteamericano no quiere precedentes que animen a los pueblos a resistir, su interés es aprovechar la guerra para implementar sus planes. A golpes de misiles rusos, la OTAN resucita de la “muerte cerebral” diagnosticada por Macron dos años antes. Lo escenificó a fines de junio en Madrid, con Finlandia y Suecia pidiendo la entrada en la alianza imperialista después de décadas de neutralidad y con un vuelco en la opinión pública en pocos meses. El “nuevo concepto estratégico” de la OTAN da como titulares la necesidad de enfrentar la agresión rusa y la vigilancia de China como “competidora estratégica”. Pero en realidad, pone en el punto de mira las reacciones de masas contra el brutal empobrecimiento consecuencia de la crisis capitalista, agravada con la pandemia, el cambio climático y el impacto de la guerra sobre los precios de los granos y la energía. 

Para ello mantiene la guerra global “contra el terrorismo, en todas sus formas y manifestaciones”. Señala la inestabilidad de África y Oriente Próximo que “afecta directamente a nuestra seguridad y la de nuestros socios”. Y, aun con los asesinatos de inmigrantes en la valla de Melilla, la OTAN se ofrece para la vigilancia de fronteras y define la inmigración como “amenaza” a la “soberanía e integridad territorial” de los Estados miembros.

El otro triunfo para los Estados Unidos, como principal exportador de armas, es el aumento de los presupuestos militares, una exigencia que sucesivos presidentes norteamericanos habían pedido sin éxito. Y ahora, con el fervor militarista, se fija el 2% del PIB como objetivo mínimo de gasto militar. 

La crisis económica como arma de guerra

Putin bloquea el comercio de granos y el abastecimiento energético como respuesta a las sanciones y el suministro de armamento a Ucrania. Las exportaciones de trigo de Rusia y Ucrania representaron 23% del comercio internacional en 2021/2022. Egipto, Líbano, Libia y Túnez son grandes importadores de trigo. La hambruna amenaza a África y Oriente Medio. Pero las dictaduras petroleras tendrán más recursos y reconocimiento, como demostró la visita de Biden a Arabia Saudí, o las renovadas relaciones de Italia con Argelia.   

En la Unión Europea, el ministro de Economía alemán, Robert Habeck (Los Verdes), afirmó: “La situación es grave y el invierno llegará. Jamás hemos estado en esta situación”. Y añadió: “Algunas fábricas tendrán que cerrar y para algunos sectores será una catástrofe”. Francia prepara la nacionalización de la eléctrica EDF, que ya venía con graves pérdidas antes de la guerra, y una ley para controlar las infraestructuras gasísticas en caso de una crisis de suministro. 
El imperialismo, inmerso en una grave crisis económica, no quiere que el conflicto se alargue y alimente una recesión. Se prepara el terreno para la negociación, paz por territorios. Primero Henry Kissinger, en el Foro de Davos, afirmó que había que evitar “humillar a Rusia” para no provocar una mayor desestabilización. Más tarde, Macron repitió la misma frase, lo que provocó una respuesta airada de Zelensky, que rechazaba la entrega de territorios. Pero la discusión ya está en la mesa. 

Mantener la solidaridad con la izquierda política y sindical ucraniana

Impulsamos la solidaridad internacional contra la invasión rusa en la defensa del pueblo ucraniano, por su derecho a armarse, desde una posición independiente de Zelensky y contra la OTAN. Una solidaridad que se extiende a los represaliados rusos y bielorrusos que exigen el fin de la guerra.

Esta posición nos enfrenta con el “neoestalinismo”, que sigue buscando bloques antiimperialistas, en este caso a Rusia, como un sector progresivo al que apoyar. Ya lo vimos en Siria. Pero no hay nada de progresivo en el régimen capitalista imperialista de Putin que reprime, explota, persigue a las minorías, discrimina a las mujeres y LGBTI y entra en disputa con el imperialismo para perpetuarse en el poder.  

La activista siria Leyla al Shami, autora de El antiimperialismo de los imbéciles, lo describió así en 2018: “El hecho de que una cierta izquierda pueda considerar al Estado ruso como antiimperialista ilustra una desconexión de la realidad y una actitud política reaccionaria en la que los Estados en competencia por el poder serían el centro del conflicto, ignorando las luchas de los pueblos contra los regímenes represivos”. La misma autora dijo al inicio de la invasión de Ucrania: “Los sirios comprenden mejor que nadie el trauma que viven los ucranianos. Y hay rabia, porque los años de normalización con el régimen ruso –en Siria, en Georgia, en Chechenia o en la República Centroafricana – le han animado a cometer estos actos con un sentimiento de impunidad”.

Nuestro apoyo va dirigido a la juventud antiautoritaria de la Campaña Solidaridad que enfrentó la represión del Estado y la violencia de la extrema derecha. Va a los activistas del Movimiento Social Ucraniano que batallan por construir un partido por el socialismo. Va a los sindicatos combativos, como los de los mineros o los ferroviarios, que participan de la primera línea del frente sin dejar de enfrentar la política del gobierno. Y ese apoyo es político y material, por lo que estamos preparando un segundo envío en las próximas semanas. 



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