Escribe Tomás Toledo y Jasmín Giménez, estudiantes de Facultad de Derecho (UBA)
El ascenso represivo que estamos viviendo se correlaciona con el ataque económico a la clase trabajadora y los sectores populares. El ataque a la educación, la salud y nuestros derechos se combina con el sistema de disciplinamiento que se nos quiere imponer desde la infancia y adolescencia a
través de la represión estatal, que va desde el abuso de la autoridad, encarcelamientos y la pena de muerte extra judicial -gatillo fácil- (que hoy llega a la alarmante cifra de una víctima cada 21 horas). Este es el cocktail que preparan los gobiernos para “aguantar” el avance de la miseria.
El poder judicial, la fuerzas represivas (la policía, gendarmería, prefectura), gobiernos y narcotraficantes, trabajan a la par en un sistema que ampara la represión y beneficia a los sectores más poderosos. “La secta del gatillo fácil es también la logia de los dedos en la lata” describía en los años 60
Rodolfo Walsh. Con total vigencia hoy que vemos hechos como el tiroteo entre policias de la federal y la bonaerense en Avellaneda en un caso de extorsión de por medio.
La juventud es el último eslabón de una cadena de negocios, en la que las ganancias a costas de nuestras vidas son gigantes. Utilizan a jóvenes como brazos ejecutores y víctimas de los negocios delictivos. Luciano Arruga y la lucha de su familia, es solo un ejemplo de la vida en las barriadas populares del conurbano y el interior del país. Pibxs hundidos en la pobreza por las políticas de los gobiernos son obligadxs a robar por la policía en las zonas liberadas.
El proyecto de Garavano y Bullrich
Hoy la reforma al sistema de responsabilidad penal es una nueva arremetida a lxs hijxs de los sectores populares. La baja a la edad de imputabilidad que se quiere imponer, bajando de 16 a 15 años, es la maniobra que utilizan los partidos patronales para esquivar la discusión de fondo, incentivando
medidas de operatividad inmediata, que no solucionan ninguno de los problemas socio-económicos en las que hoy nos vemos sumergidos, si no que con una utilización electoral marketinera del “debate de la inseguridad” construyen junto con los medios de comunicación como chivo expiatorio
al “pibe chorro”. Encaran las problemáticas de la juventud desde el punto de vista punitivo y no de dar respuestas a sus necesidades más urgentes, apuntulando una construcción cultural de legitimación de la represión.
La selectividad arbitraria de la policía en la criminalización de la juventud, especialmente a lxs pibxs que tienen una inserción educativa débil, consumos problemático de sustancias, o trabajos precarios, se busca meter el problema debajo de la alfombra, aumentando el espectro de imputabilidad, y atestando las caréceles de pibes, ya habiendo una tremenda crisis de contención en los mal llamados “centros socio-educativos” que son los institutos de menores, o pequeñas cárceles. Sobrados ejemplos hay como el centro “La Esperanza” de Córdoba, en la que se hayan radicadas denuncias
por violencia y asesinatos de pibes, que quieren hacer pasar como “suicidios”. Los mismos mecanismos que se utilizan en cárceles de adultos.
Una vez más se enfoca el problema hacia la estigmatización de la juventud empobrecida y no en las verdaderas causas de fondo del aumento de la inseguridad y el crimen: la destrucción de la economía nacional, del empleo y la educación, y los negociados de las bandas policiales que organizan el delito.
Hoy este discurso represivo es galardón de todo el arco político patronal y tradicional del país. No solo el gobierno de Macri y Bullrich sino también el massismo quiere bajar la edad de punibibildad, y aun peor el kirchnerismo hace gala del carapintada Berni, que respaldo el proyecto de Insaurralde de bajar la edad a los 14 años, más a la derecha que macri. Y no olvidemos, que la propia Cristina impulsó un proyecto de baja de la edad de imputabilidad que se llegó a aprobar en el senado.
La ley penal juvenil vigente, proviene de las entrañas de la última dictadura militar, pero increíblemente la nueva reforma es más regresiva. Además está reforzada con los edictos policiales, los códigos de falta, la nueva resolución 956/18 (que da luz verde a la policía para matar) y la “doctrina Chocobar” que ampara policias que matan por la espalda, construyen una estructura jurídica legitimizante de la violencia. Es el soporte de la criminalización de la juventud, con el fin político, no solo de disciplinar nuestros cuerpos si no coartar de cuajo cualquier avance de la movilización de la juventud en el reclamo por sus derechos. No son casuales los ataques que reciben tantos activistas por salir a luchar en defensa de la educación pública (como la imputación judicial a estudiantes de las Universidades Nacionales de Córdoba y Rio Negro por las tomas) o que las comunidades originarias hayan tenido que pagar con vidas jóvenes, como Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, por la defensa de sus tierras.
Macri quiere ganar las elecciones con una campaña a lo Bolsonaro, pidiendo más mano dura y gatillo fácil. Hay que frenarlo en las calles, y construyendo junto al FIT una alternativa política que dé una verdadera salida a los problemas del país.
NO A LA BAJA DE LA IMPUTABILIDAD, basta de criminalizar a la pobreza y la protesta, cierre de todos los institutos de menores, trabajo genuino y educación para la juventud en todo el país.
¿Por qué legalizar las drogas?
Bajo la mentira de la “lucha contra el narcotráfico” el gobierno de Macri, tal como lo hicieron los anteriores gobiernos, sigue persiguiendo a los consumidores, especialmente a lxs pibxs de los barrios.
El narcotráfico existe amparado en la ilegalidad y con la participación de la policía y los gobiernos y la prohibición ha demostrado en el mundo haber fracasado, con las carceles llenas de pibes y pibas que utilizan las bandas, y los jefes y complices libres.
Solo la legalización de las drogas acompañadas con verdaderas políticas de salud para personas con consumo problemático desmantelará las redes de narcotráfico que hoy mata en todo el país entre la violencia de la bandas narco y la persecusión policial.
La ley del cannabis medicinal sancionada es otra prueba que sin una verdadera legalización y sin presupuesto de salud se sigue empujando a quienes consumen incluso por razones de salud a la ilegalidad. Por eso nuestra salida es por la legalización, por políticas de salud que acompañen a quienes consumen con presupuesto real, investigación y que no seamos perseguidos por consumir a manos de mismos que garantizan el negocio millonario de la droga mientras quieren bajar la edad de imputabilidad.
Escribe Joaquín Caporale, Consejero Directivo Psicología UNLP
La Juventud de Izquierda Socialista está en las calles, en los lugares de trabajo y de estudio junto a todo el movimiento juvenil del país. También damos batalla en las elecciones con el objetivo de difundir una salida de izquierda, anticapitalista y socialista. Vamos con el Frente de Izquierda que lleva en sus listas referentes jóvenes de las principales luchas e impulsa un programa para dar una solución de fondo a los reclamos de la juventud.
En el país avanzan los despidos y la flexibilización laboral. Entre los más de 40% de trabajadores en negro, la mayoría somos jóvenes. Con el verso del “empleo joven”, las “pasantías” o el “emprendedurismo”, el gobierno trata de imponer flexibilización laboral. Así justifican bajos salarios, en negro o sin aportes. La novedad son las plataformas de delivery como Glovo, Rappi o Pedidos Ya, cuyos resultados son la superexplotación laboral y hasta la muerte de jóvenes. El objetivo es bajar el costo laboral y que las empresas capitalistas obtengan cuantiosas ganancias.
En oposición, desde el FIT luchamos en cada lugar de trabajo y en las elecciones por la prohibición de los despidos y la realización de un gran plan de obras públicas financiado por el no pago de la deuda, donde todos los jóvenes puedan acceder a trabajo genuino, también planteamos la eliminación de toda la legislación laboral que permita el trabajo basura.
La rebelión educativa del año pasado colocó en el centro del debate los reclamos del movimiento estudiantil ante el ajuste a la educación que promueven Macri y el FMI. Sin embargo, tras la histórica lucha, todas las fuerzas patronales (cambiemos, kirchnerismo/peronismo) volvieron a promover presupuestos de ajuste.
La Juventud de Izquierda Socialista y el FIT estuvo a la cabeza de la rebelión y sigue reclamando aumento del presupuesto educativo en base al no pago de la deuda. Exigimos el boleto educativo nacional y becas de estudio que realmente garanticen la permanencia ante la situación de ajuste brutal que sufren nuestras familias. También impulsamos el fin del financiamiento al lucro con la educación privada.
La Cuarta Ola feminista sigue en ascenso en nuestro país y en todo el mundo. El pasado 8M millones volvimos a salir a las calles en el Paro Internacional de Mujeres. En Argentina volvimos a reclamar por la legalización del aborto, la aplicación de la ESI y por la ley de emergencia por violencia de género.
Mientras desde el gobierno y los políticos patronales (como Cristina, que promueve la unidad de pañuelos verdes y celestes) salen a decir que en este año electoral “no está en agenda” los reclamos de las mujeres, desde Isadora, la Juventud de Izquierda Socialista y el FIT seguimos promoviendo la pelea en las calles y denunciando en las elecciones que quienes niegan los derechos a las mujeres no pueden ser la solución a nuestros reclamos.
Este año, como sucedió bajo el gobierno de Cristina, Macri intenta promover la baja de la edad de punibilidad. Buscan poner el foco de la inseguridad en la juventud pobre. Nunca un gobierno capitalista se responsabilizó por ninguna de las calamidades que afectan a los pibes. Lo que hay es falta de trabajo, educación, salud y vivienda. El Estado reprime a los jóvenes en vez de ayudarlos. Por eso desde la Juventud de Izquierda Socialista y el FIT impulsamos la “marcha de la gorra”, denunciamos y exigimos el desmantelamiento de las redes de policías, jueces y gobernantes, que utilizan a los jóvenes pobres como mano de obra barata del crimen y luego los reprimen y encarcelan.
1. ¿Sabías qué?
En 1975 en la Argentina la pobreza estaba en el 8% y el desempleo 4% y la deuda externa era de 4 mil millones de dólares. Hoy hay un tercio del país bajo la pobreza, y el desempleo 10% (19% entre lxs jóvenes), y existe generalizado el trabajo precarizado y en negro que en esa época no existía, y tenemos generaciones enteras que crecieron en la marginación, mientras la deuda externa es 100 veces más grande, en torno a los 400 mil millones de dólares.
2. ¿Quiénes son los responsables?
Primero la dictadura genocida destruyó la producción nacional y nos metió el problema de la deuda externa. Luego gobernaron: los radicales con Alfonsín; los peronistas con Menem; después los radicales con De la Rúa camuflados en la Alianza; tras la crisis del 2001, volvieron los peronistas primero con Duhalde y después disfrazados en el Frente para la Victoria kirchnerista; y otra vez, los radicales devuelta, ahora con Macri a la cabeza. Y ahora nos quieren convencer que la salida es que vuelva el peronismo, con Cristina o alguno puesto por ella.
Décadas de gobiernos que con distintos discursos mantuvieron la misma estructura que impuso la dictadura: un país que genera alimentos para 400 millones de personas, pero tiene gente que se muere de hambre porque nos saquean la burguesía y el imperialismo.
3. ¿Cómo se sale?
Tienen que gobernar quienes nunca gobernaron: la clase trabajadora, los sectores populares y la izquierda. Basta de partidos patronales que gobiernan para los empresarios y los usureros que nos roban con la deuda externa. Hay que romper con el FMI y poner los recursos de la Argentina al servicio de resolver las necesidades del pueblo trabajador.
¿Por qué no es salida el kirchnerismo?
Escribe Cristian Fernández, Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Tenemos que recordar que con Cristina ya luchábamos por el desfinanciamiento a la educación, que nuestros docentes también cobraban miserias, no había boleto educativo, la infraestructura escolar ya era un desastre, y que sostuvo todos los pilares del sistema educativo del menemismo
en todos los niveles. También que el trabajo precarizado era ya un drama obligado al empezar a laburar, y cuando jóvenes salían a luchar contra los despidos eran reprimidos sistemáticamente.
Es verdad que Macri profundizó cada uno de esos problemas y ahora estamos peor. Pero lo cierto es que lo que Cristina no resolvió antes, menos lo va a hacer ahora que tenemos encima la bota del FMI, que a quien sea que gane le va a exigir más ajuste. Y tanto ella como Kicillof se encargaron de aclarar que no van a romper con el FMI y van a pagar la deuda. Esa es la única verdad más allá de los discursos de campaña. Con Macri, Cristina, Lavagna, o el peronista que sea, lo que viene después de octubre es más ajuste.
Sumemos que es imposible avanzar en reclamos como el derecho al aborto o la ESI mezclándonos con los antiderechos de la Iglesia como ella propone. Y que no nos olvidamos que puso a un genocida, César Milani a cargo del ejército, y jamás hizo nada para desmantelar el aparato represivo vigente que se llevó la vida de Luciano Arruga, y en el que todos los días padecemos el gatillo fácil y la criminalización de la pobreza y la juventud.
La crisis que generó Macri es tan grande que hoy todos quieren posar de ultra-opositores. Inclusive los peronistas y kirchneristas que le garantizaron que salgan sus leyes en el Congreso, que legitimaron el acuerdo con el FMI y que avance el ajuste. No tenemos que dejarnos engañar. Ya muchas veces los partidos patronales le pidieron a la juventud que baje sus banderas para ir detrás del “menos malo” y siempre terminó igual de mal. La única salida es la izquierda.
Escribe Ivana Verón, Consejera Superior de la Universidad Nacional de General Sarmiento
La ola feminista que sacude al mundo tiene un rasgo distintivo: la lucha contra la violencia machista en todas sus formas. Después de miles de años de patriarcado las mujeres nos animamos a denunciar a los violentos y abusadores.
El #NiUnaMenos marcó el comienzo de la cuarta ola y luego el #MeToo y el #MiraComoNosPonemos visibilizaron la violencia sexual que sufrimos las mujeres. Las denuncias se extendieron de las redes sociales a todas las instituciones que transitamos y en particular las educativas.
¿Cómo funcionan los protocolos?
Los protocolos son la herramienta legal para que la Universidad tome las denuncias en caso de violencia, acoso o abuso sexual dentro de la institución y arbitre los medios para que la víctima pueda continuar con su carrera/investigación y no abandone por haber sufrido un hecho de violencia. A su vez indican que se tienen que elaborar campañas de prevención contra la violencia machista, la discriminación y el homolesbotransbiodio.
Hoy de las 53 universidades nacionales, sólo 23 cuentan con protocolos vigentes y encima no funcionan como deberían. Hay Facultades donde sólo existe una “casilla de mail” para realizar la denuncia o donde sí existe una persona física que tome la denuncia, el protocolo es una más de una larga lista de tareas. En ningún caso existe un equipo interdisciplinario de profesionales con perspectiva de género a cargo de acompañar a la víctima y que a su vez se ocupen de llevar adelante las campañas de prevención pertinentes. Donde existen consejos o espacios de toma de definiciones al respecto de los casos de violencia, estos se construyen desde la misma lógica del co-gobierno universitario, dejando por fuera de cualquier tipo de peso en la toma de definiciones al claustro estudiantil.
Es la falta de voluntad política de las autoridades de las Universidades y Facultades, sean radicales o kirchneristas por igual, la que obstaculiza la aplicación efectiva de los protocolos, lo que se traduce en el escaso o nulo presupuesto que se les asigna, además del encubrimiento de los violentos. Las conducciones de los centros de estudiantes que responden a estas autoridades no toman la posta en esta pelea. Frente a eso nosotras decimos en las universidades y en todos los niveles educativos: siempre con las pibas.
El ajuste a la educación es también ajuste a la lucha contra la violencia de genero
El ajuste creciente del gobierno de Macri y los gobernadores, pone en un mayor desamparo a las víctimas de violencia. Como pasa con las leyes para erradicar la violencia de género a nivel nacional, si los protocolos no tienen presupuesto, también se transforman en letra muerta.
En la Universidad, la pelea contra la violencia machista está íntimamente ligada a la necesidad de un aumento de presupuesto para la educación, que implique un salario digno para nuestrxs docentes, espacios de capacitación en Educación Sexual científica y laica con perspectiva de género y
presupuesto para la correcta implementación de los protocolos contra la violencia de género.
Lxs estudiantes somos protagonistas en esta ola que lo cuestiona todo, tenemos que continuar la lucha para pararle la mano a la violencia patriarcal, impulsar Comisiones de Mujeres y Disidencias para lograr los protocolos donde no los hay y pelear por presupuesto para su aplicación efectiva.
Escribe Greta Sotelo, Isadora La Plata
A lo largo de estos 34 años, el encuentro ha tomado distinto carácter en cuanto a sus objetivos y resoluciones. El primer encuentro en nuestro país se dio en 1986 en la ciudad de Buenos Aires, donde concurrieron 1000 mujeres. Aunque siempre heterogéneos y con diferentes corrientes, el encuentro en sus principios tuvo mayor injerencia de partidos patronales. A lo largo de los años, debido a diferentes procesos y hechos políticos, el encuentro fue sumando reivindicaciones y levantando nuevas banderas. Uno de los hitos que cambiaron el rumbo fue el de la incorporación de
las mujeres piqueteras durante el 2001, doblemente afectadas por la crisis económica. Otro hecho fundamental que fortaleció la lucha, convocando a miles de nuevas participantes, fue el #NiUnaMenos en 2015. Finalmente, luego de 14 años desde el surgimiento de la Campaña Nacional por el derecho al Aborto, el último proceso que consideramos ha dado un vuelco drástico en cuanto a los objetivos y lineamientos políticos fue la #MareaVerde del año pasado, que logró reunir a 60.000 compañeras en el encuentro de Trelew.
Este año, el encuentro tendrá lugar en La Plata y será un hecho histórico tanto para Argentina como para el mundo, ya que se estima que asistan cientas de miles. Desde Isadora creemos que este encuentro nos presenta más que nunca la posibilidad de conquistar nuestros derechos. Estando a kilómetros del centro político del país, a pocos días de elecciones presidenciales, es nuestra oportunidad para dar un mensaje claro y contundente a los responsables de las opresiones y violencias que vivimos día a día.
Actualmente en la comisión organizadora se ha marcado una brecha política entre dos sectores: por un lado el PCR- CCC junto a las kirchneristas-peronistas y por el otro, la multisectorial de mujeres de La Plata conformada por organizaciones feministas, tanto independientes como de izquierda. Entre ambos sectores las diferencias son bien claras. Desde Isadora sostenemos que este encuentro no será igual a los anteriores, no solo por la masividad sino también porque hubo a lo largo de estos años, un aprendizaje en el movimiento de mujeres y estamos dispuestas a cambiarlo todo. Por eso, ya no mendigamos nuestros derechos a los partidos patronales sino que salimos a conquistarlos. Y el 34º encuentro debe reflejar este proceso que ya se instaló en las calles, en los barrios y en las escuelas.
Las miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans e identidades no binaries, que participaremos del encuentro lo haremos para que en el mismo se resuelva un plan de lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Lo haremos también, por la inmediata separación de la Iglesia del Estado y que se deje de financiar a una institución reaccionaria, misógina y llena de curas abusadores. Queremos que se declare en nuestro país la emergencia en violencia de género y que se destine presupuesto para combatirla. Y las pibas exigimos que haya educación sexual, laica, científica y con perspectiva de género. Estas son nuestras demandas y vamos a dar la pelea para conquistarlas. ¡Participá del encuentro en La Plata con Isadora!
“Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido, sino adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro”. Walter Benjamin,
Escribe Ezequiel Peressini, Legislador de Córdoba por Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda.
Necesitamos recuperar el “Cordobazo”. Necesitamos estudiarlo, pero no para rendir el parcial de alguna materia. Tampoco para aparentar ser eruditos de la historia de nuestra clase. Necesitamos adentrarnos en sus hechos, pero no para pensar que podemos hoy abarcar la totalidad de los momentos que lo componen y describirlos como si fuese un inventario. No solo sería imposible, también carecería de sentido.
Lo que necesitamos recuperar del Cordobazo son sus enseñanzas centrales. Qué de ese momento cualitativo en la historia de la unión de la clase trabajadora y el movimiento estudiantil nos resulta hoy útil para enfrentar nuestros desafíos y peligros actuales. Por eso, tampoco tenemos que recuperarlo para hacer una historia mitológica sin señalar sus limitaciones. Eso no sería aprender: no nos fortalecería ante nuestros enemigos.
Paso, paso, paso, se viene el Cordobazo
Ubiquémonos en 1969. O sea, el año siguiente al 1968 del Mayo Francés, de las grandes movilizaciones en México, de la resistencia civil contra la invasión yanqui a Vietnam. Es 1969 el último año de la primera década impregnada por el faro de la primera revolución socialista triunfante en la región, Cuba; y en escasos meses posteriores al asesinato del héroe y mártir de la revolución latinoamericana: el Che Guevara.
En nuestro país habían empezado a crecer las luchas obreras y estudiantiles contra la dictadura de Onganía. Primero en Buenos Aires y luego en el interior del país. En marzo de 1969 hubo disturbios estudiantiles en Tucumán y Rosario.
A mediados de mayo, la policía reprimió una movilización estudiantil en Corrientes, donde fue asesinado el joven Juan José Cabral. En Rosario el repudio fue multitudinario, y cayó otro estudiante, Adolfo Bello. Tres días después, vino el ensayo general del Cordobazo. Así describió Nahuel Moreno al Rosariazo en un escrito de la época: “Durante varios días el estudiantado jaquea al gobierno y se moviliza contra él, desde el viernes 16 hasta el miércoles 21 de mayo […] Recién ese día el movimiento estudiantil logra arrastrar a sectores del movimiento obrero y transforma su movilización en una semiinsurrección al enfrentar y derrotar a la policía con el apoyo masivo de la población, y la intervención de elementos de vanguardia y juveniles del movimiento obrero.” En esa jornada asesinaron al joven obrero metalúrgico Luis Norberto Blanco.
El 27 de mayo, las dos “CGT” (el vandorismo, de Azopardo; y el ongarismo, de la “CGT de los Argentinos”) convocaron a paro general en todo el país para el viernes 30 de mayo. En Córdoba, donde la situación ya venía muy caldeada, la CGT regional convocó a paro activo de 36 horas, desde el mediodía del jueves 29 de mayo.
Córdoba era la segunda ciudad del país por población y peso industrial. Se combinaban un movimiento obrero joven, altamente calificado, en el sector automotor y metalúrgico, con una burocracia relativamente más débil; un estudiantado de tradición combativa, concentrado en pensiones y casas estudiantiles en el Barrio Clínicas, que se venía movilizando en solidaridad con los tucumanos, correntinos y rosarinos; el creciente malestar popular por los bajos salarios y la represión; y sectores importantes de la patronal cada vez más descontentos con el régimen militar.
Desde las 10 de la mañana de ese jueves, comenzó el paro activo. Miles y miles de obreros abandonaban las fábricas (ausentismo del 98 por ciento) y se dirigían al centro. Los manifestantes, a los que se iban sumando cada vez más estudiantes, se fueron encolumnando y, en un área de aproximadamente 150 manzanas, comenzaron a correr a la policía. Al medio día los enfrentamientos eran generalizados. Aumentaba la cantidad de fogatas para alejar los gases y se levantaban barricadas con el apoyo del vecindario. La Guardia de Infantería utilizó armas de fuego y cayeron el obrero de SMATA Máximo Mena y luego el estudiante Castellanos.
Pero la acción de la policía se fue atomizando y se tuvo que replegar. La zona céntrica de la ciudad quedó en manos de los manifestantes. Este triunfo marcó el pico más alto de la movilización. La falta de dirección y de objetivos claros hizo que, al desaparecer el enemigo visible (la policía), aun cuando por la fuerza de la movilización se han convertido en amos de la ciudad, los manifestantes comenzaron a replegarse a los barrios.
La entrada de las tropas al centro se produce recién a las 17 horas. El Ejército sí tenía una dirección y objetivos claros y rápidamente recuperó el dominio
del centro. Los manifestantes se replegaron a los barrios. Surgieron consignas hacia la tropa, como “Soldados, hermanos, no tiren”. Comenzaron a organizarse comisiones obrero-estudiantiles, pero sin llegar a formar una dirección de conjunto, que no existió en momento alguno.
Al medio día el gobierno declaró que “todo es obra de minorías extremistas”. A los numerosos presos del día anterior se le suman el secretario general del SMATA, Elpidio Torres, y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza. Según la revista cordobesa Jerónimo, hubo 6 muertos, 51 heridos y 300 arrestados. Fueron seriamente dañados entre 15 y 20 grandes establecimientos comerciales y quemados unos 60 automóviles.
Consecuencias
El Cordobazo marcó el inicio de un nuevo ascenso en la lucha de clases, que fue creciendo hasta mediados de los setenta, cuando el golpe genocida derrotó a los trabajadores. Para fines del 69’, luego de dos fuertes medidas de protesta nacionales, todos los presos habían sido
liberados. Comenzó a desarrollarse una fuerte corriente clasista y antiburocrática en el movimiento obrero, cuya máxima expresión fueron los sindicatos combativos de la FIAT, el Sitrac y el Sitram. En noviembre de 1970, con el “Viborazo”, otra insurrección obrera, el debilitado Onganía
fue sucedido por Levingston, y luego por Lanusse. Este finalmente se decidió a apelar de manera directa al General Perón, exiliado en Madrid. Entre los militares y los dirigentes radicales y peronistas se forjó el Gran Acuerdo Nacional, con el cual el viejo líder retornó al país con el objetivo de lograr canalizar y frenar el ascenso obrero y popular. Perón vino a terminar con los “azos” que parió el Cordobazo.
Entonces, ¿qué recuperar del Cordobazo en mayo del 2019?
Pensar hoy el Cordobazo es en primer lugar preocuparse por entender cómo distintos fenómenos en distintos lugares del mundo se retroalimentan, y que “la clase obrera es una y sin fronteras”, no solo como un dicho, sino como parte de un todo que va aprendiendo y tomando valor para enfrentar a los gobiernos capitalistas.
Pensar hoy el Cordobazo es tomar noción de la potencia que tiene la unidad de la clase trabajadora junto al movimiento estudiantil. A la dictadura de Onganía no la tiraron los burócratas que decían que “había que esperar” y que “no daba para salir a luchar”, como hoy dicen dirigentes peronistas y kirchneristas. La historia, la historia que avanza en un sentido progresivo, la escriben los pueblos con su fuerza en las calles, no quienes se quedan guardados.
Eso también vale para pensar cuando en la actualidad hay luchas y el kirchnerismo nos dice que no salgamos porque Bullrich nos va a reprimir, como cuando nos movilizábamos por la aparición de Santiago Maldonado o cuando se aprobaba el presupuesto en el Congreso Nacional, o leyes en la legislatura como la de la UNICABA, y las burocracias metían miedo diciendo que no había que pelearla. El Cordobazo muestra cómo la masividad, la organización y la decisión de la clase trabajadora cuando se lo propone puede barrer lo que sea.
También es importante tomar noción de la dinámica que le aportan a la clase trabajadora sus elementos más jóvenes, si eso era así en los 60’, ni que hablar hoy con los enormes procesos de precarización laboral que se desarrollaron en las últimas décadas y que afectan sobre todo a quienes afrontan sus primeros empleos.
En nuestro país volvieron a darse estallidos violentos y de ruptura política como el Cordobazo, otros “azos”, hasta el Argentinazo del 2001, y más recientemente vimos la rebelión popular de diciembre de 2017 contra la Reforma Jubilatoria de Cambiemos. Porque la clase trabajadora y el pueblo acumulan bronca cuando el ajuste avanza, y eso tarde o temprano siempre estalla. Frente a la enorme crisis económicasocial a las que nos encaminaron Macri, el peronismo y el FMI, tenemos que tomar noción de la enorme limitación que representa la ausencia de una clara dirección sindical y política independiente de los partidos patronales y que pelee por transformaciones de fondo.
Los ritmos de los estallidos, de los “azos”, su frecuencia, no dependen de un partido. Lo que sí está en nuestras manos es preocuparnos por llegar a esas situaciones con cada vez más fuertes herramientas políticas, para poder triunfar. Es en esa perspectiva que impulsamos, por un lado, el Plenario del Sindicalismo Combativo con referentes como el “Pollo” Sobrero (Ferroviarios), Jorge Adaro (ADEMYS), Angélica Lagunas (ATEN), Alejandro Crespo (SUTNA), y por otro, una alternativa política socialista y de la clase trabajadora: el Frente de Izquierda y nuestro partido Izquierda Socialista.
A 50 años, pensemos el Cordobazo de cara a nuevos “azos”, y preparemos las condiciones para que un próximo “azo” conquiste un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo.