Jul 16, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Con ese título la revista inglesa The Economist ilustró su tapa del pasado 16 de febrero. Días después, otra nota similar ilustró las páginas del New York Times. ¿Qué está pasando? ¿Las nuevas generaciones se vuelcan al socialismo en Estados Unidos y otros países imperialistas? Se vuelve a abrir la discusión sobre cuál es el verdadero socialismo.

Escribe José Castillo

La crisis económica mundial, la falta de oportunidades para las nuevas generaciones de trabajadores y trabajadoras, la desidia con que los gobiernos y las multinacionales tratan el desastre climático, donde siguen priorizando sus superganancias por sobre la propia sobrevivencia del planeta, la permanencia del machismo patriarcal (exacerbado en figuras como la del propio Donald Trump) han generado que las ideas anticapitalistas y el socialismo como alternativa cada vez ganen más simpatía entre los jóvenes (los llamados millennials y centennials, entendiendo por tales a los jóvenes del siglo XXI).
Que en la mayoría de los países semicoloniales y dependientes los jóvenes son mayoritariamente antiimperialistas y críticos del sistema capitalista no es un fenómeno nuevo. Podemos hacer una larguísima lista de las movilizaciones de los últimos años en Latinoamérica y en todas ellas la presencia juvenil es preponderante. Así como lo fueron en la primavera árabe y lo siguen siendo en la resistencia palestina. Pero lo llamativo del fenómeno es la aparición de este “socialismo millennial” en varios de los propios países imperialistas.
Los números que presenta The Economist son contundentes: el 51% de los jóvenes de Estados Unidos de 18 a 29 años dicen tener una “visión positiva” del socialismo. El apoyo a Bernie Sanders en el Partido Demócrata se da mayoritariamente en franjas juveniles. La nueva diputada demócrata Alexandria Ocasio-Ortiz pertenece a esa generación millennial, se define ella misma como de izquierda y su popularidad está en ascenso. En las últimas elecciones francesas un tercio de los votantes menores de 24 años lo hicieron por las listas que aparecían más a la izquierda.
En realidad, el fenómeno no empezó ahora: los jóvenes ya habían aparecido en las protestas de Ocuppy Wall Street en Nueva York, así como en Madrid, donde dieron lugar al movimiento de los indignados, o en las gigantescas huelgas y manifestaciones griegas. Es la expresión más clara de que el capitalismo imperialista ya no tiene nada más que ofrecer a la humanidad, sólo guerras, represión, destrucción ambiental, mayor desigualdad social, miseria y marginación. Y esto, efectivamente afecta muchísimo a las nuevas generaciones.
Este movimiento, todavía difuso, pero persistentemente creciente, obliga a enormes y nuevos desafíos. Una vez más hay que discutir qué es el socialismo. Insistir en que solo puede lograrse expropiando los medios de producción y rompiendo con el capitalismo, debatiendo con todos aquellos que plantean salidas del tipo de la economía mixta, o de un capitalismo más humanizado que resuelva los problemas del patriarcado o el desastre ambiental sin tocar los intereses de los poderosos y las multinacionales. Y también a debatir cómo se construyen las herramientas para derrocar al capitalismo. Porque no podrá venir de la mano de líderes políticos de partidos como el Demócrata de los Estados Unidos, parte fundamental del régimen político imperialista yanqui o el laborismo inglés, que ha demostrado miles de veces su alineamiento contra los pueblos del mundo y también contra la propia clase obrera inglesa. Para que esta inmensa energía juvenil anticapitalista no se pierda es hoy más necesario que nunca que planteemos la construcción de nuevas alternativas políticas independientes de los partidos patronales de cada país, con el objetivo de que sean los trabajadores los que gobiernen el mundo, con la más amplia democracia, expropiando a los ricos y avanzando así, plenamente, hacia la sociedad socialista, que será, sin duda como quieren los jóvenes millennials, antipatriarcal y conscientes del cuidado del medio ambiente.

Escribe Nahuel Fernández Comisión Directiva FUA

El diluvio del 30 de agosto no impidió que la movilización en defensa de la educación pública convocada por los gremios docentes universitarios se transforme en la convocatoria más grande de los últimos tiempos. La masividad de las marchas en Capital y en todo el país demostró que había calado en sectores amplios de la población una preocupación concreta: este gobierno pone en riesgo el acceso de las presentes y futuras generaciones a la educación pública.

La previa a esa marcha había sido el paro docente universitario más largo desde el 83 a la fecha, y sobre todo, la entrada en escena del movimiento estudiantil universitario. Hay que remontarse a la reacción contra la aprobación de la Ley de Educación Superior en 1995 para encontrar un tendal de tomas de facultades como el de este año. Córdoba dio el puntapié inicial, y el ejemplo de la ocupación de las casas de estudios se esparció. Como también se replicó el ejemplo de remover la iconografía religiosa de las facultades. “¡Iglesia y Estado, asunto separado!” fue la consigna que el movimiento estudiantil también tomó como propia, actualizando así el legado anticlerical de la Reforma Universitaria en su centenario.

La ausencia de una coordinación nacional

Sin embargo, a la explosión estudiantil le faltó hacer carne un programa que estructure las propias reivindicaciones más allá de acompañar el reclamo salarial docente. Y cuando la burocracia kirchnerista firmó la paritaria a la baja, el proceso comenzó a desgajarse. La conducción de la Federación Universitaria Argentina, en manos de la UCR-Cambiemos, naturalmente estuvo del lado de enfrente de la lucha. Y la ausencia de una referencia de dirección alternativa se pagó caro.
La propuesta que hicimos desde la Juventud de Izquierda Socialista de un encuentro nacional del movimiento estudiantil en lucha apuntaba a trabajar contra esa debilidad del movimiento. Pero las corrientes a la cabeza de federaciones regionales -a pesar de que se votó en asambleas de todo el país- le dieron la espalda.

La falta de ese programa y esa conducción alternativa dificultó además poder unir los reclamos universitarios con los que crecían en los terciarios y secundarios. Desde la pelea contra la Unicaba, hasta los cierres de profesorados por parte de Vidal en la provincia de Buenos Aires, la pelea contra la Secundaria del Futuro y las pasantías truchas, los reclamos edilicios y presupuestarios, todo traza un hilo común que es el combate al desfinanciamiento y a las reformas educativas que impulsa el gobierno nacional en complicidad con los gobernadores peronistas.

El saldo

A nivel de la pelea por la conducción del movimiento estudiantil, en 2018 se siguió desarrollando el proceso de extensión del peso de la izquierda en la disputa con el peronismo y el kirchnerismo por centros de estudiantes secundarios y terciarios en el conurbano bonaerense. Proceso del que desde la Juventud de Izquierda Socialista hemos sido parte, entre otros ejemplos, recuperando para la lucha centros como el del ex Polivalente de arte de Guillón, el Integral de Munro, refundando el de la Media 20 de La Matanza, y en terciarios el 55 de Escobar, y reteniendo el 45 de Haedo.

Por otro lado, a nivel universitario, las elecciones posconflicto de la UBA y La Plata demostraron un fuerte retroceso de la Franja Morada-UCR. A nivel de la izquierda el balance es contradictorio. Dado que, por un lado, la principal federación regional del país, la FUBA, por política del PO terminó entregando su independencia política (ver nota). Pero por otro lado, se conquistaron importantes triunfos como el de Medicina, y sobre todo, el de Psicología de La Plata, donde un frente entre las fuerzas del FIT y un enorme movimiento autoconvocado lograron ganarle al kirchnerismo el centro de estudiantes.

Pero esencialmente, el saldo de 2018 será que miles de jóvenes que venían participando de otras luchas, como la de justicia por Santiago Maldonado, o por el aborto legal, ahora definieron tomar partido de forma también en defensa de la educación pública. Es necesario aprovechar esta tonificación del movimiento estudiantil para avanzar en la construcción de un gran sujeto político que luche junto a los trabajadores contra el ajuste de Macri y el FMI.

En el marco de la rebelión estudiantil nacional el 12 de septiembre, estudiantes de la sede en Fiske Menuco, de la Universidad Nacional de Río Negro, decidieron tomar el vicerrectorado.

Las autoridades peronistas, el rector Del Bello y el vicerrector Arzone, no dispusieron ningún tipo de dialogo con lxs estudiantes y docentes de la toma e hicieron una denuncia penal contra dos docentes que la estaban apoyando. La decisión de la asamblea fue seguir con la toma hasta que se retire la denuncia, rechazando esta criminalización de la protesta como la que vienen sufriendo lxs estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba. Del Bello, si bien dijo que no quería fuerzas represivas dentro de la universidad aclaró que era necesaria una “intervención más fuerte”.
Así, finalmente el juez Greca autorizó el desalojo y el 10 de este mes cincuenta efectivos de gendarmería desalojaron con represión y de forma escandalosa a lxs estudiantes.

Desde la Juventud de Izquierda Socialista repudiamos la represión llevada adelante por las fuerzas de Bullrich y rechazamos la criminalización de la protesta.

Escriben Pilar Barbas, vicepresidenta del CEFyL y Gastón Godoy, de la Juventud de Izquierda Socialista – Sociales

El 10 de diciembre se llevó adelante un congreso de la Federación Universitaria de Buenos Aires de elección de autoridades que quedará en la historia. Durante los últimos 17 años la FUBA tuvo una conducción independiente políticamente de las autoridades de la UBA, del PJ-Frente para la Victoria y de la UCR-Cambiemos. El acuerdo político entre el Partido Obrero y La Mella presidencia, La Cámpora junto a Nuevo Encuentro en la vice, y otras agrupaciones estudiantiles del PJ, liquida esta independencia política. Es el propio PO quien pone fin a la “FUBA piquetera” para avanzar en una conducción común con quienes llevan como candidatos a quienes reprimían los piquetes en los años posteriores al Argentinazo, como Aníbal Fernández. Por lo bochornoso de este acuerdo, las nuevas autoridades definieron aprobarlo en un congreso fuera del período de clases, escondido del debate en la base estudiantil, sin asambleas, ni discusión en los cursos.   

El avance del kirchnerismo en la UBA no fue casual, hace años venimos denunciando la falta de una política para la lucha del PO desde la presidencia de la federación, que abona al avance de las corrientes patronales. La prueba más clara de esto es la política de la conducción del centro de estudiantes de Veterinaria (que es donde más años lleva reeligiéndose el PO) al que no se le conoce una iniciativa de lucha ni siquiera en el marco del estudiantazo de este año.

Ante este pacto entre la Juventud del Partido Obrero y las organizaciones juveniles del PJ, desde la juventud de Izquierda Socialista nos presentamos junto a la Juventud del PTS en la lista del Frente de Izquierda.  Desde allí planteamos que rechazamos poner la federación estudiantil al servicio de militar la campaña de Cristina en 2019 que quiere ganarle a Macri para seguir pagando la deuda externa con la plata de la educación pública, como reconoció el mismo Kicillof. Queremos una federación que salga a luchar sin contradicciones junto al movimiento de mujeres por el aborto legal, que pelee por el no pago de la deuda, contra la LES, la Coneau y la privatización de la educación pública.

Contra las maniobras del PO que quiere hacer pasar como organizaciones de lucha a La Cámpora y el resto de las organizaciones juveniles del PJ kirchnerista, desde la Juventud de Izquierda Socialista somos claros en algo que debería ser una obviedad: no estamos de acuerdo en unirnos con el peronismo en un frente político. Por el contrario, militamos por organizaciones estudiantiles que se planteen la unidad con los trabajadores que enfrentan el ajuste, no con los partidos patronales que cuando ocupan el gobierno garantizan el avance de la privatización de la educación pública.

Escribe Jorge Adaro, Secretario general de Ademys

El gobierno de Larreta logró aprobar el proyecto de creación de la Unicaba con su mayoría automática de 34 legisladores, pero sin poder traccionar el voto de ningún legislador de la oposición patronal. Aprobaron la ley en absoluta soledad política, con una Legislatura totalmente militarizada y con represión hacia los docentes y estudiantes que nos opusimos durante un año de intensa lucha.

La jornada del 22 de noviembre fue el corolario de dos días de intensa movilización, que comenzó el martes 20 con una multitudinaria marcha desde Palacio Pizzurno hasta la Legislatura, con la presencia de los sindicatos docentes (Ademys y UTE, que realizamos un paro el propio 22), los rectores nucleados en el CESGE y los estudiantes referenciados en la CET. La movilización del 20 concluyó con un acto y un acampe hasta la mañana del 22, cuando se realizó un “abrazo educativo” de docentes de Ademys y estudiantes para intentar impedir el ingreso de los legisladores a la escandalosa sesión. Lamentablemente la UTE trató de desmovilizar y desarticular las medidas, dando por perdida la pelea de antemano, al punto que primero convocó a un acto simbólico a las 13, luego del inicio de la sesión. Pero frente a la presión del activismo, tuvo que adelantar su convocatoria a las 10, pero siempre evitando ser parte del abrazo educativo convocado por Ademys. El colmo de esta posición fue la acción de la legisladora kirchnerista Lorena Pokoik que, junto con sus asesores, atacaron a los docentes y estudiantes que realizábamos el abrazo educativo para romperlo y buscar que actúe la represión policial contra los manifestantes.

En este marco fue muy importante el papel jugado por Ademys durante todo el conflicto, ubicándose a la cabeza del mismo junto al movimiento estudiantil, siendo reconocidos por toda la comunidad educativa, y atacados a la vez por la ministra de Educación Acuña y otros funcionarios, que trataron de deslegitimar nuestro protagonismo. Les duele el crecimiento del sindicalismo combativo y el rechazo que logramos a la ley de “coexistencia”, que desde el gobierno buscaron pactar con los otros sindicatos. También tuvo amplia repercusión la presencia de Nora Cortiñas junto a Ademys, quien se acercó para solidarizarse con los docentes y estudiantes reprimidos.

El gobierno intentó primero hacer pasar su proyecto inicial con la directa desaparición de los 29 profesorados y luego, frente a una lucha masiva, con su nuevo proyecto llamado de “coexistencia” que implica el cierre “paulatino” de los institutos, obligados a “competir” por la matrícula estudiantil y los recursos presupuestarios con la Unicaba. El gobierno se equivocó al creer que con su nuevo proyecto iba a romper la unidad que se opone a la Unicaba, ya que la fuerte movilización impidió que pudiesen cooptar a los sectores más vacilantes. Algunos medios llegaron a hablar de un triunfo “pírrico” del macrismo.

El gobierno se volverá a equivocar si supone que la aprobación de la ley cierra el conflicto en el nivel terciario. Dimos pelea hasta el último minuto para evitar la aprobación, no aceptando ninguna “derrota digna” como quería imponer la burocracia sindical. Ahora se abre la lucha para impedir la implementación de la ley y evitar que la Unicaba se ponga en funcionamiento en 2020. Es necesario seguir coordinando entre todos los sectores para continuar dando de manera unitaria y consecuente esta pelea, generando mecanismos asamblearios abiertos para derrotar el proyecto del gobierno. La desconcentración del mismo 22 fue con una importante marcha de miles de estudiantes y docentes, que llegó a la sede de la Dirección de Educación Superior. Esa marcha final demostró que el movimiento de lucha sigue en pie y dispuesto a dar la pelea durante el próximo año. Incluso sectores estudiantiles, acompañados por la Juventud de Izquierda Socialista, desbordaron a la conducción kirchnerista de la CET y fueron a realizar un corte de la avenida 9 de Julio en el Obelisco esa misma tarde.
Es de destacar también el rol jugado por todos los legisladores porteños del FIT. Laura Marrone, de Izquierda Socialista, desde fines de 2017 denunció el proyecto de la Unicaba, con numerosos artículos y charlas, y junto a Gabriel Solano, Patricio Del Corro y Myriam Bregman apoyaron cada medida de lucha en defensa de los 29 profesorados.

Luego de aprobada la ley, supervisores de todos los niveles educativos firmaron un repudio a la Unicaba, lo que demuestra la enorme fuerza que tiene nuestra lucha. Ahora es necesario plantear la coordinación nacional de la docencia y los estudiantes para enfrentar el cierre de los profesorados en todo el país. Prácticamente en simultáneo con la aprobación de la Unicaba, se daba a conocer el recorte y cierre de muchas carreras en los profesorados bonaerenses para el año próximo, dejando en claro que el ajuste educativo es de carácter nacional, tiene a Macri como el principal responsable y a los gobernadores como cómplices de este brutal ajuste exigido por los organismos internacionales.

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