“Yo estaba en un partido trotskista. Trotsky fue un gran defensor de la libertad estética. Era un verdadero genio en ese sentido, mientras que Stalin propiciaba la línea dura en arte [...] Mi presencia en el PST era un tanto condicional. Nunca fui afiliado ni un militante demasiado devoto. No tengo perseverancia para las reuniones políticas. Soy muy anárquico y eso me impide encuadrarme en un partido político en forma ortodoxa. [...] Cuando en 1977 me vinieron a buscar los grupos parapoliciales, los militantes del PST me acompañaron mucho, nunca lo olvidaré.” 1
En efecto, disfrazados de “gasistas”, un grupo de tareas se presentó en su estudio. “‘¿Dónde está el doctor?’, preguntaron. Su secretario lo advirtió: Me tocó arriba -yo atendía en una azotea-, y me dijo: ‘Hay unos señores gasistas acá...’. Y entonces yo rajé. Pero le dije a los pacientes -yo estaba atendiendo, ¡y un grupo!-: ‘Miren, yo me tengo que ir, porque me están buscando...’”. Y “el doctor” huyó saltando por los techos. El partido -que funcionaba en la clandestinidad- lo ayudó a exiliarse, con un pasaporte vencido: a Uruguay, Brasil y, por fin, España.
Nacido en 1933 Eduardo “Tato” Pavlovsky tenía 81 años cuando falleció el domingo pasado, 4 de octubre, en Buenos Aires. Autor dramático, actor, psicoterapeuta, Pavlovsky fue uno de los más notables intelectuales y artistas argentinos de la segunda mitad del siglo XX. No vamos a detallar acá su vasta obra y los múltiples reconocimientos, que han recogido las crónicas de la prensa burguesa, desde La Nación a Página/12; pero sí lo que en todas ellas se ha ocultado: su adhesión al trotskismo y, más exactamente, su militancia junto al PST y el MAS.
Su adhesión a nuestro partido –al que llegó hacia 1971 desde el grupo socialista de Juan Carlos Coral− lo ubicaron reiteradas veces como candidato a diputado o senador en el PST y en el MAS -y el Frente del Pueblo-. En varias oportunidades, además, realizó presentaciones de sus obras donando la recaudación al partido. Lo caracterizaba su espíritu crítico: comentó, con alegría, la estética que había disfrutado en el acto del MAS del 1o de mayo de 1988 que culminó con una gran ronda y baile colectivo sobre el césped de Ferro, y también, supo acercar sus opiniones personales acerca de la revolución centroamericana. Con puntos de vista propios, lo distinguió, a la vez, su lealtad y respeto hacia el partido.
Quien esto escribe, allá por 1990, lo entrevistó en México para El Socialista, el periódico del hermano Partido Obrero Socialista (POS): “Este es un país muy bello -dijo Tato- pero lo que más me impresiona siempre es la casa donde asesinaron a Trotsky: ante su tumba me demudo de admiración; fue una de las personas más destacadas del siglo”. Pavlovsky detestaba al estalinismo: “Digamos la verdad, hay marxistas tristes y alegres. La burocracia soviética era triste”. Y se sentía trotskista y apoyaba a nuestro partido, porque, además del compromiso político gozaba con la alegría de la vida, y eso lo animaba a luchar por un mundo distinto, sin fronteras, por la revolución y el socialismo. Se fue un grande de nuestra corriente, un intelectual íntegro y lo recordamos enarbolando por él las banderas rojas con las que se identificaba: “¡Hasta el socialismo siempre, querido Tato!”.
1. La ética del cuerpo, Conversaciones con Jorge Dubatti, Los libros de Babilonia, Buenos Aires, 1994