“Moreno fue, ante todo, un hombre de acción, un revolucionario de la época histórica de la revolución socialista mundial. Su obsesión fue hacer avanzar la lucha internacional de los trabajadores contra el capitalismo imperialista mundial. Moreno fue trotskista: un hombre consciente que `la crisis de la humanidad es la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado ́. El eje de su vida fue bregar por la solución de esa crisis, por la construcción del Partido Mundial de la Revolución Socialista: la Cuarta Internacional.” 1 Así editorializaba nuestra revista internacional al dar a conocer la triste noticia de la muerte de nuestro maestro.
Pasaron treinta años y el capitalismo sigue sumido en una crisis crónica que se agudiza cada día más. Contra sus consecuencias, de aumento de la miseria, de superexplotación, de crecimiento del desempleo, de guerras de saqueo y exterminio, de destrucción ambiental, son millones los que se levantan día a día a pelear. De ahí es de donde surgen constantemente nuevos dirigentes, nuevas camadas de vanguardia, con miles de interrogantes: ¿es suficiente la lucha sindical, estudiantil, juvenil, indigenista, feminista o ambientalista? ¿Hay que apoyar a los distintos dirigentes “progresistas”, “nacionales y populares” o incluso “de izquierda” que aparecen en cada etapa como “lo nuevo”, sea el subcomandante Marcos, Chávez, Evo Morales, Lula, los Kirchner, Syriza o Podemos? Después de tantos fracasos, ¿vale la pena la lucha por “tomar el poder del estado”, o más bien es mejor dedicarse a construir algo anticapitalista “desde lo pequeño” o “lo local”?
La actualidad de los planteos de Moreno está en su potencia para responder estos legítimos interrogantes que nos hacen día a día miles de luchadores. Nahuel afirmaba que no alcanza con la lucha sindical, siempre parcial. Hay que pelear por el poder, afirmaba que no hay salida si la clase trabajadora no gobierna, expropia a la burguesía y al imperialismo y comienza a construir el socialismo. Y que esto no es una tarea “nacional”, sino que forma parte de algo mucho más grande, la revolución socialista internacional. Por eso hay que militar, construir un partido y también una internacional revolucionaria.
Pero... ¿qué partido?
Moreno quería un partido que ayudara a que las luchas triunfaran. José Páez, gran dirigente del clasismo cordobés y del Partido Socialista de los Trabajadores (antecesor de Izquierda Socialista) lo sintetizó brillantemente en el acto de despedida a Moreno: “Moreno fue el que nos enseñó que no hay nada más importante que apoyar una lucha obrera. Cuando tenía 17 años, con un puñado de compañeros se inició apoyando la huelga del frigorífico Anglo-Ciabasa. Pero además fue el que siempre trataba de convencer que con la lucha sindical no alcanza, que había que elevarla a lucha política. Que se necesita un gobierno de los trabajadores para acabar con la miseria y la explotación capitalista, que hay que hacer la revolución socialista, y que para triunfar hace falta un partido obrero y revolucionario. Y que esa lucha es internacional” 2.
Pero Moreno también sabía que para ganar la dirección del movimiento obrero había que pelear a muerte contra todos los partidos obreros burocráticos y oportunistas, como los “comunistas” o los falsos “socialistas” de la socialdemocracia que frenaron y traicionaron tantas revoluciones. Por eso el partido y la internacional que Moreno intentará construir a lo largo de toda su vida no dejarán un minuto de denunciar y enfrentar a aquellos que, en diferentes coyunturas históricas, buscaron llevar a la clase trabajadora y los pueblos a la rastra de opciones burguesas. Y sabía que no había nada peor para la clase obrera que las ideologías de conciliación de clases, que vendían que “si le va bien al patrón, le irá bien al obrero” (Perón), o que “se puede redistribuir compartiendo con la burguesía” y peor aún, las que reivindicaban “históricamente” revoluciones pasadas, pero decían que ahora “no hacía falta y que se debían buscar otros caminos” (Fidel Castro). Es que Moreno será el principal dirigente que se puso a la cabeza de la lucha contra otras corrientes del trotskismo, la más importante de las cuáles fue la de Ernest Mandel y sus seguidores, que le capitulaban a las direcciones mayoritarias del movimiento de masas, como Tito, Mao, el MNR en Bolivia en 1952, Castro o el sandinismo, de la misma forma que hoy lo hacen con Lula, Evo o Chávez.
Moreno luchó toda su vida contra el escepticismo, siempre tuvo plena confianza en la capacidad de lucha de la clase trabajadora. Siguió obsesivamente cada revolución en cualquier lugar del planeta que se produjera y fue un fanático de darlas a conocer y apoyarlas. Pero al mismo tiempo era tajante: “mientras el proletariado no supere su crisis de dirección revolucionaria no podrá derrotar al imperialismo mundial y todas sus luchas, como consecuencia de ello, estarán plagadas de triunfos que nos llevarán inevitablemente a derrotas catastróficas” 3.
Los nuevos fenómenos
A dos años de su muerte se dio uno de los hechos más importantes del siglo XX: la caída de los estados obreros burocráticos de Europa del Este y la URSS. Las masas tiraron a esos gobiernos dictatoriales y el aparato contrarrevolucionario más poderoso del mundo se hizo trizas. Contra gran parte de la izquierda mundial, nosotros lo catalogamos como una victoria inmensa, un gran triunfo revolucionario. Pero, lamentablemente, la realidad histórica le dio la razón por la negativa a Trotsky y a Moreno: la ausencia de partidos e internacional revolucionaria impidieron que las masas frenaran las aperturas al capitalismo imperialista que venían implementando esos burócratas.
Pero esto no significó ni el fracaso del socialismo ni ninguna “victoria histórica” para el capitalismoimperialista. La crisis económica mundial continuó y se profundizó. Hubo desde entonces montones de nuevas luchas y revoluciones. De ahí surgieron las nuevas camadas de luchadores que hoy hacen las preguntas que planteamos más arriba. Y también la de aquellos que, justamente horrorizados por las aberraciones dictatoriales y contrarrevolucionarias del stalinismo nos plantean si la toma del poder y la expropiación de la burguesía no terminará indefectiblemente creando un régimen como el de Stalin.
Y aquí, nuevamente Moreno tiene mucho para responder: “en aquellos lugares en donde se ha expropiado a la burguesía... no hay salida si no se impone la democracia obrera... mientras no haya la más amplia democracia no comienza a construirse el socialismo. El socialismo no es sólo una construcción económica. El único que hizo este análisis es el trotskismo, y también fue el único que sacó la conclusión de que era necesario hacer una revolución en todos estos estados y también en los sindicatos para lograr la democracia obrera” 4.
¿Se podrá hacer todo esto? Nuevamente y para terminar, démosle la palabra al viejo Nahuel: “lo nuestro no es una religión, no tenemos fe religiosa en la clase obrera. Si esta, con sus partidos y direcciones, no logra derrocar al capitalismo, la situación irá cada vez peor. (...) la cuestión es saber si la clase obrera logrará dotarse de una dirección adecuada 5 (...) yo no creo que sea inevitable el triunfo del socialismo. Creo que el resultado depende de la lucha de clases, en la cual estamos inmersos. Y que, entonces, lo indispensable es luchar, luchar con rabia para triunfar. Porque podemos triunfar. No hay ningún dios que haya fijado que no podamos hacerlo” 6.
1. Correo Internacional N°27, Buenos Aires, Marzo-Abril 1987.
2. Correo Internacional N°27, Buenos Aires, Marzo-Abril 1987.
3. Moreno, Nahuel, Actualización del Programa de Transición, Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2014.
4. Nahuel Moreno, Esbozo biográfico, Cehus, Buenos Aires, 2016.
5. Nahuel Moreno, Conversaciones, Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2012.
6. Nahuel Moreno, Esbozo biográfico, Cehus, Buenos Aires, 2016.