El 9 de octubre de 1967 el comandante Ernesto “Che” Guevara fue fusilado en una escuela de La Higuera, al sudeste de Bolivia, al día siguiente de haber sido capturado por el ejército boliviano con la colaboración de la CIA. En el monte de Ñancahuazú, al sur de Santa Cruz de la Sierra, había establecido su campamento guerrillero intentado desarrollar sus concepciones teóricas sobre la revolución continental.
Dos métodos para la revolución latinoamericana
En 1959 la revolución cubana liderada por Fidel Castro, Che Guevara y el Movimiento 26 de Julio había conmocionado al mundo. Nahuel Moreno, el fundador de nuestra corriente política, la valoró con precisión como el inicio de la revolución latinoamericana y el origen de una nueva dirección revolucionaria continental. Moreno reconoció su independencia inicial de Moscú, defendió al naciente Estado obrero aunque caracterizándolo como burocrático por el carácter nacionalista y pequeñoburgués de su dirección, y se colocó en el mismo campo revolucionario. Desde allí, considerándolo el único dirigente que intentaba sistematizar las conclusiones del proceso revolucionario, Moreno criticó las principales tesis de Guevara: el foco guerrillero y la guerra de guerrillas como método y táctica únicos de los revolucionarios, y la clase campesina como única vanguardia en toda Latinoamérica. También señaló la subestimación que hacía del movimiento obrero y sus organizaciones y la incapacidad para ver la necesidad de partidos revolucionarios y un programa de reivindicaciones transitorias para cada país que impulsara a la toma del poder por las masas.
Pensamos que estos 50 años demostraron la validez de las críticas de Moreno a las posiciones foquistas del Che. Sin embargo, tras entrevistarlo en una reunión de economía social en Punta del Este en 1961, lo reconoció como el “ala más revolucionaria” que se oponía a la creciente influencia de la URSS en el proceso cubano, y al momento de su asesinato no dudó en considerarlo “héroe y mártir de la revolución permanente” por su lucha consecuente por la revolución cubana y latinoamericana (*). Sin llegar a ser un teórico del calibre de Marx o Trotsky, el Che había llegado a comprender la dinámica de la revolución socialista mundial, tanto que pudo afirmar: “Revolución que no se profundiza constantemente es una revolución que retrocede (**)”
“No se puede pactar con el imperialismo”
Moreno rescató al Che por su defensa de Cuba mediante la extensión de la revolución permanente en Latinoamérica como único camino para derrotar la estrategia contrarrevolucionaria conjunta de los explotadores nacionales y el imperialismo yanqui; su postura a favor de la centralización y planificación como motor de la economía de transición al socialismo en Cuba, acompañada del desarrollo de la conciencia revolucionaria de los trabajadores; su lucha por la unificación y planificación económica de los países socialistas atrasados en conjunto, incluyendo el suministro gratuito de armas para los pueblos que las necesitaran, y la crítica a la política comercial “burguesa” de la URSS en sus intercambios con las economías subdesarrolladas del “campo socialista”; su denuncia inclaudicable de las políticas del imperialismo, desde el yugo de las deudas externas hasta la instalación de bases militares, y finalmente, su indiscutible internacionalismo proletario, esto es, el apoyo a todas las luchas hasta liquidar al enemigo común: el imperialismo yanqui, las burguesías locales y el capitalismo.
Todas estas convicciones lo llevaron a chocar con las políticas del Partido Comunista de la Unión Soviética y su satélite en Cuba, hasta tomar la decisión de resignar sus funciones en el gobierno cubano y alejarse. En sus trabajos se advierten los peligros que condujeron a las desviaciones en la evolución posterior de la dirección castrista. Su burocratización y la dependencia de la URSS significaron la adaptación a la “coexistencia pacífica” con el imperialismo, el “socialismo en un solo país” y la “colaboración de clases”, convirtiéndola de hecho en un freno de la revolución centroamericana de fines de los ’70, y en responsable del fracaso de todas las experiencias posteriores de gobiernos frentepopulistas en América latina (ver recuadro). El proceso culminaría con la restauración del capitalismo en Cuba, un final también previsto por el Che.
Guevara sigue inspirando a la nueva generación de luchadores estudiantiles, obreros, campesinos, indígenas y populares que hacen la experiencia de enfrentar las políticas de hambre, entrega y represión de los gobiernos aliados del imperialismo en América latina. Llamamos a todos esos luchadores a apostar por la lucha unitaria de los trabajadores y el pueblo para terminar con toda explotación y opresión, potenciándola con la construcción de organizaciones obreras y populares verdaderamente democráticas y un partido revolucionario que las conduzca al triunfo en cada país y en el mundo.
Escribe Mariana Morena
(*) “Guevara, héroe y mártir de la revolución permanente”, periódico La Verdad del PRT de Argentina, 23/10/1967.
(**) Che Guevara, “Guerra de guerrillas: un método”, revista Cuba Socialista, 09/1963.
“Revolución socialista o caricatura de revolución” Pasadas varias décadas, e incluso perteneciendo ya a la historia el debate sobre el método guerrillero, lo que hoy se destaca en la mayoría de las corrientes que se reivindican guevaristas es su paso acelerado a posiciones políticas de conciliación de clases. Hasta el punto de tergiversar totalmente las posiciones del propio Guevara. (De la desgrabación corregida de la presentación de Miguel Sorans del libro “Perú. Dos estrategias” en 2015) |