Escribe Guido Poletti
Lo de Carrió ya es desopilante. Se podría hacer un programa cómico si no fuera que se está refiriendo con el más absoluto desprecio a la tragedia del hambre de millones de argentinos.
Ahora pasó todos los límites: “Les pido a las clases medias que no supriman las propinas ni las changas. Hay mucha gente que vive de cortar el pasto”. Increíble. Indignante. El gobierno de Cambiemos pasó de prometer la “lluvia de inversiones” a pedir a parte de los propios castigados por el ajuste que “dejen propinas”. Después quiso “aclarar los dichos” en la propia sesión de la Cámara de Diputados, y fue para peor: “quería aclarar una situación cuando dije que era necesario que se mantengan las propinas y las coimas”. Entre las risas de todos los presentes, precisó que lo de las coimas había sido un “furcio”. Posiblemente la traicionó el inconsciente, ya que la que se presentó alguna vez como la fiscal anticorrupción hoy justifica o hace la vista gorda ante todos los hechos de corrupción del gobierno de Macri, empezando por los Panama Papers y siguiendo por los negociados del Correo de la familia presidencial.
Esta es la máxima dirigente de la Coalición Cívica, pata vital de la coalición Cambiemos, de diálogo permanente con el presidente y quien encabezó la lista oficialista el año pasado en la Ciudad de Buenos Aires. No se trata de un simple “personaje pintoresco”. Carrió, con todo su desprecio para con el pueblo trabajador, dice en voz alta lo que algunos dirigentes del gobierno no se animan a plantear. Este plan económico garantiza ganancias y privilegios para los ricos. Para el resto, la única política de redistribución de la riqueza que se les ocurre es dejar caer algunas monedas de la mesa, como “propina”.