Escribe Federico Novo Foti
Marchando desde las fábricas hacia la Plaza de Mayo, cientos de miles de trabajadores rechazaron la detención de Juan Domingo Perón. Fue la primera gran acción de la clase obrera a nivel nacional y también marcaría el inicio del peronismo, un movimiento patronal con fuerte apoyo entre los trabajadores. Aún sigue planteada la tarea de construir una nueva dirección de la clase trabajadora.
Desde fines de 1943, el secretario de Trabajo y Previsión del gobierno militar encabezado por Edelmiro Farrell, el coronel Juan Domingo Perón, ganaría notoriedad por implementar una serie de medidas que comenzaron a dar respuesta a los reclamos de los trabajadores y mejoraron sus condiciones de vida. En mayo de 1944 se creó el fuero laboral, garantizando estabilidad laboral para los representantes gremiales. En junio se logró el descanso dominical y la “garantía horaria”, que aseguraba el pago de sesenta horas quincenales como mínimo, fueran trabajadas o no, para los trabajadores de la carne. Dos millones de trabajadores accedieron a la jubilación. Se firmaron convenios colectivos de trabajo en muchas ramas productivas. Se creó el “estatuto del peón”, que establecía un salario, condiciones de alimentación y vivienda mínimas y otros derechos. Así Perón se ganó el apoyo del movimiento obrero, que comenzaba a obtener conquistas que aún se recuerdan y defienden.
La avanzada yanqui y las divisiones patronales
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos redoblaron su ofensiva imperialista en Latinoamérica para someterla y convertirla en su semicolonia. En la Argentina, que había sido por décadas una semicolonia británica, con una oligarquía y una patronal atadas a Inglaterra por mil lazos, la ofensiva provocó una profunda división. Los partidos patronales, conservador y radical, se dividieron en dos alas, una proinglesa y otra proyanqui. Lo mismo sucedió en el Ejército.
Perón y la patronal ligada a Inglaterra se propusieron resistir la avanzada yanqui, apoyándose en el movimiento obrero. Para lograrlo fueron concediendo conquistas, valiéndose de una situación económica excepcional en la que el país era la quinta potencia comercial del mundo. Salía de la guerra como acreedor de Gran Bretaña y con una enorme acumulación de divisas, lograda gracias a los altos precios de los cereales y la carne. Pero mientras Perón se ganaba el apoyo del movimiento obrero, otros sectores patronales se volcaron a una creciente oposición al gobierno militar. En julio de 1945 arribó como nuevo embajador yanqui, Spruille Braden, que empezó a organizar a la oposición antiperonista y a alentar manifestaciones a las que se sumaron gran parte del partido radical, el Partido Socialista y el Partido Comunista, que aún tenía peso entre los trabajadores. En septiembre se realizó una marcha pidiendo la renuncia de Perón y un levantamiento militar en Córdoba. En octubre las tensiones llegaron a tal punto que Perón decidió renunciar. Pero antes, informó que dejaba a la firma de Farrell un decreto con aumentos y mejoras para los trabajadores, entre ellas el aguinaldo.
El 17 de octubre y su significado
La renuncia de Perón provocó manifestaciones y enfrentamientos en el centro de la ciudad de Buenos Aires con heridos y detenidos. La polarización iba en aumento y el 12 de octubre Perón fue detenido y embarcado a la isla Martín García por orden de Farrell. Los sindicatos más importantes exigieron su inmediata libertad. La conducción de la CGT convocó a una huelga general para el 18 de octubre. Pero el 16, Cipriano Reyes, dirigente del gremio de la carne, movilizó a los obreros desde los frigoríficos de Berisso y desencadenó la movilización que el 17 de octubre llegó a Plaza de Mayo. La acción del movimiento obrero dividió a las fuerzas armadas, que se empezaron a volcar en favor de Perón. Por la noche, Perón fue liberado y, junto a Farrell, salieron al balcón de la Casa Rosada para anunciar que se adelantarán las elecciones nacionales. En febrero de 1946, Perón ganó las elecciones con casi 1,5 millones de votos.
El 17 de octubre de 1945 fue la primera vez en la historia de nuestro país que la clase obrera protagonizó un hecho político de alcance nacional. Pero contradictoriamente lo hizo en apoyo de un militar y dirigente de un sector de la patronal, en ese entonces enfrentada al imperialismo yanqui. Perón aprovecharía los acontecimientos para formar el movimiento peronista. Desde sus orígenes, el peronismo inculcó la falsa idea de la conciliación de clases, la confianza de los obreros en los patrones. En 1947, siendo presidente, Perón dijo ante el Congreso: “no combatimos al capital, sino que le facilitamos todos los medios necesarios para su adaptación y desenvolvimiento”. Rechazó también la organización independiente del movimiento obrero, sometiéndolo al aparato del Estado e imponiendo a la burocracia sindical peronista, disolviendo el naciente Partido Laborista y encarcelando a Cipriano Reyes. Con los años, el peronismo abandonó también el enfrentamiento con el imperialismo.
El peronismo no es salida
Para muchos peronistas, el 17 de octubre es una oportunidad para evocar las banderas de la “justicia social”, la “independencia económica” y la “soberanía política” que enarboló el peronismo en sus orígenes. Pero lo cierto es que no existe más el peronismo de las conquistas obreras y populares. Hace décadas que sus dirigentes abandonaron aquellas banderas y gobiernan al servicio de las patronales y el saqueo imperialista, como hoy lo hace el Frente de Todos junto al FMI. Ese es uno de los motivos que los lleva a realizar más de un acto para esa fecha. No serán para defender los derechos de los trabajadores, sino para disputar espacios de poder entre los distintos sectores de la burocracia sindical y el aparato político. Por eso desde la izquierda decimos que el peronismo, al igual que los macristas, radicales o liberfachos, no son salida para los trabajadores. Hoy es la izquierda la única que defiende consecuentemente las históricas banderas y conquistas que obtuvimos los trabajadores frente a los ataques de todos los gobiernos patronales. Por eso acompañamos e impulsamos todas las luchas por salario, jubilación, salud, educación y vivienda, entre otras reivindicaciones. Planteamos que hay que romper con el imperialismo y el FMI, dejar de pagar la deuda, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las empresas privatizadas. Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad llamamos a aquellos compañeros y compañeras que se reivindican peronistas pero sufren las consecuencias del ajuste del gobierno a enfrentarlo juntos en las calles, en los lugares de trabajo, estudio y en los barrios. Al mismo tiempo, llamamos a construir una nueva dirección política independiente, convencidos que la salida es la lucha por un gobierno de trabajadores y por el socialismo, única solución definitiva a los problemas de nuestro pueblo trabajador.