Escribe Adolfo Santos
Como dice el texto principal, el advenimiento del nazismo pudo haberse evitado y/o disminuido sus terribles consecuencias. El estalinismo no actuó correctamente en ese sentido. En los primeros años de la década del ‘30, el fascismo crecía exponencialmente, pero también el comunismo se había fortalecido en esa polarización y podría haber cumplido un papel importante.
Se imponía la unidad de acción entre los partidos de la clase trabajadora para enfrentar al nazifascismo, como nos había enseñado Lenin y proponía Trotsky, sobre todo con la socialdemocracia, el mayor partido de la clase obrera alemana. Sin embargo, Stalin y la III Internacional adoptaron la política opuesta y enfrentaban a los socialdemócratas en la misma medida que al nazismo. “Dividía a la clase obrera y debilitaba la influencia de los comunistas entre las masas de trabajadores. En ninguna otra parte fueron tan desastrosos los resultados de esta política como en Alemania, aquí se dieron instrucciones a los comunistas para que atacaran a los trabajadores del SPD (socialdemócratas) acusándoles de “socialfascistas”. Estas tácticas dividieron al poderoso movimiento obrero alemán y lo paralizaron frente a la reacción fascista”. (León Trotsky, La lucha contra el fascismo).
Otra gran traición fue el acuerdo de “no agresión” conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop firmado en 1939 entre Alemania y la URSS. Un giro histórico que le permitió a Hitler despreocuparse de la frontera soviética mientras se expandía por Europa. La firma del siniestro pacto se hizo bajo la atenta mirada de Stalin que al final invitó a un brindis al dirigente nazi Ribbentrop: “Sé lo mucho que el pueblo alemán ama a su Führer. Por eso quiero beber a su salud”. En 1941, la ruptura unilateral de ese pacto por parte de Hitler enviando tres millones de soldados alemanes a invadir la URSS demostró el terrible error de ese acuerdo. La confianza de Stalin en el líder nazi le costaría más de un millón de vidas al ejército soviético.