Escribe Guido Poletti
Desde el comienzo del gobierno de Milei, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich arrancó con su línea de represión de la protesta social. Así, comenzó planteando la prohibición del corte de calles, pretendiendo que los manifestantes “caminen por las veredas”.
Por supuesto que la ministra tuvo su primera derrota cuando intentó impedir la marcha por el aniversario del 20 de diciembre, que se transformó en una expresión de repudio al gobierno de Milei. Bullrich trató de disimular su derrota haciendo un show en el Departamento Central de Policía, presentándose junto con el presidente Milei para “monitorear” el operativo de la marcha. Pero esa misma noche, Bullrich tuvo su segunda derrota, cuando miles salieron a la calle, a pesar del protocolo, para repudiarlo junto a todo el plan de ajuste.
Posteriormente, la ministra Bullrich volvió a montar una provocación en la desconcentración de la marcha de la CGT a Tribunales, con manifestantes, periodistas e incluso transeúntes ocasionales golpeados y detenidos.
Cuando se conoció la ley ómnibus, se llegó al colmo de la restricción a las libertades democráticas. Se plantea que cualquier manifestación pública de “más de tres personas” debe pedir autorización, que puede ser negada. Y que cualquier acto, protesta o manifestación (que pasaría a ser ilegal) sería responsabilidad de los “organizadores”, teniéndose por tales a cualquiera, incluso aquel que meramente comparta un llamado por una red social. Todo con penas de prisión efectiva y multas civiles y económicas.
Se trata de una violación absoluta a los derechos humanos y las libertades democráticas, inéditas desde 1983. Claramente violatorias de varios artículos de la constitución nacional.
El protocolo represivo de Bullrich y las medidas complementarias planteadas en la ley ómnibus no se encuentran aisladas del plan motosierra de Milei. Una cosa está estrechamente articulada con la otra. Porque el gobierno de La Libertad Avanza sabe perfectamente que el super-ajuste no pasa sin una feroz represión. Y para eso se preparan. Todas estas medidas están al servicio de fortalecer al aparato represivo y dotar de herramientas judiciales para criminalizar la protesta social.
Buscan, además, meter miedo amenazando con que “van a filmar a la gente y sacarle los planes”, o que “los van a ir a buscar a la casa”. El pueblo trabajador argentino ya derrotó a la dictadura militar, y a todos y cada uno de los intentos de impunidad a los genocidas. No dejó pasar, en todos estos años, ninguna de los crímenes cometidos por los distintos gobiernos patronales. Pasó con Teresa Rodríguez, con Carlos Fuentealba, con los caídos del 19 y 20 de diciembre de 2001, con Kosteki y Santillán, o con Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Al protocolo de Bullrich, junto con el ajuste de Milei también lo derrotaremos en las calles.