Escribe Federico Novo Foti
La combatividad de las masas vietnamitas, junto a la solidaridad mundial, logró vencer al imperialismo. Pero pese al heroico triunfo, quedó planteado con toda agudeza el problema las inconsecuencias de su dirigencia en la lucha por el socialismo. En 1954, tras la expropiación de la burguesía y terratenientes, Ho Chi Minh había creado en Vietnam del Norte un estado obrero burocrático. Un régimen totalitario de partido único a imagen y semejanza de los regímenes de la URSS y China. En 1975, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), orientado por Nahuel Moreno, al tiempo que reconocía el inmenso triunfo revolucionario sobre la ocupación yanqui, señalaba el carácter burocrático e inconsecuente de la dirección comunista: “El proceso que conduce a una revolución socialista es complejo y difícil. Exige un encadenamiento de medidas que avancen desde las reivindicaciones democráticas y antiimperialistas hasta la expropiación de todos los explotadores y la planificación integral de la economía colectivizada. Y ese proceso deberá ser garantizado por la dirección y el control de las masas organizadas democráticamente, bajo la conducción de la clase obrera. Nada indica que la dirección de la masas indochinas se oriente en esa perspectiva”.1 La consolidación de un estado obrero burocrático tras la unificación de Vietnam y su negativa de poner aquel triunfo al servicio de la revolución socialista mundial, expuso los límites de la dirección comunista vietnamita. Límites que quedaron aún más en evidencia cuando ésta acompañó el curso restauracionista de la burocracia china, abriendo las puertas al retorno del capitalismo. La tarea de construir una dirección socialista revolucionaria consecuente sigue vigente.
1. Ver Avanzada Socialista Nº 146, 10/5/1975 en nahuelmoreno.org